ENTREVISTADesafíos de la educación en pandemia

Luisa Pernalete: “No olvidemos el acompañamiento psicosocial en la educación a distancia”

En la educación a distancia hay que ser creativos, partir de los intereses del alumno y ponerse en su lugar. Fotografía de Jaime Reina | AFP

12/09/2020

Los estudiantes venezolanos inician un nuevo año escolar el miércoles 16 de septiembre. Las clases serán dictadas a distancia. Escuelas y familias se preguntan cómo asegurar el éxito para los alumnos a pesar de la incertidumbre, las fallas de conectividad y las deficiencias en los servicios básicos. Esta es la tercera entrega de Desafíos de la educación en pandemia, una serie sobre la perspectiva de los expertos en políticas educativas para comprender la situación venezolana. En esta oportunidad habla Luisa Pernalete, profesora del Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín de Fe y Alegría. Impulsa el programa Madres Promotoras de Paz. Fue directora regional de Fe y Alegría para Guayana entre 1998 y 2008, y fue reconocida en 2013 con el Premio de Derechos Humanos de la Embajada de Canadá en Venezuela y el Centro para la Paz y los Derechos Humanos de la Universidad Central de Venezuela.

Uno desea que los niños, las niñas y los adolescentes vuelvan a verse las caras y que todos digan que extrañan a sus maestros. Aunque la relación afectiva no es exclusiva de la presencialidad, lo es en buena parte. Si la decisión de la modalidad para el próximo año escolar dependiera sólo de mis deseos, yo votaría por hacerlo de manera semipresencial: vernos las caras, encontrarnos con pequeños grupos de estudiantes siguiendo todos los protocolos de protección contra el covid-19, dejar a los niños jugar aunque no tengan contacto físico. Me gustaría poder reducir las desigualdades, aunque fuera por esos pocos días que pudieran ir a la escuela; responder sus preguntas, escuchar sus ocurrencias y, aunque no hablen todo el tiempo, saber cómo están.

Pero cuando toco tierra, y empiezo a enumerar datos de la realidad venezolana, me digo que no hay condiciones. No hay agua todos los días en todos los planteles, como tampoco la tenemos los ciudadanos en muchas zonas del país; y no todas las escuelas tienen salones ventilados, como se recomienda en estos tiempos de pandemia para reducir el contagio. ¿Cómo llegar a los planteles con esta escasez de gasolina para el transporte particular y el público? Dado el empobrecimiento de las familias venezolanas, según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), ¿cómo adquirirán uniformes si muchas familias no tienen ingresos para comer? Sabiendo los salarios miserables de los docentes de las escuelas públicas y de las subsidiadas, como los ha calificado el director nacional de Fe y Alegría, ¿cuántos maestros van a regresar a sus trabajos el próximo año escolar? No veo condiciones para volver a las aulas. No creo que en los pocos días que faltan para iniciar el año escolar sea posible solucionar los problemas planteados. 

La modalidad a distancia, combinando estrategias y con flexibilidad, es la única posible en este momento; pero plantea dificultades que deberían ser solucionadas. Una de las más importantes es la brecha tecnológica.

No todos los estudiantes ni todos los docentes tienen los aparatos necesarios para responder a la educación a distancia, ya sea que la estrategia involucre la radio, la televisión, el uso de teléfonos inteligentes para trabajar con grupos de WhatsApp, o computadoras con conexión a Internet para usar Google Classroom o Zoom, por mencionar algunas de las plataformas más conocidas. Añade que falta entrenamiento, tanto en docentes como en estudiantes, para usar estas herramientas y educar o educarse a distancia. Apúntese también la falta de electricidad, frecuente en unas cuantas ciudades y a veces por mucho tiempo.

¿Se han superado estos vacíos en los últimos meses? Sabemos que se han multiplicado espacios formativos y que hemos visto docentes muy interesados en adquirir herramientas para educar a distancia, sin embargo, consideramos que los maestros, sobre todo en las escuelas públicas, han estado muy solos. Por otro lado, si el Ministerio va a continuar con la educación a distancia tiene que superar los problemas de calidad de los productos para la televisión educativa. Se ha improvisado y tampoco se ha medido el impacto de esta estrategia.

La profesora Luisa Pernalete retratada por Mauricio López | RMTF

Los errores que no deben repetirse

En la educación superior las modalidades a distancia se han aplicado desde hace décadas. En Fe y Alegría se dan clases por radio para adultos desde hace más de 3 décadas. Pero me temo que es la primera vez que en Venezuela, y a nivel mundial, debimos atender a distancia a alumnos de educación inicial, primaria y bachillerato. Así que, con humildad, tuvimos que reconocer que teníamos que ponernos a aprender.

No se le puede pedir lo mismo a la educación a distancia que a la presencial. Son distintas, no se trata de calcar el método. Las explicaciones y los productos de los docentes para el trabajo a distancia requieren mucha claridad, para que no recaigan en los padres responsabilidades que no le corresponden. En la pandemia, la escuela y la familia se han revalorizado. Las familias necesitan de los maestros, y estos necesitan del acompañamiento de los padres para que los estudiantes puedan aprender fuera de las aulas.

Es mejor trabajar por competencias que por contenidos. Si bien esto no es exclusivo de la educación a distancia, y es una tendencia que ya lleva cierto tiempo en la educación presencial, se hace casi obligatorio en este momento.

La educación a distancia es más compleja que sólo mandar tareas a los alumnos. Se ha abusado de las tareas y ha sido un error. La verdad es que más tareas no garantizan más aprendizajes. La creatividad es necesaria, así como partir de los intereses del alumno y ponerse en su lugar.

No podemos olvidar los lazos afectivos y el acompañamiento psicosocial. Pudiera pensarse que a distancia esto no vale, o que no se puede lograr. Es un error. Dicen los expertos que si se mantiene el lazo afectivo es más difícil que el estudiante abandone el proceso. Una pregunta al principio de la clase, un ¿cómo te sientes? o ¿cómo te fue el fin de semana? pueden hacer la diferencia. Los papás y las mamás también deben ser acompañados. Hay que comprenderlos. Y por último, es necesario registrar y monitorear el proceso a distancia, porque esto permite detectar aciertos y desaciertos y se pueden enderezar algunas cargas. Como se puede ver, los aprendizajes no se relacionan únicamente con la tecnología.

Es difícil priorizar las preocupaciones sobre la situación de la educación en Venezuela. Todas son grandes y se relacionan. Las que tienen que ver con el entorno y la calidad de vida, como los servicios de agua, luz, y transporte, influyen en la posibilidad o no del hecho educativo. También la falta de alimentación, porque la letra con hambre no entra.

Me preocupa la situación de los docentes. Con los salarios actuales un educador no puede vivir y así no se le puede exigir. Sin maestros no hay escuelas. A los maestros hay que cuidarlos, y eso pasa por contribuir con su formación y garantizar un salario que le permita vivir con dignidad, que es un derecho consagrado en el artículo 91 de la Constitución.

También preocupa la falta de registros y datos, pues sin medición no podemos saber qué está bien y qué está mal. ¿Cómo se corrige así? Nos preocupan las brechas. Ya sean tecnológicas, las de capacitación y la que existe entre estudiantes atendidos y excluidos. Hay que buscar a los que se han ido.

Las condiciones ideales no vienen del cielo, hay que construirlas. Son necesarias las inversiones públicas y privadas. Hay que dotar a los maestros y a las escuelas con la tecnología necesaria. Se necesita voluntad política para resolver el tema de los salarios. Hay que llegar a un acuerdo nacional de asumir la educación como una dimensión prioritaria del país, porque sin educación no hay presente ni futuro, ni para los niños y adolescentes ni para el país.

Hay que formar a los docentes para que puedan asumir los retos actuales. Esto depende de cada maestro y de las autoridades. Hay que ofrecer espacios para que se actualicen, y procurar flexibilidad en los mismos porque no todos están en el mismo nivel.

También hay que consultar y escuchar a los que saben para la elaboración de los planes educativos. Hay gente con experiencia en este país. Hay que mirar más allá, con humildad, y aprender de otros.

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