EntrevistaDesafíos de la educación en pandemia

Lila Vega: “El nivel socioeducativo de los padres determina la productividad de los niños”

Los niños y niñas tienen las mismas oportunidades para aprender en el aula. En casa, cada niño experimenta el aprendizaje con los recursos que tenga disponibles. Fotografía de Alfredo Estrella | AFP

19/09/2020

Los estudiantes venezolanos iniciaron un nuevo año escolar el miércoles 16 de septiembre. Las clases son dictadas a distancia. Escuelas y familias se preguntan cómo asegurar el éxito para los alumnos a pesar de la incertidumbre, las fallas de conectividad y las deficiencias en los servicios básicos. Esta es la décima entrega de Desafíos de la educación en pandemia, una serie sobre la perspectiva de los expertos en políticas educativas para comprender la situación venezolana. En esta oportunidad habla Lila Vega, pediatra y miembro de la Red de Madres, Padres y Representantes. 

El año escolar empezó el 16 de septiembre. La pregunta que necesita respuesta es cuáles estrategias usaremos para ofrecer la máxima efectividad educativa para nuestros estudiantes de forma segura para todos. Necesitarán ser flexibles para poder reaccionar rápidamente a cambios en la situación epidemiológica local, y cada escuela tendrá que evaluar diariamente su situación de ahora en adelante. El comportamiento de la pandemia es cambiante.

Dolorosamente, la pandemia hizo aún más evidente las serias limitaciones de nuestro sistema educativo, de la infraestructura de comunicaciones y de nuestro sistema de salud. Tuvimos dos meses de anticipación entre el anuncio de la expansión del covid-19 y la llegada del virus a Venezuela, pero no hubo una preparación para atender los desafíos que esto implicaría. Se reportaron dos casos en zonas de la clase media en la Gran Caracas y eso fue suficiente para que se suspendieran las clases en todo el país, incluso antes de que se anunciara la suspensión de otras actividades. La respuesta del Estado fue la creación de un plan para la educación en casa, que incluyó programación de televisión con fallas evidentes como sustituto al proceso educativo.

Hoy en Venezuela, el principal determinante de la salud y la productividad no es solo la educación que el Estado ofrece. El nivel socioeducativo de los padres determina la productividad de los niños y jóvenes. La educación en Venezuela no logra equidad, no es capaz de emparejar hacia arriba las condiciones de nuestros jóvenes. Si naciste en una familia educada y con recursos tienes más oportunidades, en contraste con aquel que nació en una familia con pocos años de formación y escasos recursos económicos. Esto es profundamente injusto.

Esta es una razón por la cual los niños necesitan volver a las aulas, pero deben hacerlo de manera segura. La tarea es compleja y necesita voluntad y trabajo en equipo de parte de todos los miembros de la comunidad. El Estado tiene la obligación de garantizar las condiciones para que cada escuela pueda sortear esta tormenta en una embarcación segura.

El comportamiento de la enfermedad es distinto en niños que en adultos. Los niños que se enferman suelen presentar una sintomatología menos severa que la de los adultos. Hay evidencia que señala que no son importantes en la transmisión de la infección, pero es posible que a medida que las escuelas abran el panorama cambie.

Lila Vega es pediatra y miembro de la Red de Madres, Padres y Representantes. Fotografía cedida por Lila Vega.

El Estado necesita ofrecer ciertas condiciones para que las escuelas puedan recibir a sus alumnos en el aula:

  1. Debe controlar la epidemia, es decir, que el número de casos diarios se encuentre en descenso al menos por dos semanas. 
  2. Debe ofrecer información transparente sobre el número de casos confirmados y de otros indicadores, como las consultas por infecciones respiratorias en las distintas comunidades. 
  3. Debe garantizar la remuneración apropiada de los maestros y condiciones seguras de transporte. 
  4. Debe garantizar insumos para el lavado de manos y equipos de protección.

Con estas garantías, cada escuela debe identificar a qué estudiantes va a atender primero. Para garantizar la distancia física, se debe disminuir el número de alumnos en cada aula, y establecer turnos para las actividades. La creación de cohortes ayudará también a controlar el riesgo de contagio hacia toda la comunidad.

Debe tener una política de despistaje al momento del ingreso a la escuela y un protocolo en el momento en que un miembro de la comunidad desarrolle síntomas. Hay que establecer un mecanismo de identificación de contactos y un protocolo para pasar de actividades presenciales a virtuales cuando sea necesario. Lo ideal sería que las escuelas contaran con el acompañamiento epidemiológico de un experto.

También hay que convocar a los emprendedores privados. Ellos tienen cosas que ofrecer a las escuelas de su entorno. Pueden apoyarse mutuamente en el manejo de la información y la promoción de conductas y actitudes seguras en pandemia.

Finalmente, los padres tienen que evaluar los riesgos en su grupo familiar. Esto incluye a los hijos. Niños con inmunosupresión o enfermedades crónicas severas no controladas no deberían asistir a las aulas.

Para ser exitosa, la escuela debe comunicar ampliamente sus políticas y necesita reclutar voluntarios que sirvan de apoyo.

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