EntrevistaDesafíos de la educación en pandemia

Chilina León: “La crisis educativa en la pandemia abre oportunidades para fortalecer el tejido socioeducativo”

Chilina León considera que las limitaciones de la educación a distancia en pandemia tendrán impactos a largo plazo, como el aumento de la deserción y rezago escolar. Fotografía de José Jordan | AFP

22/09/2020

Parte de los estudiantes venezolanos iniciaron un nuevo año escolar el miércoles 16 de septiembre. Las clases son dictadas a distancia. Escuelas y familias se preguntan cómo asegurar el éxito para los alumnos a pesar de la incertidumbre, las fallas de conectividad y las deficiencias en los servicios básicos. Esta es la última entrega de Desafíos de la educación en pandemia, una serie sobre la perspectiva de los expertos en políticas educativas para comprender la situación venezolana. En esta oportunidad habla Chilina León, psicóloga infantil y escolar. Es profesora titular de la Universidad Católica Andrés Bello y directora de Asesores de Desarrollo Integral S.C.

Antes de la pandemia de covid-19 ya existía en Venezuela un deterioro estructural, que afecta lo más importante de la sociedad: los sistemas de salud y educación. Médicos y educadores ejercen en condiciones adversas, que limitan la posibilidad de prestar el servicio de calidad para el que se formaron y el que les exige la sociedad. Sin embargo, quiero enfocarme en destacar las oportunidades que se abren, con o sin tecnología, para responder qué podemos hacer en esta vuelta a clases a distancia y cómo organizarnos para avanzar con metas compartidas.

Los cambios nos obligan a repensarnos. La crisis invita a fortalecernos en paralelo en las dimensiones personal, familiar, educativa, laboral y comunitaria. Por ello es necesario sistematizar experiencias y concretar lecciones aprendidas, que permiten ampliar la mirada para entender el proceso socio-constructivo del desarrollo humano integral de los alumnos, padres y docentes; precisar los vínculos del desarrollo humano con los aprendizajes esperados a lo largo de la escolaridad, y unir esfuerzos para fortalecer el tejido socioeducativo en cada comunidad y familia. La formación integral no puede esperar la aprobación de la vacuna ni el retorno a las aulas. 

Aunque la crisis es la misma, impacta de manera diferente en cada comunidad. Las lecciones aprendidas en los últimos meses demuestran que la clave del éxito está en la unión de los esfuerzos entre cada familia y las organizaciones educativas. Cada quien lo hará a su manera, compartiendo metas locales, por lo que urge fortalecer la comunicación entre los educadores, padres y promotores comunitarios. Todos comparten la misión de formar las competencias que exige la realidad sociocultural del siglo XXI: lectura recreativa, escritura espontánea, matemáticas, pensamiento crítico y solución de problemas, comunicación personal y tecnológica, colaboración, creatividad e innovación, y otros aprendizajes para entender el entorno.

La educación a distancia, con o sin tecnología, abre vías para retomar la importancia del aprendizaje espontáneo en el contexto natural. Después la escuela ha de transformar estos aprendizajes en académicos, como explican las teorías de Vygotski.

De hecho, según el currículo venezolano, las competencias por lograr se pueden aprender y se deben aplicar en la casa y en la comunidad. Pero esto solo será posible en la medida que los padres conozcan estas competencias en cada lapso del grado. Estoy convencida de que este es un gran vacío por llenar, y por ello creo que la clave del éxito está en el grado de conexión e información constructiva que logre cada organización educativa formal (regular o especial) y no formal con los padres de los alumnos.

Las experiencias educativas durante la pandemia están dejando un legado de aportes y limitaciones por sistematizar y organizar. Resumo algunos. En cuanto a los aportes, abrió caminos para aterrizar en lo cotidiano el cambio de paradigma educativo, pues la vuelta a clases presenciales ya no podrá ser igual. También obligó a incorporar la tecnología en las organizaciones educativas y en las familias, abriendo canales de comunicación más efectivos. 

Las escuelas tuvieron que revisar la calidad de su gestión y adecuarla a la educación en casa. En este proceso descubrieron las fortalezas de su equipo docente y de las familias, identificaron aspectos por mejorar, sobre todo en lo relativo a evaluar los aprendizajes esperados; compartieron su manera de trabajar con los padres y conocieron en mayor grado a las familias. Muchos padres asumieron el desafío con valentía. Hicieron ajustes en su dinámica familiar, crearon un entorno cálido y arreglaron espacios para el aprendizaje, tuvieron la oportunidad de observar el ritmo y estilo con el que sus hijos avanzan en el proceso educativo y valorizaron la labor de la escuela.

En cuanto a las limitaciones, la crisis educativa desnudó la brecha social y tecnológica de la población. Esto tendrá impacto en la cobertura y la calidad del servicio educativo, como el aumento de la deserción y rezago escolar. La educación en pandemia también evidenció las dificultades para mantener un contacto constructivo entre algunos padres y la escuela, lo que entorpece los esfuerzos de los colegios para ajustarse a los cambios.

Se notó la ausencia de listas para chequear el aprendizaje acumulado por grado de cada alumno que vinculen los perfiles de egreso por grados, recurso útil para ubicar el ritmo y estilo con el que cada estudiante avanza. Por otra parte, las familias se desbordaron ante la disminución abrupta de los ingresos y la pérdida de trabajos estables. Otros debían cumplir con el teletrabajo y conciliar su responsabilidad con las actividades educativas de los hijos, especialmente con los menores de 9 años, y el trabajo doméstico.

¿Cómo afrontar el año escolar 2020-2021?

  1.  Personalizar la experiencia de cada escuela y familia. Solo 40% de la población infanto-juvenil tuvo los recursos para enfrentar los desafíos de la educación a distancia en línea, debido a las limitaciones de conexión. Sin embargo, bajo cualquier escenario todos aprendimos y conocimos iniciativas de buena práctica. Incluso experiencias en comunidades que no tuvieron acceso a tecnología, pero contaron con el apoyo de docentes y voluntarios comprometidos, padres que se organizaron para atender a los hijos y el brazo social de empresas. Tal vez sean pocas, pero son valiosas experiencias que servirán como modelos de gestión.
  2. Precisar canales de comunicación bidireccionales entre cada maestro y los padres. La evaluación inicial tendrán que hacerla juntos y acordar una forma realista para trabajar en casa. Necesitan compartir orientaciones pedagógicas dirigidas a minimizar el inevitable rezago escolar. Este afectará a la población estudiantil, en menor o mayor grado según sus potencialidades y condiciones. El impacto recaerá especialmente en los más pequeños, porque su aprendizaje requiere del calor humano de las maestras, la estimulación multisensorial, materiales lúdicos y oportunidades de interacción entre iguales. Estas experiencias se pueden brindar en la casa, en la medida que la escuela envíe guías de apoyo y orienten a los familiares sobre las actividades cotidianas que sirven para reforzar el aprendizaje.
  3.  Ajustar la planificación del curso 2020-2021. Hacer las adecuaciones que demanda la educación a distancia en su realidad. Urge seleccionar del currículo los aprendizajes más importantes y revisar el equipaje de material didáctico, porque volvemos a las clases a la distancia sin tener seguridad sobre cuándo podremos regresar a la modalidad presencial.
  4. Acordar planes de acción multinivel que fortalezcan la relación escuela-familia. Deben abarcar la integralidad del desarrollo humano y del aprendizaje escolar. Su aplicación debe ser factible para cada familia y para la comunidad en la que funciona la escuela. Puede que se incorpore o no la tecnología, pero el proceso formativo de las nuevas generaciones debe continuar en marcha. Esto no puede esperar.

Chilina León es psicóloga infantil y escolar. Es profesora titular de la Universidad Católica Andrés Bello y directora de Asesores de Desarrollo Integral S.C. Fotografía cedida por Chilina León.

¿Cómo avanzar hacia las metas compartidas por la comunidad escolar? 

El futuro exige alinear visiones y contar con los aportes de diferentes perspectivas. Es decir, las soluciones deben ser multinivel. Todos tienen una cuota de responsabilidad: los centros educativos, las familias, la comunidad y el gremio docente. Espero que estos tips contribuyan con el desafío de transformar las amenazas en oportunidades.

Recomendaciones para los centros educativos:

  1. Aprovechar la crisis para adecuar su Proyecto Educativo Integral Comunitario al cambio de paradigma educativo mundial y a la realidad local. Este cambio está latente desde finales de la década de los 80, pero no lo hemos logrado aterrizar en la práctica.
  2. Revisar los perfiles de ingreso y egreso por grado de cada estudiante, para contar con listas que permitan chequear el aprendizaje acumulado y que vinculen las competencias de egreso desde el primer nivel de maternal hasta el quinto año de bachillerato. Esta herramienta es necesaria para ubicar el desempeño real de cada alumno y apoyarlo para que continúe avanzando. Calcular el producto de la gestión educativa nos ayudará a cumplir con el mandato de la Unesco de “brindar una atención pedagógica integral de calidad con equidad y atención por la diversidad a lo largo de la vida”.
  3. A partir de estas listas de competencias por grado, hacer una selección de las que son prioritarias a trabajar según la evaluación inicial, convirtiéndolas en el foco de la educación a distancia mientras dure la contingencia y retomar su amplitud al volver a la presencialidad
  4. Acordar procedimientos, protocolos y recursos necesarios para nivelar el inminente rezago escolar que dejará la pandemia, especialmente en la población infanto-juvenil en condición de pobreza y vulnerabilidad social. 
  5. Incorporar en la educación en línea oportunidades para la interacción social y apoyo afectivo. Por ejemplo, se pueden crear sesiones sincrónicas en las que el grupo comparta lo realizado, sesiones recreativas como refuerzo al terminar la semana o sociales para celebrar los cumpleaños del mes.
  6. Dar prioridad a la formación de padres. Darles orientaciones pedagógicas y estrategias para monitorear los avances de su hijo con respeto por su momento evolutivo, ritmo y estilo de desarrollo, así como estrategias para el manejo de situaciones inadecuadas durante las sesiones sincrónicas. Estas situaciones pueden ser, por ejemplo, la frustración de no haber terminado, pese a que el docente indica que se deben quedar callados; cuando los niños dicen “maestra, ya termine”, o cuando la guía de la actividad no se puede leer porque el documento o el libro no quedó bien escaneado.
  7.     Fomentar la creación de grupos de apoyo entre padres para compartir experiencias.

Recomendaciones para las familias:

  1. Formar equipos colaborativos con otras familias y apoyar a la escuela que escogieron para formar a sus hijos, valorando los esfuerzos que hace la organización y cooperando dentro de las posibilidades para que la educación a distancia sea efectiva.
  2. Mantener desde el inicio una comunicación constante con el docente para compartir expectativas, metas, logros y los aspectos por mejorar con respeto por la individualidad.
  3. Mantener un clima cordial en el hogar para favorecer el aprendizaje y la convivencia, evitando cualquier forma de maltrato o violencia.
  4. En la medida de lo posible, crear un entorno de seguridad y aprendizaje en la casa, con espacio físico y materiales adecuados para la realización de las actividades escolares.
  5. Respetar el momento evolutivo de su hijo. Los niños más pequeños van a requerir mayor atención durante las actividades escolares a distancia, pero se puede promover la autonomía hasta que ellos tengan más control sobre su aprendizaje. Algunos lo logran tempranamente, otros no. Recordemos que todos somos diferentes.
  6. Buscar información sobre lo que se espera para la edad y grado de sus hijos. Hacer ajustes para adecuarlo a su nivel de desempeño y tener claro a quién y cómo acudir en búsqueda de orientación pedagógica.

Recomendaciones para la comunidad

  1. Ejercer como ciudadanos los derechos que nos otorga la Constitución para promover cambios y mejorar las condiciones estructurales que atentan contra la educación y la calidad de vida del venezolano.
  2. Fortalecer el tejido socioeducativo en la localidad. Eso implica garantizar una educación inclusiva, con respeto por el ritmo y el estilo de cada persona. No solo hablo de los alumnos, también de los padres, directivos, maestros y especialistas. Hay que hacer realidad el compromiso social de apoyar a los más vulnerables de la localidad.

Recomendaciones para el gremio

  1. Unir esfuerzos para reivindicar la profesión del educador y exigir un sueldo digno que satisfaga sus necesidades y las de su familia.
  2. Fomentar el profesionalismo con el apoyo de las fortalezas identificadas en el recurso humano de cada escuela, las familias, fundaciones, aliados y redes de apoyo locales.

Por encima de todo está la seguridad personal, por lo que mientras no se disponga de vacunas comprobadas y disponibles para la población no debemos regresar a clases presenciales. Aunque se establezca una dinámica de asistencia interdiaria y se mantengan las medidas de distanciamiento social en el centro educativo, los riesgos persisten por el desplazamiento de padres y maestros y la dificultad para controlar el encuentro entre los niños más pequeños. Aprendamos de las experiencias de los que han debido enfrentar el desafío sin tener tecnología. La buena noticia es que ¡todo pasa! En la medida en que nos apoyemos mutuamente, regresaremos a las aulas fortalecidos, será más fácil trabajar en equipo e incorporar la tecnología como complemento de la gestión educativa presencial. Finalmente, comenzaremos aterrizar en lo cotidiano el necesario cambio de paradigma en crianza y educación que exige la modernidad.

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