Retratos, hitos y bastidores
Caracas cuatricentenaria: distribuidores, terremoto y rascacielos
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“Han cambiado mi Caracas, compañero
Poco a poco se me ha ido mi ciudad
La han llenado de bonitos rascacielos
Y sus lindos techos rojos ya no están”.
Luis María “Billo” Frómeta, “Sueño caraqueño” (1967)
1. Al tiempo que el área metropolitana superaba 2.879.000 habitantes según el censo de1961, Caracas era realzada con varias obras iniciadas en la década anterior, muestras de una relativa continuidad en la modernización acometida por el Nuevo Ideal Nacional (NIN) del régimen militar derrocado. Así por ejemplo la avenida Francisco de Miranda, comenzada en 1952, a lo largo de la antigua carretera del Este, fue inaugurada en 1959, al mismo tiempo que elhipódromo La Rinconada, iniciado dos años antes, entre otros hitos destacados por la historiadora María Elena González Deluca, en Venezuela. La construcción de un país… una historia que continúa (2013).
Tanto la astronomía como el entretenimiento capitalino se enriquecieron con el Planetario Humboldt, empezado en 1959 y concluido dos años más tarde, coronado por el domo de veinte metros de diámetro, diseñado por Carlos Guinand Sandoz. Inauguradas durante el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964), las 77 hectáreas del parque del Este añadieron asimismo verdor y sofisticación a la metrópoli, especialmente por el paisajismo del renombrado arquitecto brasileño Roberto Burle-Marx y el venezolano Fernando Tábora, junto a John Stoddart, Mauricio Monte y Julio Pessolani, todos bajo la coordinación de Guinand Sandoz.
2. Creadas la Oficina Municipal de Planeamiento Urbano (OMPU) en 1960 y la Oficina Ministerial de Transporte tres años más tarde, por entoncesfue puesto en funcionamiento el distribuidor El Pulpo, seguido por La Araña en el 67, proyectados por los ingenieros Antonio Vincentelli y Eduardo Arnal, junto al arquitecto Marcos Ortega Montes de Oca.A lo largo de ese decenio constructivo, destacó la labor del ingeniero Leopoldo Sucre Figarella como ministro de Obras Públicas, después de haber ocupado la gobernación del estado Bolívar, de donde era oriundo. Tras inaugurarse el tramo Coche-Tejerías de la autopista Caracas-Valencia en 1965, fue iniciada la avenida Libertador, con sus novedosas trincheras, así como la avenida intercomunal de El Valle (1965-67).
Esa vialidad expresa fue completada, desde la cota mil del cerro Ávila, con los primeros tramos de la avenida Boyacá, proyectados por los ingenieros José Bernardo Pérez Guerra y Alfredo Calzadilla; desde finales de la década, serpenteando con sus amplios canales y sus islas centrales arborizadas e iluminadas, la “Cota Mil” fungió como autopista perimetral, tal como se concebía en el Plano Regulador de 1951.
Durante la primera administración del presidente Rafael Caldera (1969-1974) fueron puestos en funcionamiento los distribuidores Baralt Sur (1971) y Veracruz o “El Ciempiés” (1972), el cual empalmaba la autopista Francisco Fajardo con la de Prados del Este, según diseño del mismo ingeniero Calzadilla; fueron seguidos en 1973 por la prolongación hasta la urbanización El Marqués de la avenida Boyacá, conectando con la autopista Francisco Fajardo, la cual fue provista de un segundo nivel. Si bien algunos se concibieron o iniciaron durante el NIN, los distribuidores La Araña, El Pulpo y El Ciempiés, junto a otras autopistas y avenidas, magnificaron y animalizaron, en los gobiernos democráticos, la imagen de la Caracas motorizada y moderna, en pleno proceso expansivo. En este sentido, bien resume Rafael Arráiz Lucca en Caracas, historia de una ciudad (1567 a nuestros días) (2023), a propósito de la expansión hacia el sureste:
“Se hizo necesaria la construcción de un distribuidor que favoreciera el tránsito hacia Prados del Este, y la autopista que va de allí hacia La Trinidad, así como el enlace con Chacao. Se le denominó coherentemente el Ciempiés, ya que contábamos con La Araña y El Pulpo. El Ciempiés enlazó con un viaducto con la autopista de Prados del Este, facilitando el crecimiento de toda la zona sureste de la ciudad, con el pueblo de El Hatillo en su extremo, y urbanizaciones como Alto Prado y Manzanares, entonces posibles gracias a la vialidad expresa de las autopistas”.
3. Con poco más de un minuto de duración, el terremoto ocurrido el 29 de julio de 1967, a las ocho de la noche, dejó un saldo de 262 muertos, 1.569 heridos y 32 desaparecidos, según datos consignados por Antonio Arellano Moreno en Caracas, su evolución y su régimen legal (1972). Muchos de los fallecidos y damnificadoseran habitantes de los edificios colapsados en las urbanizaciones de Altamira y Los Palos Grandes, así como de Caraballeda, en el litoral central.
A pesar de la catástrofe, la capital que celebraba cuatrocientos años de fundada continuó siendo revestida con obras que realzaban su silueta metropolitana y moderna. Entre estas despuntó la nueva sede del Banco Central de Venezuela, diseñada por el arquitecto Tomás Sanabria, en una esquina de Carmelitas que renovaba así su sabor tradicional. Contrapunteando con la torre Polar (1954) de José Miguel Galia, los 27.000 metros cúbicos de construcción de la torre Phelps (1967), del arquitecto José Puig, reforzaron la centralidad de Plaza Venezuela como nuevo nodo corporativo del este, ubicado al sur de la avenida Libertador; servía la plaza como entrada de Sabana Grande, consolidada ya como zona rosa, entre bohemia y cosmopolita.
Prolongando la centralidad corporativa extendida al este del casco histórico, aparecieron al cerrar la década de 1960 los edificios de El Universal y el hotel Hilton, en las avenidas Urdaneta y México, respectivamente; fueron seguidos en 1970 por la Electricidad de Caracas, del mismo Tomás Sanabria, en San Bernardino, cuya primera etapa había sido inaugurada en 1951. Tras haber comprado el Centro Simón Bolívar treinta hectáreas de la urbanización El Conde, comenzaron a despuntar, desde 1969, las primeras torres residenciales de Parque Central, de los arquitectos Daniel Fernández-Shaw y Henrique Siso, entre otros profesionales bajo la coordinación del Centro Simón Bolívar (CSB). Los ocho edificios residenciales alcanzaron 44 pisos, albergando 317 apartamentos cada uno, para alojar un total de 3.500 familias; las torres corporativas se completarían en 1979 y 1983, llamadas a ser las más altas de América Latina a la sazón.
4. Además de coronar los rascacielos capitalinos y remplazar la postal modernista de las torres del Centro Simón Bolívar, icónica desde la década de 1950, Parque Central consolidó en Caracas la combinación de residencia, comercio y servicios en un solo conjunto; en su inicio fue, como señala Arráiz Lucca, “el esfuerzo más grande hecho por el Estado para dotar a la clase media de un lugar céntrico y con todos los servicios”, siendo por ello promocionado con el eslogan “un nuevo modo de vivir”. Semejando la combinación de actividades en otros complejos multiusos contemporáneos, como el Barbican Estate y el Barbican Centre de Londres, este nuevo modo de vidaincluía las actividades culturales; así lo probó la inauguración en sus predios del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MACC, 1974), el Museo de los Niños y el del Teclado, junto a la nueva ala del Museo de Bellas Artes en las inmediaciones, uno de los últimos diseños del maestro Carlos Raúl Villanueva.
Son todas muestras de que, sin importar las alternancias administrativas entre los gobiernos de Acción Democrática y Copei, se mantuvo durante los lustros de Betancourt, Leoni y Caldera el impulso de ampliación y modernización de las obras públicas urbanas. Sin llegar a reproducirse la imagen dictatorial de la “ciudad vitrina” denostada por Betancourt, ese impulso edilicio fue epitomado en la Caracas cumpleañera que se tornaba cuatricentenaria, a pesar del sacudón del terremoto del 67. Por ello notaba con nostalgia la canción “Sueño caraqueño” (1967), incluida en el álbum dedicado por la Billos’s Caracas Boys a los 400 años de la capital:
“Han cambiado mi Caracas, compañero
Poco a poco se me ha ido mi ciudad
La han llenado de bonitos rascacielos
Y sus lindos techos rojos ya no están”.
Arturo Almandoz Marte
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