Entrevista

Medir la Xenofobia: Entrevista a Julio y Alejandro Daly, co-directores del Barómetro de Xenofobia

Alejandro Daly y Julio Daly, co-directores del Barómetro de Xenofobia (de izquierda a derecha). Fotografía de Diego Marcano | Prodavinci.

16/08/2021

Desde muy jóvenes, los hermanos Julio y Alejandro Daly se preguntaban cómo podían hacer una diferencia en el mundo. Alejandro quería ser abogado y se imaginaba trabajando con jóvenes como él, ayudándolos a encontrar su propósito y orientar sus esfuerzos hacia una meta. Julio soñaba con trabajar en pro de una mayor integración de los países de América Latina. Veía con admiración el proyecto de la Unión Europea y se preguntaba cómo se podría emular ese modelo de integración en nuestra región. 

Crecer en Venezuela avivó en los hermanos Daly el deseo de formarse para contribuir con su país. En 2013, Julio emigró a Bogotá para estudiar economía en la Universidad Externado de Colombia. Un año después lo siguió Alejandro, que llegó a estudiar la carrera de gobierno y relaciones internacionales en la misma universidad. 

En agosto de 2018, mientras trabajaba en proyectos de participación ciudadana con El Derecho a No Obedecer, un proyecto de la Corporación Otraparte, Alejandro le propuso a su equipo hacer una conversación sobre migración, con invitados y expertos de la comunidad venezolana en Colombia. 

Alejandro recuerda claramente cómo en ese evento, una representante de una fundación llamada Fraternidad Venezolana se levantó para hablar. “Dijo que muchos cambios de narrativa se darían si la gente se diera cuenta de que abrazar a un migrante venezolano es lo mismo que abrazar a un colombiano, porque finalmente tu bandera es mi bandera”. 

“Allí todo hizo click”, dice Alejandro. “Yo sentí que estaba viviendo un momento histórico y que yo podía hacer la diferencia trabajando en pro de la integración de las personas migrantes”.

Su hermano Julio era el socio perfecto para esta nueva iniciativa. 

“Alejandro identificó que no había una forma en que se pudiera medir la xenofobia y me propuso a mí que intentáramos hacerlo”, dice Julio. “Yo con mis estudios había desarrollado habilidades en el área de investigación que se combinaron con el trabajo que venía haciendo mi hermano desde el activismo en el tema migratorio en Colombia”. 

Después de 6 meses dándole forma al proyecto, puliendo el algoritmo, la metodología y los resultados, los hermanos Daly lanzaron el Barómetro de Xenofobia, una plataforma que sistematiza y difunde análisis de las conversaciones en Twitter y medios de comunicación sobre los migrantes venezolanos en Colombia. Este proyecto, resultado del trabajo conjunto de la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung en Colombia (FESCOL), Save The Children, El Derecho a No Obedecer de la Corporación Otraparte, el Observatorio sobre Racismo, Xenofobia y Odio de la Fundación Interpreta de Chile y el Observatorio de Migraciones de la Universidad Externado de Colombia, busca  incidir en los imaginarios en torno a la migración, así como alertar a actores clave para mitigar los efectos de la xenofobia y promover la integración. 

A través del software Brandwatch, el Barómetro de Xenofobia tiene acceso a 100 millones de páginas web y más de 1 billón de publicaciones, de entre las que selecciona palabras clave para realizar un análisis de contenido. Las publicaciones analizadas están disponibles en tiempo real de publicación y georeferenciadas.  

Se analizan contenidos en 5 ciudades de Colombia: Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cali y Cúcuta, para crear el Índice de Xenofobia, que cuantifica cuántos de cada 100 mensajes relacionados con la migración contienen elementos xenofóbicos, racistas o discriminatorios contra la población migrante venezolana.

Conversamos con los fundadores del Barómetro de Xenofobia, Alejandro Daly, Coordinador Nacional de El Derecho a No Obedecer y co-director del Barómetro de Xenofobia, y Julio Daly, co-director del Barómetro de Xenofobia, investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia y consultor del Banco Interamericano de Desarrollo.  

Alejandro Daly (izq.) ha trabajado en múltiples proyectos en conjunto con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la ACNUR y Save The Children. Julio César Daly (der.) es economista y tiene experiencia en consultorías con ACNUR y el Banco Interamericano de Desarrollo. Fotografías de Diego Marcano | Prodavinci.

 

¿Cómo surge la idea de crear un mecanismo para medir los niveles de tensión social y rechazo a la población venezolana en Colombia? 

Alejandro Daly: El Derecho a No Obedecer es una plataforma que busca transformar realidades injustas. Trabajamos en 4 líneas temáticas, siendo una de ellas la xenofobia, y estamos en Bogotá, Cúcuta y Medellín. Nuestra forma de transformar estas realidades es impulsando procesos de incidencia ciudadana para alcanzar mayores y mejores impactos.

Durante aproximadamente un año y medio hicimos un montón de movilizaciones para posicionar en la agenda pública la importancia de la integración de los migrantes y refugiados venezolanos en Colombia, y la importancia de la lucha contra la xenofobia. Llenamos el Puente Simón Bolívar de Cúcuta con 300 fotografías gigantes de rostros de migrantes venezolanos; la Plaza Bolívar de Bogotá con casi 500 pares de zapatos de caminantes venezolanos.

El Barómetro de Xenofobia vino porque no sabíamos si nuestras acciones estaban teniendo un impacto positivo en las narrativas en torno a la migración. A un año del inicio de esa campaña pro-integración de los migrantes, que comenzó en septiembre de 2018 y continúa hasta ahora, empezamos a cuestionarnos si en realidad estábamos teniendo un impacto. 

Para determinarlo, buscamos organizaciones sociales en América Latina que estuvieran tratando de entender las narrativas alrededor de la migración. Entonces nos encontramos con una organización en Chile, que se llama «Interpreta», que venía haciendo un monitoreo sobre la conversación haitiana en Chile. Y vimos que el modelo se podía replicar en Colombia. 

Nos trajimos a los chilenos a Colombia y empezamos a soñar cómo podríamos medir la xenofobia. La propuesta que nació de ese encuentro se convirtió en El Barómetro de Xenofobia, que ahora está conformado por tres organizaciones aliadas: El Derecho a No Obedecer, la Universidad Externado de Colombia y la Fundación Interpreta, de Chile. 

¿Cuáles son los principales prejuicios presentes en la discusión pública en Colombia que están impulsando hoy expresiones de xenofobia contra los migrantes venezolanos? ¿Qué dinámicas recurrentes de rechazo han identificado? 

Julio Daly: Justamente, nosotros publicamos un informe especial con los hallazgos del 2020. Y allí encontramos que el principal promotor de la xenofobia y la discriminación es el supuesto vínculo entre migrantes y crimen. Es decir, esta idea de que los migrantes están llegando a Colombia para aumentar el crimen, y que su llegada ineludiblemente aumenta el crimen en las ciudades.

En ese sentido, lo que encontramos, mes a mes, es que las publicaciones que asocian a migrantes con hechos delictivos generan una reacción inmediata en la que aumentan los mensajes de xenofobia. 

Esto es muy interesante porque en Colombia existen estudios de rigor, realizados por organismos independientes, que intentan evaluar el impacto de la migración sobre el crimen, y han encontrado que la migración no aumenta el crimen. No obstante, esta es una idea predominante en la discusión pública. 

Para responder directamente, el principal prejuicio es ese: el vínculo entre migrantes y crimen.

Un segundo prejuicio es que a los venezolanos «se les está dando todo». Esa es la frase que resume el prejuicio, pero se expresa de distintas maneras: »los venezolanos sólo llegan a exigir», «los venezolanos exigen derechos pero no tienen deberes ni responsabilidades». 

Ese tipo de mensajes se ha intensificado con las medidas del Gobierno Nacional en Colombia para ayudar y regularizar a los migrantes. Esto, junto a otro conjunto de políticas que se han tomado para atender la situación migratoria, han sido tergiversadas. Se cree que a los venezolanos se les dan muchos derechos pero no tienen responsabilidades que cumplir, pero esto es completamente falso. 

También hay otras ideas que han aparecido en el imaginario que se tiene sobre el migrante venezolano. Con respecto a la mujer migrante, tenemos algunas primeras aproximaciones. En pocas palabras, se ha construido una idea de que la mujer venezolana viene a prostituirse, que es una «mujer fácil» y que es «roba maridos», para decirlo en términos reales. Éste no es un punto de xenofobia que domine la conversación, pero está presente y es alarmante. 

Exposición fotográfica de retratos de migrantes venezolanos en el Barrio Scalabrini, en Cúcuta, Colombia. Fotografía de María Churio | El Derecho a No Obedecer.

¿Qué impulsa estas expresiones de xenofobia en Colombia?

AD: El Barómetro tiene algo muy importante, que es una combinación entre tres ejes: activismo, academia y analítica de datos. Eso es lo que hace que el Barómetro haya funcionado tan bien. Estos tres ejes nos permiten, con nuestro equipo en Bogotá, Medellín y Cúcuta, seguir de cerca el campo e identificar cuándo figuras públicas, como políticos, mueven el discurso hacia el tema de la migración para hacer política, con la finalidad de desviar la atención.

También sucede por simple desinformación. Muchos políticos y funcionarios públicos no conocen que hay estudios de varias universidades, con datos capaces de informar sobre cosas como que los migrantes no han aumentado el crimen en Colombia. Pero hay políticos que ni han leído esos estudios ni saben que existen.

Otra causa son las posturas nacionalistas. Políticos como Claudia López, alcaldesa de Bogotá, que tiene una postura nacionalista dentro de su ideología política.

Tenemos muchos casos, tanto de funcionarios públicos como de algunos líderes de opinión en medios locales, que para desviar la atención, por falta de información o por nacionalismo, generan estereotipos que aumentan las expresiones de xenofobia. Lo hemos visto, por ejemplo, en el caso de Claudia López, que con un tuit valida a un montón de opiniones discriminatorias.

En sus reportes se analiza el discurso en torno a la población de migrantes y refugiados venezolanos en Colombia a nivel nacional y en cinco ciudades. ¿Se podría decir que hay focos de xenofobia en Colombia? ¿A qué conclusiones han  llegado a partir de la geolocalización del discurso?

JD: Creamos un índice que es la tasa de xenofobia. La forma en la que lo calculamos es que analizamos, de cada 100 mensajes sobre migración que se generan en un departamento (un estado del país), cuántos mensajes son xenófobos. Eso nos da una idea de la cantidad de mensajes de xenofobia que se originan entre los mensajes de migración en cada uno de los departamentos analizados.

Uno de nuestros hallazgos es que la región fronteriza con Venezuela, que tiene un alto flujo de migrantes, ha tenido bajas tasas de xenofobia.

De resto, no hay un patrón tan claro acerca de regiones específicas con más xenofobia que otras. Digamos que una de las razones por las que es difícil determinar focos de xenofobia es porque la forma en la que se maneja el discurso en redes es por oleadas: es muy coyuntural, pero no necesariamente arroja información sobre la población en su conjunto.

AD: Algo que logramos identificar en una investigación que hicimos en conjunto con la Friedrich Ebert Stiftung de Colombia (FESCOL) es que el impacto de las campañas anti-xenofobia, por ejemplo, la campaña Somos Panas Colombia, de ACNUR, es muy diferenciado entre las regiones. Entonces hay un ejercicio doble de análisis. Las narrativas de xenofobia y los imaginarios sociales dependen bastante de las regiones.

Es decir, los imaginarios no son iguales en todos lados. Hay ciudades, como Bucaramanga, por ejemplo, donde los imaginarios predominantes en la conversación en línea eran muy en torno a «mujeres roba maridos» y violencia basada en género hacia las mujeres migrantes. En otras ciudades la conversación tiene que ver más con la asociación de migrantes venezolanos con la delincuencia, como es el caso de Bogotá. Esto quiere decir que las campañas anti-xenofobia también deberían tener estrategias diferenciadas por territorios. 

El análisis del Barómetro de Xenofobia se centra en 5 categorías: Seguridad, Salud, Educación, Trabajo y Xenofobia. ¿Cuál es la narrativa predominante que han encontrado en los mensajes en redes sociales para cada categoría? 

JD: Encontramos que las narrativas alrededor de las categorías que no son seguridad y xenofobia, es decir, todas las demás, trabajo, salud y educación, contienen mayoritariamente emociones positivas hacia la migración. Las publicaciones y los mensajes que tienen que ver con migración y salud, educación y trabajo, suelen no generar respuestas de xenofobia, a diferencia de la categoría de seguridad.

El tipo de narrativas que encontramos en estas categorías suelen ser políticas promovidas tanto por el sector público como por el sector privado, y promueven la integración de los migrantes en esas dimensiones. Me refiero a políticas que promueven el acceso de migrantes a la educación, trabajo y salud, ya sea que vengan desde las empresas privadas o desde la administración pública.

La comunicación o promoción de esas políticas no despiertan mensajes de xenofobia como respuesta. Por ejemplo, que la cédula venezolana pueda utilizarse para presentar el ICFES, la prueba para ingresar a la universidad, podría despertar xenofobia. Pero no fue así. 

Un motor de la xenofobia es la idea del desbordamiento. Cuando se anuncia que los migrantes están delinquiendo, da la sensación de que la situación se salió de control. Y esa sensación es la que genera rechazo a la migración. En cambio, cuando se anuncian políticas que parecen resolver el problema, como «los venezolanos van a poder acceder a la educación en estos términos, en estos plazos y en estos lugares», esas condiciones generan una sensación de control y no despiertan mensajes de xenofobia. 

La única excepción a esta tendencia ocurrió con el reciente anuncio del Estatuto Temporal de Protección para los venezolanos. Cuando se anunció el Estatuto de Protección Temporal, que es un mecanismo regularización e integración que permite la residencia temporal por 10 años a ciudadanos venezolanos en territorio colombiano, con camino a la residencia permanente, e incluye acceso al trabajo, educación y salud, sí se generaron mensajes de xenofobia, pero ocurrieron a partir de una noticia falsa, que decía que gracias a este permiso los venezolanos iban a poder votar en las elecciones presidenciales de 2022.  

Exposición fotográfica de retratos de migrantes venezolanos en Medellín, Colombia. Fotografía cortesía | El Derecho a No Obedecer.

En declaraciones públicas el 30 de octubre de 2020, y de nuevo el 11 de marzo de 2021, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, vinculó la inseguridad en la ciudad a la población venezolana, diciendo que había “actos muy violentos de inmigrantes venezolanos”. ¿Cómo afectan este tipo de declaraciones a la discusión en torno a migrantes y refugiados venezolanos en Colombia?

AD: Creo que lo más grave de tener declaraciones abiertamente xenófobas por parte de líderes de opinión y funcionarios públicos es que abre la posibilidad de legitimar discursos de odio que abren la puerta a posibles vulneraciones de los derechos humanos de la población de refugiados y migrantes.

Ese pensamiento que algunas personas muchas veces no dicen, cuando alguien como la alcaldesa lo pone en la discusión pública, la gente no sólo siente el respaldo para emitir mensajes abiertamente xenófobos, sino también para actuar sobre ellos, lo que puede derivar en violencia.

Creo que con El Barómetro de Xenofobia podemos por primera vez hacer un ejercicio que permita cuantificar la responsabilidad de un funcionario público frente a sus discursos. Podemos decirle que cuando emitió una declaración, términos como «limpieza social a personas migrantes» se volvieron trending topic, y en qué medida lo hicieron. Ninguna sociedad jamás quiere que la palabra “limpieza social” sea una tendencia en la discusión pública.

La forma en la que le vamos a hablar a las personas que emiten estos mensajes de xenofobia no es estructurando un discurso contra la alcaldesa Claudia López. No vamos a solucionar un discurso de odio con otro discurso de odio. La solución está en la generación de espacios de discusión abierta. Esa es la democracia y este proyecto está dirigido a fortalecer la democracia.

JD: No necesariamente estamos diciendo que las declaraciones de figuras públicas causan la xenofobia. Pero cuando estas personas en posiciones de poder hacen declaraciones vinculando a los migrantes con el crimen, se despiertan mensajes de xenofobia que utilizan esa plataforma para legitimar esta postura falsa sobre los migrantes.

Si bien la figura pública no causa la xenofobia, existe el riesgo de que, en esas situaciones en las que se calientan los ánimos y empieza a haber una bola de nieve de mensajes contra la población migrante, aumenten las probabilidades de que ocurra un llamado a la acción contra la población de migrantes y refugiados.

Nosotros tenemos un interés muy claro de prevenir esos picos en los que mucha gente empieza a emitir un discurso de odio y discriminación contra refugiados y migrantes.

Otro riesgo es que cuando muchas personas están diciendo cosas contra los migrantes, y hay ciudadanos que no necesariamente tienen una postura definida con respecto al tema, es más probable que adopten una postura negativa, e infundada, contra los migrantes. Por eso es muy importante que cuando surjan esos picos de xenofobia también aparezcan información y experiencias a favor de la migración y la integración, para hacer contrapeso a estos mensajes de odio.

Y afortunadamente, esto es lo que hemos encontrado. En los dos eventos más importantes del año con respecto a la xenofobia, que se produjeron con el anuncio del Estatuto de Protección Temporal para ciudadanos venezolanos y con las declaraciones de Claudia López, en las que responsabilizó a la población venezolana por el crimen en Bogotá, en ambos eventos encontramos que el número de mensajes apoyando la integración fue mayor que el número de mensajes de xenofobia.

Si bien los mensajes de xenofobia aparecen primero, luego los mensajes de integración pegan más fuerte y son más. 

AD: Hubo 556% de incremento de los mensajes de xenofobia a raíz de las últimas declaraciones de la alcaldesa, pero al mismo tiempo vimos un incremento del 1120% en los mensajes de integración en redes sociales y medios de comunicación.

Con el anuncio del Estatuto de Protección fue diferente: la cantidad de mensajes con elementos de xenofobia fue prácticamente la misma que los mensajes de integración y apoyo a la migración.

Partiendo del análisis que han hecho de publicaciones en línea y redes sociales, ¿cómo ha sido el comportamiento de los medios de comunicación en Colombia al momento de reportar sobre el tema de la migración?

JD: El problema es sutil y tiene que ver mucho con cómo funciona el tráfico en línea y las redes sociales. Hay un problema con la comunicación de los delitos en los que participan los migrantes. Lo que vemos es que hay algunos medios de comunicación que publican de manera desproporcionada noticias de crímenes en los que participan migrantes venezolanos. Cuando vemos los datos de criminalidad, la participación de migrantes en actos delictivos es muy baja, y sin embargo, las noticias hablan casi exclusivamente de crímenes perpetrados por venezolanos.

Nosotros hicimos talleres con periodistas para informarles sobre este fenómeno, en el que existía una representación desproporcionada sobre quiénes cometen crímenes, lo que está potenciando el número de expresiones xenofóbicas en el país. Y la respuesta de muchos de ellos fue: «nosotros no estamos diciendo mentiras. Los robos que reportamos en los que participó un venezolano realmente sucedieron». Entonces, aún publicando algo cierto, pueden ser engañosos y pintar una realidad distorsionada, porque lo engañoso, en este caso, es la proporción.

También encontramos varios medios de comunicación que publican la misma noticia en  distintos días, lo que genera la impresión de que hay más crímenes perpetrados por migrantes venezolanos de los que en realidad ocurrieron. Creemos que esto sucede porque estas noticias generan mucho tráfico. Cuando estas páginas están buscando exclusivamente clicks, inciden en malas prácticas que alteran la representación de la realidad.

Igual sucede con las cuentas oficiales en redes sociales de la policía. En sus cuentas de redes sociales anuncian cuando realizan alguna captura, pero vemos que anuncian de manera desproporcionada las capturas de migrantes.

Muchos de los que replican estos contenidos son personas que no han tenido interacciones directas con migrantes. Les llega un video por Whatsapp en una cadena, en la que ven a un venezolano robando en el sistema de transporte público, y entonces ellos mismos empiezan a participar en la conversación pública con mensajes xenófobos contra la población general de migrantes venezolanos. 

Los lugares con más expresiones de xenofobia no son aquellos con más migrantes. De hecho, hemos encontrado lo contrario. Los departamentos con una peor percepción de migrantes son, con frecuencia, aquellos con menor población migrante y que no interactúan con ellos. Esta lógica de las cadenas es muy dañina.

En términos generales, los medios de comunicación grandes no son un problema. No existe un medio grande que maneje una narrativa abiertamente xenófoba o antimigración. El problema que hemos encontrado está en los medios de comunicación web más pequeños. Son medios que suelen estar basados en una sola ciudad y que tienen una postura más abiertamente xenófoba.

Exposición fotográfica de retratos de migrantes venezolanos en la Basílica de Nuestra Señora de Lourdes en Bogotá, Colombia. Fotografía cortesía | El Derecho a No Obedecer.

Las noticias y noticias falsas tienen un impacto, no sólo en la discusión pública, en este caso en torno a la migración venezolana en Colombia, sino también en las acciones que se puedan derivar del discurso: brotes de violencia, rechazo y vulneración de derechos fundamentales. ¿Han tenido algún acercamiento con actores políticos y medios de comunicación sobre los hallazgos de sus reportes para ofrecer recomendaciones que ayuden a mitigar la xenofobia?

AD: Los primeros tres informes del Barómetro de Xenofobia fueron presentados en diferentes instancias que reúnen a múltiples actores. Por ejemplo, en el puesto de mando unificado de Norte de Santander, que agrupa a toda la institucionalidad de la frontera, a la sociedad civil y a actores de la cooperación internacional.

También presentamos el informe en el Grupo Interagencial de Flujos Migratorios Mixtos (GIFMM), que reúne a la mayoría del esquema de cooperación de la Presidencia de Colombia y las Naciones Unidas en torno a la migración. Eso lo hicimos en los departamentos de Antioquia y Valle del Cauca, y también hicimos recientemente una presentación a nivel nacional con actores estratégicos como la Presidencia de La República, actores del esquema de Naciones Unidas, Save the Children, instituciones de la academia y la Friedrich Ebert Stiftung de Colombia (FESCOL), quienes nos ayudan a conectarnos con esos actores políticos a quienes es clave que les llegue esta información. 

Ahora está pendiente hacer un trabajo que permita llegar a candidatos y candidatas. Necesitamos trabajar por unas elecciones sin xenofobia. No solamente en Colombia sino en diferentes países de América Latina que tendrán elecciones presidenciales en 2022. Tenemos el objetivo de llegar a congresistas y candidatos presidenciales para que se comprometan a hacer campañas políticas libres de xenofobia.

JD: Nosotros identificamos que cuando se registran protestas pueden surgir noticias falsas vinculando a los migrantes con disturbios y hechos de violencia. Durante el Paro Nacional de 2019 se difundieron noticias falsas de que migrantes venezolanos estaban teniendo comportamientos indebidos, y esto generó una oleada de deportaciones injustificadas. Nosotros hicimos una alianza con la organización Colombia Check y la Clínica Jurídica de La Universidad de Los Andes para verificar la información de estas noticias falsas y brindar asistencia a migrantes que pudieran correr el riesgo de ser deportados injustamente. Es importante ese tipo de ejercicios para ver cuándo se despiertan los ánimos de la xenofobia. Sabemos cuál es el riesgo, que es la deportación injustificada por temas de seguridad nacional, que es un proceso que no garantiza ningún derecho para el acusado.

Todo eso para decir que parte de nuestro trabajo es entender cómo se genera la xenofobia y sus riesgos, con el objetivo final de prevenir la vulneración de los derechos. Y así hemos actuado en el pasado.

¿Qué se puede hacer para mitigar esta percepción distorsionada de la migración como algo negativo, y acercarla más a la realidad y la evidencia?

JD: Lo primero es que el tipo de alianzas que surgieron en las últimas elecciones locales para que los partidos se comprometieran a no utilizar el tema migratorio para hacer campaña, que fue una iniciativa multipartidista, impulsada por el Partido Verde y el Centro Democrático, ese tipo de iniciativas que suman a distintos partidos del espectro político son fundamentales para que esto no siga ocurriendo.

Se requiere que las figuras públicas se abstengan de hacer este tipo de declaraciones vinculando a migrantes con el crimen. 

Con respecto a los medios de comunicación, tiene que haber alguna forma de evitar distorsiones de proporcionalidad en cuanto a la cantidad de noticias que le presentan a la audiencia. Esta mala práctica hace parecer una realidad más generalizada de lo que es. 

AD: Es importante que se utilicen acciones de integración a nivel local. En barrios, en vecindarios y comunas. En este espacio es necesario que las organizaciones civiles promuevan la integración y la convivencia entre migrantes y colombianos. Los mitos se deconstruyen desde la base.

En la práctica, muchos colombianos no han interactuado con venezolanos más allá de ver a las personas que piden dinero en la calle. Pero al interactuar, probablemente se darán cuenta de que somos muy similares, tenemos una dinámica migratoria en la que compartimos cultura, religión, tradiciones e idioma. Lo que necesitamos son espacios de encuentro.

El Barómetro de Xenofobia ya lleva más de un año funcionando. ¿Qué los inspira hoy en día a continuar con este trabajo de medir la xenofobia en Colombia?

AD: Hoy en día me inspira algo que incluso tengo escrito y que es mi propósito: empoderar a los jóvenes a encontrar su mejor versión para el mundo. Y creo que una forma de hacer esto es precisamente trabajando por la integración de los migrantes y refugiados venezolanos.

Creo que en ese proceso y con un enfoque muy juvenil, vamos a poder lograr empoderar a más jóvenes a encontrar esa mejor versión para el mundo que quieren. Eso es lo que me llena día a día. Es algo que trae muchos retos, pero a mí me llena el alma sentir que lo que hacemos está haciendo una diferencia para que otras personas, en particular jóvenes, cambien la forma en la que ven el mundo y se conecten con otras personas sin importar de dónde sean, su orientación sexual o su nacionalidad. 

JD: Lo más gratificante de este trabajo es sentir que contribuyo a la construcción de la narrativa sobre qué es y qué fue la migración venezolana durante la época más dura de su historia reciente.

Contribuir a que las historias de éxito, las historias positivas, se difundan y sean más fuertes que las historias negativas es algo que a mí me motiva. Ser parte de la construcción de esta narrativa acerca de qué es ser un migrante venezolano y cómo hacemos para superar estos momentos tan difíciles que hemos vivido.

Los únicos responsables de la imagen que tienen los migrantes somos nosotros mismos. Nosotros tenemos que encargarnos de generar la imagen que queremos mostrarle al mundo y la forma como queremos contar nuestra historia. No nos debemos enfocar en lo que las otras personas piensan de nosotros como población migrante venezolana, sino que tenemos que encargarnos de construir la historia que queremos, y por eso, parte de nuestro trabajo es darle fuerza a las historias de éxito, de emprendimiento, de trabajo de migrantes, que son la mayoría de las historias, casi todas, pero que por alguna razón no tienen tanta difusión. Por eso nuestro trabajo desde el Barómetro es darle impulso a estas historias. 

Vimos en la migración una oportunidad para aportar al país, no solo desde la atención a la migración, sino pensando en la integración de estos migrantes en el mediano y largo plazo, para poder preservar ese capital humano para la futura reconstrucción de Venezuela. 


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