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La nueva victoria “electoral” de Putin

Fotografía de SERGEI ILNITSKY | EFE

20/03/2024

El presidente Vladimir Putin extendió su mandato por quinta ocasión, luego de cantar victoria en las elecciones presidenciales celebradas entre el 15 y 17 de marzo, convirtiéndose en el líder ruso que más ha permanecido en el poder desde Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, mejor conocido como Iósif Stalin. De llegar al final de su mandato de seis años en 2030, se convertiría en el dirigente ruso que más tiempo ha gobernado desde la emperatriz Catalina II de Rusia.

El resultado de las elecciones se conocía desde mucho antes de celebrarse. A la oposición rusa le fue prohibido presentarse a los comicios, hubo líderes encarcelados, exiliados o muertos por distintas causas. 

Alexei Navalny, líder de la oposición rusa, murió bajo custodia del gobierno de Putin en la colonia penal IK-3, al norte del Círculo Polar Ártico, ubicada en Kharp, a unos 1.900 kilómetros al noreste de Moscú, un mes y un día antes de las elecciones presidenciales.  

Sólo a tres candidatos les fue permitido participar. Vladislav Davankov, Leonid Slutsky y Nikolay Kharitonov, personajes que no planteaban ninguna amenaza a las aspiraciones de Putín de perpetuarse en el poder.    

A medida que se acercaba la primera vuelta de las votaciones ordinarias el 14 de marzo, Vladimir Putin hizo un llamado directo a los ciudadanos, subrayando la importancia de mostrar solidaridad con su liderazgo. 

El mandatario aseveró que la participación electoral era “demostración crucial de unidad para salvaguardar la libertad, la soberanía y la seguridad de la nación”. 

Associated Press (AP), reportó que ucranianos que viven en zonas ocupadas por Rusia fueron coaccionados  a participar en el proceso de votación, mientras que el New York Times reportó que los ciudadanos ucranianos en territorios ocupados por Rusia fueron amenazados con cinco años de prisión a quienes “obstruyeran el proceso de votación”. 

“Las elecciones son una prolongación de la ocupación militar y de la propia guerra”, afirmó Sam Greene, director del Centro de Análisis de Políticas Europeas de Washington a la agencia de noticias AP.

Las autoridades rusas aseveran que la participación electoral ascendió a un 77%, lo que significaría una votación récord desde la caída de la Unión Soviética en 1991, y el ganador, Vladimir Putin, obtuvo el 87.28% de los votos (76.2 millones de votos) y ninguno de sus supuestos rivales superaron el 5% de los votos. El grupo independiente de monitoreo del voto, Golos, la denominó “la votación menos transparente de la historia reciente de Rusia”. 

Mediante maniobras autoritarias, las recientes elecciones rusas no fueron indicador político interno, sino que sirvieron de mensaje geopolítico a las democracias occidentales. El discurso de victoria de Putin, por ejemplo, celebró las acciones bélicas de Rusia en Ucrania, considerándolas fundamentales para unir a la población bajo su liderazgo. 

En su discurso de victoria, Putin lanzó una dura advertencia sobre la peligrosa política de riesgo entre Rusia y la OTAN, advirtiendo que una confrontación directa entre Rusia y la OTAN los llevaría «a un paso de una Tercera Guerra Mundial a gran escala».

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, afirmó sobre las elecciones rusas: «En estos tiempos, el dictador ruso no hace más que fingir otra elección. Es evidente para la comunidad mundial que este individuo, como la historia ha demostrado con frecuencia, está simplemente obsesionado con el poder y emplea todos los medios para perpetuarse indefinidamente”

Símbolos de libertad ante la sombra de una elección orquestada

Yulia Navalnaya, viuda de Alexei Navalny, instó a los rusos a protestar en contra de las elecciones, formando largas colas afuera de los centros de votación. 

«Pueden votar a cualquier candidato excepto a Putin. Pueden estropear su papeleta. Pueden escribir ‘Navalny’ en letras grandes», dijo Navalnaya. 

Las protestas se desarrollaron frente a las embajadas rusas en las principales ciudades europeas, como Londres y París, donde se congregaron multitudes considerables. La propia Navalnaya se unió a una manifestación en Berlín, haciendo cola con otros votantes para simbolizar la disidencia. 

Informes de grupos independientes de derechos humanos documentaron más de 60 detenciones al menos en 16 ciudades rusas el último día de las votaciones. En la ciudad de Kazán, la policía detuvo a más de 20 votantes que se habían unido a la protesta, según el observatorio independiente de derechos humanos OVD-Info. También se registraron detenciones en Moscú y San Petersburgo.

Mientras tanto, en Londres, una larga cola se extendía a lo largo de Kensington Gardens. Los manifestantes portaban pancartas en contra de las elecciones que consideraban fraudulentas y proclamaban a Navalny como su presidente, mientras que otros emitían votos simbólicos «nulos» con la palabra «PAZ» escrita sobre la papeleta oficial. 

En un giro inesperado, Putin rompió años de silencio sobre Alexei Navalny durante una rueda de prensa de la victoria electoral, haciendo una revelación notable.Afirmó haber barajado la idea de liberar al líder de la oposición en un intercambio de prisioneros, siendo la primera vez en años que mencionaba públicamente el nombre de Navalny.

Putin declaró que «algunos colegas» le habían propuesto intercambiar a Navalny por personas encarceladas en países occidentales varios días antes de su prematuro fallecimiento. Admitió haber considerado la idea, con la condición de que Navalny no pudiera regresar a Rusia. Reflexionando sobre el giro de los acontecimientos, Putin comentó con aire resignado: «Pero, por desgracia, pasó lo que pasó… Son cosas que pasan. ¿Qué se puede hacer? Así es la vida».

La lista de opositores muertos en extrañas circunstancias es larga, desde que en 2002, Vladímir Golovliov, diputado de la Duma y copresidente del partido Rusia Liberal fuera asesinado de un disparo en la cabeza mientras paseaba a su perro. Yuri Shchekochijin, vicepresidente del Comité de Seguridad de la Duma, defensor de los derechos humanos, murió tras ingresar en un hospital con posible envenenamiento por talio. Serguéi Yushenkov, diputado y también copresidente del partido Rusia Liberal, recibió varios tiros a las puertas de su residencia. Anna Politkovskaya, periodista de Nóvaya Gazeta, quien denunciaba abusos y violaciones de los derechos humanos, fue también baleada en su propia casa. Alexander Litvinenko, exagente del Servicio Federal de Seguridad ruso falleció en Londres luego de que dos agentes de los servicios secretos rusos, como lo determinaron las autoridades británicas, le hicieran ingerir polonio en una taza de té. Anastasia Baburova, Stanislav Markelov, Natalya Estemirova, Boris Berezovsky, Vladimir Kara-Murza, entre otros, forman parte del listado de víctimas.

Luego de las elecciones, los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea se reunieron el lunes 18 de marzo en Bruselas con la determinación común de imponer sanciones a las personas implicadas en la muerte de Alexei Navalny.

La victoria de Putín no sorprendió a nadie. Las elecciones no contaron con oposición, libertad ni la posibilidad de elegir. Lo único notable durante la elección presidencial fueron las protestas, que con mayor o menor riesgo, levantaron la voz en favor de la libertad dentro y fuera de Rusia.

En respuesta a unas elecciones amañadas, las naciones democráticas pueden optar por no reconocer la legitimidad de los resultados. Sin embargo, el impacto real de este tipo de medidas de presión ha demostrado ser limitado en la mayoría de los casos de regímenes autoritarios. En el caso ruso, a lo largo de la guerra con Ucrania, el Kremlin ha logrado sortear con éxito las sanciones de Occidente, y no hay garantías de que esta misma aproximación pueda ser efectiva en el futuro.


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