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Elecciones en Reino Unido: los laboristas vuelven al poder luego de 14 años
Fotografía de Andy Rain | EFE
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El Reino Unido celebró elecciones anticipadas este jueves 4 de julio para elegir a los representantes al parlamento británico, y el resultado fue una victoria avasallante del Partido Laborista, bajo el liderazgo de Keir Starmer, quien se convirtió en el nuevo Primer Ministro, tras 14 años de gobierno de los conservadores.
Con un 33.8% de los votos, el Partido Laborista ganó 214 nuevos representantes para alcanzar un total de 412 escaños en el Parlamento, muy por encima de los 326 escaños requeridos para obtener la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes.
En contraposición, el Partido Conservador, que se había mantenido en el poder desde la victoria de David Cameron en las elecciones generales de 2010, enfrentó un brutal referéndum a su gestión, que lo llevó a perder 252 asientos en el Parlamento para quedar con un total de 121 escaños.
Se trata de un resultado devastador para los conservadores, coloquialmente llamados “Tories”: la derrota más grande que ha sufrido el Partido Conservador en toda su historia parlamentaria, de acuerdo con la BBC. Tras una noche turbulenta, a medida que se iban conociendo los resultados oficiales de los circuitos electorales a lo largo y ancho del Reino Unido, en la mañana del 5 de julio el líder del Partido Conservador y Primer Ministro saliente, Rishi Sunak, reconoció públicamente la derrota en un discurso a las afueras de la residencia ministerial en el número 10 de Downing Street, y anunció su decisión de renunciar al liderazgo de su partido.
Aseguró que continuará ejerciendo su cargo como parlamentario en representación de North Yorkshire, donde mantuvo su escaño en estas elecciones, y que seguirá al frente del partido mientras se alistan los preparativos para elegir a un nuevo líder, posiblemente cerca del mes de octubre, cuando se celebrará la conferencia anual del Partido Conservador.
Entre los resultados electorales de este 4 de julio destacó el Partido Demócrata Liberal, que tuvo un desempeño muy positivo al alcanzar un total de 71 escaños en la Cámara de los Comunes, lo que lo convierte en la tercera fuerza política del Parlamento Británico, después de los laboristas y los Tories.
No obstante, el puesto como el tercer partido más votado a nivel nacional le correspondió al partido de ultraderecha Reform, liderado por Nigel Farage, que logró un total de 5 escaños en el Parlamento con un 14.3% de los votos (más de 4 millones de votos), frente al 12.2% obtenido por los demócratas liberales.
El otro gran perdedor de la jornada fue el Partido Nacional Escocés (SNP), que perdió 37 de sus representantes al Parlamento para quedar con solo 9 escaños. Según reportes de The Guardian, el partido independentista escocés esperaba retener al menos 20 de los 44 escaños que obtuvo en las últimas elecciones en 2019. Por el contrario, la votación reflejó la enorme pérdida de popularidad que ha sufrido el partido en los últimos años, particularmente desde la renuncia de Nicola Sturgeon como líder, en febrero de 2023, dejando al SNP con su peor resultado electoral desde 2010.
Las elecciones anticipadas de este 4 de julio fueron convocadas por el Primer Ministro saliente, Rishi Sunak, en una movida estratégica para tratar de capitalizar sobre los puntos fuertes de su gestión, como la reducción de la inflación, el aumento del crecimiento económico y la disminución de la migración.
Sin embargo, la decisión de adelantar las elecciones generales originalmente previstas para octubre o noviembre, previendo que su índice de favorabilidad pudiera empeorar en ese tiempo, demostró ser un error de cálculo tremendo por parte de Sunak, y terminó por sumir al Partido Conservador en una crisis sin precedentes.
Con la derrota sufrida en el escenario electoral, y tras la inmediata renuncia de Sunat como líder de los Tories, el Partido Conservador ahora se embarca en una carrera por definir no solo un nuevo liderazgo, sino también hacia dónde orientará su discurso y su política de aquí en adelante, para tratar de hacer frente al claro rechazo de los votantes en estas elecciones y buscar recuperar el apoyo perdido.
El Partido Laborista llega al poder, bajo el liderazgo de Keir Starmer
Keir Starmer, de 61 años, líder del Partido Laborista, es el nuevo Primer Ministro del Reino Unido.
Hijo de un fabricante de herramientas y una enfermera, que le pusieron el nombre de Keir en honor al líder laborista Keir Hardie, Starmer es uno de cuatro hijos criados en un hogar de limitados recursos a las afueras de Londres.
Durante los últimos cuatro años, Starmer lideró a los laboristas desde la oposición, dirigiendo al partido socialdemócrata desde la izquierda hacia una posición más centrista. Su discurso ha estado centrado en la promesa de cambios modestos pero realizables, más que una transformación radical.
Como abogado, Starmer fue Fiscal Jefe de Inglaterra y Gales entre 2008 y 2013, y fue nombrado caballero por su liderazgo de la Fiscalía de la Corona.
La victoria del Partido Laborista se produce luego de que, hace apenas cinco años, sufrieran una derrota devastadora en las elecciones de 2019, quedando reducidos a 203 escaños en la Cámara de los Comunes, frente a una mayoría conservadora de 365 escaños.
El Partido Laborista propone una subida de impuestos de 8.300 millones de libras y el reconocimiento formal de un Estado Palestino. Levantando la bandera del «cambio», el manifiesto de Keir Starmer hace hincapié en la estabilidad, prometiendo que no habrá sorpresas fiscales para la Seguridad Social, el IVA y la renta. Asimismo, se compromete a acabar con las lagunas fiscales y tomar medidas contra los evasores de impuestos.
En cuanto a la inmigración y la seguridad nacional, los laboristas proponen tratar a los contrabandistas como terroristas y emplear a 1.000 trabajadores más para reducir el retraso en la tramitación de las solicitudes de asilo. En materia de defensa, buscan aumentar el gasto hasta un 2,5% del PIB, manteniendo un fuerte compromiso con la OTAN y la disuasión nuclear.
El manifiesto del nuevo primer ministro define a su partido como «el de la creación de riqueza», en claro contraste con lo que califica como el «miserable historial económico» de los conservadores desde 2010. El manifiesto promete un «entorno favorable a las empresas» y pretende apoyar «la innovación y el crecimiento» en los servicios financieros.
En el centro de la estrategia económica de Starmer está el compromiso de mantener los impuestos «lo más bajos posible». Sin embargo, el manifiesto incluye simultáneamente 8.600 millones de libras en subidas de impuestos, lo que plantea una tensión entre las promesas de reducción fiscal y la necesidad de financiar su plan de gobierno,una contradicción que le ganó múltiples críticas a lo largo de la campaña electoral.
La política fiscal laborista ha sido notablemente vaga, una tendencia que persiste en el manifiesto. Sólo se denotan los costos de las políticas públicas en el período de un año, a pesar de que Starmer ha asegurado repetidamente a los votantes que todos sus planes gubernamentales estarían «totalmente presupuestados».
El nuevo gobierno laborista heredará los mismos retos que durante años han azotado a sus predecesores los Tories: alto costo de vida, unas finanzas públicas en apuros, una pesada carga fiscal y un entorno global cada vez más complejo y marcado por múltiples conflictos geopolíticos.
Ahora, la capacidad de Starmer y su partido para dar una respuesta satisfactoria a las preocupaciones de los votantes será puesta a prueba, frente a un electorado que ha demostrado su disposición a virar políticamente de una elección a otra, subrayando la volatilidad actual de la política británica y dejando una vez más a la incertidumbre como la opción más plausible en el futuro del Reino Unido.
Flaviana Sandoval
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