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El alto el fuego entre Israel y Hezbolá se enfrenta a grandes desafíos

Fotografía de MOHAMMED SABER | EPA | EFE

27/11/2024

En un comunicado de prensa en conjunto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente francés, Emmanuel Macron, anunciaron que Israel y Líbano han aceptado el cese de hostilidades, luego de 14 meses de guerra que han cobrado la vida de más de 3,500 personas en Líbano, muchos de ellos civiles, y más de 70 en Israel, cerca de 40 de ellos, civiles, con más de 1.2 millones de personas desplazadas.

El cese al fuego, que se iniciara este miércoles 27 de noviembre y que establece inicialmente una interrupción de las hostilidades por dos meses, fue celebrado por Biden, quien sostuvo que el acuerdo abrirá la puerta para que cientos de miles de civiles, tanto en Israel como en Líbano, regresen a sus hogares, refrescará los esfuerzos de Egipto, Qatar y Turquía para que puedan mediar en un alto el fuego adicional entre Israel y Hamás a fin de poner fin a los combates en Gaza.

“Esto está diseñado para ser un cese permanente de las hostilidades. No se permitirá —insisto, no se permitirá— que lo que queda de Hezbolá y otras organizaciones terroristas vuelva a amenazar la seguridad de Israel”, dijo Biden en una alocución televisada desde la Casa Blanca.

En un discurso televisado horas antes de que se anunciara el alto el fuego, el primer ministro Netanyahu reveló que el gabinete de seguridad de Israel había votado a favor del acuerdo. También declaró que la duración del alto el fuego dependería de la adhesión de Hezbolá a sus compromisos.

“Haremos cumplir el acuerdo y responderemos con contundencia a cualquier violación. Juntos, continuaremos hasta la victoria”, dijo Netanyahu. “Si Hezbolá viola el acuerdo o intenta rearmarse, responderemos con la fuerza”.

Jeanine Hennis-Plasschaert, Coordinadora Especial de las Naciones Unidas para el Líbano, acogió con satisfacción el acuerdo de alto el fuego, elogiando a las partes implicadas y haciendo hincapié en la necesidad de adoptar medidas tangibles para aprovechar este logro y garantizar un progreso duradero.

A pesar de haber acordado el alto el fuego, las hostilidades han continuado antes de que el acuerdo entre en vigor a las 4 de la madrugada. Israel intensificó drásticamente su campaña aérea en Beirut y en todo Líbano, y las autoridades sanitarias informaron de al menos 18 víctimas mortales. Según el ejército israelí, los ataques tuvieron como objetivo “componentes de la gestión y los sistemas financieros de Hezbolá”.

Durante los dos meses del alto el fuego, Hezbolá reubicará a sus combatientes al norte del río Litani, a unos 30 kilómetros de la frontera israelí, mientras Israel retira gradualmente sus fuerzas del sur del Líbano, y el ejército libanés despliega unos 5.000 soldados para asegurar la zona. Un grupo de supervisión, formado por representantes de cinco países y dirigido por Estados Unidos, supervisará la aplicación del acuerdo. Sin embargo, Israel mantendrá el derecho a atacar si surgen “amenazas inmediatas” desde Líbano.

La fragilidad del acuerdo de alto el fuego se debe a una combinación de inestabilidad profundamente arraigada, agravios no abordados y los abrumadores desafíos a los que se enfrentan tanto Líbano como Israel.

Para Randa Slim, directora del programa de resolución de conflictos y diálogos del think tank Middle East Institute y miembro no residente del Instituto de Política Exterior de la Universidad Johns Hopkins, el acuerdo “va a enfrentar grandes desafíos en los próximos 60 días”.

De acuerdo con Slim, Netanyahu necesitaba el acuerdo para lograr que unas 70.000 personas puedan volver a sus hogares en las cercanías de la frontera con el Líbano, y Hezbolá lo necesitaba luego de haber sido golpeado fuertemente en los últimos meses.

Para Aaron David Miller, senior fellow de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, centrada en la política exterior de Estados Unidos, existe “una posibilidad razonable” de que el acuerdo de cese al fuego sea duradero.

Sin embargo, sostiene que su eficacia y duración dependerá de la discreción concedida a Israel por Estados Unidos para responder a violaciones del acuerdo, y a la capacidad de las fuerzas libanesas de hacerlo cumplir e impedir violaciones por parte de Hezbolá.

“Creo que de ninguna manera podemos afirmar con seguridad que, dentro de 30 días, este acuerdo habrá logrado el tipo de tracción que lo hará durar meses, si no más”, dijo Miller.

El ejército libanés, que aún se tambalea tras años de colapso económico, sigue siendo demasiado débil para controlar eficazmente el sur del Líbano o enfrentarse a Hezbolá, que continúa ejerciendo un poder y una influencia significativa en la región.

Muchos soldados, que luchan con sueldos míseros, complementan sus ingresos trabajando como taxistas, meseros o mecánicos, un reflejo de la grave disfunción del Estado libanés.

Incluso con el apoyo prometido por los patrocinadores occidentales y árabes, sigue siendo incierto si las tropas libanesas tendrán la capacidad o la voluntad de enfrentarse a Hezbolá, una organización que opera con mucha autonomía y recursos.

Mientras tanto, el coste humano de Líbano es asombroso. El Banco Mundial calcula que la guerra ha causado daños estimados en 8.500 millones de dólares, cifra que representa más de un tercio del PIB del país. Cerca de un millón de personas siguen desplazadas y pueblos enteros del sur han sido destruidos. Con el Estado libanés en bancarrota para financiar la reconstrucción, es probable que el coste económico y humanitario persista mucho después de la firma del alto el fuego.

El alto el fuego representa un raro rayo de esperanza en un conflicto regional que parecía destinado a seguir escalando regionalmente con esta posibilidad de cerrar uno de sus frentes.

En Gaza, desde el principio, Hamás ha intentado ampliar la guerra, atrayendo a más actores, pero si mediante este acuerdo el respaldo de Hezbolá se desvanece, Hamás dejaría de contar con el respaldo de una organización poderosa, lo cual podría cambiar sus cálculos y empujar al grupo a retomar las negociaciones de paz en busca una salida al conflicto en Gaza. Para Miller es improbable que se pueda replicar un cese al fuego en Gaza en el corto plazo, debido a que “Hamás exigirá un número asimétrico de prisioneros palestinos, muchos de los cuales han sido condenados o acusados de matar a israelíes”, y querrán que finalice la guerra. “No creo que Benjamin Netanyahu pueda hacer eso ahora mismo”.


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