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Elecciones Presidenciales: Biden y Trump protagonizan un debate histórico
Fotografía de WILL LANZONI | CNN PHOTOS | EFE
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El presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump debatieron durante 90 minutos este jueves 27 de junio, en los estudios de la cadena CNN en Atlanta, en el primer debate de la historia norteamericana en enfrentar a un presidente en ejercicio y un expresidente.
El debate presentó algunas novedades en cuanto al formato, en comparación con los debates tradicionales celebrados en campañas anteriores. Por ejemplo, se realizó sin público en vivo, únicamente con los dos candidatos y dos moderadores presentes en el auditorio. También se implementó por primera vez una medida de control de los micrófonos de los candidatos, que permanecían muteados mientras el oponente hablaba, y se activaban únicamente cuando era su turno de responder una pregunta o hacer alguna intervención permitida por los moderadores.
En la primera sección de declaraciones de apertura, Biden comenzó reconociendo los retos económicos de su administración, en particular la inflación, que ha hecho subir los precios desde que asumió el cargo en el 2020. Sin embargo, argumentó que merece crédito por estabilizar el país tras la agitación causada por la pandemia de coronavirus, haciendo hincapié en sus esfuerzos por «volver a poner las cosas en su sitio».
Trump se enfocó en destacar los logros económicos de su presidencia antes de la pandemia, afirmando que había liderado «la mejor economía de la historia” de Estados Unidos. También señaló sus acciones durante la pandemia, afirmando que había mitigado una recesión económica aún más grave.
A lo largo del debate, los dos candidatos respondieron preguntas sobre una amplia variedad de temas, abarcando la economía, el aborto, la migración, la seguridad nacional, geopolítica, la guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Palestina en Gaza. Pero más que respuestas concretas a las preguntas de los moderadores, o una visión clara sobre las propuestas de política pública de cada candidato, las acusaciones mutuas y las afirmaciones infundadas fueron las grandes protagonistas de la noche.
En uno de los momentos más destacados del debate, Trump se refirió a la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán como “el día más vergonzoso en la historia del país”, y aseguró que decisiones como esa ponían en tela de juicio el liderazgo de Estados Unidos en el escenario internacional, dando carta blanca a líderes como el presidente de Rusia, Vladimir Putin, para que “hagan lo que quieran”.
Trump retomó su conocida estrategia de proyectarse como un líder fuerte, afirmando incluso que la guerra entre Rusia y Ucrania no se hubiera producido si él hubiera estado en la presidencia durante estos últimos años. En su visión, el presidente Putin “no se hubiera atrevido a invadir Ucrania” si Estados Unidos hubiera tenido un liderazgo más fuerte que el de Biden.
El expresidente también criticó el manejo que le ha dado la administración Biden a la guerra en Ucrania, refiriéndose al alto costo de la ayuda internacional que ha proporcionado Estados Unidos al presidente ucraniano Volodímir Zelenski, y prometió que “tendré esa guerra resuelta antes de tomar posesión de la presidencia”.
Por su parte, Biden resaltó los procesos legales en los que se ha visto envuelto su contrincante, incluyendo la reciente condena en su contra dictada por el juez de un tribunal de Nueva York, el pasado 30 de mayo, por 34 cargos de falsificación de documentos relacionados con el pago de dinero por silencio a la actriz pornográfica conocida como Stormy Daniels. “El único criminal convicto en este escenario es el hombre al que estoy viendo ahora”, dijo Biden, volviendo la mirada hacia Trump.
Biden contra sí mismo
Cuatro años atrás, en 2020, cuando Biden lanzó su candidatura a la presidencia en plena pandemia de covid-19, logró proyectar la imagen de un político moderado y ecuánime, equipado con una amplia experiencia y sensatez en el ámbito político, que lo ayudaron a transmitir a los votantes una sensación de seguridad refrescante en medio del ambiente caótico y conflictivo de la pandemia y cuatro años de presidencia de Trump.
Hoy, esa imagen se ha desvanecido.
Por el contrario, durante el debate en Atlanta, Biden tuvo un desempeño deficiente, mostrándose frágil y vacilante en muchas de sus intervenciones, perdiendo incluso el hilo discursivo y dejando en el aire frases incompletas en repetidas ocasiones.
Sus respuestas se notaron previamente ensayadas, hasta el punto de que el candidato repetía fórmulas discursivas como enumerar uno a uno sus argumentos, o comenzar su intervención con la frase “la idea de que”, sin luego culminar la oración para que tuviera sentido completo. Rápidamente, su discurso se volvió repetitivo y lleno de clichés, y le restó naturalidad a su desempeño.
En varias ocasiones, el presidente demócrata tuvo dificultades para contestar las preguntas de los moderadores de forma precisa y sin equivocaciones, e incluso para hilar sus argumentos lógicamente. Respondiendo a una pregunta sobre cómo manejaría los altos niveles de deuda del país, Biden pareció confundir la palabra “billonarios” con “millonarios”, y tras un momento de titubeo tuvo que corregirse a sí mismo en el escenario.
En otra ocasión, frente a una pregunta de los moderadores sobre su postura en torno al aborto, Biden respondió hablando del caso de una adolescente que fue asesinada por un inmigrante (aparentemente una referencia al caso de Jocelyn Nungaray, de 12 años, que fue encontrada muerta en la ciudad de Houston el pasado 17 de junio, presuntamente asesinada por dos inmigrantes indocumentados venezolanos que ahora enfrentan un juicio con la pena capital en el estado de Texas). En ningún momento quedó clara la conexión entre este caso y el tema del aborto, en torno al cual giraba la pregunta inicial, lo que dejó dudas sobre si Biden simplemente no entendió bien la pregunta o no fue capaz de responder sin perderse en el laberinto de sus propias ideas.
En otro momento destacado del debate, mientras argumentaba en favor de aumentar los impuestos a la riqueza en Estados Unidos, Biden volvió a tener dificultades para completar la frase. Después de titubear varias veces, se vio obligado a hacer una pausa larga e incómoda, antes de poder terminar con una conclusión breve y un tanto torpe, sin dejar muy en claro sus argumentos.
Cuando le dieron el turno de hablar, Trump capitalizó la oportunidad, respondiendo en tono burlón: “No sé muy bien lo que dijo, y no estoy seguro si él mismo sabe lo que dijo”.
El lenguaje corporal de Biden tampoco jugó a su favor en la noche del jueves. Durante las intervenciones de Trump, Biden parecía tener la mirada perdida y la mayoría de las veces no mostraba ninguna expresión facial o reacción a los comentarios de su adversario, dando la impresión de que no estaba completamente atento o consciente de lo que sucedía en el escenario.
Incluso cuando logró responder efectivamente a los ataques de Trump, su voz ronca, dubitativa y por momentos entrecortada, resultó una distracción que fácilmente desviaba la atención de su discurso, y avivó los cuestionamientos en torno a su capacidad de servir en el cargo por otros cuatro años.
81 Vs. 78: La edad de los candidatos dificulta el camino hacia la Casa Blanca
Aunque Biden, con 81 años de edad, es solo tres años mayor que Trump, que acaba de cumplir 78, cerca del 67% de los estadounidenses cree que el presidente demócrata es demasiado mayor para ejercer el cargo. Esto es casi el doble del 37% que expresa la misma preocupación sobre Trump, según una encuesta de Gallup publicada el miércoles 27 de junio.
Miembros del partido republicano y la campaña del expresidente Trump han utilizado este argumento como una táctica política para disuadir a los votantes de reelegir a Biden, atacándolo constantemente por su avanzada edad. Hacia el final del debate, los moderadores abordaron el tema, pidiendo a ambos candidatos que respondieran públicamente a las preocupaciones del electorado en torno a sus capacidades para ejercer efectivamente la presidencia.
Biden citó su larga trayectoria como servidor público y buscó proyectarse como un político experimentado, capaz de manejar con destreza y sabiduría los desafíos del cargo. Pero su respuesta se quedó corta en transmitir a los votantes la confianza de que tiene la energía, el aguante y las capacidades físicas y mentales óptimas para ocupar la presidencia por otro término, mucho más a la luz de su débil desempeño durante todo el debate.
Trump, por su parte, trajo a colación un examen cognitivo que se realizó durante su período en la presidencia, afirmando una vez más que los resultados habían sido excepcionales, y retando a su contrincante: “Me gustaría ver a Biden tomar una prueba cognitiva”.
La intervención tomó un tono menos serio (y más extraño) cuando Trump se refirió a su destreza en el golf como una prueba de su buen estado físico y su capacidad para gobernar. Comentó que recientemente había ganado dos campeonatos de golf que requieren “mucha habilidad” y la capacidad de “golpear la pelota muy lejos”, y aseguró que se siente “tan bien como hace 25 o 30 años”.
Por un momento, el debate pareció transformarse en una competencia entre dos hombres mayores por el mejor récord en golf. “Estaría encantado de jugar golf contra ti si puedes cargar tu propia bolsa de palos”, dijo Biden. “¿Crees que puedes hacerlo?”
Una nueva versión de Trump por el voto moderado
Donald Trump llegó al debate con la misión de retomar su bien conocido discurso nostálgico sobre un pasado espléndido y glorioso, solo que esta vez, ese pasado ya no se remonta a décadas atrás, sino a los cuatro años de su presidencia, de 2017 a 2021.
A lo largo del debate, el candidato republicano se esforzó por proyectar una imagen de su período presidencial como el mejor en la historia de Estados Unidos, enfatizando los logros de su administración en cuanto al manejo de la economía, la política exterior y la inmigración.
En particular, este último tema fue uno de los principales ejes de la estrategia de debate de Trump. Aprovechó cada oportunidad para llevar la conversación hacia la migración, utilizándola como chivo expiatorio en casi todas sus intervenciones. Acusó repetidamente a Biden de permitir la entrada de “delincuentes y personas procedentes de prisiones e instituciones psiquiátricas” a Estados Unidos, y aseguró que su política migratoria está “destruyendo al país”.
El candidato republicano fue enfático en su discurso para promover el miedo en torno a la migración, asegurando que los migrantes cometen crímenes violentos (aunque diversos estudios realizados por académicos y Think Tanks han demostrado que no hay evidencia de una mayor proporción de delitos cometidos por personas migrantes), le quitan el trabajo a personas de color y latinos, y “viven en hoteles de lujo, mientras los veteranos de guerra no tienen dónde vivir”.
«Tenemos el mayor número de terroristas entrando en nuestro país ahora mismo. Terroristas de todo el mundo, no solo de Sudamérica, de todo el mundo. Vienen de Oriente Medio, de todas partes», afirmó Trump.
En la campaña, el expresidente prácticamente no ha tenido competencia alguna dentro del Partido Republicano. Durante el ciclo de elecciones primarias en los primeros meses del año ganó una y otra vez en los distintos estados, dejando en evidencia su control casi total del partido republicano y sus votantes tradicionales.
Esto lo ha llevado, en esta ocasión, a manejar un tono y una disposición un tanto más moderados en comparación con su campaña presidencial del 2016, para apelar a un grupo más amplio de votantes en la elección general de noviembre. Durante el debate de este jueves, Trump se mantuvo bastante contenido, y en general trató de mostrarse como una figura presidencial, aunque siempre manteniendo en su discurso el estilo irreverente y muchas veces incendiario que lo han caracterizado desde su irrupción en la política hace casi 10 años.
Los demócratas en jaque: ¿seguirá Biden en la carrera?
El primer debate de este ciclo electoral dejó una cosa muy clara: la decisión de Biden de lanzarse a la reelección para servir un segundo mandato ha debilitado significativamente las posibilidades de los demócratas de mantenerse en el poder.
Al cierre del debate, resultó evidente el fracaso de Biden en su intento de demostrar que aún es un mandatario con una presencia sólida, capaz de gobernar de manera competente por cuatro años más. Quizás, incluso, dio indicios de lo contrario.
De hecho, en la mañana de este viernes 28 de junio, los medios estadounidenses se han visto inundados de reportes de estrategas políticos demócratas y distintos representantes del Partido Demócrata que no sólo han criticado el desempeño del presidente Biden, sino que algunos incluso consideran que la carrera por la Casa Blanca podría estar perdida debido a las dificultades del candidato demócrata para comunicar efectivamente el mensaje del partido.
Los tropiezos del presidente Biden durante el evento han suscitado un serio debate dentro de su propio partido, sobre si debe continuar en la carrera presidencial o debe ser sustituido en la papeleta electoral antes de las elecciones generales de noviembre. Dado que todos los estados han celebrado ya sus primarias presidenciales, las normas del Partido Demócrata exigen que los delegados comprometidos con Biden le apoyen en la próxima convención nacional, a menos que el propio Biden renuncie. Esto significa que el Partido Demócrata y sus votantes no pueden obligar a Biden a retirarse; la decisión de abandonar la carrera y permitir que el partido elija a un nuevo candidato corresponde exclusivamente a sí mismo.
Según una encuesta realizada por Ipsos’ Knowledge Panel, el 86% de los estadounidenses piensa que Biden, a sus 81 años, es muy viejo para servir en la presidencia durante otro mandato. Y sólo el 34% de los votantes registrados en EE.UU. cree que Biden completaría un segundo mandato si fuera reelegido.
Por su parte, el expresidente Trump, con el Partido Republicano firmemente de su lado, continúa en la tarea de venderse ante los electores como el adulto en la habitación, la persona capaz de «poner orden» en Estados Unidos.
A pesar de sus repetidas declaraciones llenas de falsedades o verdades a medias, e incluso los recientes escándalos legales en los que se ha visto envuelto en los últimos meses, el candidato republicano pareciera ser inmune a los cuestionamientos.
En la noche de este jueves, Trump consiguió presentarse como un líder firme y sólido, con propuestas prácticas y un discurso coherente, una imagen que probablemente quedará grabada en la mente de los votantes frente al pobre desempeño de Biden, en una comparación irrebatible (y desastrosa para los demócratas) entre los dos candidatos de mayor edad que han aspirado a la presidencia en la historia de Estados Unidos.
Flaviana Sandoval
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