Perspectivas

Fray Juan Antonio Navarrete: música y musurgia

08/09/2023

A Juan Francisco Sans, in memoriam

Juan Antonio Navarrete nació en Guama el 11 de enero de 1749. A los 9 años de edad se traslada a Caracas, para pasar –junto a sus hermanos- al cuidado de su tío materno, el sacerdote Juan Lorenzo Borges quien hasta entonces se desempeñaba como Canónigo doctoral y -a partir de 1768- se desempeñará como Sochantre  de la Catedral de Caracas.

El joven Navarrete realiza el trienio filosófico entre 1764 y 1766, graduándose conjuntamente de bachiller en Filosofía y Artes, el día 2 de junio de 1767.  Sus estudios de filosofía los hizo bajo la tutela del Dr. Don Francisco de Urbina, para insertarse –de acuerdo a la tradición escolástica- en la doctrina escotista.

Luego se traslada a la isla de Santo Domingo, donde se doctoró en teología y tomó el hábito franciscano en 1769. Y -tras ordenarse-, según lo refiere Blas Bruni Celli: “el 22 de marzo de 1770 fue recibido en el Convento de la inmaculada Concepción de Caracas”.

Pero, Odilo Gómez Parente en el Diccionario de historia de Venezuela indica que muy probablemente: “a partir de 1783, se establece en Caracas, en el convento de San Francisco, donde se dedica al estudio, escritos y meditación”. Ya que Blas Bruni Celli pone en duda el año, pues al parecer Juan Antonio Navarrete: “en Caracas fue bibliotecario durante varios años; parece que residió en este Convento a partir de 1786, o desde antes de esta fecha”.

Cabe resaltar que el funcionamiento de bibliotecas en el caso de los conventos franciscanos de la Caracas colonial, tuvo su origen institucional en el Decreto del 1 de agosto de 1691 que había sido expedido por el provincial de ésta orden Diego de Hoces. Roberto J. Lovera De Sola en el Diccionario de historia de Venezuela comenta que:

El mencionado decreto mandaba además que se nombrara un bibliotecario, para atender el préstamo circulante 2 horas diarias y llevar control escrito de las obras prestadas. Estas provisiones dieron como resultado la formación de una biblioteca de más de 4.000 volúmenes en el convento de San Francisco de Caracas, la cual pasaría a la Universidad de esta ciudad por decreto de Antonio Guzmán Blanco del 11 de julio de 1874.

Como fraile y bibliotecario, Navarrete estaba muy bien informado acerca de diversas ramas del saber de su época. Con un gran afán de conocimiento –muy característico del siglo XVIII-, se convertiría también en el fiel testigo de un conjunto de hechos que en la sociedad caraqueña estarían por sucederse.

Pero, volviendo a lo referido por Odilo Gómez Parente en el Diccionario de historia de Venezuela, también se indica que:

 Escribió sobre los más diversos temas de las ciencias divinas y humanas para lo que mucho le sirvió su conocimiento del griego, del latín, del francés, inglés e italiano. Fruto de su trabajo fueron cerca de 40 obras sobre las más diversas materias, que integraban unos 17 gruesos volúmenes extraviados en los avatares sufridos por la biblioteca conventual de San Francisco de Caracas durante todas las guerras de la Independencia. Todos estos títulos, algunos de ellos escritos por el mismo Navarrete en su obra Arca de letras y teatro universal, dan la idea de su saber enciclopédico sobre autores clásicos y modernos, sobre teorías doctrinales de los más diversos autores, sobre astronomía, medicina, derecho, astrología judiciaria, historia, geografía, botánica, mecánica, retórica y poesía (algunas de sus obras fueron en verso). Su carácter abierto y amante de la libertad le llevó a defender en sus últimos años la independencia y a ser, por ello, sus prédicas objeto de expediente en el Tribunal Eclesiástico de Caracas en 1811.

Blas Bruni Celli afirmó que: “en el Arca de Letras y Teatro Universal, Navarrete con frecuencia refiere recuerdos de su vida, relativos a su salud, sus estudios y sus relaciones con sus compañeros de sacerdocio. Hay también numerosas revelaciones de su pensamiento político y su posición frente a la guerra de independencia”.

Aunque el libro escrito por Navarrete no tenga una fecha precisa, podría insertarse –aunque bien pudo haber sobrepasado este rango de fechas-, entre las siguientes coordenadas: 1787 y 1811. Y, agrega el Dr. Bruni Celli (pág.34) que:

El Arca fue compuesta durante un período bastante largo, que llega casi al final de la vida del autor, notándose claramente en los textos que continuamente se hacían intercalaciones de nuevas noticias, a medida que los hechos iban sucediendo. En los folios 8 Vto., y 9 se aprecia un ejemplo muy claro de esta superposición de noticias en la entrada, AUDIENCIA DE ESTA CIUDAD DE CARACAS, en donde describe la entrada del Sello Real en 1787 y al final agrega lo ocurrido en 1792 y por fin en 1810.

Juan Antonio Navarrete fallece en el Convento de Guayana y Oriente, el 11 de septiembre de 1814.

Aún en nuestro tiempo, nos llena de curiosidad que José Antonio Calcaño –el autor de La Ciudad y su música-, no mostrara una mayor valoración musicológica acerca de la información musical contenida en el Arca de Letras y Teatro Universal. Si Calcaño, al escribir un estudio y preparar la edición de 1962 -a solicitud de la Academia Nacional de la Historia- no procuró presentir la existencia de una terminología musical, esto significa que ésta fue una edición muy parcial o muy poca escrutada en cuanto a la robustez del contenido abordado.

Así que la obra tendría necesariamente que volverse a editar –posteriormente-, de un modo más exhaustivo. He aquí las palabras que –haciendo una evaluación propia- dijo José Antonio Calcaño a Blas Bruni Celli a raíz de su experiencia tras publicar el Arca de letras de Navarrete:

[…] esta es una edición  muy compleja, dada la multitud y variedad de temas que se abordan en la obra; a ello se agrega la profusión de citas  bíblicas y latinas, la tremenda bibliografía citada y la inmensa información sobre temas de la antigüedad. Recuerdo que después de una pausa, agregó [Calcaño]: estoy de acuerdo en que Navarrete debe editarse completo y con un aparato crítico exhaustivo.

 

Habiendo pasado del trabajo inicialmente realizado por José Antonio Calcaño a otro, más exhaustivamente acabado -como lo fue la edición de Blas Bruni Celli-, podemos ver las diferencias a través del siguiente cuadro comparativo:

Edición de 1962 (José Antonio Calcaño) Edición de 1993 (Blas Bruni Celli)
-Arca de Letras y Teatro Universal (selección incompleta de las voces que aparecen en los folios, en orden alfabético de la A-Z)

-Libro Único en que se apuntan las cosas notables de este siglo XVIII y XIX (folios 274-283)

-Suplemento a los dos Abecedarios (selección mínima de los términos aparecidos en algunos folios)

 

 

 

 

 

 

 

-Arca de Letras y Teatro Universal (folios 1 a 252, en orden alfabético de la A-Z)

El Juego de la Paz y la Guerra (folios 253-255)

-Tratado Curioso de la Rueda de la Fortuna (folios 256-260)

-Libro de Hipócrates escrito a Perdicas, Rey de Macedonia (folios 262-264)

-Puntero Astronómico (folios 265-273)

-Libro Único en que se apuntan las cosas notables de este siglo XVIII y XIX (folios 274-283)

-Bando Real y Supremo (folios 284-290)

-Suplemento a los dos Abecedarios (folios 291-324)

-Tabla Terenciana (folios 326-327)

-Poesía Extraordinaria (folio 328)

-Tabla Retórica (folios 329-334)

-Tabla Acentuaria (folio 334 vto.)

-Tabla Poética (folios 335-337 vto.)

-Diccionario de algunos términos usados de Filósofos, Astrólogos, Políticos, Médicos, Cirujanos, Geógrafos, Históricos, Teólogos, Juristas, Artistas, Cortesanos y Cristianos Modernos, de nuestro tiempo y algunos Regulares y Ceremoniales (folios 338-402 vto.)

-Catálogo de los Padres y Escritores más principales (folio 403)

-Trique Explicado en el Folio 395 (véase Folio 403 vto.)

-Extracto del Curso Filosófico (Anexo 1).

-Novena de la Prodigiosa Santa Efigenia (Anexo 2).

-Reconstrucción de las obras perdidas de Navarrete (Anexo 3).

En la edición de 1962, destacamos el mutismo recaído sobre el «Diccionario de algunos términos usados de Filósofos, Astrólogos, Políticos, Médicos, Cirujanos, Geógrafos, Históricos, Teólogos, Juristas, Artistas, Cortesanos y Cristianos Modernos, de nuestro tiempo y algunos Regulares y Ceremoniales». Pues, es un opúsculo donde apunta ciertos términos que tuvieron repunte entre los tratadistas y estudiosos de la llamada teoría musical dieciochesca.

Afortunadamente, sí aparece en esta primera edición, el «Libro Único en que se apuntan las cosas notables de este siglo XVIII y XIX» donde Navarrete –al estilo de los cronistas-, escribe un resumen histórico de las cosas sucedidas en su tiempo. Como veremos más adelante, es importante destacar musicalmente algunas de las mismas.

Todo el vacío que había quedado en el aire, se subsana gracias a la edición de Blas Bruni Celli, pues nos ha permitido identificar a fray Juan Antonio Navarrete como el primer lexicógrafo venezolano, que consigna una terminología musical puesta a disposición de los integrantes del convento franciscano, y registra –asimismo- una musicografía y unas noticias musicales que resultan propias a la Caracas de su tiempo.

Según lo afirmado por José Antonio Calcaño, se dice que en caso de nuestros músicos de la llamada Escuela de Chacao, fue determinante en su formación la lectura de las Lecciones de Clave y Principios de Armonía de Benito Bails, la consulta del Diccionario de la Música de Rousseau y la valoración del poema La Música de Tomás de Iriarte.

Igualmente sabemos -gracias a investigaciones más recientemente realizadas por Hugo Quintana- que para la Cátedra de Canto Llano de la Universidad de Caracas, fundada por Don Francisco Pérez Camacho, este maestro de capilla recomendaba a todos sus estudiantes la lectura del libro El por qué de la música de Andrés LorenteTambién se sabe del uso dado al Ritual Carmelitano en la Cátedra de Canto Llano. En ambos tratados, la mención que se hace al monje Guido D’Arezzo (Guido Aretino, o Guido Aretinus) figura de un modo destacado.

De acuerdo a Alberto Calzavara, se conoce que: “el convento de San Francisco de Caracas utilizó durante gran parte del siglo XVIII un libro de canto gregoriano y antifonario de oficios gregoriano y antifonario de oficios y misas de difuntos, publicado en Barcelona (España) en 1686  […].” Sugiere lo antedicho que la práctica musical era habitual en la vida cotidiana conventual, como tampoco les resultaba desconocido el panorama musical de lo que acontecía en la Caracas de esta época, sobre todo el del tipo religioso.

La oficialización de la liturgia musical (en lo que se conoce como el canto gregoriano, el canto de órgano y la polifonía), vislumbra que el servicio religioso o actividad paralitúrgica sirva como instrumento de evangelización. Su ejercicio era empleado a través de un sistema musical, concebido por el Monje benedictino Guido de Arezzo, a la manera de un adiestramiento de lectura musical que era conocido como la Solmización (rudimento musical del arte predecesor del Solfeo moderno). Juan Antonio Navarrete al respecto en su Arca de letras y Teatro Universal ofrece algunos términos relativos al oficio musical ejercitado por medio de dicha práctica (Arca, p.467 tomo 1, Arca, p.526 t.1):

MICRÓLOGO. Así intituló su obra de música Arte del Canto, el Guido Monje de Arezo.[[1]]  Obra admirada por los Literatos, por su Arte admirable con que enseña el Canto. Véase a Berti,[[2]] Tomo 2, fol. 248, cap. 4 del Siglo XI. Vide Terreros,[[3]] verbo Micrología, para la inteligencia, qué es: la ansia y cuidado de cosas pequeñas y ridículas. Y el dicho Monje, por humildad se puso dicho nombre de Micrólogo. Véase en Moreri,[[4]] verbo Aretino Guido.[[5]] Mas Juan Grancolas,[[6]] en su Comentario Histórico del Breviario del Oficio Divino, en el Índice, que prefijó a su obra ante Omnia, de los autores allí citados, verbo Micrologus, dice: Difficile est dicere, sit ne hoc auctoris, velo peris nomen, propter ejus brevitatem. In nonnullis exemplaribus inscribitur. Micrologus Ioannis. Et alia ibi de ipso. Benedicto XIV,[[7]] de Fest., lib. I, cap. 12, n° 2, fol. 149, illum citat ut certum authorem.

MANO MUSICAL. Su autor fue el Micrólogo Guido Aretino,[[8]] de quien supra, verbo Micrólogo. En la Bibliografía Crítica de Fray Miguel de San José,[[9]] verbo  Guido Italus,[[10]] fol. apud nos 367, tienes la noticia.

[…] [5. PULSO]. El pulso ritmo, que otros llaman eurritmo a diferencia de arritmo (que todas son voces músicas que explican el concepto de los tonos) es un pulso siempre igual, no sólo en las dilataciones o diástoles, sino también en las compresiones o sístoles del corazón y arterias. El arritmo, es al contrario siempre desigual, haciendo o denotando siempre desiguales, el sístole y el diástole, así de las arterias como del corazón. Cualquier defecto en el ritmo, es mala señal; y en el otro arritmo, buena, su defecto es malo; y como la desigualdad es mala, su defecto es bueno. La causa de la igualdad de este pulso o movimiento, consiste en que del mismo tenor, o con la misma actividad que el corazón envía la sangre a las arterias, las arterias la envían o reparten a las venas; y así sístole y diástole de las arterias es igual.

Entre los autores mencionados, destaca en lo musical el monje Guido Aretino, pues fue el artífice de la «Mano Musical» que permitió a los músicos de un modo nemotécnico adentrarse con mayor facilidad en el arte de los sonidos. Aquí citamos algunas palabras referidas por Hugo Quintana, mientras describe el libro El porqué de la música de Andrés Lorente: “Como cosa adicional, dice el autor que el compás ha de llevarse con la mano izquierda, pues la derecha se reserva a la mano de Guido, en el Canto Gregoriano”.

En cuanto al fenómeno del eurritmo –o de la regularidad del pulso- que resulta tan vital en el entorno musical, aquí la noción dada por Navarrete no escapa a una lógica bien argumentada que gira sobre dicho término y que parecería en cierto modo inspirada en las lecturas que hizo de los tratados sobre medicina que iba consultando.

Y, como ya se dijo en su “Diccionario de algunos términos usados de Filósofos, Astrólogos, Políticos, Médicos, Cirujanos, Geógrafos, Históricos, Teólogos, Juristas, Artistas, Cortesanos y Cristianos Modernos, de nuestro tiempo y algunos Regulares y Ceremoniales”, en el mismo aparece la palabra «Musurgia» que Juan Antonio Navarrete había distinguido seguramente del resto de las voces que comprenden la lexicografía musical (p.318 t.2 folio 374 vto):

MUSURGUS. MUSURCHUS. MUSURGIA. Es voz que explica cosa de dirección de música. El Arte de esta dirección se llama Musurgia. El Maestro de Capilla, que llamamos en la música, es en latín Musurgus, como lo pone el Calepino 7 lenguas.[[11]] Otros dicen Musurchus, como se encuentra en el B. Alano de Rupe,[[12]] cap. 8, pág. 2 de ortu, et progressu Psalterii, fol. mihi 78, en donde pintando los coros de música angelical que iban en la procesión para el cielo en la asunción gloriosa de Nuestra Señora con órganos de tal magnitud que contenían dentro 150 salterios u órganos pequeños, que se componían de 150 flautas o cañones cada uno y cada flauta o cañón hacía 150 voces distintas o modulaciones diversas incomprensibles al hombre; y con cada órgano venían 150 músicos cantando solamente el Ave María, sin otra letra, y de todos era el director o musurgo, o musurco el Santo Principe San Miguel, jefe de todas las tropas angélicas. Musurchus eo ludebat S. Archangelus Michael, dice el citado Alano.[[13]] El Terreros[[14]] en su diccionario dice: “Musurgia, arte de disonancia y consonancia; tratado acerca de la música teórica y práctica. Lat. Musurgia. El Padre Kirker[[15]] dio este nombre a una obra que imprimió en Roma en dos tomos en folio año 1690”. Y advierto que Terreros[[16]] escribe Musurjia con j, en lugar de g, porque así se quiten equivocaciones como lo advierte al principio de la letra G, por cuya razón poco usa la g poniendo la j en su lugar.

La palabra «Musurgia» aunque aparece muy poco descrita en los diccionarios, puede decirse que causó impacto y acusó alguna curiosidad en el mundo hispano del siglo XVIII. De acuerdo a Navarrete, sirve para designar el arte del la dirección musical y también es indicativa para el caso de quien asume este rol de director musical, pues a éste deberíamos simplemente denominarlo como  el «Musurgo». Sin embargo, debe advertirse aquí que aunque Navarrete indica que dicho término proviene del latín, su origen sería más bien griego. Así sería lo más correcto si se dijese del siguiente modo: mousourgos (según José M. Pabón S. De Urbina en el Diccionario manual Griego-Español VOX. Barcelona, Bibliograf, 1989).

Pero la palabra «Musurgia» -de acuerdo al contexto del siglo dieciocho-, cumplió una doble-misión: la de aglutinar todo lo relativo a la teorización de este arte y  la de reconocer los secretos infundidos en la composición musical y la manera de hacerlos más explícitos. Por alguna razón –Athanasius Kircher (1602-1680)-, el autor de este tratado al cual Navarrete hacía referencia, abordó la música teórica y práctica, la música especulativa, la posibilidad de la composición automática, la musicoterapia y la llamada doctrina de los afectos (o retórica musical), todo esto explicado a través de 10 libros.

Navarrete manejaba perfectamente la vasta literatura descrita por éste autor, conocedor de múltiples disciplinas y para el caso estrictamente musical seguramente debió toparse con los autores que le mencionaban de un modo recurrente (según lo indica Hugo Quintana) y que aprovecharemos de mencionar aquí: Tomás de Iriarte –autor de un célebre poema didáctico dedicado a la música-, el tratadista matemático y filósofo Tomás Vicente Tosca o al polígrafo y ensayista Benito Feijoo. Todos éstos, fueron autores sobre los cuales Navarrete acudió en su afán de saber, pues eran consideradas como lecturas imprescindibles de la Universidad de Caracas.

Interesante también resulta apreciar que la Música está incluida en el Arca de letras y Teatro Universal (p.309 tomo1) –específicamente en el registro nro. 16-, en un listado o «Tabla de las Ciencias, Artes y Facultades. Sus nombres y contenidos, para saber lo que hay que saber en nuestro mundo».

Navarrete (p.492 t.1) –cual exegeta de la obra de Séneca-, y procede a contextualizar a dicho arte en el sistema siguiente:

Nota 5. Séneca[[17]] in Epist. 88, habla mal de las Artes Liberales y no las coloca como hoy se ven en la debida estimación. Sus dichos llenos de capricho e injurias denigrativas contra la Geometría, Astronomía, Aritmética, Música, Pintura y Artes del Dibujo, ya los estruja y satisface al público Don Gaspar Ríos,[[18]] en su obra Noticia General de las Artes, lib. 3, cap. 18, lo que yo advierto al lector en la margen de la obra de Séneca,[[19]] para que no se engañe en su lección incautamente, pues en esto está impugnado.

La religiosidad se enfrenta a las creencias vernáculas, como ya nos ha hecho ver Navarrete cuando menciona a los Coros Angélicos dirigidos por San Miguel como gran Musurgo. Aquí vale la pena recordar lo afirmado por Alberto Calzavara (p.201) del modo siguiente: “El mayor grado de profesionalismo estaba acaparado en la producción de música sagrada”. Pero, ahora toca el turno al Demonio, quien va cantando a través de los endemoniados sus versificaciones vernáculas, acompañado de vihuelas o liras (aunque también pudieran cantarse ciertas coplas “a cappella”). Satanás no desaprovecha atacar en sus antífonas o responsos cuando se le da pié a una letra. Muchos de estos cantos pudieran parecernos –hoy en día- entresacados de los exorcismos practicados por los frailes, al respecto nos cuenta Navarrete (p.224 t.1) que:

Mas por cosa graciosa quiero brindar aquí al lector unas coplas que cantaron dos energúmenos. El uno, ahora en nuestros días en que mandándole un Presbítero al Demonio que callase le dijo: Tace imunde spiritus. Y el Demonio por boca de la mujer en quien estaba respondió cantando:

No quiero callar,

Que no soy Demonio,

Ni espíritu malo,

Estoy en mi Coro.

 

 

Esto sucedió en Caracas, año 1789.

De este conjunto de términos, se perciben también en el Arca de Letras y Teatro Universal, aquellos referidos a instrumentos musicales. Aquí mencionaremos, lo apuntado por Navarrete (p.209 t.1) sobre las campanillas:

46. CAMPANILLAS que suelen poner a las bestias cargadas, cuando van de camino largo, dice el Padre Nasarre[[20]] al principio hablando de los efectos de la música, que es porque así las bestias, gustando de aquel retazo de música que hacen las campanillas, llevan con más gusto la carga y se alivian.

Interesante es la mención que hace del órgano, pues se vale de la misma para mencionar de un modo muy particular a la Santa patrona de la música. Dice Navarrete (p.497 t.1): “2. ÓRGANO. Los días en que deba o no deba tocarse en la iglesia, vé mi Margarita Canónica, letra O, n°6, a donde pertenece esto. Vé infra n°11, lo de Santa Cecilia”. Luego, apunta Navarrete (p.503 t.1) esto otro donde brinda más detalle:

11. ÓRGANO. Aquellas palabras de la Iglesia en el día de Santa Cecilia: Cantantibus Organis Cecilia Domino decantabat, no tiene otra más propia construcción que ésta: Cantantibus Organis, id est sonantibus instrumentis Musicis, porque la Santa de la Divinas Alabanzas que cantaba, mezclaba siempre algún instrumento músico: no porque fuese órgano precisamente, se dice allí Cantantibus Organis, sino que la palabra órgano, se extiende a significar todo instrumento músico. Como se explican todos los diccionarios, aun eclesiásticos. Y así es error vulgar, de que Santa Cecilia fuese autora de Organos, pues ya los había muchos siglos antes. Sólo se tiene la Santa por esta especialidad, como Patrona de la Música Eclesiástica, dice Butler Albano[[21]] en su día 22 de noviembre, fol. mihi 497, tomo 11.

Navarrete pide que no se entienda literalmente este himno a Santa Cecila cuando exige que los órganos sean los que comanden los cánticos, su explicación es para que entendamos que igualmente pudiera ser útil cualquier otro tipo de instrumento musical, para los mismos fines.  De esta época, se conoce el himno “Cantatibus organis de Santa Cecilia” compuesto de Giovanni Pierluigi da Palestrina del Motettorum liber tertius (1575). Navarrete (p.219 t.2) manda a ver su folio 155 n°11.

A continuación copiamos del Arca de Letras y Teatro Universal, una disertación muy interesante hecha por Juan Antonio Navarrete (p.500 t.1) a propósito de una Antífona que se cantaba en el Convento franciscano, y sobre la cual él tiene algunas recomendaciones sobre la manera correcta en que se debería cantar:

10. O GLORIOSA Domina excelsa super Sydera quae nec primam similem visa est, nec habere sequentem. v. Sola sine exemplo placuit virgo Christo. v. Sola fuit Mulier patuit qua janua laeti ex qua vita reddiit. v. Sola, etc., se repite después del Gloria a Patri. Esta es una Antífona que en nuestra religión se llama la Antífona de la Benedicta, que se canta en el Rx. de la Lección 2ª, y del modo como va aquí, está en nuestro Manual Franciscano intitulado para cantar procesiones de nuestra Orden. Está impreso en 1714. Más aquí hay que advertir, y que desatar algunos reparos y dificultades. El primer reparo es que en nuestra provincia de Caracas, aunque se canta en la Benedicta, siempre se omite aquel verso: Sola sine exemplo placuit Virgo Christo; y se dice en su lugar: Gaudia Matris habens cum Virginatis honore; que son palabras de San Bernardo omitiendo el sola sine exemplo, en el acto de la Benedicta que canta esta provincia de Caracas. Y nótese lo siguiente.

El segundo reparo, es como una especial dificultad, controversia y violenta inteligencia, que por una palabra mal escrita, se ha ofrecido y levantado entre varios religiosos de esta misma provincia, hasta llegar el Reverendo Padre Fray Anacleto Ruiz, el año 1778, en el papel de su representación, firmado en 29 de noviembre de dicho año, a pedir y suplicar con instancia y viveza al Provincial que lo era actual nuestro Maestro Reverendo Padre Fray Juan de Hozes, que mandase testar, quemar y quitar (que así se explica) de los cuadernos manuscritos de la Provincia, aquel verso Sola fuit Mulier, patuit qua janua lethi, solamente que se quite, y destierre de nuestra provincia aquel janua lethi¸como él lo escribe, que da ocasión a muchas inteligencias violentas, y aun a herejías y fundamentos; si fuera lethi como él escribe; y añade que lo ha introducido la  provincia de 16 años a esta parte. Pero yo veo en nuestro Coro Conventual de Caracas, manuales que están impresos desde el año 1714; y traen la dicha Aña como nosotros la cantamos […]

Con la Antífona de la Benedicta, Navarrete discute algunas alteraciones que se le hacen en Caracas, algunas sustituciones de verso, errores de pronunciación del latín y deseos de omitir ciertos versos en dicho cántico. Ya que según el fraile bibliotecario, el verso correcto sería: Sola fuit Mulier patuit qua janua laeti ex qua vita reddiit. Interesante es que Navarrete dedique unas líneas a mostrarnos la preocupación que le produce cualquier modificación que se le haga al himno cantado en gregoriano dedicado a la Inmaculada Concepción, como imagen mariana de tan altísimo valor para los caraqueños.

Con estos dos ejemplos tomados al azar del texto de Navarrete (“Cantatibus organis de Santa Cecilia” y la Antífona de la Benedicta), nos preguntamos si acaso los mismos no serían los casos más tempranos de crítica musical, aparecidos en Venezuela.

Ya para concluir, pasamos a enumerar las noticias musicales –que son 5 en total- que Navarrete nos dejó sobre su época:

1. Navarrete (pp.102-103-104 tomo 1), véase en el Arca de Letras y Teatro Universal:

26. AUDIENCIA DE ESTA CIUDAD DE CARACAS se plantó el 19 de julio de1787, día jueves entrando el Sello Real en la ciudad en nombre del Soberano, que es actual Carlos III, recibiéndolo como su propia persona del modo y con la solemnidad siguiente. Fuera de la ciudad en las alcantarillas de agua que están entre La Pastora y La Trinidad, que son templos que están en los mismos confines del cuerpo de la ciudad, camino ya extramuros, se puso una especie de solio muy corto y en él el Sello Regio. Fue el Cuerpo de la Audiencia a buscarlo, todos a caballo de golilla y cabalgaduras negras. Acompañó el Cabildo Secular y otras personas distinguidas, también a caballo vestidos de gala. El Real Sello vino en un caballo aparte enjaezado para sólo este fin. Venía entre un cajoncito aforrado en terciopelo y ligado con cintas al apero en medio de la silla. Se llevó el caballo por las riendas por dos alcaldes también a caballo, se dispuso la procesión por la calle de la Catedral, viniendo hasta las esquinas del Palacio Episcopal. De allí tomó por la calle dl gobernador y fue a parar a la casa de la Audiencia. Antes de entrar en ella como 20 pasos, se apearon los Oidores y tomaron el Real Sello por la mano en su cajoncito bajo de palio el Regente y el Presidente, y así lo llevamos hasta el trono. No asistió el clero, ni comunidades, ni se vio en esta función primera cuerpos eclesiásticos. Al día siguiente, 20 de julio, se hizo en la Catedral una fiesta de Acción de Gracias con asistencia de todos cuerpos, y comunidades, presente la misma Audiencia, y cantó la misa pontifical el Obispo de la Ciudad Don Mariano || Martí. No hubo sermón en esta fiesta. Se cantó el Te Deum Laudamus, luego que acabó, y no hubo cosa alguna más. El cuerpo de la Universidad no asistió a esta función por la competencia de asientos, que nunca falta, tirando cada uno por sus privilegios. En orden a la ciudad no hubo más demostraciones que repiques, y también iluminaciones en los dos días: víspera y día principal. Y se advierte que los abogados fueron también a caballo de galanes en esta procesión. Sirva esta noticia del recibimiento de esta Audiencia para lo que pudiere valer en los tiempos futuros (que siempre es adverso en cada monarca). En este año de 1792 se ha hecho otro por el reinado de Carlos IV por el Sello (acabóse en el año 1810 en abril 19).

2. Navarrete (p.80 t.2), véase el «Libro Único en que se apuntan las cosas notables de este siglo XVIII y XIX»:

36. En este mes de septiembre de 1800, ha llegado a Puerto Cabello un barco lleno de emigrados judíos, hasta 90; y otros holandeses y naturales de Curazao, efecto del asalto que allí ha hecho el inglés para quitarle la isla al francés. Así lo ha hecho y queda ya en poder del inglés es este presente mes de octubre de 1800, en que los mismos ingleses han enviado a este gobierno de Caracas un parlamentario a solicitar el permiso de comercio con esta capital, que ha recurrido a nuestro Soberano para la respuesta correspondiente. Pero el inglés ha amenazado a la provincia, y de resulta de esto se ha tocado la Generala hoy 27 de octubre de 1800.

3. Navarrete (p.86 t.2), véase el «Libro Único en que se apuntan las cosas notables de este siglo XVIII y XIX»:

55. En el mes de septiembre, día 2, ha llegado a Caracas el Palio Arzobispal del primer Arzobispo de Caracas de que se dijo supra, año 1804, vé el n°52. […] El día 15, domingo del Santísimo Nombre de María, se hizo el recibimiento del Palio. Lo hechó [sic.] el Deán por dispensa de la misma Bula Apostólica que allí se leyó, dispensando si la distancia de || todo Obispo sea de más de 50 millas, que son 16 leguas y 2 millas. El Deán se puso mitra para la función que se hizo, todo conforme al Pontifical Romano. Después de echada la bendición episcopal se descubrió la Majestad Sacramentada y se cantó el Te Deum y se hizo reseña. Concluido esto, se retiró el Arzobispo a su palacio acompañado de las comunidades y cofradías que todas entraron a Palacio a dar la enhorabuena al nuevo Arzobispo Ibarra, natural de la misma ciudad de Caracas. El día antes se repicó en toda la ciudad solemnemente al mediodía y a las oraciones. El mismo día sólo en la Catedral para el Te Deum y lo demás desde las ocho. El Cabildo secular no asistió porque el Gobernador se incorporó a la Audiencia que ese día no asistió de Cuerpo si no de particulares por no ser Real, sí sólo eclesiástica, cada uno con sombrero, no con gorras.

4. Navarrete (pág. 92 t.2), véase el «Libro Único en que se apuntan las cosas notables de este siglo XVIII y XIX»:

76. El día 2 de marzo de este año 1811, se ha hecho en Caracas con solemne función en Catedral, cantando la misa el Señor Arzobispo Coll y Prat del n°74, y sermón el Magistral Echeverría, la solemne, firme y estable instalación de la Suprema Junta de Venezuela y Caracas con Te Deum por conclusión en Acción de Gracias, tomándose en el mismo acto de la misa el juramento de observar y guardar la religión católica, la obediencia, la concepción, etc., a los diputados elegidos de las provincias confederadas en Caracas, en manos del Presidente de la Junta, y esto fue entre la misa antes del Evangelio. Se hicieron tres días de iluminación, repiques y música, etc. Todo con la misma paz y tranquilidad del día 19 de abril. Gracias al cielo que tanto favorece a Caracas.

5. Navarrete (pp.71-72 tomo 1), véase el Expediente sobre unos Sermones predicados por el P. Navarrete en las Iglesias de San Pablo y Santa Rosalía de Caracas (1811):

[…] Es cumplimiento de lo decretado por su Señoría Illma.  en que me manda especificar las injurias que contra mi ha proferido el Muy R. P. Juan Antonio Navarrete en los lugares ya expresos, inmediatamente lo puse por diligencia, y he hallado los ánimos dispuestos para descarar lo que en el particular ha oída y sabido, y son los siguientes. En el panegírico en Santa Rosalía, en la festividad de la gloriosa Santa Bárbara, el P. Br. Don José Amitesarove, el Presbítero Br. Don José Antonio Jiménez, el Presbítero Br. Don Bartolomé González. Seculares: Don Raimundo León, Mateo Villalobos y los que a éste acompañaban en la música del Coro, el Maestro Pedro Palacio y su compañero el maestro Pantaleón. Todos éstos leyeron en general; y en particular al Presbítero Br. Don José María Amitesarove y al Presbítero Don Manuel Zubirá, y éste fue el Preste de dicha Fiesta.

Estos son los que por ahora puedo expresar, y para que conste lo firmo en Caracas, a 18 de Diciembre de 1811.

Domingo Lugo.

***

Notas:

Caracas, 18 de Diciembre de 1811.

[1]Guido de Arezzo [o Guido Monje Aretino, su tratado musical es del año 1025 ó 1026]. Micrologus ad praestentiores codices mss. exactus. Cura et studio Ambrosii M. Amelli O. S.B. Romae, Desclée LeFebvre et S. Edit. Pont., 1904.

[2]Berti, Giovanni Lorenzo. Compendio de la Historia Eclesiástica, escrito en Latín por Juan Lorenzo Berti, Florentino, del Orden de San Agustín, traducido en castellano y continuado hasta el año presente por D. Giordano Fraj, Presbítero. Madrid, en la Imprenta de la Viuda de Ibarra, Hijos y Compañía, 1786.

[3]Terreros y Pando, Esteban. Diccionario Castellano, con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana. Su autor el P. Esteban de Terreros y Pando. 6 Tomos. Madrid, en la Imprenta de la Viuda de Ibarra, hijos y Cía., 1786.

[4]Moreri, Luis. Le Gran Dictionaire Historique, ou le melange curieux de l´Histoire Sacrée et Profane, qui contient em abregé, les vies et les actions remarquables des Patriarches, des Juges, des Rois des Juifs, des Papes, des saints Peres & anciens Docteurs Orthodoxes; des Eveques, des Cardinaux, & autres Prélats célébres; des Héresiarches & des Schismatiques, avec leurs principaux Dogmes; des Empereurs, des Rois, des Pinces illustres, & des grands Capitaines; des autres anciens & modernes, des Philosophes, des Inventeurs des Arts, & de ceux qui se sont rendus recommandables en toutes sortes de Professions, par leur Science, par leurs Ouvrages, ou par quelque Action éclantate. L´etablissement et le Progres des ordres religieux & Militaires, & la vie de leurs fondateurs. Les Genealogies de plusiers families illustres de France & de autres païs. […] 8 vol. Amsterdam, chez P. Brunel, R. Wetstein, etc., 1711

[5]Guido de Arezzo [Guido Monje Aretino],  ob. cit.

[6]Grancolas, Jean. Comentarius historicus in Romanum Breviarium, quo simul aliarum singularium ecclesiarum, praecipue vero Breviarii parisiensis ritus explicantur. Venetiis, apud Sebastianum Coleti, 1734.

[7]Benedicto XIV. Opera omnia. 12 vols. Romae, Ed. de Azevedo, S. J., 1747-1748.

[8]Guido de Arezzo [Guido Monje Aretino], ibidem.

[9]Miguel de San Joseph. Bibliographia Critica, Sacra et Prophana, in tres tomos, et volumina seu partes quartuor distributa: et grandi Operi: adumbrati Provectorum lexicón, sive idioma sapientum inscripto, et jam praelo maturo, praemissa. Authore Rmo. P. Fr. Michele a S. Joseph. Patria Madritano olim Philosophiae ac Sacrae Theologiae Professore, in Alma Romae Curia semel iterum atque iterum Generali Prociratore, Regii Conventus S. Caroli ad quatuor Fontes in eadem Urbe Ministro, ac Pontificio Archigymnasii Romanae Sapientiae Censore, Serenissimi D. D. Cardinalis Hispaniarum infantis, Toletanae Archidieceseos Administratoris, intimo Consulatore; & post alia munia in Hispania Italiaque expleta, nunc totius Hispanae Jesu Redemptoris Familiae S. Ordinis PP. Excalceatorum SS. Trinitatis, Redempt. Captiv. Superiore Generali. 3 tomos en 4 vol. Matriti, ex typographia Antonii Marin, 1740-1742.

[10]Guido de Arezzo [Guido Monje Aretino], ibíd.

[11]Calepino, Ambrosio. Dictionarium septem linguarum hebraicae, graecae, latinae, italicae, germanicae, hispanicae et gallicae. Venetiis, apud. Ioannem Guerilium, 1612.

[12]Rupe, Alanus de. De Ortu atque progressu Psalterii & Mariae, ejusque confraternita tis. Auctore R. P. F. Ioanne Andrea Coppestein… in hac ultima impressione post chronologiam P. Angeli Florili, addita fuerunt aliqua exempla hujus nostril saec. Venetiis, apud P. Baleonium, 1665.

[13]Rupe, Alanus de., ob. cit.

[14]Terreros y Pando, Esteban, ob. cit.

[15]Kircher, Athanasius. Musurgia Universalis sive ars magna consoni et dissoni in X libros digesta. 2 vols. Romae, haeredes Francisci Corbelleti & Ludovici Grignani, 1650

[16]Terreros y Pando, Esteban, ibidem.

[17]Séneca, Lucio Anneo [Las Cartas a Lucilio o Epístolas morales], apud. Navarrete, Juan Antonio. Arca de Letras y Teatro Universal.Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1993.

[18]Gutiérrez de Los Ríos, Gaspar. Noticia General de las Artes y de la manera en que se conocen las liberales de las que son mecánicas y serviles con una exhortación a la honra de la virtud y del trabajo contra los ociosos,  y otras particulares para las personas de todos los estados. Madrid, editor P. Madrigal, 1600.

[19]Séneca,  ob. cit.

[20]Nasarre, Pablo. Fragmentos músicos; reglas generales y muy necesarias para canto llano, canto de órgano y composición. Zaragosa, 1693 (edición aumentada, 1700, edición reformada, con el título de Escuela música según la práctica moderna, cuyos primero y segundo volúmenes aparecieron en 1724 y 1723 respectivamente).

[21]Butler, Alban. Vidas de los padres, mártires y otros principales santos. Deducidas de monumentos originales y de otras memorias auténticas, ilustradas con notas de historiadores y críticos juiciosos y modernos, corregidas y aumentadas por manuscritos del mismo autor. Escribíalas en el idioma inglés el célebre Rev. Albano Butler y las traducía al castellano el Lic. Don Joseph Alonso Ortiz. 13 volúmenes. Valladolid, en Casa de la Viuda e hijos de Santander, 1789 a 1791.


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