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Diario literario 2024, marzo (parte IV): Juan y Pablo, homenaje a Lino Ventura, Dante en ucrania, Lukács
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Milán, sábado 23 de marzo de 2024
Un día de primavera gris y frío en la mañana, que se hará más luminoso en la segunda parte del día. Mañana ya es Domingo de Ramos, lo que nos recuerda cuán mísero, cuán vano es el proyecto de la existencia. Cuarenta días han pasado desde aquel Miércoles de Ceniza que apenas recordamos. Milano no parece una ciudad especialmente devota. Su historia contemporánea es hechura de los grandes capitales de la industria, los cuales no fueron especialmente dedicados a los ejercicios espirituales. Desde lo alto del Duomo, la Madonnina (la Virgen) ha observado con tristeza cómo los responsables de la ciudad sienten más entusiasmo por las óperas que se presentan en la vecina Scala, que por los oficios religiosos en la imponente catedral. Incluso en el vértigo de Manhattan recuerdo personas que andaban por las calles con la marca de ceniza en la frente, un ritual casi inédito en Milán. Lo mismo con la Semana Santa, que no la observan ni en las oficinas públicas ni en la escuelas. La gran celebración, fuera de toda vinculación con la tradición cristiana, se efectúa el lunes, la llamada “Pascquetta”. Añoro las procesiones de Viernes Santo en mi lejana Valencia. Cuando era niño iba a las procesiones con mi madre. Ya adulto solía hacerlo con Daniel Labarca, mi maestro de cine y devoto de la Virgen del Socorro, santa patrona de la ciudad.
Milán, domingo 24 de marzo de 2024. Domingo de palmas
San Juan y san Pablo
Hoy, una mañana espléndida de primavera temprana. No es todavía un día, es apenas el botón de un día. Con su brillante luz cristalina como el oro puro. Aprovecho para acercarme a la poco agraciada -un verdadero pecado de la arquitectura moderna-, iglesia del sector para escuchar un poco de la misa. Demasiado temprano, y debo contentarme con los ensayos del coro interpretando insoportable melodías de música popular que ahuyentarían al más fiel de los devotos. Quería escuchar los comentarios del sacerdote al Evangelio de hoy, que es el conocido San Juan 12, 12-16:
Al día siguiente, la noticia de que Jesús iba camino a Jerusalén corrió por toda la ciudad. Una gran multitud de visitantes que habían venido para la Pascua tomaron ramas de las palmeras y salieron a recibirlo, gritando: Alabado sea dios, bendito sea el que viene en nombre del Señor, rey de Israel. Jesús encontró un burrito y se montó en él para dar cumplimiento a la profecía.
La profecía a la que se refiere Juan es de Zacarías (9, 9-10):
Celebra grandemente, hija de Zión, hija de Jerusalén. A ti viene tu rey, que es justo y victorioso y humilde y cabalga un asno…
Menos anecdóticos, y fundamento de la teología paulina, es la epístola de la liturgia de hoy, como siempre, de san Pablo, esta vez a los Corintos (1, 15-20):
Hermanos, Cristo es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible: Tronos, Dominaciones, Principados y Potencias. Todas las cosas han sido creadas por medio de él y a la vista de él. Es anterior a todas las cosas y todas en él subsisten. Es asimismo la cabeza de la iglesia. Él es principio, primogénito de todos los que resurgen de la muerte porque tiene el primado sobre todas las cosas. Le ha agradado a Dios que habite en él toda la plenitud y que por medio de él se reconcilien todas las cosas, habiendo pacificado con la sangre de su cruz la cosas que están en la tierra y las que están en el cielo.
Milano, lunes 26 de marzo de 2024. Lunes santo
Lino Ventura
Con el patrocinio de su corresponsal en Nueva York, Daniel Oliveros, el Cine-Club Ambrosiano ha obviado la cinematografía evangélica y ha optado por un pequeño Homenaje a Lino Ventura, el actor italiano que se convertiría en uno de los grandes protagonistas del cinema noir francés. Protagonizó también películas inolvidables de temas políticos, como El ejercito de las sombras, de Jean-Pierre Melville, con una implacable Simone Signoret. Las cintas seleccionadas por el Ambrosiano son: No toquen el botín (Touchez pas au grisbi 1954), de Jacques Becker; Gangsters de Paris (Le rouge est mis 1957), de Gilles Grangier; y A todo riesgo (Classe tous risques 1960), de Claude Sautet. Touchez pas au grisbi señala el debut de Ventura en el cine, al cual accedió gracias a la sugerencia que Gabin hizo a Becker. Se trata de uno de los films más trabajados en la ilustre historia del cinema noir galo. Becker se dedicó a él como el que escribe una buena obra de teatro, línea a línea y no escena a escena. Ventura sorprende su madurez actoral y la plasticidad que le será reconocida por grandes directores como Jean-Pierre Melville, Duvivier o Sautet. Gabin es rescatado del fondo oscuro a donde había caído durante los años de la post-guerra y comenzará una etapa final con actuaciones tan efectivas como en sus primeros tiempos. No se trata de una simple película policial. En aquellos años de relevo generacional (los baby boomers estaban a la vuelta de la esquina), Becker, de la manera más objetiva, explora el tema del prematuro envejecimiento de una generación marcada por los desastres de la guerra. Gabin tempranamente nos hace saber que está a punto de retirarse y dar a paso a los más jóvenes. Truffaut lo escribió en algún artículo, “No es una película sobre el crimen y el castigo, sino sobre la vejez”. La ironía es el instrumento más recomendado en estos casos. Y Becker termina la cinta con una estupenda secuencia donde ilustra la banalidad de las esperanzas del hombre. No obstante, a diferencia de la retorcida ética hollywoodense, en Francia todavía era posible hacer de un serial killer un héroe (Gabin), amado por todos, especialmente por los organizadores del Homenaje a Lino Ventura.
Le rouge est mis, es un cinema noir clásico, con un inteligente tratamiento de la receta básica. En esta ocasión, la joven Annie Girardot, directamente de la Comedie Française asume, inolvidable, el rol de una femme fatale encantadora y divertida, pero no por eso menos peligrosa. Ventura es un malo shakesperiano. Una condición que expresa desde que aparece en escena. Desdoblado, cínico, esquizoide, incontrolable. Es impresionante su gestualidad, precisa, racional, calculada; nada en sus apariciones, ni la mirada, ni el cuerpo, ni su energía, desmienten el mal esencial que define su existencia. Gabin, en otro de los grandes papeles de su madurez, es el violín que acompaña al cello de Ventura en este dueto oscuro, violento, a ratos conmovedor (el amor entre la madre y sus dos hijos; el afecto fraternal de Gabin) y a ratos sensual, con las apariciones de una Annie Girardot, de veintisés años, en una de las primeras de las casi 150 películas en las que trabajó y que, en fecha tan temprana como 1956, Jean Cocteau la reconocería como “El temperamento dramático más intenso de la post-guerra”).
Classe tous risques, de 1960, debería entenderse como un homenaje a Lino Ventura por parte de Claude Sautet, uno de los más finos directores franceses desde Max Ophuls. El verdadero tema del film es la épica del regreso. Perseguido de cerca por la justicia en Italia, el protagonista se pone en contacto con viejos amigos en París a los que ha enriquecido. Sin embargo, todo ha cambiado y la ingratitud es la marca de la conducta humana. Todo ha cambiado en el país natal. Los pretendientes se han quedado con el poder y el héroe es un extraño en su propio país. Se trata de una de las mejores películas de su tiempo, mal entendida o no entendida por los exponentes del nuevo cine francés. La actuación de Valone está a la altura del asunto. El actor, un italiano en Francia, conoce el pan amargo del exilio. Sautet le rinde homenaje a este actor sin cuya presencia el cine francés sería otra cosa, seguramente más pobre.
Milán, martes 27 de marzo de 2024
Leyendo a Dante en Ucrania
Ilya Kaminsky es un poeta ucraniano que vive y enseña en los Estados Unidos (Princeton). Es autor de varias colecciones de poesía y de la Ecco Anthology of International Poetry. Ha traducido a Marina Tsvetaeva, y el año pasado fue uno de los responsables de In the Hour of War: Poetry from Ukraine, una antología de poesía de su país. Estos fragmentos de la lírica de Kaminsky los he traducido del inglés tal fueron publicados en la página digital Asymptote.
En este momento, en alguna parte de Ucrania, mi amigo que tiene una editorial, en la bombardeada ciudad de Kharkiv, ha ordenado la impresión de miles de ejemplares del Inferno. Los camiones llevan armas a Kharkiv. Y, de regreso, vacíos, decidieron transportar miles de copias del libro de Dante. Esta es una imagen de la guerra que ocurre mientras escribo: carros que están llevando armas a la sitiada ciudad que es bombardeada a diario, y se van cargados de libros.
Siete siglos después del nacimiento de Dante, cuando un ciudad es bombardeada, Una mujer escondida en una estación del metro recita versos a sí misma y a otros que La rodean. Una línea de poesía es una especie de escudo invisible, un instante de Cargado silencio, un poco de asombro que llevamos de un cuerpo humano a otro, Que transportamos por medio del lenguaje. Ese discurso memorable a pesar de lo Horroroso que su tema sea, es un bálsamo, una manera de seguir adelante. Y así, hoy en 2022, en nuestro propio tiempo de crisis, escuchamos el eco de Dante Durante la crisis de su exilio, al tiempo que lo hacemos con Bertolt Brecht, otro Exiliado en el medio de la Segunda Guerra Mundial:
¿En tiempos oscuros,
también tendremos canto?
Sí, también habrá cantos
sobre los tiempos oscuros.
La poesía no importa, parece insistir la cultura norteamericana contemporánea. Pero es Infierno es lo contrario. Dante y sus contemporáneos hace tiempo que Yacen en la tierra, ahogado en los ríos, quemados en sus casas durante guerras Infinitas. Sus cuerpos fueron depositados en el planeta. Pero ese libro continúa Con su viaje sobre todo eso. Se encuentra con nosotros. El peregrino sigue Su viaje.
Milán, miércoles 27 de marzo de 2024
La primavera parece haber iniciado una retirada estratégica, permitiendo que, en sus últimas manifestaciones, el invierno se prolongue por unos días. Sin embargo, es un invierno impreciso, con temperaturas que no son del todo frías, pero sí incómodas, híbridas, impredecibles. Mucho me temo que las buenas intenciones de la primavera no son sino una alerta sobre un casi seguro verano sahariano, como el que afectó a Venezuela en días pasados. La inestabilidad del macrocosmos afecta al microcosmos que soy yo. Las nubes se han reproducido en mi cabeza y aunque no llueve allí tan poco disfruto de la claridad necesaria para pensar y escribir. Siento que lo hago en modo piloto automático, sin mayores iniciativas o imaginación. Soy un trompo que no da vueltas y un violín que no suena. Confío en que mañana, Jueves Santo, pueda disfrutar de un poco de disciplina y lucidez.
Madame Bovary
Nunca he sentido mucha empatía por la señora Bovary. Reconozco, no obstante, el coraje que tuvo para luchar por un poco de libertad en aquel ambiente mediocre de la pequeña burguesía francesa, canalla y ávida. No me conmueve su suerte, como lo hace Anna Karenina en una situación no muy distinta. Me consuelo pensando que no puede ser de otra manera. En su empresa de modernización de la literatura de su país, Flaubert insistió en denunciar lo que se conoce “falacia empática”. Según la cual, un personaje literario está bien logrado, o una obra de arte, si nos conmueve en lo más hondo, no importa lo torpe de su presentación. El gran novelista se convirtió en un Arcángel San Gabriel con su flamígera pluma como espada. Su amiga Louise Colet en varias de sus cartas le reclamaba la ausencia de sentimentalidad de sus personajes. La sentimentalidad de Emma pasaba por el lecho de Rodolfo, sin el cual el amor no sería posible. El sexo es la perdición de la joven mujer, no su corazón.
Lukács
Releyendo a Madame Bovary para un seminario he pensado de manera reiterada en Gyorgy Lukács, uno de sus más acerados críticos, algo que no hacía ya no sé cuántas décadas. Sin embargo, para mi generación, y la anterior, el nombre del filósofo húngaro era inevitable. Eran los tiempos, los setenta y ochenta, de la izquierda cultura en todo el mundo. A pesar de lo abstruso de mucha de su producción, lo libros de Lukács eran lo más cerca que puede llegar un libro de filosofía, algo que hoy parece increíble, best-sellers. La novela histórica, ensayos sobre el realismo, El joven Goethe, en ediciones generalmente mexicanas, se agotaban en las librerías. Otros, como Historia y conciencia de clases, eran “incunables”. Repudiado por la crítica oficial de Zinoviev, el cual sería más tarde repudiado él mismo por Stalin, sólo se podía leer en la edición cubana de 197º, que desapareció de los mercados enseguida. Lukács fue el más grande crítico literario marxista, y el marxismo era oficial en las universidades de todo el mundo (menos en España, Argentina, Uruguay y Chile). Pero, además de eso, su existencia tuvo todos los signos de la leyenda. Joven estudioso con Simmel y Weber (ya esto es legendario), dejó atrás a sus maestros para dedicarse al estudio de Marx y a la eventual aplicación de sus teorías. El primer occidental en lograrlo después del fracaso de Rosa Luxemburgo en Alemania. En efecto, de manera inesperada, y no creo que bien vista por Moscú, los comunistas húngaros, dirigidos por el mítico Bela Khun, tomaron el poder y fundaron la República de Consejos Húngaros. Lukács sería su flamante Ministro de Instrucción Pública. Siempre me ha impresionado el candor u optimista de los revolucionarios de izquierda y derecha cuando confían en que sus proyectos sea poco menos que milenario. La confianza con la que Lukács se dirigió a sus compañeros en el acto de fundación del Instituto de Investigaciones Sobre Materiales Histórico de Budapest en un discurso incluido en Historia y conciencia de clases es conmovedora.
La victoria que el proletariado ha obtenido le impone la tarea evidente de perfeccionar hasta los límites de los posible las armas intelectuales que le han permitido hasta ahora sostener su lucha de clase con éxito. Entre esas armas se encuentra naturalmente en primer lugar el materialismo histórico.
Tres meses después, la revolución había sido desalojada del poder y Lukács era un refugiado político viviendo en la pre-nazi Berlín hasta 1933, cuando se marchó a Moscú. Thomas Mann, quien se basó en Lukács para el Naphta de La montaña mágica, decía que el pensador sólo cuando hablaba tenía razón. Algo que, al parecer, no incluía a las autoridades de la URSS, quienes nunca dejaron de desconfiar en las tesis del húngaro, tal como las expuso algunos de sus libros tempranos. Mi Lukács personal era puramente instrumental. Me serví de su Goethe y su tiempo para una larga monografía sobre el poeta alemán en mis primeros años en Educación, y disfruté cada una de sus observaciones sobre la sociedad del autor de Fausto. Más tarde, me detuve en su sectario El asalto a la razón para descubrir algunos aspectos de la sociología del romanticismo alemán soslayado por la mayoría de los especialistas. Poco después, hacia 1971, me llegaría de Penguin Books, desde su sede en Hammesworth, la segunda edición de Language and Silence, el libro de George Steiner donde incluyó El pacto con el diablo, el más apasionante ensayo que se haya escrito sobre Lukács. Soy poco amigo de las citas largas pero quisiera consignar estas líneas para no olvidarlas:
Como todos los críticos también Lukács ha tenido sus aversiones particulares. Detesta (Lukács estaba vivo cuando Steiner escribió estas expresiones) Nietzsche y es insensible al genio de Dostoievsky, pero siendo un marxista coherente, hace de la ceguera una virtud y atribuye A su condena un valor objetivo y sistemático… Sus argumentaciones son ad hominem. Furioso con la visión que del mundo tenían Nietzsche y Kierkegaard, consigna a las personas al infierno espiritual del pre-fascismo. Esta, naturalmente, es una nterpretación errónea y grotesca.
En fecha reciente estos defectos de visión se han hecho más drásticos. El asalto a la razón y los ensayos sobre estética aparecidos hasta ahora están signados por eso. Sin duda está el asunto de la edad. Lukács tenía setenta años en 1955 y sus odios se han hecho más rígidos. También está el hecho de que Lukács está obsesionado por la ruina de la cultura alemana y la de Europa occidental. Sale a la caza de culpables para entregarlos al Juicio Final de la historia. Pero, a mi entender, existe sobre todo un intenso drama personal. Al inicio de su brillante carrera, Lukács firma un pacto con el demonio de la necesidad histórica. El diablo le prometió el secreto de la verdad objetiva. Le concede el poder de impartir la bendición y de emitir condenas en nombre de la revolución y de las leyes de la historia. Pero al regreso de Lukács del exilio, el diablo lo estaba esperaba exigiéndole sus honorarios. En octubre de 1956 (año de la brutal invasión Soviética a Hungría) le tocó con fuerza la puerta.
Pero, aunque lejano en estos días post-históricos, Lukács no está para nada enterrado. Francis Jameson, uno de los críticos más influyentes de la actualidad, le dedicó un estupendo ensayo en su leído Marxism and Form.
Alejandro Oliveros
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