Diario literario

Diario literario 2019, julio (parte II)

13/07/2019

Primo Levi. 1960

Milán, lunes 8 de julio de 2019

Hoy estaría cumpliendo años mi hermana Olga, más joven que yo y mi fiel compañera en los juegos de mi primera infancia. Lectora absorbente e incansable, terminaba los libros cuando yo apenas estaba comenzando. Recuerdo que de regalo de cumpleaños, cuando llegó a los quince, le pidió a mi padre las Obras completas de Lorca, de las cuales ya se había leído lo más importante. Apasionada de Toscana, no conozco a nadie, salvo mi hermano por supuesto, que haya escanciado más botellas del legendario Brunello di Montalcino del apreciado y recién desaparecido amigo Gianfranco Soldera que ella. Su única “desviación ideológica” era un tinto piemontés, el estupendo Bricco dell Ucellone. ¡Salud Olga!

Tiranías: fisiología y fisiopatología

La fisiología de estas formas de dominación (las tiranías) no es ningún secreto. Se han mantenido siempre gracias al apoyo de una degradada institución castrense. Ha sido así desde Grecia, donde el ejercicio de los Treinta Tiranos, repudiados por el colectivo, estuvo garantizado por las fuerzas armadas de la invasora Esparta. En Venezuela en estos momentos no es distinto. El gobierno es detestado de manera unánime, y no estaría en el poder sin el apoyo de un ejército extranjero que lo manipula como el titiritero sus títeres. Sin embargo, es inevitable la enfermedad de un cuerpo político aberrante y abusivo. José Solanes hablaba de “coriolanismo” –de Coriolano, el héroe de Shakespeare que traiciona a su país dirigiendo las huestes enemigas– para referir el amargo caso de los exiliados que se hacen aliados de una potencia enemiga permitiendo la violación de las soberanías. En nuestro caso, se trataría de un “coriolanismo interior”, en el cual un caudillo, como el legendario conde don Julián, abre las puertas al enemigo en la más flagrante de las traiciones a la patria. Al remoto don Julián se le puede perdonar que haya abierto las puertas a un pueblo civilizador y avanzado, como fue el árabe. Cuando el traidor criollo abrió las puertas de nuestras murallas lo que dejó pasar fue un grupo de golfos, ávidos, oportunistas y desengañados revolucionarios en crisis. En medicina, cuando el cuerpo enferma, de su estudio se encarga la fisiopatología. Que es lo que ocurre en Venezuela, donde el cuerpo político es un enfermo crónico en una terapia intensiva que, si bien se prolonga más de lo querido, su desenlace está garantizado. Le toca a los integrantes de la polis actuar para que los síntomas se agudicen y la tiranía llegue a su fin sin indeseables aplazamientos, que es lo que hace, de manera sostenida, la mayoría unánime de los venezolanos activos en los distintos ángulos de la resistencia.

El proceso de Primo Levi

Con el nombre de Scrittori tradotti da scrittori (Escritores traducidos por escritores), Il corriere della sera ha iniciado una nueva serie de títulos puestos en italiano por escritores notables, como Madame Bovary y Por el camino de Swan en las versiones de la cada vez más interesante Natalia Ginzburg; Ricardo III por Patrizia Valduga; El retrato de Dorian Grey, por Franco Ferruci y así por el estilo. Es notable, y se explicaría por sus dimensiones, la ausencia de Moby Dick en el clásico trabajo de Cesare Pavese; no obstante, está representado con su traducción de La autobiografía de Alice B. Toklas, el estupendo libro de memorias de Gertrude Stein. El proyecto de Il corriere es apenas una muestra más del respeto que en Italia se tiene por la traducción, a diferencia de la indiferencia española e hispanoamericana, una lamentable tradición donde hasta Jorge Luis Borges dio muestras de incapacidad en su intento de poner una novela de Faulkner en castellano. En la envidiable serie que comentamos, Kafka está representado por El proceso, traducido por Primo Levi. Difícilmente un traductor más oportuno. A Levi le correspondería protagonizar el absurdo de Joseph K. al verse recluido en un campo de concentración apenas dos décadas después de ser publicada la novela. Por otra parte, y menos anecdótica, es la circunstancia de que la prosa de Levi, la de un científico, guarda más de un parentesco con la de Kafka; especialmente en la longitud de la frase, la precisión adjetival y realismo expresivo. Con estas líneas termina Kafka su libro y Levi su traducción:

Ma sulla gola di K. si posarono le mani di uno dei due signori, mentre l’altro gli spingeva il coltello in fondo al cuore rigirandolo due volte. Con occhi ormai spenti K. vide ancora come i signore, guancia a guancia davanti al suo volto, spiavano l’attimo risolutivo. -Come un cane!-disse, e fu come se la vergogna gli dovese sopravivere.

El final de la pasión y muerte de Joseph es descrito, en la versión del novelista torinés, con la clásica armonía de un pintor de un artista clásico, sin estridencia ni violencia desbordada. El hombre no “aferra” el cuello del protagonista, como se dice en otras traducciones, sino que, simplemente, “pone” sus manos sobre su garganta. Y con los ojos “ya apagados” alcanza todavía a ver el rostro de los asesinos. No hay que recordar que además de impecable narrador, Primo Levi es autor de algunos de los mejores poemas en el italiano de su tiempo.

Milán, martes 9 de julio de 2019

El Sahara en Milán

Después de ser castigados durante más de una semana por un anti-ciclón proveniente de África, del distante Sahara para ser precisos, que nos sumergió en el infierno de los 40ºC a la sombra, hemos tenido hoy temperaturas normales para la estación, siempre calientes pero no criminales ni humillantes. No obstante, la luz sigue siendo poco grata, a ratos agresiva y no precisamente transparente, sin la dulzura de los meses de abril y mayo. Muchas flores, no obstante, disfrutan del tórrido clima y se despliegan con un colorido variado y excitante. Todavía algunas rosas, pero cantidad de geranios y pensamiento, bugambilias y petunias, hermosas y sensuales pero sin la bendita presencia de los bucares y apamates, acacias y araguaneyes del trópico natal.

El Proceso de Primo Levi (2)

En su discreta y admirable “Nota del traductor”, Primo Levi expone algunas opiniones sobre el proyecto de poner a Kafka en la lengua de Leopardi:

Traducir es algo más que leer: de esta traducción he salido como de una enfermedad. Traducir es como ver a través del microscopio el tejido del libro: penetrarlo para terminar involucrado y confundido. Hacerse cargo de este mundo decepcionado donde todas las soluciones lógicas son frustradas. Se viaja con Joseph K. por meandros vacíos, por tortuosas vías que nunca conducen a donde uno esperaba.

No creo que Kafka me sea muy afín. Con frecuencia he tenido la sensación de enfrentarme a una colisión, a un conflicto, con la inmodesta tentación de resolver a mi manera los nudos del texto e imponer mi manera de escribir a la de Kafka.

He tratado de no ceder a esta tentación. Consciente de que no existe un modo “justo” de traducir, me he confiado más al instinto que a la razón y me he limitado a una línea de rectitud interpretativa, en lo posible honesta, aunque no siempre con la misma coherencia porque no todas las paginas presentaban los mismo problemas.

Por lo demás, hice todos los esfuerzos para alcanzar un equilibrio entre la fluidez y la fidelidad al lenguaje. Cuando en el texto, visiblemente atormentado y controversial, aparecían contradicciones opte por conservarlas.

La adoración de los magos. Siglo XVI. Bernardino Luini

Bernardino Luini en Milán

De la manera más casual, en un café cualquiera, me encuentro con un grueso volumen, generosamente ilustrado, sobre los trabajos de Bernardino Luini para la iglesia milanesa de San Maurizio. De Luini recordaba los frescos trasladados a la Pinacoteca de Brera y el vistoso políptico sobre la deposición en otra iglesia de la ciudad, pero desconocía y desconozco lo de San Maurizio. A propósito de los 500 años de la muerte de Leonardo da Vinci es justo y necesario recordar los nombres de aquellos maestros ingratamente desplazados por la historiografía convencional, que quisiera limitar a pocos nombres la grandeza del arte del Renacimiento, privando a sus lectores de experiencias no menos relevantes y epifánicas. Artistas como Ambrogio de Predis, seguramente el autor de no pocos fragmentos de las grandes pinturas del Da Vinci y dueño de una exquisita iconografía. O Francesco Melzi, uno de los discípulos preferidos del maestro florentino. O Andrea Solari, leonardiano insigne, así como Gianpretino y Luini, verdadera gloria de la pintura del Renacimiento lombardo y decorador de San Maurizio, sujeto del revelador volumen que me encontré al azar en un café cualquiera. Luini, de todos, tal vez sea el más conocido. Proust al detenerse en la fisonomía del famoso Swan dice que su rostro recuerda uno de los tres reyes en una adoración de Luini.

Milán, miércoles 10 de julio de 2019

Bernardino Luini en San Maurizio

No quisiera exagerar pero visitar la iglesia milanesa de San Maurizio ha sido una de las experiencias con el arte del Renacimiento más emocionantes en décadas. Algo parecido a lo ocurrido con otra iglesia, la veneciana San Giorgio degli Schiavoni para el encuentro con un sector privilegiado de la pintura de Carpaccio. En San Maurizio todo sorprende, desde la planta de una sola nave, como la de una basílica de la Roma imperial, sin cruz latina ni cúpula pero inspirada en el racionalismo arquitectónico del Bramante, residente de la ciudad de Milán durante algunos de sus mejores años. La ingratitud de la historia ha borrado de los anales el nombre del arquitecto de este templo extraordinario, un verdadero compendio del arte de la construcción funcional, ningún desperdicio, todo bellamente en su puesto y extensamente decorada por Luini y su familia. La reciente restauración ha descubierto un tesoro del arte del primer Cinquecento. Luini fue uno de los mejores discípulos de Leonardo y, a diferencia del maestro, demostró un dominio de la pintura parietal comparable al de artífices como Rafael o Miguel Ángel. Desde hoy, San Maurizio se ha convertido en lugar obligado de peregrinaje en mis reiteradas estadías en esta ciudad lombarda.

Primo Levi en Venezuela

Un oportuno artículo en The Guardian sobre Si esto es un hombre, primer libro publicado, y el más difundido, de Primo Levi. El autor, un periodista londinense, destaca el dramático contraste entre las condiciones de vida en un campo de exterminio nazi y las suyas en la capital británica, donde todo se da por seguro, como en cualquier ciudad europea que se respete: la electricidad, el gas, el agua, el teléfono, los alimentos, la salud. Aunque el contraste sigue siendo abismal, una visita a Venezuela del columnista de The Guardian le revelaría una situación, que no siendo para nada la de Auschwitz, tiene no poco de las trágicas condiciones de una realidad concentracionaria. Cinco millones de sus habitantes no han encontrado una solución mejor que el exilio con todas sus infamias y humillaciones. Primo Levi, en su caso, se habría sorprendido amargamente.

Milán, jueves 11 de julio de 2019

Albert Camus, René Char y Gustavo Aguirre

Es conocida la amistad entre Camus y Char. No pocas afinidades electivas mantuvieron viva esta relación ejemplar que duraría hasta la muerte prematura del autor de La peste. La no menor de estas afinidades fue la intensa experiencia mediterránea que ambos asumieron con pasión. La de Camus producto de su infancia y adolescencia argelina, y la de Char asumida hasta el final en su provenza natal, no muy distante del legendario Mont Ventoux desde cuya cumbre Petrarca vio lo que nadie había visto en su siglo: la llegada de un nuevo tiempo. Entre los planes de Camus para la época estaba el de comprar una casa en las inmediaciones de la montaña, a poca distancia del domicilio de Char. A finales de los años cuarenta, el poeta comienza a publicar en la editorial Gallimard, de la cual Camus era uno de los directores literarios. En 1949 le hace llegar el manuscrito del poemario Les matinaux a Gaston Gallimard, quien le comunica su aceptación. Camus, después de leer esta copia, le escribe el 7 de noviembre de 1949:

Mi querido René,

Sí, creo entender y estoy contigo. La verdad es que antes de encontrar la moral hay que encontrar el amor. De otra manera los dos mueren. La tierra es cruel. Los que de verdad se aman deberían nacer juntos. Sin embargo se ama más a medida que se vive, y es la vida misma la que nos aleja del amor. No hay salida  –como no sea la suerte, el resplandor– o el dolor.

Les matinaux te engrandece aun más. Avanzas con seguridad –por este camino, al menos– sin vacilar. Para ti todo da frutos –uno de los pocos creadores de hoy en día.

Te escribo desde la cama. Una recaída de mi vieja enfermedad. Seis meses horizontalizado y después seis de montaña. El recogimiento no es fácil. Ya superé la edad del sueño. Y después de todo, mis esfuerzos constantes han sido para rechazar la soledad, la diferencia, lo íntimo. Quisiera estar   Pero tenemos un destino, es mi única creencia. Y para mí es esta lucha donde nada es fácil.

Te escribo como un amigo y hermano. Sin embargo no creas que estoy triste, sabes que tengo la filosofía. Hago mis mejores votos por ti, los votos más calurosos y te deseo suerte… Hasta luego con todo mi afecto.

Albert Camus

(Albert Camus-Rene Char: Correspondance 1946-1959. Gallimard. Folio 2017)

Una selección de Les matinaux fue bellamente traducida por el vate argentino Raúl Gustavo Aguirre e incluida en su Antologia de René Char (Ediciones del Mediodía. Bs As, 1969). Aguirre, que fue amigo de Char y fue invitado por el francés a visitarlo en 1974, mantuvo una privilegiada correspondencia con Char, poco dado a amigos nuevos y visitas, durante unos treinta años. En 2014, preparada por la viuda de Char y con un prólogo del amigo Rodolfo Alonso, Gallimard publicó el intercambio epistolar (René Char – Raul Gustavo Aguirre: Correspondance 1952-1983. Collection Blanche 2014). En la primera de las cartas, Aguirre escribe, en francés en el original: “Incluso si veinte años y el mar nos separan, desde hace mucho tiempo (Raúl Gustavo apenas tenía veinticinco años) me he ocupado de su poesía y vuelvo a ella continuamente. He terminado por no creer sino en usted”. La selección de Ediciones del Mediodía es un trabajo de casi veinte años y, para no pocos lectores, se trata del mejor libro de poemas de Aguirre.


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