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Por Helena Carpio

Los focos de calor en la Amazonía venezolana se duplicaron en esta temporada seca, en comparación con todas las temporadas anteriores en registro. El promedio de focos detectados entre agosto 2023 y marzo 2024 es el doble del promedio entre agosto 2001 y julio de 2023, encontramos en un análisis de datos satelitales del sensor MODIS de la NASA. En la Amazonía hay bosques, sabanas, herbazales y arbustales, pero durante estos últimos ocho meses los bosques registraron el mayor aumento de fuego. La gran mayoría de los incendios en Venezuela son comenzados por humanos directa o indirectamente, según expertos.   

La Amazonía abarca el 51% de la superficie terrestre de Venezuela –extendiéndose entre los estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro—, y es la región con mayor aumento de focos de calor en esta temporada seca, comparada con las veintitrés temporadas anteriores, que son todas las temporadas en registro. Esta región contiene alrededor del 70% de los bosques del país y también las cuencas hidrográficas más importantes para el consumo humano y la generación hidroeléctrica.

En Prodavinci analizamos 1.1 millones de focos de calor registrados por el sensor MODIS de la NASA desde el año 2000, cuando comenzó este registro satelital, hasta el 31 de marzo de 2024, y encontramos que el promedio de focos detectados en la Amazonía durante esta temporada seca aumentó 201% con respecto al promedio de todas temporadas las anteriores. Según expertos, la gran mayoría de los incendios en Venezuela son antrópicos, es decir, son de origen humano.

En 2024 la Amazonía venezolana sufrió su peor mes de focos de calor en registro. Marzo 2024 tuvo 165% más focos que el peor mes anterior, marzo de 2010.

Estos récords amazónicos son parte de uno nacional: Venezuela atraviesa los peores meses de incendios desde que la NASA detecta focos de calor, encontramos en un análisis de estos datos satelitales. Esto implica un aumento en focos en todas las regiones fisiográficas de Venezuela, definidas por su geografía física, como la cordillera de la Costa, cordillera de los Andes, Guayana, Los Llanos, plataforma continental, llanuras costeras, y valles y serranías del sistema Falcón-Lara-Yaracuy. Para analizar la Amazonía, unimos la región de Guayana con las llanuras deltaicas de Pedernales y Barima, una subregión dentro de la plataforma continental y llanuras costeras. 

Si comparamos el número de focos registrados entre agosto de 2023 y marzo de 2024 con el promedio de la misma temporada durante los últimos veintitrés años, los focos aumentaron 149% en Los Llanos, 142% en la Cordillera de la Costa, en la Cordillera de los Andes 128%, en la plataforma continental, islas y llanuras costeras 165%, en los valles y serranías de Falcón-Lara-Yaracuy 100%, y en la Amazonía venezolana, la región con mayor aumento en todo el país, 201%.

Hay varias formas de definir la Amazonía. Es una región biogeográfica, también la cuenca del río Amazonas, el más caudaloso del planeta y el segundo más largo, además es el nombre del bosque tropical más extenso e importante del mundo. Si se clasifica desde la biogeografía, la ciencia que estudia la distribución de los seres vivos sobre la Tierra y toma en cuenta la diversidad biológica y cultural de un sitio, la Amazonía abarca alrededor de 7 millones de kilómetros cuadrados. Es el equivalente al territorio de Australia o dos veces el de Argentina, y atraviesa 8 países: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela. 

Dentro de Venezuela, usando ese criterio biogeográfico, la Amazonía abarca todo el Escudo guayanés y el delta del río Orinoco, conteniendo la mayor diversidad de especies del país y las cuencas hidrográficas del río Orinoco, Caura y Caroní, este último responsables de producir el 70% de la electricidad que consumimos.

Esta temporada no solo duplicó el promedio de focos en la Amazonía. Cada mes tiene más de 200% de aumento en comparación con su promedio de los últimos veintitrés años. Agosto de 2023 tuvo 200% más focos que el promedio de todos los agostos anteriores. Septiembre tuvo 269% más focos, noviembre 202%, diciembre 212%, enero 251%, febrero 246% y marzo 335% más focos que su promedio.

¿Qué se está quemando en la Amazonía venezolana?

En la Amazonía venezolana hay bosques, herbazales, sabanas y arbustales de diferentes tipos. El mayor aumento de incendios en esta temporada se registró en los bosques. Si comparamos el promedio de focos de todas las temporadas secas anteriores con esta temporada, los focos se duplicaron en los bosques siempreverdes de tierras bajas, bosques ribereños, bosques de pantanos y bosques semicaducifolios o semideciduos.

Aunque los sensores satelitales de la NASA que utilizamos para este análisis detectan anomalías de temperatura y reflectancia sobre la superficie terrestre, subestiman los incendios en bosques. La estructura de un bosque tiene tres capas: la copa de los árboles o dosel arbóreo, ese techo de hojas y ramas que filtra la luz solar; el sotobosque, que está bajo la copa y antes del suelo; y el suelo del bosque. Desde su órbita espacial los satélites escanean la superficie. Cuando los incendios ocurren debajo del dosel, son difíciles de detectar. El techo del bosque esconde la anomalía térmica.

Desde 2001 al presente, los focos de calor detectados en la Amazonía venezolana han estado, en su mayoría, en las sabanas: 41% en sabanas arbustivas y/o arboladas y 9% en sabanas abiertas. Los bosques han registrado el 26% de los focos, entre bosques siempreverdes de tierras bajas (10.8%) y bosques semicaducifolios (10.5%), y también bosques ribereños (6.9%), caducifolios, de pantano, de manglares, de palmas, entre otros.

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Bosque de pantano. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque de pantano. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque semideciduo o semicaducifolio. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque semideciduo o semicaducifolio. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque deciduo o caducifolio. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque deciduo o caducifolio. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque ribereño. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque ribereño. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque siempreverde. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Bosque siempreverde. Fotografía del Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela, de Provita.

Si comparamos el promedio de focos entre 2001 y 2023 dentro de la Amazonía, con el promedio de la temporada actual, los incendios se duplicaron en los bosques siempreverdes de tierras bajas (227.9%), cuyos árboles mantienen sus hojas incluso en sequía; bosques ribereños (220%), que crecen en las orillas de los ríos; bosques de pantano (218%), adaptados a terrenos inundables; y bosques semicaducifolios o semideciduos (203%), cuyas especies dominantes pierden entre uno y tres cuartos del follaje durante la sequía.

La conducta del fuego, su intensidad de propagación y velocidad, está relacionada al combustible que se queme. Por ejemplo, en las sabanas el fuego se mueve más rápido que en bosques. La vegetación de sabanas —gramíneas, en su mayoría— es más inflamable, entre otras cosas, por su estructura química y porque sus ciclos de vida son cortos: crece rápido, muere y se seca rápido, acumulándose en el suelo. Los bosques son más húmedos y tienen plantas leñosas, con troncos gruesos y ciclos de vida más largos. La vegetación que muere y cae en el suelo es más densa y permanece húmeda, entonces es menos inflamable. 

Estos meses secos tuvieron temperaturas récord, en gran medida por el Niño y los efectos del cambio climático. Enero 2024 es el enero más caliente en registro para el planeta, ocurrió lo mismo con junio de 2023, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre, ocho meses consecutivos. El clima influye en los incendios porque genera déficits hídricos, produciendo más combustible. Si la temperatura es más caliente del promedio, degrada los ecosistemas haciendo que las plantas que no están adaptadas a esas condiciones, mueran y se acumulen. También seca las plantas, haciéndolas más inflamables. 

“Hay una fuerte sequía que no se veía en los últimos 60 años al menos. El río está tan bajo que la comunidad [en el alto Caura] no ha podido trasladar la cosecha de cacao desde enero para aprovechar los buenos precios que hay en el mercado”, explica Luis Jiménez, coordinador general de la fundación Phynatura, que trabaja con comunidades amazónicas para promover una relación sostenible con el bosque y que ha logrado la conservación de más de 150 mil hectáreas de bosque. 

La Amazonía es la región con más cantidad de áreas protegidas del país. Allí se encuentran 8 parques nacionales, incluyendo los dos más extensos: el Parque Nacional Caura y el Parque Nacional Parima-Tapirapecó. También hay 22 monumentos naturales y un refugio de fauna silvestre. Estas categorías de áreas protegidas están destinadas a la conservación estricta y regulan la actividad humana. El 22.4% de los focos detectados en la Amazonía venezolana en los últimos siete meses están dentro de áreas protegidas, es un promedio similar al histórico entre los años 2001 y 2023, de 21.2%.

¿Dónde aumentaron más los focos de calor en la Amazonía venezolana?

Las causas naturales de incendios son, por lo general, relámpagos (en zonas templadas) o erupciones volcánicas. Pero en Venezuela, que está sobre el ecuador, no hay volcanes y los relámpagos suelen estar acompañados por lluvia. La gran mayoría de los incendios en el país son generados por humanos, según expertos. Desde una quema de basura que se sale de control, la quema de un área boscosa para abrir espacios de construcción, a un pirómano que quema por diversión o una línea eléctrica que genera chispa por falta de mantenimiento, los humanos comienzan los incendios directa o indirectamente. 

Aunque la Amazonía representa la mitad del territorio del país, contiene apenas el 6% de la población. El uso del fuego en la región está relacionado a actividades económicas como la agricultura, ganadería y minería, y también a prácticas culturales.  

De los tres estados amazónicos, Delta Amacuro tuvo el mayor aumento de focos registrados en esta temporada. Si comparamos la temporada actual con el promedio de focos de calor de cada temporada, entre agosto y julio de 2001 a 2023, Delta Amacuro registró 361% más focos. Las cinco parroquias con mayores aumentos de la región también pertenecen al estado: Pedernales, Virgen del Valle, Francisco Aniceto Lugo, Rómulo Gallegos y Almirante Luis Brión.

Incendios (polígonos rojos) en el estado Delta Amacuro (polígono amarillo) registrados entre 1 de enero y 6 de mayo de 2024. Datos de ServirAmazonia, que utiliza focos de calor detectados por el sensor VIIRS de la NASA y los clasifica a partir de ubicación, intensidad, duración y velocidad.

Incendios (polígonos rojos) en el estado Delta Amacuro (polígono amarillo) registrados entre 1 de enero y 6 de mayo de 2024. Datos de ServirAmazonia, que utiliza focos de calor detectados por el sensor VIIRS de la NASA y los clasifica a partir de ubicación, intensidad, duración y velocidad.

Pedernales fue la entidad con mayor aumento en toda la Amazonía, con 1.266% más focos de calor en estos últimos meses, en comparación con todas las temporadas anteriores. Pedernales es parroquia frontera con el estado Monagas, y está en la transición entre sabanas arbustivas, herbazales de pantano, bosques de manglares y bosques de pantano. “Es una de las zonas de mayor actividad agrícola y especialmente ganadera del estado. El uso del fuego está asociado a la deforestación que se realiza para ejercer esa actividad”, explica Aiskell Andrade, directora del Centro de Estudios Regionales Joseph Gumilla, un centro de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) extensión Guayana, que desarrolla líneas de investigación especializadas sobre la región. Pedernales limita con la parroquia Virgen del Valle al este, la segunda parroquia con mayor aumento en la Amazonía, con 785% más focos esta temporada. Contiene el mismo tipo de vegetación y actividades económicas que Pedernales.   

El estado Bolívar registró 297% más focos y las parroquias con mayores aumentos fueron: Pedro Cova, en el municipio Piar, con 487% más focos que su promedio; Moitaco, en el municipio Sucre, con 444%; y Guaniamo, en el municipio Cedeño, con 441%.  

En el municipio Piar y en Roscio, el municipio que limita al este con Piar, “tienes toda la deforestación de la Sierra de Imataca, Sierra de Nuria, que son dos sierras importantes de reservorios forestales, que han venido siendo explotadas por una compañía forestal minera” explica Andrade. “El municipio Piar siempre fue una zona de uso forestal, pero en la parroquia Pedro Cova en particular también hay un aumento de actividad minera que no había antes", dice.

Andrade dice que en el estado Bolívar ha disminuído la actividad agropecuaria y ha aumentado la minería y explotación maderera, “entonces no podríamos decir que la causa del aumento de los focos de calor podría ser por un aumento de la actividad agropecuaria”. En los municipios Roscio y Sifontes esa reducción está asociada al desplazamiento hacia la actividad minera y a la presencia de grupos armados, explica. 

Amazonas fue el estado con menor aumento de los tres, con 197% más focos, casi el doble. Y la peor parroquia fue la Sierra de Parima, en el municipio Autónomo Alto Orinoco, con 322% más focos esta temporada que en el promedio de las últimas veintitrés. En segundo lugar está Mavaca, en el mismo municipio, con 195%. Ambas parroquias están en territorio Yanomami y dentro del Parque Nacional Parima-Tapirapecó, que protege la naciente del río Orinoco. Mavaca es fronteriza con Brasil; la Red Amazónica de Información Socioambiental Georeferenciada (RAISG) ha detectado actividad minera ilegal en esa frontera. La tercera con mayor aumento es Sipapo, en el municipio Autónomo Autana, con 147% más focos.  

“Las comunidades indígenas usan el fuego para limpiar las áreas de conucos, pero son superficies pequeñas, de máximo 2 hectáreas por familia”, explica Luis Jimenez de Phynatura.

Los conucos están separados entre sí, rodeados de bosque, “lo que permite que el mismo bosque sea un amortiguador del fuego y luego aporte biomasa y semillas para la recuperación y regeneración natural del espacio”, explica. “Este año han sido sumamente cuidadosos con la quema y los conucos. La principal acción es no abrir nuevos espacios para conucos por la sequía”. 

  La combinación entre un periodo seco largo e intenso, que ha degradado los ecosistemas amazónicos, aumentando el riesgo de grandes incendios, más el aumento de actividades mineras y de explotación maderera y las prácticas tradicionales de quema en el sector agropecuario y por pueblos indígenas, puede explicar el aumento de focos, según Andrade. 

Es una tormenta perfecta para la Amazonía.  

¿Por qué es importante lo que ocurre en la Amazonía? 

El bosque amazónico es hogar del 10% de las especies conocidas por la ciencia, según el World Wildlife Fund. Entre ellas unas 2.5 millones de especies de insectos, 1.300 de aves y 430 de mamíferos. También tiene más especies de peces de agua dulce que cualquier otro sistema fluvial. 

La Amazonía crea su propio clima, generando alrededor de la mitad de sus lluvias, manteniendo sus temperaturas y estabilizando temperaturas regionales. Este bosque es como un gran organismo que se mantiene vivo a sí mismo, mientras genera lluvias que se extienden hasta Argentina, apoyando la agricultura de todo el hemisferio. La Amazonía juega un rol en los sistemas hidrometeorológicos del hemisferio, influyendo en el clima y la lluvia de América del Sur. 

Dentro del bosque habitan 1.5 millones de indígenas que pertenecen a unos 385 pueblos diferentes. Sus conocimientos sobre plantas, animales y prácticas sostenibles representan una importante riqueza de información para la humanidad. Por ejemplo, el “curare”, una preparación de plantas amazónicas que se unta en la punta de las flechas para paralizar presas, inspiró y mejoró los relajantes musculares que se utilizan en quirófanos

“Las comunidades indígenas son los héroes anónimos de la conservación, muchos monitorean activamente sus bosques”, explica Peter Veit, investigador del World Resource Institute, que encontró que los bosques manejados por pueblos indígenas extrajeron cada año entre 2001 y 2021, 340 millones de toneladas de carbono de la atmósfera: el equivalente a las emisiones anuales de combustibles fósiles de toda Gran Bretaña. Los territorios indígenas sufren un declive de hábitat y biodiversidad, por lo general, más lento que otros territorios, según el Informe de la Evaluación Mundial sobre la Diversidad Biológica y los Servicios de los Ecosistemas (IPBES).  

La Amazonía también es un guardián natural del clima de la región porque almacena 150 mil millones de toneladas métricas de carbono en troncos, hojas y raíces de árboles, en la materia orgánica acumulada en el suelo y en toda la biomasa. Pero cuando talan estos árboles se libera carbono a la atmósfera en forma de dióxido de carbono. Como otros gases de efecto invernadero, la molécula de dióxido de carbono retiene la energía que entra a la atmósfera por radiación solar, calentando el planeta.

La deforestación degrada el bosque, que es un sistema interconectado complejo con millones de organismos interactuando, debilitando su capacidad de autosostenerse. En muchos casos se usa fuego para deforestar. Por la reacción química que genera, el fuego libera rápidamente carbono a la atmósfera. Estos incendios, junto a la pérdida del bosque, explican porque hay zonas que hoy emiten más dióxido de carbono del que absorben

Desde 1970 la amazonía ha perdido el 17% de su cobertura arbórea. Por 65 millones de años el bosque amazónico ha sobrevivido variabilidad climática, pero científicos creen que para 2050 partes del bosque habrán colapsado, convirtiéndose en sabanas y herbazales.  

Venezuela contiene apenas el 5.6% de todo el bosque amazónico, sin embargo concentra el 32% de todas las minas ilegales detectadas. El Arco Minero del Orinoco, decretado por Nicolás Maduro en 2016 como territorio para la explotación minera, abarca una cuarta parte de la Amazonía venezolana, según la RAISG.

La Amazonía venezolana está entre las más amenazadas de América del Sur. En los últimos seis años el ritmo de deforestación se aceleró, concentrándose en bosques naturales poco intervenidos, según Bosques en desaparición: Deforestación en Venezuela 2016-2021, un informe de Clima21, organización sin fines de lucro dedicada a la promoción de derechos humanos ambientales. Venezuela es el país amazónico que más pierde sus bosques naturales no perturbados.

Metodología

Este trabajo utilizó dos bases de datos con 4.450.965 focos de calor en total. Una contiene 1.196.382 focos de calor detectados por el Espectrorradiómetro de imágenes de media resolución, conocido como MODIS, un sensor a bordo de los satélites Aqua y Terra de la Agencia Espacial Norteamericana (NASA). La otra base de datos contiene  3.254.583 focos de calor detectados por el Radiómetro de imágenes en el infrarrojo visible, conocido como VIIRS, un sensor a bordo de las misiones Suomi NPP, NOAA-20 y NOAA-21. Para este análisis solo utilizamos los registrados por Suomi NPP, con el propósito de verificar los resultados del análisis de focos de calor MODIS. Ambos sensores son parte del programa FIRMS (en inglés: Fire Information for Resource Management System).

1. Focos detectados por MODIS en Venezuela de FIRMS (NASA), desde enero 2001 al 31 de marzo de 2024.

2. Focos detectados por VIIRS Suomi NPP en Venezuela de FIRMS (NASA), desde enero 2012 al 31 de marzo de 2024.

Para realizar los análisis geográficos, primero definimos los criterios para delimitar la Amazonía venezolana. A partir de la consulta con expertos decidimos utilizar la delimitación biogeográfica de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG). Para traducir esos límites regionales en una delimitación nacional, dividimos Venezuela en regiones fisiográficas utilizando la base de datos del profesor Jorge A Naveda, profesor del Postgrado de Ecología, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, y del Postgrado de Análisis Demográfico para el Desarrollo, IIES-UCAB, y nos concentramos en la región de Guayana, sumando las unidades fisiográficas de las llanuras deltaicas de Pedernales y las llanuras deltaicas de Parima, ambas en el delta del Orinoco.

3. Regiones fisiográficas de Venezuela: una capa vectorial basada en el estudio de Alfonso Freile (1962), creada y compartida por José A Naveda. Para el análisis usamos las “provincias” y “unidades fisiográficas”.

Luego de tener los polígonos amazónicos identificados, utilizamos dos bases adicionales de datos geográficos en QGIS, un sistema de información geográfica (GIS) para analizar la prevalencia y distribución de focos.

4. Unidades de vegetación de Venezuela: una capa vectorial creada por María A. (Tina) Oliveira-Miranda en 2013. Parte de "Riesgo de colapso de los ecosistemas terrestres de Venezuela y su relación con el riesgo de extinción de mamíferos y aves", tesis doctoral en Ciencias Biológicas de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas.

5. División político administrativa de Venezuela, nivel 3, una capa vectorial por la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

Puede descargar nuestra base de datos de focos de calor MODIS detectados en Venezuela (enero 2001 - 31 de marzo 2024), cruzada con las regiones fisiográficas del país según Naveda, y con la división político-administrativa, en formato abierto csv. (comma separated value) en este enlace.

Créditos

Dirección general: Angel Alayón y Oscar Marcano.

Jefatura de diseño: John Fuentes.

Texto: Helena Carpio.

Análisis de geodatos: Helena Carpio.

Edición: Luisa Salomón, Ángel Alayón y Oscar Marcano.

Concepto gráfico y montaje: John Fuentes.

Infografías: Franklin Durán.

Visualización de datos en Flourish: Helena Carpio.

Redes sociales: Salvador Benasayag y Carolyn Manrique.

Agradecimientos: Tina Oliveira Miranda, Vilisa Morón y Edgard Yerena

Caracas, martes 7 de mayo de 2024