Fútbol

Vinotinto contra el País Vasco: un rompecabezas por armar

12/10/2018

Fotografía de SeleVinotinto – Facebook

Goleó a Venezuela un equipo que no había jugado un partido desde hace más de dos años. Uno que no entrena con regularidad; uno que más que un equipo representa a un deseo, una protesta, un reclamo de reconocimiento. El País Vasco no forma parte de la FIFA y por eso la goleada no contará en las estadísticas, pero el repaso futbolístico quedó en la retina de todos.

Tampoco es para alarmarse. Al final de cuentas, pocos saben a ciencia cierta cuál es el motivo de estas convocatorias. Y si de allí saldrá el 11 final.

A lo mejor un jugador debe ser olvidado por su club para que Rafael Dudamel se apiade (espaldarazo lo llaman algunos analistas) o jugar muy bien para que el técnico lo salude y lo devuelva, como sucedió con Josef Martínez. Otros se cuelan de última hora por lesiones y terminan haciéndolo mejor que el resto. Ahí está Eduardo Bello para contarlo.

De hecho, no es una cuestión de vida o muerte perder contra la selección de Euskadi. Van tres derrotas al hilo: 4-3, 3-1 y ahora 4-2. Once goles recibidos ante una representación amateur, que además jugó este último partido con la mayoría de los suplentes de los suplentes, pues España está de gira y otros convocados regulares están lesionados o pidieron permiso para no sumarse.

La historia pues dice que han sido superiores históricamente. Dudamel puede refugiarse allí y pasar la página. Incluso por ahí caminaron sus palabras a la salida del estadio de Mendizorroza: “Iremos etapa por etapa, armando el rompecabezas para armar un equipo fuerte. Los centrales han estado impecables. Roberto Rosales regresó de muy buena forma”.

Que los centrales no hayan mostrado las lagunas de partidos anteriores es bueno. Y sí, Rosales mostró su jerarquía. Incluso el central Yordan Osorio dio pinceladas de buenos modales. Sin embargo, pareciera que el elogio es demasiado premio para la zaga cuando el equipo recibió cuatro goles.

La mayoría de los problemas se centraron en los volantes de recuperación, es cierto. La pareja Romero-Figuera no funcionó. La pasividad para despejar segundas jugadas fue desesperante. Sin embargo, los defensas no lucieron peor porque los rivales bajaron el acelerador y desafinaron en los disparos al arco de Rafa Romo (comprometido en el cuarto gol).

¿Para qué sirve un amistoso? De la respuesta a esta pregunta dependen todos los análisis que sea hacen de la Vinotinto. ¿Para demostrarle confianza a los jugadores que no ven minutos en sus clubes? ¿Para hacer grupo? ¿Para probar recambios en posiciones específicas? ¿Para ejecutar en caliente los ejercicios teóricos? ¿Para buscar una dinámica de resultados positiva? ¿Todas las anteriores?

Tomando una o todas las interrogantes anteriores, quedarán inmensas dudas sobre lo que está haciendo el estratega con Venezuela. Este no es el equipo que sale al contragolpe del fin de la eliminatoria a Rusia 2018. Tampoco es el conjunto ofensivo que, por ejemplo, la alineación contra el País Vasco podría hacernos creer.

Y es aquí cuando se multiplican las dudas. ¿Por qué al ahora lesionado Salomón Rondón le cuesta tanto llegar al arco? ¿Por qué ese mismo sufrimiento se contagia con el resto de atacantes, incluso con Josef que marcó un récord de goles en Estados Unidos? ¿Por qué no hay un sustituto para Tomás Rincón? ¿Por qué le cuesta a Venezuela dar tres pases seguidos?

Se hace evidente el corto circuito entre lo que algunos jugadores le pueden dar a sus clubes, ya sea Josef, Rondón, Rosales, Savarino, Otero, Soteldo, Murillo o Bello, por nombrar algunos, y lo que ejecutan una vez que son convocados por el estratega nacional, llámese Dudamel, Noel San Vicente, César Farías o Richard Páez.

Y sí, es cierto que Páez nos entregó el mejor fútbol que cualquier selección venezolana ha dado hasta el momento. Y que Farías logró competir con su cuchillo entre los dientes. Sin embargo, cuando se engloban todas las eliminatorias y se obvian algunos momentos muy puntuales, queda claro que esa simbiosis entre lo requerido y lo ofrecido ha sido esporádico. La consecuencia es que Venezuela no ha podido clasificar a un Mundial ni ha alcanzado una final en la Copa América.

Tal vez por eso Dudamel acierta cuando le llama rompecabezas a la Vinotinto. No solo es difícil encontrar las figuras que calcen, en el camino también se van perdiendo piezas. Y ese ejercicio requiere tanto esfuerzo y genera tanto desgaste, que al final solo queda la frustración.


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