Poesía

Un poema póstumo de Paul Celan

23/12/2017

Paul Celan en París / Fotografía de Lufti Özkök, 1963.

“Wolfsbohne”* (Baya de lobo), el título del poema, enigmático, como no pocas cosas en su autor, hace referencia a una gramínea, una haba que se utiliza poco y, la mayoría de las veces, como abono.

Su mención en el texto debe ser una alusión puramente personal. El poema fue publicado, en el Times Literary Supplement el 16 de mayo de 1977, siete anos después de la muerte de Celan. Fue terminado en octubre de 1959, el mismo año de poemas como “Todesfuge”, y recogido en el grueso volumen de poemas póstumos publicado en castellano por Editorial Trotta.

Las imágenes son familiares y las alusiones: el origen judío, los campos de concentración, la fijación con la madre, la paranoia, real e imaginada, los fantasmas de un pasado imborrable, el complejo de culpa.

La sintaxis también; fracturada, convulsiva, recuerda el “Anatole“, de Mallarmé. En ambos casos, la relación filial. La del padre con el hijo, en el francés; la del hijo con la madre en los versos de Celan. El enemigo, en el “Anatole”, es la muerte tan temprana.

En “Wolfsbohne” el enemigo es doble: el pasado  y la culpa de haber sobrevivido, por una parte; por la otra, la conciencia terminal de que el pasado no es tan pasado. Y el verdugo adopta apariencias que no sospechamos. Como la persecutoria viuda del lírico surrealista, también judío, Yvan Goll, a quien Celan tradujo y ayudó con sus papeles. Sin causalidades comprobadas, Madame Goll  se trazó como proyecto existencial la tarea, nada ardua, de destruir al poeta desterrado. Al final, sólo las aguas del Sena le sirvieron de salida.

*

Oh, ustedes flores de Alemania
mi corazón se convierte en cristal
que no puede mentir, donde se
prueba la luz cuando… Alemania.
HÖLDERLIN

Así como las casas de los judíos
 (un recuerdo de la
devastada Jerusalén) algo debe quedar
siempre sin terminar.

JEAN PAUL

 

Pasen el cerrojo: hay
rosas en la casa.
Hay
siete rosas en la casa.
Un candelabro de siete brazos
en la casa.

Nuestro
hijo
lo sabe y duerme.

(Lejos, en Mijailovska,
en Ucrania, donde ellos
me asesinaron padre y madre: ¿qué
florecía allí, qué
flores? ¿qué
flor, madre,
te hirió
con su nombre?
Madre, tú
que decías “baya de lobo”, no:
lupino.

Ayer
vino uno de ellos
y te asesinó
de nuevo en mi poema.

Madre,
madre, ¿qué mano te apreté
cuando fui
con tus palabras
a Alemania?

En Aussig, siempre decías, en
Aussig, sobre el Elba
en fuga,
los asesinos, Madre
vivían allí.

Te escribí cartas.
Madre, no llegó respuesta.
Llegó una respuesta.
Escribí cartas.
Madre, ellos escriben poesías.
No las escriben,
si no fuese por el poema
que escribí para ti
y para tu Dios
Loado sea, dijiste,
y alabado tres veces
Amén.

Madre, se callan,
permiten
que la maldad
me difame.
Madre, nadie
responde a los asesinos.

Madre, ellos escriben poesías.
Oh, Madre
cuántos campos ajenos
llevan tu fruto!
lo llevan y nutren
a los que nos asesinan.

Madre, estoy
perdido.
Estamos perdidos.
Madre, mi hijo
se parece a ti.

Pasen el cerrojo.
Hay rosas en la casa.
Hay siete rosas
en la casa.
Un candelabro de siete brazos
en la casa.
Nuestro hijo
lo sabe y duerme.

Madre.

*

(Una versión muy diferente este texto fue recogido en mi Poetas en la tierra baldia)


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