Actualidad

Guaidó en Puerta del Sol

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

26/01/2020

El termómetro marcaba tres grados centígrados. Madrid amaneció nublado. Durante el día cayó una fina lluvia que invitaba a quedarse en casa o a realizar labores que no tuvieran que ver con estar a la intemperie. Pero Juan Guaidó había llegado de París como parte de su gira europea, y se había anunciado un encuentro con los venezolanos residentes en Madrid a las seis de la tarde.

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

Guaidó fue recibido por las principales autoridades de la Comunidad de Madrid a las cuatro de la tarde. El edificio sede queda justo al frente de la Puerta del Sol. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad, le entregó la Primera Medalla Internacional de la Comunidad de Madrid. Mientras esto ocurría, la diáspora comenzó a reunirse en la Puerta del Sol. Familias enteras, madres, el despachador de Glovo que había conseguido un hueco en el trabajo para no perderse al presidente de la Asamblea Nacional hablando desde la puerta de la centenaria pastelería Mallorquina. Un grupo de personas que formaban parte de la organización del evento, repartía carteles. Una señora preguntó :

―¿Estáis regalando los carteles?
―Sí, señora. ¿Cuál quiere?
―El que dice “Maduro Dictador”

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

A esa hora todavía se podía caminar por la zona. La gente aprovechaba para hacerse selfies frente a las enormes banderas de España y Venezuela que adornaban la fachada de la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid. Pasaban los minutos y llegaba más gente. No todos venezolanos; también se veían algunas banderas bolivianas, de alguno de los países bolivarianos y, sobretodo, muchas banderas españolas. La masa de gente se acumuló frente al edificio donde iba a salir Juan Guaidó. La policía del ayuntamiento de Madrid comenzó a restringir la movilidad de las personas. El tráfico automotor no podía circular desde temprano. 

En medio de la lluvia y el frío, una señora propuso ir practicando el Himno Nacional “para cuando saliera el presidente”. Se empezó a escuchar: “Gloria al bravo pueblo…” y poco a poco, como un virus que se contagia se le fueron agregando voces.

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

Un señor con acento español le recomendaba a unos jóvenes que se quitaran las gorras de la bandera de Venezuela porque para él esa gorra representaba a Maduro. Cerca de las seis ya no cabía más nadie en la Puerta del Sol. Alguien del protocolo trató de decorar la tarima con los colores patrios. Cuando desplegó la tela roja, unas voluntarias le gritaron que no querían saber nada del rojo. Tanto fue el escándalo que dejaron la tarima sin decoración. 

Guaidó apareció a las siete, pero todavía no alcanzaba la tarima. La gente comentaba la cantidad de meses y años que tenía viviendo en España, qué estaba haciendo para mantenerse, y las enormes ganas de regresar a Venezuela. No se podía circular, los que estaban en Sol por turismo, y no por Guaidó, no entendían lo que pasaba. Unos entraban por una de las puertas del Corte Inglés para poder salir al otro lado de la calle. Otros se quejaban en distintos idiomas. 

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

Un animador se atrevió a comenzar a calentar el ánimo de los asistentes. Repetían consignas como “Libertad, Libertad, Libertad”. Al rato, la locutora y actriz Ana María Simons, haciendo las veces de maestra de ceremonia, presentó a “El papá de Miranda, el esposo de Fabiana, el hijo de Norka…” 

Guaidó tomó el micrófono. Era su oportunidad de dar una faena en Puerta del Sol. Pidió perdón por los errores cometidos, aclaró que los venezolanos solos no podían salir de la dictadura. Dijo que no todo estaba perdido. Habló para la diáspora. 

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

Felicitó a los diputados que no sucumbieron a los millones de dólares ofrecidos para que traicionaran a la Asamblea Nacional, y no dejó de hacer algunos chistes solo para venezolanos. Frente a la tarima, una muchedumbre con sus teléfonos móviles en alto, grababa todo para dejar registro de un día histórico. Seguía soportando el frío, la lluvia. Y aplaudió al final. 

Una señora a mi lado se despide: “Mis hijos ya tienen cuatro años aquí. Yo, dos meses. En nombre de Dios, que salgamos de esto. Solo quiero que regresemos a mi país”


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