Fotos Rodrigo Picón
EL HAMBRe Y LOS días
Alejandro Gutiérrez: “Creían que todo lo podían resolver con importaciones”
La política de precios colapsó y la mejor evidencia es que el mismo gobierno está violando los controles de precios y de cambio, llegando a acuerdos con el sector privado para importar alimentos con sus dólares y vendiéndolos por encima de la regulación.
Los trabajos del economista Alejandro Gutiérrez, quien ha convertido el tema alimentario en el centro de sus investigaciones, tienen una especial relevancia en una sociedad donde la escasez de productos básicos y el empobrecimiento alcanzan niveles inéditos. Su voz es una de las más autorizadas en la materia: profesor titular de la Universidad de Los Andes, doctor en estudios del desarrollo, consultor del Banco Mundial, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
Paso a paso explica las causas del fracaso en la política agroalimentaria de los últimos 18 años y afirma que a pesar del feroz deterioro en la calidad de vida, la administración de Nicolás Maduro aún no toma las medidas necesarias para cambiar el rumbo e iniciar la recuperación.
Para la revolución bolivariana, que está en el poder desde 1999, el tema de la producción agrícola y agroindustrial ha ocupado un lugar preponderante. El Gobierno entregó créditos, combatió el latifundio, creó empresas agroindustriales, repartió subsidios, exoneró impuestos, distribuyó maquinaria agrícola, creó sistemas de riego e implementó experimentos productivos socialistas como los Fundos Zamoranos. ¿Qué dicen las cifras sobre el resultado de esta estrategia?
Si tomamos las cifras del Ministerio de Agricultura y Tierras, tenemos que en 2015 el valor de la producción agrícola por habitante a precios constantes, es decir, ajustados por la inflación para poder comparar año a año, es 20% inferior a la de 1998. Entre 2012 y 2015, el descenso es de 11%. En cuanto a la industria de alimentos, también tomando en cuenta el tamaño de la población, hay un descenso de 20% respecto a 1998 de acuerdo con el índice que elabora el Banco Central de Venezuela para medir el volumen de la producción.
Realicé un trabajo para determinar las calorías disponibles en relación a los requerimientos de la población. Se basa en cifras oficiales, disponibles hasta 2013, y en un modelo econométrico para calcular el período 2014-2016. Esto me da base para afirmar que el habitante promedio venezolano tiene un consumo de calorías que está por debajo de sus requerimientos.
Allí vemos el período en su totalidad, pero la estrategia obtuvo resultados positivos entre 2003-2008, cuando de acuerdo con su trabajo "El sistema alimentario venezolano: evolución reciente y bases para el diseño de una nueva estrategia", la producción agrícola por habitante creció 1,6%. ¿Por qué hubo este repunte, aunque pequeño, en esos años?
Entre 2003-2008 el Gobierno inyectó una enorme cantidad de recursos, financiamiento, subsidios, crédito. Un aspecto relevante es que se trata de un crecimiento muy inferior a las tasas que registró el resto de la economía. El efecto negativo del control de precios y el control de cambio no se notó mientras hubo suficientes divisas para importar, pero recordemos que durante 2007, en pleno auge de la bonanza petrolera, hubo una escasez muy fuerte; tanto, que este es uno de los factores que influyó para que Hugo Chávez perdiera el referendo para aprobar la reforma de la Constitución.
¿Podría resumir qué explica el descenso constante en la producción a partir de 2008?
A partir de 2008 los precios permanecen controlados por largo tiempo y se golpea la rentabilidad. El efecto de los controles de precios está previsto en cualquier texto de economía: si se fija un precio de venta al público por debajo del que equilibra la oferta con la demanda, se genera un exceso de demanda y surgen los mercados negros. El control de cambio entorpece las importaciones que necesita el sector, las expropiaciones de tierras golpean la inversión privada, empresas agroindustriales que fueron estatizadas se vuelven poco eficientes, no hay repuestos para reparar la maquinaria, aparece la insuficiencia de semillas. Creían que todo lo podían resolver con importaciones porque había dólares provenientes del petróleo, pero cuando se cayó el precio del barril el país se quedó sin divisas. Esa es la situación que tenemos ahora.
Hubo un aumento muy importante del crédito al sector agrícola a tasas de interés preferenciales, lo que se traduce en un subsidio que pagan los depositantes. Usted dice que en el período 1998-2013 la cartera crediticia de la banca comercial y universal, en términos reales, creció al ritmo promedio anual de 15,1%. No obstante, precisa que hay una pérdida de eficiencia del crédito agrícola. En el lapso 1998-2003, por cada bolívar medido a precios constantes otorgado en préstamos, se obtenían 14,6 bolívares de producción, pero en el lapso 2008-2013 esta relación disminuyó a 2,2. ¿A qué se debe el fenómeno?
En algunos años este financiamiento se sintió en rubros que son fáciles de controlar como el caso de los cereales. Otra parte se desvió. La morosidad de los créditos al sector agrícola es muy elevada, el Banco Agrícola de Venezuela tiene una tasa de morosidad de casi 8% y la de la banca en general no llega a 1%. Muchos créditos se desviaron. Recordemos que la agricultura se convirtió en una actividad no rentable. Pero es bueno señalar que ha habido un cambio importante en el financiamiento: en 2015 y 2016 la cartera agrícola obligatoria en términos reales, es decir, descontando la inflación, sufrió un descenso.
El 19 de enero del año pasado el Gobierno anunció la creación de nueve motores para impulsar la economía. Uno de ellos fue el agroalimentario. ¿Cree que habrá una recuperación de la producción?
El anuncio de los "nueve motores" no nos hizo pensar que 2016 sería un mejor año en producción agrícola y de la industria de alimentos. No había insumos agrícolas, buena parte de la maquinaria estaba paralizada por falta de repuestos. El Gobierno no les anunció los precios a los productores en el momento oportuno; por ejemplo, la cosecha de maíz, en el momento que se recogió no tenía un precio definido. Era evidente la caída de la producción agrícola, de la producción de la industria de alimentos y también de las importaciones, como en efecto ocurrió. Por eso hubo un gran desabastecimiento.
El Gobierno ha permitido importaciones de alimentos que se financian con dólares adquiridos en el mercado paralelo. Estos productos están en los anaqueles a precios muy superiores a los regulados. ¿Colapsó el control de precios?
Así es. La política de precios ha colapsado y la mejor evidencia es que el mismo Gobierno está violando los controles de precios y de cambio llegando a acuerdos con el sector privado para que importen alimentos con sus dólares y los vendan a precios por encima de la regulación. El Gobierno violentó su propia política de control de precios para garantizar un mínimo de oferta.
En algunos casos, como el de la producción avícola, que necesita maíz amarillo y soya, el Ejecutivo ha llegado a acuerdos con los actores de la cadena avícola para que traigan con sus dólares maíz amarillo a precios del mercado internacional. Hablamos de dólares a precios del mercado paralelo. Lógicamente, ese maíz amarillo incrementa el costo de producir pollos. Por eso se vende a precios muy superiores a los establecidos por el control de precios. Pero el Gobierno no hace nada porque hay un acuerdo tácito para no cumplir con la Ley de Precios Justos.
En enero de 2016 se creó el Consejo de Economía Productiva donde los empresarios se sientan con representantes del Ejecutivo en mesas de diálogo para encontrar soluciones. ¿Por qué cree que esto no ha dado resultados positivos?
Las mesas de diálogo comenzaron a principios del año 2016 y no hubo solución de los problemas de suministro de insumos, de repuestos. De ahí no salió nada concreto porque, como era previsible, sin dólares se fundieron los motores que anunció el Gobierno. Ahora se ve el impacto de quedarse sin divisas para importar y haber implementado una estrategia que se sostenía en el debilitamiento del sector privado porque se le consideraba un enemigo para desarrollar el proyecto del socialismo del siglo XXI.
También el 11 de julio del año pasado se creó la Gran Misión Abastecimiento Soberano, en la que se reforzó el rol del sector militar en la economía. La Misión está a cargo de un comando encabezado por el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, quien tiene atribuciones para dictar regulaciones, directrices y medidas especiales a empresas y regiones. ¿Piensa que esto va en la dirección correcta para disminuir el desabastecimiento?
La misión está en manos del sector militar, que tiene conocimiento de logística. El problema es que está enfocada en distribuir los pocos productos disponibles y la falla fundamental es de oferta. Eso sigue sin resolverse.
Actualmente en Venezuela hay problemas de oferta por el cierre de empresas, la ausencia de inversión en los últimos años, tecnología atrasada. Si se concreta la posibilidad de aplicar un ajuste que busque reanimar la economía, ¿cómo levantar el control de precios en estas circunstancias?
Hay muchos precios que se pueden liberar inmediatamente, no solo en el caso de los alimentos sino de muchos bienes y servicios que están regulados. El Estado es incapaz de controlar todas las decisiones que toman los productores y los consumidores. Pero hay que tener en cuenta el impacto social. Por eso el desmontaje solo es posible en un programa de estabilización macroeconómica y de emergencia. Necesariamente, durante un período de transición, el precio de un grupo de alimentos básicos debe permanecer regulado con revisiones periódicas. Un aspecto clave es la necesidad de obtener financiamiento en el exterior para contar con suficientes dólares e importar alimentos en una primera etapa, mientras se normaliza la producción, y crear un plan de transferencias directas a los hogares de menos recursos para que soporten el ajuste de precios y no haya una convulsión social. Para obtener financiamiento se requiere un plan integral y de calidad que, entre otras cosas, tenga claro cómo corregir el déficit fiscal que se está cubriendo con emisión de dinero que impulsa la inflación.
¿Desde su punto de vista el control de cambio debe eliminarse de una sola vez como se hizo en 1989 y 1996 durante los ajustes implementados por los expresidentes Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera?
El desmontaje podría ser por etapas. La tasa de cambio comercial (para importaciones y exportaciones) se podría flexibilizar o liberar y al mismo tiempo crear un mercado legal en el que la gente pueda comprar dólares. Pero ese mercado, que sería con intervención del Banco Central de Venezuela, necesita suficientes reservas internacionales. Nicolás Maduro perdió la oportunidad en 2013 de aplicar un programa de estabilización macroeconómica, prefirió ser fiel al legado de Hugo Chávez y Jorge Giordani. Ahora la enfermedad ha avanzado mucho. En 2013 se necesitaba mucho menos para financiar un programa de estabilización, hoy se estiman unos sesenta mil millones de dólares.
¿Qué propone en el caso de las empresas expropiadas que tienen severos problemas de producción?
Hay que privatizar y hay que decirlo sin miedo a las etiquetas. Y se comienza privatizando las empresas más pequeñas, las más fáciles de vender. Siempre habrá capital nacional o extranjero dispuesto a invertir. Se necesitan señales muy claras para los inversionistas nacionales y extranjeros; en el tema de las tierras expropiadas hay que explorar desde devolverlas a sus antiguos propietarios hasta venderlas y promover empresas mixtas.
Un aspecto importante es reactivar lo antes posible las cadenas de producción y eso requiere recuperar el acceso a materia prima, abordando el tema de la deuda que tiene el sector privado con casas matrices y proveedores en el exterior. ¿Qué hacer?
Si se crea un mercado cambiario legal y se liberan precios a fin de que se restablezca la rentabilidad las empresas pueden acceder a divisas a través de ese mercado, por eso es vital la flexibilización del mercado cambiario. Pero, nuevamente, eso se requiere un crédito que permita fortalecer las reservas internacionales.
Presentación
LOS DATOS Y LAS CAUSAS
TESTIMONIOS
Por Roberto MAta
1. "Mis compañeros de trabajo me dan algo de comer" Leydis Mariana Farfán
2. "Mi niña está jugando y me busca: 'Papá, tengo hambre'" Alcibiades Lozano Guerra
3. "Mi esposo y yo nos acostamos sin comer, lo que hay se los damos a los niños" Sugey López
4. "A mis hijos les duele la barriga y la cabeza por pasar hambre" Milagros Jiménez
5. "He llorado por dos harinas de maíz" Natasha Salvador
6. "Estamos a punto de empezar a pasar hambre" Ana Bello
7. "No hago cola para comprar comida porque es muy peligroso" Dilcia Pimentel
8. "Me estoy acostumbrando a vivir sin los productos de la ciudad" Adolfo Marquina
9. "Nunca pensé que tendría que dejar de trabajar para comprar comida" José Luis Marín
CRÓNICAS
1. Un Estado paralizado por el hambre; Por Diego Marcano
2. Todo cuanto se olvida detrás del hambre; Por Sheyla Urdaneta
3. Luis en Guanta, contra la ballena blanca del hambre; Por Ari De Sousa
4. Comer basura: la última esperanza para sobrevivir; Por Yorman Guerrero
5. Aulas contra el hambre; Por Indira Rojas
6. Entre el hambre, las sobras y un plato de sopa en un hospital infantil de Caracas; Por Marcy Rangel
ENTREVISTAS
Por Víctor Salmerón
1. Carlos Machado Allison: “Es brutal el atraso tecnológico en el sistema agroalimentario”
2. Alejandro Gutiérrez: “Creían que todo lo podían resolver con importaciones”
3. Luis Pedro España: “El Gobierno tiene una política social fuera de contexto”
4. Susana Raffalli: “La idea de que esta crisis la vamos a resolver con ayuda humanitaria es un mito”
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