Diario literario

Diario literario 2023, agosto (parte II): Constanza en Provenza, Black Angel, L’ephémère, Morel, ninfa dormida, Julio César y Tibouren, Viejo Stefan, Porquerolles, La ronda de Schnitzler

Vence, Francia. Fotografía de Scott Loftesness | Flickr

12/08/2023

Vence, sábado 5 de agosto de 2023

Constanza

Constanza cumple años hoy bajo el cielo líquido de Provenza, con su dulce luz que han tratado de recrear las retinas privilegiadas de los mejores artistas del arte moderno, desde Cezanne, Matisse van Gogh hasta Nicolas de Staël. Provenza, con Grecia y Toscana ha sido el anfiteatro de las grandes culturas occidentales del Mediterráneo. Una tierra bendita, la provenzal, y un privilegio estar aquí, por tercera o cuarta para este día tan querido. A pesar de que hoy es, también, el día de un episodio no del todo meridional, cuando en algún momento de la Edad Media, inmortales desencadenaron una nevada sobre Roma. Se conmemora así la jornada de Nuestra Señora de las Nieves. En una vieja poesía, rogaba yo a los dioses por un milagro parecido. Nada menos que una nevada, en el paisaje de la calurosa Valencia venezolana, que cayera sobre la cabellera castaña de Constanza. Santa Teresa advertía sobre las oraciones recibidas y respondidas de buena manera. Los celestiales me complacieron en exceso. Y si no en Valencia, son muchas las nevadas que han caído sobre la cabeza de mi hija, cuando, de la manera menos esperada, escogió Italia como residencia. Hoy estamos en un paisaje neutral, ni Venezuela ni Italia, para celebrar la fecha al lado de Alessandro

Fotograma de Black Angel. 1946

Ángel negro

Finalmente le he podido poner las manos, en este caso los ojos, a Black Angel, la brillante  película de Roy William Neil, estrenada en 1946 e injustamente relegada. El carácter especialmente “negro” de la historia contada, no hizo fácil su difusión esos tiempos de victorioso optimismo de la post-guerra estadounidense. Setenta años después, por la falta de disponibilidad, tampoco pudo ser incluida en el recordado ciclo sobre el Cinema Noir que organizara el Luxor Cine-Club de Caracas durante los meses de la pandemia.  Y que incluyó recónditos clásicos como La escalera, de Siodmack etc. Angel negro, cuyo guión es de Ron Chanslor  (Johnny Guitar) se despliega alrededor de la insólita  muerte de la femme fatale, la hermosa y efímera Constanca Dowling, en los primeros quince minutos del film. La sospechas del espectador se dirigen, por supuesto, hacia el siempre sospechoso Peter Lorre, quien fue uno de los últimos en visitar a la víctima. Pero la responsabilidad de la actuación la asumió un proteico Dan Duryea y una inolvidable June Vincent, fatalmente atada a su inepto, falso y acusado marido. La elegante estructura del film, con sinuosos travellings y esmerados acercamientos, son los de un maestro del cine USA de los 40’s, una actividad transformada   por las influencias de los europeos llegados durante la Segunda Guerra, Premminger, Jean Renoir, Wilder, Siodmack, Zinemman. La fotografía, con sus marcados contraste, su virtuosismo de cámara es de Paul Ivano recordado por viejos  clásicos como El sospechoso, con el memorable protagonismo de Laughton, que dirigió el mismo Robert Siodmack, uno de los grandes y olvidados maestros del cine de la primera mitad del Siglo XX.

L’ephèmere

Ayer, paseo por Saint-Paul-de-Vence y la Fondación Maeght, uno de la topografías soñadas durante mis primeros con la revista POESIA. Aparte de ser el locus privilegiado donde se presentaban muestras de artistas venerados como Giacometti o De Staël, la Fundación editaba L’Ephémere, la más exquisita revista literaria de su tiempo, de cuya redacción se encargaron Gaëtan Picon (sólo en el primer número), Yves Bonnefoy, Andre du Bouchet, Claude Sebastian y, hacia el final, Michel Leiris y Paul Celan. Logré mantenerme en contacto con la secretaría de la redacción y a menudo recibía los elegantes sobre de la Fundación enviados desde la legendaria dirección. Al final, fui privilegiado con la colección completa de la publicación, una de las joyas de mi biblioteca. Haber pasado por allí me llevó a esos momentos de dorada juventud. Provenza es el paisaje ideal para soñar. Como lo entendieron los asiduos visitantes al hermoso pueblito de montaña, desde Picasso a Lino Ventura.

Carquerainne, domingo 6 de agosto de 2023

Borges y Bioy

Una vez tuve en mis manos, pero no me duró mucho, el diario de Bioy Casares dedicado a Borges, de quien fue amigo constante y compañero de grandes aventuras literarias (las únicas aventuras de Borges fueron siempre literarias), entre las que recuerdo una estupenda Antología de la literatura fantástica. Para este corto viaje de vacaciones, me traje el El oro de los tigres en la versión italiana, pulcramente anotada, de Tomasso Scarano. Al llegar a esta casa, invitado por Constanza, lo primero que encontré en la biblioteca fue la traducción francesa de La invención de Morel, realizada por Armand Pierhal. No recuerdo si aparece en la edición original, pero esta viene precedida por uno de esos prólogos que, ellos solos, habrían inmortalizado al autor de Historia universal de la infamia. Las ingeniosas intuiciones vienen, como siempre acompañadas de remotas y exquisitas lecturas en las cuales Borges encuentra alguna afinidad con la novela de Bioy. Esta vez, las inquietantes Vuelta de tuera, de Henry James y El hombre sobre la tierra, de Julien Green. Morel, un libro elitesco, popularizó acaso  cuando Alain Resnais lo señaló como una de las fuentes de su enigmática El año pasado en Marienbad. En el libro de Bioy el protagonista, como se recordará, es un fugitivo venezolano, acaso una prefiguración del país fugitivo en el que se ha convertido Venezuela.

Carquerainne, lunes 7 de agosto de 2023

Ninfa dormiente

Teresa Battaglia, comisaria de la División de Homicidios de la remota ciudad italiana de Udine, es llamada por el Ministerio Público para que se encargue, de un “cold case”. Que es como se llama entre policías a los casos sin resolver. Se trata en esta ocasión en una investigación cerrada hace más de setenta años, pero nuevas evidencias presionaron a las autoridades para reabrir las pesquisas. En un retrato titulado por su autor “Ninfa dormiente” (Ninfa dormida), el título de la novela se han encontrado, al procederse a la autenticación de la obra, trazas de sangre entre los colores empleados por el autor. La cuestión es que se trata no sólo de vulgar y sanguínea sangre, sino que, en el examen ultramicroscópico, fueron halladas trazas de fibras del miocardio. Con tan inquietante hallazgo, comienza Ilaria Tuti su más reciente novela policial, siempre con la comisaria Battaglia a cargo de resolver el crimen. La diferencia es que esta vez el Alzheimer de la detective, que conocemos desde Flores sobre el infierno, ha empeorado: “Me llamo Teresa Battaglia, soy una comisaria especializada en “profiling”. Esta podría ser la última  que llevo a cabo. Y, por primera vez en mi vida, tengo miedo de no poder salvar a nadie, ni siquiera a mí misma”. Tiene razón la policía. Aparte de la distancia cronológica, la investigación se complica porque el autor del retrato lleva la misma cantidad de años recluido en un manicomio. En ese tiempo no ha pronunciado una sola palabra. Ilaria Tuti es una de las novelistas del género más difundidas en toda Europa. Sus historias siempre son inquietantes. Sus personajes sienten la tentación del mal extremo, distantes de la banalidad y en las cercanías de lo impensable.

Tolon-Bandol

Ayer de paseo por Tolón, uno de los puertos más importantes del Mediterráneo francés, aunque sin la excitación de ciudades portuarias vecinas, como la francesa Marsella o la italiana Génova. Una topografía chata, con el más anónimo de los mares. No obstante, todos recordamos Tolón por la brillante gesta guerrera de un joven Napoleón quien, al mando de las tropas no siempre bien entrenadas de la Convención revolucionaria, ocupó el puerto y desalojó de manera humillante la fuerzas de la coalición integrada por Inglaterra, España, los y contingentes de la contrarrevolución francesa. A cargo de la capitulación estuvo el  general Woods, experto en humillaciones, al haber sido el mismo que, años antes, se había rendido ante Washington. La historia le ofreció esta oportunidad al joven coronel corso quien enseguida intuyó que, después de Tolón, la historia de Francia lo tendría como único protagonista hasta su caída en el ingrato Waterloo.

Bandol, por el contrario es una pequeña y grata ciudad turística frente a la hermosa bahía de Bandol. Pero no son estos encantos los que la hacen una de las poblaciones más atractivas de esta parte de Provenza. Sino sus vinos, especialmente los rosados (los blancos y tintos son igualmente buenos cuando provienen de Chateau Pradeaux), bueno para el consumo en estos días del calor. Por lo demás, están hechos para eso, para ser consumidos mientras jóvenes. Su importante producción permite que sus precios sean todavía accesibles. Hay que llegar a Bandol para brindar por las glorias del “petit caporal” en la vecina y aburrida Tolón.

Carquerainne, martes 8 de agosto de 2023

No sólo de libros

Clos Cibonne es una propiedad de apenas quince hectáreas dedicadas en parte a la producción de vinos que se negocian bajo la denominación Côtes de Provence con una producción de millones de botellas, en especial de vinos rosados, para muchos, aquí me incluyo, entre los mejores del mundo. La particularidad de Clos Cibonne es que sus vinos, en su mayoría rosados, son producidos con el vitiño Tibouren, casi desaparecido hasta que André Roux, el propietario, orientó sus empeños a rescatarla y desarrollarla. Que los caldos producidos con Tibouren hayan sido reconocidos por el exigente paladar de Julio César debería ser suficiente. Que las papilas gustativas del autor de la Guerra de las Galias estaban tan desarrolladas como su genio militar, lo sabía Cleopatra quien, en su primer encuentro con el romano, dispuso de unas ánforas de Falerno, producido en Campania y el único vino con denominación de origen controlada de su tiempo.

Circe

Este año el verano ha estado atenuado, a veces un poco demasiado para los bañistas, por la insistencia del “Circe”, un accidente climático que ha estimulado la presencia de frescos vientos mistrales. Gracias a esta actividad, los hermosos cielos provenzales han estado despejados, produciendo, en horas de la mañana, esos azules que Cezanne recreó, literalmente, en sus telas. Pero casi toda Provenza es en efecto cezanniana, los azules del mar y los cielos, los verdes de la pinetas, cipreses y olivos, el rosa amarillento de las paredes, el gris deslizante de sus rocas y, sobre todo, el amarillo oro sol que compartió con todos los maestros de su generación. En un momento alucinado no es difícil sentir que vivimos en una de sus telas. Estuve aquí por primera vez más bien tarde en mi vida, y lo hice después de vivir unos meses en Nápoles. Si allá es el triunfo permanente del mito, Provenza es un monumento a la racionalidad. Incluso su inspirada poesía trovadoresca. Los grandes vates y trovadores, Arnaut Daniel, Bertrand de Born y decenas de oros, inventaron la poesía moderna, administrando la inspiración y alejándola de desbordamientos religiosos o pre-románticos.

Carquerainne, miércoles 9 de agosto

Julio Cesar

Hablando de Julio César y su refinado paladar, un nueve de agosto, pero de 84aC, consumó su derrota definitiva de Pompeyo en la gesta de Farsalia donde de nuevo dio muestras de ser uno de los mejores estrategas de todos los tiempos. A falta de Falerno, abro una botella del más discreto de los Tibouren para brindar a la memoria del último de los grandes estadistas de Occidente.

La ninfa dormiente

Ilaria Tuti es una bienvenida representante de la nueva novela policíaca europea. Sin las complicaciones metafísicas de Dürrenmatt, ni la acidez de Vázquez Montalbán, la Tuti se acoge a las reglas convencionales, narraciones esquemáticas en las cuales el formalismo consiste en un aparente informalismo. Los malos son los malos y los buenos son los buenos. Incluso más neurótica que el Maigret de Simenon, a la comisaria Teresa Battaglia no le pasa por la mente transgredir los viejos códigos, no importa los viejos o inútiles. El escenario de la Tuti es igualmente esquemático: el bosque es la geografía de los bajos instintos, del miedo y del mal pre-banalidad del mal, mientras que la gramática urbana es la única posibilidad de justicia y libertad, con las limitaciones del caso. La autora, sin embargo, ajena la banalidad que la estructura esquemática puede propiciar, complica la narración con una dolorosa circunstancia ya anunciada en su anterior Flores sobre el infierno: la brillante comisaria Battaglia es presa de un Alzheimer, como todos, indetenible e incurable.

Stefan Zweig. Ilustracion de Arturo Espinosa | Flickr

Viejo Stefan

¿Quién que es no se la leído alguna vez a Stefan Zweig? Para la generación de mis padres, en la Venezuela de los años 45-48 y la dictadura, fue una lectura obligada. También lo sería, con reiteradas reservas por la generación del 57-58, que no le perdonaba ser tan claro, tan poco joyceano o faulkneriano, tan popular y superficial. Prejuicios que heredó la mía, la cual ya no siquiera leía sus celebradas biografías. El primero que me llamó la atención sobre la grandeza de Zweig, a mi regreso de los Estados Unidos, fue Rafael Cadenas. Me llamó la atención sobre una narrativa para mí desconocida, una ignorancia heredada de mis padres, cuya lecturas del austríaco no se limitaban a las consabidas biografías, sino que se extendían hasta El mundo de ayer, la trágica autobiografía. Se refería Rafael a las narraciones breves de Zweig, y tenía razón. Tal vez, aparte de algunos estudios biográficos, como los de Fouché y Montaigne, sean nouvelles como Amok, Confusión de sentimientos, Las bodas de Lyon, Ardiente secreto, Carta de una desconocida, El amor de Erika Ewald, Episodio en el lago de Ginebra, Regreso del pasado,  o El librero Mendel. En su conjunto, la mejor descripción de la trágica caída del imperio austro-húngaro, con las de Jospeh Roth y Musil. Ahora, recogido en un precioso volumen de la Bibliothèque de la Pléiade, que encontré entre los libros de esta casa, releo las páginas que dedica Zweig a uno de los episodios más patéticos de la historia del más grande de los alemanes de todos los tiempos, como hombre, pensador y poeta. Hablo de Goethe, por supuesto. Como en el caso de Shakespeare, una sola de sus obras es suficiente para garantizarle de ser el miglior fabro del parlar materno. Al bardo inglés, con una sola de sus tragedias es suficiente. Al alemán, autor del Fausto, le bastaría solo con un poema para ser aceptado como el vate más inspirado de su parlar materno. De este poema se encarga de Zweig en una maravillosa crónica ficcional. Fue incluida en su difundido libro Grandes horas de la humanidad, con el título de “Elegía de Marienbad”, que es como se la llama el poema. Sobre el texto de Goethe, incluyendo fragmentos de su traducción, he escrito en otras páginas de estos diarios. La “Elegía de Marienbad” canta el fracasado amor de Goethe al no poder acceder a la mano de una joven de la nobleza germana. La madre, consciente de que los honores de Goethe eran tantos como sus años (setenta y cuatro), se negó a las pretensiones del poeta, con el cual me identifico plenamente (tengo setenta y cinco, en lo único que lo supero). Unas líneas de la “Elegía”:

 

He perdido el universo, no soy dueño de mí mismo,

yo qué había accedido al favor de los dioses,

me han puesto a prueba al concederme a Pandora,

tan beneficiosa como arriesgada,

me han empujado hacia la boca feliz y generosa

y me la niegan ahora, reduciéndome a la triste nada.

Porquerolles. Fotografía de Marc Depotte | Flickr

Carquerainne, viernes 11 de agosto de 2023

Porquerolles

A pocos kilómetros de aquí se encuentra l’Ile de Porquerelles, una de las reservas naturales piratas y corsarios desde la Edad Media y hasta el Renacimiento, cuando Francisco I ordenó la construcción de una cantidad de fuertes y fortalezas para eliminar esta amenaza para la integridad y soberanía de Francia. Después pasó a manos de distintos miembros de la nobleza y luego fue preferida de los grandes burgueses de los siglos XIX y XX. Uno de los últimos han sido Edouard y Charles Carmignac, quienes, crearon una Fundación, al parecer siguiendo, a una escala más modesta, el modelo de la Maeght, que organiza cantidad de actividades culturales. Tal vez la más espectacular sea la exposición anual monográfica que convoca a los mejores artistas de la contemporaneidad. Durante el 2022 presentaron la colectiva Le songe d’Ulysse (El sueño de Ulises) curada por el italiano Francesco Stocchi (Bienal de Sao Paul 2021) con un texto adaptado del conspicuo Achille Bonito Oliva. Entre los muchos artistas reunidos: Baldessari, Clemente, Basquiat, Eliasson, Richter, Sherman, Urs Fischer, Barceló, Nauman, Raysse. Pero también Schieke, Klein, Warhol, De Kooning, Lichstenstein, Odilon Redon, Man Ray. Los organizadores se empeñaron, a través de tantas imágenes, de presentar un Ulises en medio del laberinto de su existencia, en la cual la salida no era sino un nuevo ingreso al cumplimiento de un destino marinero. La salida al laberinto de Ulises, como lo cantó Dante, se encuentra, y lo encontró, en el fondo del mar proceloso. Este año, la Carmignac dedicó sus espacios a una muestra que promete ser (no pude visitarla, no menos excitante que la de Ulises, L’île intérieur es como la han llamado y estuvo a cargo de Jean-Marie Galláis .

La ronde

Una de las gratificaciones literarias ha sido leer un libro anhelado desde hace años. Se trata de La ronde, una obra póstuma de Arthur Schnitzler. Se trata de un híbrido de drama-narración, organizado en diez diálogos, con personajes que se reiteran a lo largo de la narración. A Max Ophuls le debemos una exquisita versión cinematográfica estrenada en 1950. Sobre La ronde es mucho lo que se debe decir.


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