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Diario literario 2021, agosto (parte III): Shuntaro, Giovanny Gómez, Africa, Faulkner y Lee Masters, Wago Ryoichi
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Villasimius, sábado, 7 de agosto de 2021
Tanikawa Shuntaro
No parece el lugar más apropiado una isla del Mediterráneo para leer muestras de la poesía japonesa contemporánea. Más indicados, Kazantzakis, Montale, Seferis o Ritsos. Pero las lecturas suelen ser así, imprevistas, sorprendentes. A comienzos de abril me sorprendí a mí mismo, en las cercanías de Radda in Chianti, leyendo a Marco Polo y a un desconocido Khotstater. Ahora se trata de poetas japoneses del siglo XX, entre ellos Tanikawa Shuntaro, algunos de cuyos textos fueron incluidos en la preciosa antología de lírica del Japón, cuidadosamente preparada por María Teresa Orsi y Alessandro Clementi degli Albizzi para la editorial Einaui. Tanikawa Shuntaro ha gozado de una popularidad parecida a la de Neruda o García Lorca o Montale entre nosotros. El suyo, no obstante, es el raro caso de un poeta notable y adinerado, una contradicción en esta parte del mundo que vivimos. Además de afortunado. Las propiedades familiares, dentro y fuera de Tokyo, no sufrieron ninguna mengua durante los devastadores bombardeos norteamericanos. Ha escrito mucho y publicado más de setenta títulos en los géneros más diversos. Se le debe la introducción y popularización del verso libre y la incorporación de la lírica de su país a las fortunas e infortunios de la lírica moderna. Su poesía parece un diálogo sostenido entre estos criterios de modernización (surrealismo, Eliot) y una fidelidad a los modelos clásicos de la poesía T’ang, uno de los modelos de la poesía de su país. Al primer sector del trabajo de Shuntaro pertenece este poema en prosa, marcadamente surrealista, que he traducido de la versión italiana de Einaudi:
Detalles para un fin del mundo
Aun sin viento una manzana verde caerá de la rama. Las ovejas, puestas en libertad, comenzarán a balar y lo seguirán haciendo al caer la noche. Una chirriante puerta se hará ligera como una pluma, un marcador de libros se deslizará de las páginas y, más tarde, de improviso, en un teatro de ópera apenas terminado, las voces no llegarán a los palcos. Será superada la grieta que corre a lo largo de los vitrales ilustrados, pero ¿cómo soportar que los niños no lloren más? Las hormigas no podrán retornar a la madriguera y se perderán entre hojas de hierba, y cuando por los diapasones de los relojes sea lo normal producir un semitono más alto, las medias, tantas veces arrojadas al suelo continuarán resbalando, las patas de la mesa se paralizarán, debajo del papel tapiz se notarán los exantemas. No obstante, el sentimiento que llamamos celos no desaparecerá y se hará más violento, y en la incapacidad de decidir nada los jefes de familia sentirán sus vientres más duros, como mesas y cederán como el fondo de una nave. Las existencias de café se agotarán y cuando el perfil del comodín te mire directamente a los ojos, veremos a los camellos del zoológico andar tranquilos por la ciudad. Las estrellas se acercarán como arrastrándose a cuatro patas, las esculturas de hierro se fundirán en pesados mazos, los budas de los mandalas se subirán las solapas de sus trajes para remontar los ríos, las mujeres embarazadas se pondrán en fila sin saber por qué, cada acontecimiento será el presagio de lo que vendrá luego y los honores no dejarán de ser concedidos, lentamente los detalles del mundo comenzarán a aplanar sus relieves y a perder el mal olor que los caracterizaba. La espiral se alargará, la línea recta se curvará olvidando su tensión, el círculo se deformará, las líneas paralelas se voltearán hacia fuera dándose la espalda. Incluso con ganas de reír ante tanta extrañeza, los músculos dejarán de pertenecer a la piel. Algo parecido a fragmentos de lata caerán sin pausa del cielo. En el rostro del idiota permanecerá la sabiduría que en última instancia no le fue posible alcanzar. La atmósfera será aspirada por el vacío. Todas las lenguas del mundo, escritas y no escritas, se encontrarán en un grito en forma de O. y cuando el silencio se envuelva suavemente para abrazar aquel grito, una semilla flotará en el aire a la altura de las mejillas en el inútil intento de tocar tierra.
Villasimius, domingo, 8 de agosto de 2021
La muerte de todo poeta me disminuye, pero cuando se trata de alguien como el joven vate colombiano Giovanny Gómez, siento algo de despojo, de robo. No estuve con Giovanny más de diez veces, repartidas en un lapso de una década, pero suficientes para que se convirtiera en un elemento imprescindible en mi equipaje de afectos. Como poeta fue un profesional serio y esmerado. No obstante, lo raro y admirable era su condición de apóstol de una causa superior, y esa causa no era otra que la poesía. Con su Festival de Poesía de Pereira, Colombia, se dedicó a fomentar eso que, de acuerdo con la opinión de Raúl Gustavo Aguirre, era lo mejor de la poesía: la amistad de los poetas. De haberlo conocido, Francisco de Asís lo hubiese enrolado en su cruzada de dialogar ampliamente con pájaros y demás criaturas. El mismo Festival era expresión de ese yo, como el del santo, generoso y discreto. Nadie como él ha tenido tanta fe en los poderes redentores de la palabra poética. Su pérdida me ha dolido más que la de cualquier gloria de la lírica universal. Un último abrazo, querido amigo.
Stintino, lunes, 9 de agosto de 2021
El clima se ha complicado en la hermosa isla. Uno de esos anticiclones africanos provenientes no solo del Sahara, sino del “interior del Sahara”, que eleva las temperaturas en algunas zonas del sur de Italia hasta los 45 °C. Además de las extensas nubosidades que reducen a un mínimo la bendita luminosidad mediterránea y sus azules. No obstante, en las primeras horas de la mañana y al atardecer es posible sentir la experiencia mediterránea en todo su mítico esplendor. Enfrente a la isla está lo que fuera Cartago y los dominios de la reina africana que enloquecieron al prudente Eneas. Ungaretti ha cantado su tragedia con versos para grabar en mármol. Ayer, camino a Stintino, una breve parada para visitar las ruinas de Tharros, la importante ciudad portuaria que fuera fenicia, griega, luego púnica, para ser más tarde romana y luego bizantina hasta su abandono en el siglo XII. Desde lo alto se observan las dos melancólicas columnas romanas que es todo lo que quedó del esplendor imperial. De manera no distinta a las ruinas de Itálica, en España, que fueron cantadas de manera memorable por el gran Rodrigo Caro en los últimos años del XVI:
Estos, Fabio, ¡ay, dolor! que ves ahora,
campos de soledad, mustio collado,
un tiempo fueron un tiempo Itálica famosa.
Aquí de Escipión la vencedora
colonia fue; por tierra derribado
yace el temido honor de la espantosa
muralla, y lastimosa
reliquia es solamente
de su invencible gente.
Solo quedan memorias funerales
donde erraron ya sombras de alto ejemplo:
este llano fue plaza, allí fue templo;
de todo apenas quedan las señales…
Stintino, martes, 19 de agosto de 2021
África
África es el nombre de uno de los libros menos conocidos de Petrarca. A pesar del inmerecido destino al que fuera condenado por los teólogos de la modernidad, África contiene algunas de las mejores páginas escritas por el aretino, como las dedicadas a cantar la intromisión de eros en la existencia de los protagonistas y la muerte de Sofonisba por amor. El nombre del gran poema alude a las aventuras del héroe en Cartago durante la campaña de exterminio de Aníbal y sus seguidores. Mientras, aquí continúa el mal tiempo africano que para nosotros, incluso en esta isla, tiene una connotación exótica y distante, pero que para los romanos era la más familiar e inmediata. Al fin y al cabo, desde el éxito de las guerras púnicas, África del Norte era una prolongación más del Imperio. Cuando bautizaron a Escipión como el Africano, la idea de África no era diversa a la que tenía de Escocia o España, y el gran Germánico fue llamado así por sus triunfos en las campañas de Alemania. Como quiera que sea, en este momento, somos víctimas de un tiempo horrible, no solo por la llegada de un nuevo anticiclón con su siroco y temperaturas subsaharianas, sino, lo que es más grave y nuevo, por las consecuencias del calentamiento planetario, causa de trágicos incendios en Grecia e Italia. Antes de llegar a esta punta de la geografía insular, se pasa al lado de una zona de decenas de kilómetros de árboles carbonizados, producidos por las altísimas temperaturas, el viento llegado de África y la sequía. El juicio de los expertos es que se trata de una situación irreversible, e inevitable, si no se aplican los correctivos que nadie quiere aplicar.
Stintino, miércoles, 11 de agosto de 2021
No es improbable que un visitador encuentre un parecido en esta región septentrional de la isla con el paisaje de Creta. La erosión terminal, las grandes piedras amarillentas, la sequía que apenas permite el cultivo del olivo y la vid, la sensación de estar en una geografía prehistórica con sus religiones agrícolas y sus dioses guerreros. Los pobladores de esta isla, uno de los pueblos del mar, originalmente vivieron de espaldas al punto proceloso, refugiados en las montañas, propiciando una economía que poco tenía que ver con la explotación de los productos del mar o el comercio marítimo. Todo cambiaría con el desarrollo de la industria del turismo que ofrece a los visitantes algunas de las mejores playas del Mediterráneo occidental, cuyas arenas son presa del robo reiterado de turistas y traficantes. Siempre buenos, los vinos han mejorado notablemente, y algunos de sus blancos (Vermentino de Gallura Capichera) valen el viaje, no menos que algunos tintos con la uva típica cannonau.
Notas sobre faulkner (4)
Desde sus homéricos inicios, la narrativa occidental ha acudido al recurso de reiterar la aparición de sus protagonistas en libros sucesivos. Homero se dio cuenta de las posibilidades de un personaje como Ulises y lo trajo de la Ilíada a la Odisea, donde consiguió la inmortalidad. Virgilio no lo hizo porque no escribió la secuela de una Eneida que ni siquiera llegaría a terminar. Dante se escogió a sí mismo, el héroe de Vida nueva, para reaparecer en la Comedia. Algo parecido hizo Cervantes con su Quijote que, sin sospecharlo, iba a ser protagonista de un segundo volumen de aventuras. El XVIII, el gran siglo de la novela, no se sintió atraído por el recurso y, con la excepción de Defoe y su Gulliver, no recuerdo que otro grande (Richardson, Fielding, Sterne, Diderot, Voltaire) lo haya empleado. Balzac lo retoma y Zola lo desarrolla de manera conspicua, como se recuerda. Proust lo sigue de cerca y Joyce de lejos, con un joven Dedalus que es rescatado del Retrato para compartir protagonismo con Leopold Bloom en su Ulises. Pero será William Faulkner el autor contemporáneo que mejor sepa aprovecharse de esta convención. En efecto, muchos de sus personajes aparecen y desaparecen de la manera más inquietante. A Joe Christmas, por ejemplo, lo encontramos por primera vez en Santuario, lo reencontramos en Luz de Agosto y, cuando creíamos haber salido de él, hace una fugaz y decisiva aparición en Requiem por una monja. El hamletiano Quentin Compson, por su parte, se ahoga en el Charles River en Sartoris para resucitar en Ruido y furia como uno de los grandes protagonistas, ambas novelas publicadas en 1929. Faulkner, a diferencia de contemporáneos como Hemingway o Steinbeck, prefirió trabajar por “reducción”. Pocos personajes que se desplazan en un espacio igualmente reducido. En esto su antecedente lejano es Thomas Hardy, quien inventó una región en Inglaterra donde se desarrollan varias de sus novelas. Wessex lo llamó y ocupaba parte del suroeste de Inglaterra. Otros ejemplos tuvo en cuenta Faulkner cuando trazó la imaginaria geografía de sus ficciones. Uno de ellos no era de un narrador sino de un poeta. Hablo de Edgar Lee Masters, quien situó en la imaginada población Spoon River a los personajes de su pequeña épica. En 1915, el poeta, que vivió muchos años en Lewington, Illinois, publicó una de las colecciones más afortunadas de la lírica occidental del siglo XX. Antología de Spoon River fue como la llamó, y reunía 240 poemas breves, en forma de epitafios escritos en versos libres. De los cuales 212 tenían como título el nombre propio de un habitante del imaginario poblado quien hablaba desde el más allá. El modelo fue el de la Antología Griega, la extraordinaria colección de poemas y fragmentos de poesía alejandrina. Dos poemas de Spoon River:
Amanda Barker
Henry me embarazó
sabiendo que no podría dar a luz
sin perder la vida.
Fue así que en mi juventud
pasé por los portales de polvo.
Viajero: en el pueblo donde viví se cree
que Henry me amó con amor de esposo,
mas proclamo desde la tierra
que para satisfacer su odio me mató.
Julia Miller
Reñimos esa mañana,
pues él tenía sesenta y cinco
y yo treinta.
Estaba nerviosa y me pesaba el hijo
cuyo nacimiento me aterraba.
Pensé en la última carta que me escribió
esa joven alma, ya distante,
cuya traición oculté
casándome con el viejo.
Entonces ingerí morfina y me senté a leer.
Por entre las tinieblas que me llenaron los ojos
veo la luz indecisa de estas palabras:
“Y Jesús le habló: en verdad
te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso”.
Para Faulkner tiene que haber sido algo parecido a una revelación. Lee Masters había demostrado que era posible hablar de la mítica clase rural norteamericana de una manera más realista, donde hay también prostitutas, ladrones, idiotas, violadores, asesinos, suicidas, así como gente noble y dedicada. A todos los había encerrado el poeta en un pueblo imaginario, Spoon River, antecedente directo de Yoknapatawpha. Además, y esto llamó la atención y no solo de Faulkner, los personajes hablaban desde el más allá, todos “estaban enterrados en la colina”. Edgar Lee Masters no lo hizo, pero Faulkner, en la edición de Absalón, Absalón, incluyó un mapa de su país particular. Una expresión más de su método reductivo. Toda la historia del Sur de los Estados Unidos fue reproducida en el microcosmos del famoso condado, que reproducía la geografía de su Mississippi natal. Se trata de una extensión de 2400 millas cuadradas, limitadas por los ríos Yoknapatawpha y Tajamatchie. Originalmente fueron propiedad de las tribus chickasaw, cuyo cacique, Ikkenotube, en transacciones irregulares cedió a los colonos blancos llegados de diversas partes de Europa. Fue al mismo Ikkenotube a quien Thomas Sutpen seguramente estafó para hacerse de las cien millas cuadradas de la que será su próspera plantación de algodón. Población del condado de Yoknapatawpha, con su capital Jefferson, en tiempos de la saga de Faulkner: 6928 blancos, 9313 negros.
Stintino, viernes, 13 de agosto de 2021
Uno de los poetas que más me ha impresionado de Poeti giapponesi, la antología publicada por Einaudi recientemente (2020), es Wago Ryoichi, nacido en Fukushima en 1968. Pocas veces (Perse, Pavese, Cavafy) el lugar de nacimiento de un poeta ha determinado tanto una obra como en el caso de Ryoichi, quien no solo nació en Fukushima, sino que estuvo allí cuando ocurrió la catástrofe que, por sus consecuencias, no fue menos grave para Japón que las bombas de Hiroshima y Nagasaki. En Guijarros de poesía, su colección más difundida, el autor ofrece al inicio una escueta relación de los acontecimientos ocurridos en aquel 16 de marzo de 2011. Cinco días después del espantoso terremoto que estremeció la ciudad, se produjo la fundición de un reactor nuclear y el incendio de otro. Ese mismo día, una fuga de gas provocó otro fuego en una refinería de petróleo cercana. En pocas horas se contaron 4277 víctimas fatales y 8194 desaparecidos. Wago reaccionó como buen poeta de su tiempo, y desde el mismo día utilizó el tweet para contar y cantar la tragedia:
Ayer, en la playa de Minamisanriku, una de mis preferidas para huir del calor
del verano, el mar ha devuelto miles de cadáveres. 16/3/2011, 22:34
Si queremos encontrar un sentido a lo que ocurre es necesario enfrentar
la realidad, permanecer quietos un instante, pero esto no es un sentido,
sino algo parecido a las tinieblas de la total ausencia de sentido. 16/3/2011, 22:43
No existe una noche sin mañana. 17/3/2011,0:24
La extensión de las sacudidas es enorme. Si la tierra fuese la espalda de un caballo,
seríamos jinetes. Jinetes desesperados. 17/3/2011, 22:21
Una noche tranquila. Muy tranquila. La respiración de la radioactividad. 17/3/2011 22:47
Tu mirada nueva en primavera en el reflejo de flores y pájaros en verano
en primavera tu mirada en búsqueda de mares y nubes se ha hecho fuerte
y dulce tu mirada se ha hecho profunda en otoño se ha elevado hacia
los árboles de ginkgo en invierno la oreja atenta a la fría canción del viento
has conocido muchas cosas 17/3/2011, 22:53
La felicidad y la melancolía así como en aquel instante improvisado
de una primavera feliz que llamamos hoy 18/3/2011, 00:16
Cuando abrí la puerta para salir, encontré el rostro severo de la radioactividad.
La noche es bellísima en Fukushima. 19/3/2011, 23:31
En la tarde viento del noroeste. No salir de casa con el viento en contra. Atención.
La dirección del viento cambia. Evitar todo contacto con la lluvia. Atención. La
lluvia es cariñosa, los quiere tocar. Atención. 20/3/2011, 22:54
Alarma sísmica. Los caballos corren, las palabras corren, se suceden las réplicas.
¿De qué, de qué huyen? Alarma sísmica. Huyen de la vida, perseguidas por la vida
Lentamente, suavemente murmura, es la voz de mi abuela. Es la vida, la vida
que la sigue. 20/2/2011, 23:10
Alguien está llorando. ¿Quién? 20/3/2011, 23:40
las lágrimas. ¿Cómo? 20/3/2011, 23:40
las lágrimas están llorando. También las lágrimas lloran. 20/3/2011, 23:41
están llorando. Las lágrimas, están llorando. 20/3/2011, 23:42
también, las lágrimas, dejémoslas llorar. También las lágrimas, es justo que lloren.
20/3/2011, 23:43
punto. 20/3/2011, 23:43
Alejandro Oliveros
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