Fotografía de Jeff Gross | Getty Images North America | Getty Images vía AFP
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Cuando Nelson Abreu regresó de registrar a su hijo mayor, su esposa Águeda le preguntó qué nombre le había puesto. El orgulloso padre, jugador de béisbol amateur, le respondió: “Le puse un nombre de grandeliga: Bob Kelly”.
Yo no sé si Bob es un predestinado, pero sin duda el plan de don Nelson se cumplió. Gracias a eso un día Bob pudo hablar con Pat Kelly del origen de su nombre, que fue en honor a él.
Descubierto por el apreciado cazador de talentos Andrés Reiner, Bob Kelly Abreu llegó al béisbol y a los Leones del Caracas como una promesa de cualidades sobresalientes para batear. Los caraquistas Roberto Petagine, Roger Cedeño y él eran los prospectos de los Astros de Houston. También el magallanero Richard Hidalgo.
En aquellos años, yo era la voz del sonido interno de los Leones del Caracas. Una tarde, Bob se me acercó y me pidió que cuando anunciara su turno al bate lo llamara “Comedulce” y me explicó que su papá jugaba pelota con caramelos en los bolsillos y que por eso le llamaban así. Había fallecido hacía poco tiempo y él quería rendirle homenaje. Varios días después, en el dugout, me hizo saber que sus amigos y compañeros lo llamaban por su segundo nombre, Kelly. Y cuando decidí anunciarlo así: “El Comedulce Bob Kelly Abreu” se embasaba con boleto o con un hit, sencillo, doble o HR. Si estaba en primera, podía estar en segunda. Claro, también lo ponían out o bateaba para doble play, pero el recuerdo es de Bob repartiendo batazos o exprimiendo a los lanzadores.
Bob ya se había ganado un lugar en la afición caraquista al debutar en las Grandes Ligas en septiembre de 1996, cuando comenzó la historia que terminó el pasado domingo 29 de septiembre en una tarde extraordinaria para el béisbol, de ésas que dan para varias efemérides: Derek Jeter se retiró dando un imparable en el Fenway Park, el hogar de sus rivales de Boston que no paró de ovacionarlo; José Altuve ganó el título de bateo y dejó su cuenta en 225 inatrapables durante una temporada asombrosa. Félix Hernández ganó y mejoró su efectividad para convertirse en el líder del departamento; los Medias Blancas despidieron a Paul Konerko; Jordan Zimmermann le ganó a los Marlins con No Hit No Run para cerrar la temporada con una joya de pitcheo. Fue una tarde de béisbol inolvidable.
Esta temporada regresó a las Ligas Mayores después de un año de ausencia. Fue dejado libre en 2012 y pasó el 2013 sin contrato, pero preparándose para volver a vestir el número 53 de los Leones del Caracas. Luego de un comienzo incierto, cuando comenzó a jugar a diario, nos hizo recordar al Bob Abreu de sus mejores tiempos. Junto a los Leones “Vintage” de la temporada 2013-2014, el Comedulce le brindó a los fanáticos caraquistas una campaña inolvidable.
Se ganó la invitación de los Filis de Filadelfia para los entrenamientos de primavera en el apacible Clearwater, pero no ingresó en la nómina de los cuáqueros. Los Mets lo llamaron pero no era titular. Dio buenos batazos, pero Abreu es de esos jugadores que rinde más en el terreno. Mejora jugando a diario. Fue dejado libre por los Mets en agosto y firmado de nuevo, pero enviado a Triple A con el acuerdo de subirlo en septiembre. Así fue: Bob regresó con el equipo grande para despedirse.
En 18 años en las Grandes Ligas, Bob Kelly Abreu fue un bateador de cualidades sobresalientes, con la paciencia y disciplina en el plato como las más destacadas. Recuerdo una vez que Mike Scioscia explicó que Abreu permitía ver todo el repertorio de un lanzador en un turno y todo lo que eso aportaba al equipo. El aragüeño exhibe números que lo mantendrán seguramente en la boleta de los postulados al Salón de la Fama de Cooperstown con serias posibilidades, valorado como un jugador que podía hacerlo todo.
Sus números describen a un pelotero completo: carreras anotadas (1.453), empujadas (1.363), dobles (574), HR (288), bases robadas (400) y bases por bola (1.476). Además de .291 de promedio. Fue a dos Juegos de las Estrellas, ganó un derby de HR y mantiene el récord con 42 batazos de vuelta completa. Ganó un bate de plata y guante de oro. Pertenece al club de los 30-30. Sumó ocho campañas con más de 100 anotadas, 13 temporadas con más de 150 juegos, ocho con 100 remolcadas y seis con 30 o más bases robadas.
Podríamos ahondar en otros renglones, como su porcentaje de embasados en .395 o el OPS y esas estadísticas que le gusta apuntar a sabermétricos como el periodista Ignacio Serrano, quien recuerda en Elemergente.com que “únicamente Barry Bonds exhibe una combinación de números así […] Su WAR de 59.9 (según la fórmula de Baseball Reference) le da el puesto 119, vecino a Mark McGwire, Jackie Robinson y Harmon Killebrew, y por arriba de Mike Piazza, Yogi Berra, Vladimir Guerrero, Ichiro Suzuki, Sammy Sosa, Hank Greenberg y Willie Stargell”.
Bob Abreu pertenece al selecto club de quienes han conectado 200 o más jonrones, recibido más de 1.200 boletos y robado 400 bases, que sólo lo integran Barry Bonds, Rickey Henderson y Joe Morgan.
“Perseverancia, dedicación, esfuerzo y profesionalismo son algunas palabras que describen a mi amigo” dijo de Bob el mismísimo Albert Pujols. “Abreu ha sido subvalorado durante su carrera”, dijo el viernes su mánager Terry Collins, quien lo vio llegar con los Astros de Houston en 1996 y ahora lo vio retirarse después de todos esos números y los intangibles que lo hicieron un jugador estelar.
Collins le había dicho a Bob que el día de su retiro estaría a su altura y ambos cumplieron.
Al ver cuando Bob Kelly se acercaba al plato, pensé en aquella historia que me contó la tarde en la que me pidió que lo llamara “Comedulce”. Don Nelson le había pedido a su hijo mayor en sus últimos días, que coincidieron con su firma, que trabajara duro para ser grandeliga. Y Bob le prometió que sería de los mejores.
Decir adiós para siempre después de un hit no es lo mismo que irse después de un ponche cantado o un rolling de rutina. Ni siquiera embasarse por base por bolas, que habría sido igualito a él: un bateador tan selectivo. Bob esperó el envío del novato Nick Tropeano y la puso en terreno de nadie. Después vino la estruendosa ovación de la afición del Citi Field y Bob pidió la pelota: él colecciona las que han sido protagonistas de sus hitos.
Saludó a la afición que lo aplaudía de pie notablemente emocionado. Y así se fue Bob Kelly, con su nombre de grandeliga.
***
Este artículo fue publicado originalmente en Prodavinci el 30 de septiembre de 2014,
Mari Montes
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