Elecciones presidenciales 2024
“Votaremos por el regreso a la patria de nuestros hijos”
por Luisa Salomón
Fotografía de Alfredo Lasry | RMTF
La avenida principal de Las Mercedes está colapsada: es el jueves 25 de julio de 2024, el aniversario 457 de la fundación de Caracas, el último día de campaña para las elecciones presidenciales del 28 de julio. La multitud que llenó estas calles vino a acompañar el cierre del candidato Edmundo González Urrutia y la líder opositora María Corina Machado.
—Venimos de Margarita, pero voy a votar en San Juan de los Morros. Nos vamos mañana —dice Siria Rodríguez, 67 años, ingeniera civil jubilada.
Entre el bullicio, está posando para lograr una selfie en las afueras del centro comercial Tolón. Siria se ríe y carga a Sara, su nieta de cinco años, a quien cría desde hace cuatro, cuando su hija emigró a Ecuador y se la dejó a cargo.
—Cuando se cambió en las primarias no salió en Margarita, entonces ahora le dio pánico cambiarse. Aunque yo vivo aquí, también voto en San Juan de los Morros. Nos vamos mañana tempranito. Nos quedamos por el cierre —explica Milagros, su hija, 55 años, periodista y abogada, y cuenta que son doce hermanos, que ocho están en el extranjero. De los cuatro que están en Chile, tres van a poder votar. Todos apoyan a María Corina. La han apoyado siempre. Sacan los teléfonos y muestran fotos con ella de hace años.
—Cuando fue candidata en las primarias de 2012, que apenas sacó cien mil votos, de esos había por lo menos 18 votos de mi familia.
La campaña se extendió por tres semanas, pero inició realmente mucho antes. María Corina Machado ha visitado todo el país en los últimos años. Recorrió los estados antes de las elecciones primarias. Cuando ganó la elección, con más del 92% de los votos, retomó la gira. Volvió a recorrer el país cuando le impidieron postularse por una inhabilitación política. Desde que se concretó la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia —después que se impidió postular a la filósofa Corina Yoris—, María Corina retomó la campaña nacional para promover al candidato.
Caracas marcó el inicio de la campaña oficial. María Corina y Edmundo alternaron actos con pensionados y estudiantes en la capital, con visitas a otros estados del país. La convocatoria de hoy es el último acto masivo para cerrar la campaña simultáneamente con el candidato a la reelección, quien prometió tomar la ciudad. Hoy al mediodía, María Corina y Edmundo firmaron un acuerdo con los principios que guiarán la democratización del país.
—Nací con este gobierno, no he visto otra cosa, pero no me quiero ir del país —dice Sofía, 24 años, estudiante de comunicación audiovisual—. Apenas estoy empezando a vivir y todavía quiero recorrer Venezuela, quiero terminar de estudiar aquí, quiero que mis amigos regresen al país.
Dice que necesita un cambio porque quiere sentir la juventud, salir, independizarse. No se quiere ir, en parte, porque su madre tiene cáncer.
—Sé que hay personas que lo están pasando peor que yo, pero esta semana tenemos que comprar un medicamento y no lo hemos conseguido. Mi mamá no puede tomar los tratamientos de la India porque le caen fatal. Entonces es esa incertidumbre: quiero tener el dinero para comprarlo, tengo el dinero para comprarlo y entonces no se consigue.
Le cuesta contener las lágrimas. Está emocionada porque desde 2017 no veía a la gente tan esperanzada.
—En mi colegio estudió Juan Pablo Pernalete y es una de las personas por las cuales voy a votar.
Juan Pablo Pernalete murió durante una protesta el 26 de abril de 2017. El Ministerio Público determinó que lo mató el impacto en el pecho de una bomba lacrimógena disparada por la Guardia Nacional. Tenía 20 años.
En el cierre de campaña se siente esperanza, pero también memoria. En el centro de la avenida extienden una enorme pancarta con un mosaico de fotos en blanco y negro. Debajo se lee: “Libertad para todos los presos políticos”. Desde 2014 los casos son investigados por una Misión de Determinación de los Hechos, designada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU; el Estado venezolano enfrenta una investigación de la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad; y en los últimos meses organizaciones internacionales han alertado el aumento de desapariciones forzadas y el alto comisionado para los derechos humanos pidió levantar las restricciones al espacio cívico en el país.
Los recorridos de María Corina por el país han marcado un mapa de persecución. La gira opositora ha dejado un rastro de restaurantes y hoteles cerrados por atender al candidato y a la líder en sus viajes. Seis integrantes del equipo de María Corina tienen casi cuatro meses refugiados en la embajada de Argentina, sin recibir salvoconducto. Hace tres días se bloqueó el acceso a seis medios de comunicación independientes, que se suman a otros 29 bloqueados este año, incluyendo equipos de verificación de discurso y organizaciones dedicadas a la libertad de expresión e información. Los medios internacionales, por su parte, han recibido acusaciones y ataques en las declaraciones de gobierno, incluso del presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE). La organización Foro Penal registró a mediados de julio 102 detenciones relacionadas con eventos electorales sólo en este año.
—Seis años tengo sin trabajo —dice Mary, de 57 años—. Vivo como todo venezolano, haciendo un poco aquí y allá. Matando tigritos, vendiendo rifas, comida y cuidando niños.
Sostiene una pancarta con cinco fotos. En el centro está su hermano Luis. Periodista, Luis López está preso en el Helicoide. Fue detenido el 14 de junio, cuando iba en camino a cubrir el arresto del dirigente político Johny Rivas.
—Él dice que está bien, para no decirnos nada. Pero realmente no sé.
A Mary se le salen las lágrimas y dice que es la menor de los once hermanos. Que Luis es uno de los mayores, que es periodista, educador, que coordina una red de scouts en La Guaira, que no entiende cómo lo acusan de incitar al odio y al terrorismo.
—Ha sido horrible. Mi mamá tiene 97 años y no le hemos dicho nada. Esperamos que el 28 de julio todos salgan a votar por una Venezuela libre, para que lo suelten a él y a todos los presos políticos.
Hay algo curioso: todos están alegres, sonríen para las fotos, el ambiente realmente se siente festivo; pero cuando comienzan a hablar, las lágrimas no tardan en aparecer. Es, quizás, algo muy venezolano. Reír para no llorar, llorar riendo.
—Entrevístanos a nosotros, venimos de Tunapuy sólo para ver a María Corina —dice Eduardo, 34 años, carnicero y conductor cuando puede. Sostiene una cerveza en la mano y bromea con sus cinco compañeros en una esquina de la plaza Alfredo Sadel.
Están entusiasmados, brindan y dicen que mañana mismo toman carretera para recorrer los más de 550 kilómetros hasta sus casas. Tunapuy es una población del estado Sucre, costero y al noreste del país; uno de los estados que se ha convertido en salida migratoria hacia el mar y con destino a Trinidad y Tobago. Naufragios, trata de personas, desapariciones y maltratos a los migrantes se hicieron costumbre en esas costas.
—Queremos un futuro mejor, que nuestros hijos no pasen lo que uno pasó.
La conversación se torna más seria. Aunque se abrazan y posan para el retrato, a Roberto la sonrisa no le oculta el brillo de los ojos.
—Tanta familia que tenemos por fuera dando coñazos. Yo quisiera que regresaran todos los que se fueron. Tener a mi familia junta, unidos como siempre. Los extrañamos a todos.
La migración es uno de los principales mensajes de la campaña opositora: alrededor de 7.77 millones de venezolanos están en el extranjero. Uno de cada tres. No todos tienen edad de votar, pero una proporción minúscula podrá hacerlo: apenas 69.211 pueden elegir este domingo, después de múltiples trabas denunciadas en el proceso de registro electoral. En Estados Unidos, donde en 2022 se estimaban unos 545 mil migrantes venezolanos, no habrá votación porque no hay sedes diplomáticas abiertas. Casi un tercio de la población no puede elegir.
Llega la hora oficial de la convocatoria —las cuatro de la tarde— y la avenida se sigue llenando. El centro de la concentración está en la plaza, pero la gente sigue llegando desde Chacaíto. En un punto el camino opositor se topa con los asistentes al cierre de campaña del candidato a la reelección, que tiene como punto final la avenida Bolívar en el oeste de la ciudad. Los caminos se desvían.
En el extremo final de la avenida, frente al Centro Venezolano Americano (CVA), se ondean banderas, los manifestantes se unen y mezclan con un grupo de motorizados que forman una caravana.
En medio de la calle, un grupo recoge firmas de la gente en una bandera. Entregan marcadores y tiemplan la tela para sostenerla con firmeza.
—Queremos dársela a María Corina cuando llegue —dice María, 31 años—. Vino a marchar acompañada de varios compañeros del mercado popular donde trabaja. Prefiere no decir el nombre, porque el gobierno tiene el control sobre el mercado. También declina la foto, quiere evitar represalias.
—Tengo cinco años en el mercado. Antes fui militar, pero me tuve que dar de baja por la situación. No me alcanzaba para vivir.
Por esa misma razón se despidió de sus hijos hace un par de años. Tienen once y ocho años y los crían unos vecinos, ella los visita los fines de semana.
—Fue una decisión muy dura, porque no es fácil renunciar a los hijos que tú misma viste nacer. Pero no podía darles la estabilidad que tienen ahora, con su familia verdadera.
Comienza a caer la noche y dicen que el camión de María Corina y Edmundo ya salió de Bejucal, la casa del partido Vente Venezuela. “Viene por Altamira”, “Está en la Río de Janeiro”, “Va a entrar desde Paseo Las Mercedes”, “No, llegará por el CVA”. Es difícil precisar por dónde logrará entrar, todos los accesos están copados. Abrir espacio para el vehículo —que también es tarima— tomará su tiempo.
Y sí. El cielo se oscureció antes de su llegada. A las siete y media de la noche, finalmente, la caravana se abrió paso entre los asistentes. En el primer camión, de pie y arengando está Renzo Prieto, dirigente político, exdiputado y dos veces preso político (primero en 2014 y después en 2020). Le rodean los precandidatos a las primarias Freddy Superlano y Andrés Velásquez, la casi candidata Corina Yoris, los dirigentes Carlos Ocariz, Juan Pablo Guanipa, Adriana Pichardo, Roberto Enríquez, María Beatriz Martínez, entre otros. Un grupo variopinto de partidos opositores, casi todos perseguidos de alguna forma: despojados de gobernaciones, con órdenes de captura, inhabilitaciones políticas.
La gente grita y ondea las banderas con vehemencia. Se alzan los teléfonos celulares, todo el mundo quiere grabar.
—¡Viene nuestra presidenta! —se escucha entre la gente.
María Corina viste camisa blanca y Edmundo una camisa azul. Se toman de la mano y saludan alrededor de su caravana. Tienen a un lado a Mercedes, la esposa del candidato; los acompañan tres personas con roles fundamentales: Delsa Solórzano, Perkins Rocha y Juan Carlos Caldera, los testigos del comando opositor ante el Consejo Nacional Electoral.
El papel de los testigos será definitorio en esta elección. De ellos dependen tres de los cuatro verbos de la muy repetida frase de campaña “Votar, cuidar, ganar y cobrar”. Los testigos tienen la responsabilidad de seguir el proceso electoral desde la instalación de las mesas, seguir la votación, verificar que se cumplan las normas, revisar las actas de votos y resguardar esos datos para confirmar los resultados. Al mediodía, María Corina confirmó en una rueda de prensa que tienen más de 90 mil testigos aprobados y alrededor de 84 mil ya habían recibido sus credenciales, después de las denuncias de trabas por parte del CNE para acreditarlos.
Los testigos son los veedores nacionales. Los acompañantes internacionales todavía no están del todo claros. En los últimos días se han cambiado varios nombres. El Centro Carter ya está en Venezuela, la Unión Europea no pudo traer observadores por orden del CNE. El expresidente argentino Alberto Fernández denunció que el gobierno venezolano le retiró la invitación tras declarar que éste debía aceptar una derrota si perdía; el Tribunal Supremo Electoral de Brasil suspendió su misión después de que el candidato a la reelección criticara su sistema electoral; Colombia también canceló su comisión. Llegó, en cambio, una misión electoral de China.
Los presidentes de Brasil y Chile han cuestionado las alusiones del candidato a la reelección sobre posible violencia postelectoral. El presidente panameño alertó sobre el aumento de migrantes que se puede esperar si hay reelección en Venezuela. Panamá es país de paso de migrantes hacia el norte, por el Darién, donde este año han cruzado más de ciento veinte mil venezolanos. La tensión interna es también externa.
Pero esta noche en la plaza Alfredo Sadel todo es euforia. La voz de María Corina no se escucha casi, entre los gritos y vítores de la multitud. Pero es fácil leer sus labios. Dice “Libertad”. Dice “Viva Venezuela libre”. Dice “Estamos listos para ganar… para celebrar”. Y la gente explota en aplausos. Toma el micrófono Edmundo y dice que viene un gobierno de inclusión, que faltan solo días.
—Votaremos por el regreso a la patria de nuestros hijos y porque iniciemos el camino de la reconciliación.
El acto cierra con el Himno Nacional. “Que se escuche duro”, dicen entre la gente. Nuevamente, el tricolor ondea en todas las esquinas. La caravana sigue y recorre toda la avenida. Tras su paso, las cuadrillas comienzan la limpieza y la multitud se dispersa con rapidez.
Entre motos, abrazos y quienes se abren camino hacia las calles cercanas, un joven sostiene aún su cartel. Un cartón con letras negras, un mensaje simple, un recuerdo de la gesta democrática del 23 de enero de 1958:
“Nunca más dictadura”.
Luisa Salomón
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