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Una noche entre leones: así se celebró el triunfo electoral de Javier Milei en Buenos Aires

Fotografía de Luis ROBAYO | AFP

24/11/2023

El candidato de La libertad avanza superó en las elecciones presidenciales a Sergio Massa, representante de Unión por la patria, y es el nuevo presidente electo de Argentina.

Entre la Avenida Córdoba y Maipú en Buenos Aires, cada tanto se percibe el aroma de la pólvora. Alrededor de las 8:00 de la noche, los primeros resultados electorales circulaban en las pantallas de televisión y en los celulares. Ante el hotel Libertador, streamers y ciudadanos comunes comparten videos, imágenes u ondean banderas con la silueta de un león. En el edificio no se aloja una estrella pop capaz de atraer a jóvenes y adultos. Adentro, este domingo 19 de noviembre de 2023, está en su búnker de campaña el nuevo presidente electo del país, Javier Milei. 

Una pequeña tarima con una pantalla, en la que se puede leer el apellido del economista, hace de santuario. Hay personas que llevan horas abrazadas a las barreras divisorias entre algunos espacios del hotel, la vereda y el asfalto. Este día, parece la ocasión ideal para ver de cerca a alguien que construyó su figura pública y política entre programas de televisión y redes sociales. Esta noche, en el microcentro porteño, no es un píxel ni un afiche ni un performer que grita “venimos a despertar leones” y es capaz de levantar cualquier rating televisivo. No, no es sólo eso; también es una de las sorpresas políticas más importantes en la historia reciente de Argentina.

Su adversario electoral, Sergio Massa, es el actual ministro de Economía del gobierno de Alberto Fernández, parte de una gestión que acumula una inflación interanual de alrededor del 140%, con 40% de pobreza, entre las estadísticas más referidas durante los últimos meses. En ese contexto, ¿cómo es posible que Massa haya sido candidato? Es parte del entramado en que se encontraba la sociedad argentina, forzada a elegir entre una opción con esos antecedentes recientes y otra que, en términos generales, es una moneda al aire. Es hacia allá, hacia el aire de la noche, que un seguidor de Milei arroja papeletas con la cara de Massa, mientras sigue esperando que el presidente electo aparezca en la tarima. 

Si se deja de mirar al cielo, en el piso se pueden encontrar trozos rasgados de esas papeletas. Más de la mitad del electorado, representado en el 55% de los votos a favor de Milei, decidió romper con una parte de la política tradicional. Sólo una parte. El nuevo presidente electo tuvo que tender puentes con fragmentos de la vieja oposición; en especial con Juntos por el cambio, la agrupación que también hizo oposición al poder a través de Patricia Bullrich, una candidata que luego debió alinearse con el representante de La libertad avanza —el partido de Milei—, tras perder en la primera vuelta de las elecciones, el pasado domingo 22 de octubre de 2023

Unos de los personajes más llamativos, entre quienes están ante la fachada del hotel Libertador, es una señora. Sobre la avenida Córdoba, va y viene usando un sombrerito con los colores de la bandera argentina y tres chapas. Una de ellas dice “Milei 2023” y otra “Viva la libertad, carajo”. Candidatura y eslogan. También lleva una camisa blanca en la que está estampado el rostro de Patricia Bullrich. Cuando Bullrich y Milei justificaron su alianza, el mensaje que los unió fue el siguiente: luchar contra el populismo (de centro izquierda o izquierda) encarnado en Massa. “¡Pensé que no iba a vivir para sacar a estos hijos de puta!”, grita al aire la señora, con ojos extasiados, haciendo referencia al kirchnerismo. Otra mujer, antes, había gritado sobre la calle Maipú: “¡Y al que no le guste, que se vaya! ¿Sabés qué? La tenía acá —señalando hacia su cuello—. Me banqué tantos años de mentiras…”.

Milei: ruptura e incertidumbre

El kirchnerismo es la fuerza política que gobernó durante 16 de los últimos 20 años en Argentina. Primero, con Néstor Kirchner. Luego, con Cristina Fernández de Kirchner. Ese ciclo fue interrumpido por Mauricio Macri hasta que Alberto Fernández, con Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta, devolvió a esa fuerza política al poder. Tanto el presidente como la vicepresidenta actual mantuvieron un perfil bajo durante la campaña de Massa. No obstante, la fanaticada que está alrededor del búnker de Milei no se olvida de las causas judiciales de la segunda: “¡Cristina se va presa… Cristina se va presa!”, con la entonación que tienen algunas canciones de cancha de balompié. 

Fotografía de Luis ROBAYO | AFP

Pero esto no es un partido de fútbol, ¿o sí? De pronto, se escucha: “El que no salte es un traidor”. Y a Milei se le refiere como “El Peluca”, una mención que evoca a la de “El pelusa”, como se conoció a Diego Maradona, uno de los dioses deportivos más populares de este país. En algún momento de la noche, otro seguidor del nuevo presidente electo grita: “¡Milei, sos un dios!”. Esto es Argentina. Política, fútbol y religión están más cerca de lo que se piensa; incluso, Milei se definió como “recontra bilardista”, guiño a Carlos Salvador Bilardo, el entrenador campeón del mundo de la selección argentina de 1978.

Puede que sea esa suerte de fe la que motiva a sus seguidores a esperar por horas o a trasladarse largas distancia. Fue lo que ocurrió con Jose Mieres, quien vino desde Corrientes, provincia que dista casi 922 kilómetros de distancia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Dijo: “Hoy la gente quiere un cambio. Este es el cambio y creo que la democracia ha ganado”. ¿Qué viene? Para Mieres, “la propuesta que trae Milei va a ser súperfavorable para todos los argentinos y el cambio que realmente queremos; lo que intentamos desde hace mucho tiempo: sacar el país hacia adelante”.

No es sencillo precisar cómo será el gobierno de Javier Milei. Se trata de una persona que se define como “liberal libertario”, que abraza empresas privadas y está interesado en reducir el Estado. También alguien que cuestionó el número de desaparecidos durante la última dictadura militar y es un negacionista del cambio climático. Una de sus principales propuestas fue reforzar la seguridad y dolarizar la economía. Aprovechándose de eso, un vendedor se cuela entre la multitud al grito de: “¡Un dólar, un dólar, el agua vale un dólar!”. Sobre la calle Maipú, otra persona lleva un par de dólares plastificados como quien porta una bandera. 

Pasa la noche y la energía de los seguidores de Milei no parece disminuir. Suena el bombo y cada tanto se enciende otra bengala que deja la atmósfera impregnada de olor a pólvora. La cantidad de gente aumenta luego de que Massa reconoce la derrota. Algunas personas se agrupan cerca de dos pantallas, mientras Milei ofrece su primer discurso como presidente electo. Ante una de ellas, un hombre intenta escuchar qué dice, al mismo tiempo que levanta una motosierra hacia el cielo. Al igual que los dólares, esa herramienta es uno de los símbolos más referidos durante la campaña: con ella, el nuevo presidente espera hacer distintos recortes en los gastos del Estado. 

El discurso que se transmite en las pantallas se produce dentro del hotel. Muestra la versión más moderada del economista. Afuera, no está claro si aparecerá o no. Media hora después del reconocimiento de su victoria, aparece ante la multitud. Entonces, emergen de nuevo los celulares; esos a través de los cuales se construyó una parte importante de su figura, centrando su campaña en plataformas como TikToK, acompañado por un grupo de jóvenes que espoleó su perfil digital. La gente intenta grabar y fotografiar a un Milei que se expone junto a Victoria Villarruel, su compañera de fórmula, la próxima vicepresidenta del país, en una versión con tramos de sobreexcitación, de grita y arenga que se hizo viral.

Luego del discurso, la gente comienza a dejar la Avenida Córdoba. Pero en el Obelisco de la avenida 9 de Julio la gente está celebrando. Hace un año, este ícono porteño estaba también lleno de gente. El motivo era distinto: celebraban el tercer Campeonato Mundial de Fútbol. Todo el paisaje era albiceleste, sin consignas ni banderas políticas ni aparentes divisiones. Cerca del monumento, un hombre sostiene su celular, muy cerca de la boca, y empieza a mandar una nota de voz: “Esto es para todas las lacras peronistas que están en el grupo…”, dijo, agregando más insultos. 

Hay análisis que sugieren que esta elección se resolvió por el voto castigo. Que privó, más allá de la ideología de uno u otro candidato, la lectura que se hizo sobre las necesidades y el estado de ánimo social. En esa paleta de emociones destaca, desde hace años, la polarización y la frustración de parte del país con su clase política, entre crisis económicas y el deterioro de la calidad de vida. Es lo que acá se define como grieta, esa brecha por la que entró Javier Milei, construyendo un túnel directo hacia la presidencia.

Mientras tanto, los leones, como se definen sus seguidores, rugen cuando alguien grita “¡Viva la libertad, carajo!”. No está claro qué pueda ocurrir a partir del 10 de diciembre de 2023, cuando el ganador asuma la presidencia de la nación. Una de las pocas certezas es que su figura dinamitó buena parte de la política argentina, que ahora se ve forzada a reconstruirse. Aquel, convocado por medios de comunicación apasionados por frases incendiarias, ahora promete elevar el país hacia un mejor lugar. El cómo y su capacidad de gestión política, con un Congreso Nacional adverso (en un principio) y una oposición que se irá reagrupando, está por verse. Cerca del Obelisco, un publicitario electrónico muestra un mensaje: “¡Felicitaciones, presidente!”. Justo al lado, otro con menos iluminación, tenía propaganda con la imagen de Massa. En el asfalto, un seguidor celebra mientras sostiene un león de peluche en su mano derecha.


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