100 AÑOS DE IFIGENIA

Una exposición que habla al presente: “Ifigenia de Teresa de la Parra”

Fotografía de Cristina Ramírez

05/06/2024

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En el fragor de la conmemoración del centenario de la publicación de Ifigenia irrumpe en Caracas una impecable exposición bibliográfica: “Ifigenia de Teresa de la Parra. 100 años de la señorita que escribió porque se fastidiaba”, en un nuevo espacio cultural (abierto formalmente al público con esta exposición inaugural) que es un verdadero milagro: el Museo del Libro Venezolano, ubicado en la Qta. Anduriña, calle Cocorote, San Román, Caracas. 

La exposición recibe a los visitantes con una hermosa imagen de Teresa de la Parra en tamaño real, de pie en la agradable terraza del museo, y desde ese espacio (terraza, jardines, caminerías) aparecen otros detalles como estímulos para la experiencia inmersiva de esta magnífica exhibición interactiva: códigos QR dispuestos en las mesas para ser leídos desde cualquier dispositivo móvil, que llevan a audios con fragmentos de Ifigenia; estos audios también pueden reproducirse desde una banqueta en un acogedor recodo del jardín. Después de este sugestivo preámbulo, se siente la urgencia de comenzar el recorrido: un exhaustivo panel cronológico invita a interactuar: por el anverso de las láminas detalles de la vida de Teresa de la Parra y por el reverso el paralelismo con acontecimientos culturales importantes de su tiempo. De este punto hasta la sala Enriqueta y Ana María Pardo (que exhibe la materia medular de la exposición) hay que subir, primero, una escalera donde una elegantísima Teresa de la Parra escruta al visitante inadvertido, hasta que el ascenso completo revela su reflejo en el espejo y suscita inmediatamente a María Eugenia Alonso, a través de sus palabras. Desde allí el trayecto se realiza por un estrecho pasillo que se amplía por los diversos espejos que multiplican las superficies y mezclan las imágenes: ya no es posible discriminar con precisión los límites entre la autora, la novela y la obra. 

Antes de entrar a la sala principal, un mapa de los personajes de Ifigenia con ilustraciones de Adriana Bonisconti sintetiza pedagógicamente la novela para el visitante que no la conozca, y la refresca para aquellos que no hayan recorrido sus páginas recientemente. Ya en la sala es difícil decidir dónde comenzar, todo es magnético, luminoso. Las vitrinas contienen desde la primera edición de Ifigenia hasta otras emblemáticas ediciones realizadas en el transcurso de un siglo, además de otros libros de la autora, diversos estudios críticos, comentarios e interpretaciones de su obra, documentos raros; cada vitrina y pieza gráfica por lo general posee un código QR en la etiqueta de datos, de tal manera que desde el teléfono se amplifica la información de cada objeto exhibido. Desde un punto de la sala, una tablet con un perfil de Instagram creado para Teresa de la Parra convida a manipularla para ver sus hipotéticas e interesantes publicaciones: fotos poco conocidas de ella con fragmentos de sus cartas en los pie de foto, cada texto fue seleccionado con rigurosidad: posee alguna asociación con la imagen que acompaña. Adyacente, un pequeño y acogedor anexo reseña las distintas adaptaciones que se han realizado sobre Ifigenia, en televisión, cine, teatro y radio, asimismo, desde allí se proyecta la película Ifigenia dirigida por Iván Feo y protagonizada por Marialejandra Martín, disponible para aquel que desee verla. Finalmente, dos deslumbrantes y auténticos vestidos de la época (década de 1920) fulguran en una amplia vitrina: un vestido flapper o Gran Gatsby y un vestido de novia, ambos con una fuerte carga simbólica, porque representan dos momentos o estados cognitivos decisivos de María Eugenia Alonso en el devenir de la novela, explicitados muy bien en un hermoso caligrama en el vidrio frontal de la vitrina.    

Esta extraordinaria exposición bibliográfica fue organizada por Ignacio Alvarado (fundador del Museo del libro) y María Ramírez Delgado (curadora del museo), y estuvo bajo la cuidadosa e impecable museografía de Ramírez, quien por otra parte es filósofa y una magnífica poeta. La exposición estará abierta hasta el 27 de octubre, y además, en torno a esta, se ofrece un atractivo catálogo de actividades mensuales: talleres de creación y traducción, charlas con especialistas de la UCV y la USB, lecturas, debates, cine foro, visitas guiadas los sábados y los domingos, etc, con la participación de investigadores y profesionales de rigor. 

Es indudable que esta exposición brinda un espacio irrepetible para leernos a través del cosmos que se recrea a partir de Ifigenia de Teresa de la Parra: la novela y su autora, el libro como objeto, el desarrollo editorial durante un siglo, fragmentos de audios grabados por la UCAB y textos de la autora, de sus críticos, comentarios de diversa índole, fotografías, película, vestidos: espejos donde mirarnos para presentir en el reflejo los puntos de nuestro cuerpo social que la novela atraviesa, para deleitarnos o lastimarnos, y con ello adivinar los empalmes, la prolongación.  

La exposición está abierta al público de miércoles a domingo, de 10:00 am a 5:00 pm. la entrada es libre. Y es auspiciada por la Embajada de Francia en Caracas y la Alianza Francesa de Venezuela, entre otros colaboradores.

Fotografía de Cristina Ramírez

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“Ifigenia” de Teresa de la Parra: María Eugenia Alonso: una vida individual que, 100 años después de su aparición, continúa traspasando la vida colectiva venezolana por diversos puntos (que son, en realidad, los apófisis de algunas facies de nuestro ser social que no han cambiado sustancialmente, o, que han cambiado sustancialmente pero se preservan algunos componentes primarios como enclaves dentro de la materia transformada, de allí el carácter reflectante de la obra: podemos, sin mucho esfuerzo, reconocernos en sus espejos), y, por tales intersticios circula el fluido mineral que mantiene viva la novela y la prolonga sobre su tiempo, como apunta la escritora Carmen Posadas a propósito de esta obra: “la gran literatura siempre habla al presente”. 

Tal vigencia indica entonces que la novela expone hechos que no han petrificado en el sustrato de un tiempo, anquilosados como vestigios de una fauna social ya extinta, por el contrario, afloran aún para revelarse como patrones correlativos entre la sociedad que retrató la novela y la sociedad de ahora: la duda corrosiva que socava la psique de una muchacha (María Eugenia Alonso) hasta enajenarla, al experimentar cómo las pautas sociales deforman la imagen que ella intenta concebir para sí misma: su identidad, de allí su insana insatisfacción frente a los espejos (hoy tal insatisfacción es ante otro tipo de espejo: el selfi); las desigualdades entre el hombre y la mujer, en términos de libertad y participación en la sociedad (aunque las reivindicaciones de la mujer que se desprenden del texto pueden ser vistas, bajo el lente actual, como una cosa muy candorosa), presentadas por la autora con irreverencia y desparpajo: circulan con desenfado en medio de unos patrones sociales costumbristas, conservadores y atrasados, de allí el matiz subversivo de la obra; la moralina de una sociedad, con sus rancios preceptos estratificados por capas sociales; la transición del poder entre una clase (la aristocracia terrateniente) que desaparece por otra clase que surge (la burguesía del petróleo); el rápido ascenso social de individuos rapaces que, a través de conexiones políticas, realizan turbios y jugosos negocios; la emigración, como alternativa ante un régimen que torna precaria las condiciones de vida; además de esto, habría que añadir otros ingredientes que, seguramente con mayor eficacia, mantienen resonando el éxito de la novela hasta nuestros días: la belleza de la prosa; la gracia del lenguaje para envolver con sutileza matices del amor, de la rabia, del humor, de la ironía, etc; la frescura del estilo y el encanto de los personajes; la espontaneidad de la charla; y, sobre todo, la propia autora y el mito que la envuelve: propiciado por el abolengo de su linaje; por ella misma y su transgresor estilo de vida y sus camuflajes (Ana Teresa Parra Sanojo, Teresa de la Parra, María Eugenia Alonso); y por último, por algunos críticos y biógrafos con una solapada pretensión sacerdotal de expiar a Teresa de la Parra.       

Todo esto ofrece un muy sucinto paneo de las posibles razones que pudiesen explicar tanto el efervescente interés que despierta hoy esta encantadora novela como el carácter masivo y efusivo (dentro del ámbito académico, universitario e institucional privado) de la conmemoración del centenario de la publicación de Ifigenia en diversas instituciones venezolanas, e incluso de España, Estados Unidos y Francia, donde se han realizado foros, conversatorios y charlas magistrales para abordar la novela desde sus múltiples aristas: escritura, metaficción, feminidad, transgresión, erotismo, crítica al patriarcado, moda, etc. 

Puede visitar el sitio web de la exposición escaneando el siguiente código QR:

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