Perspectivas

Pola Ortiz, una venezolana de excepción

30/08/2023

Fotografía de Iesa.edu.ve

El 10 de agosto pasado se nos fue Pola Ortiz, insigne dama que durante su larga vida le dio mucho a Venezuela. Nacida hace 99 años en una ciudad ubicada en lo que hoy es Ucrania, llegó a Venezuela desde muy niña, cuando en las postrimerías de la década de los 20, sus padres, Moisés y María Cusnier, llegaron a Venezuela en búsqueda de un futuro mejor al que se podría esperar tener en la convulsionada y subyugada Unión Soviética de Stalin. Formó parte de una de las primeras promociones de economistas de la Universidad Central de Venezuela, para luego seguir estudios de posgrado en las universidades de Wisconsin y Minnesota, donde se especializó en el área de economía agrícola. A su regreso a Venezuela se dedicó a la enseñanza de esa rama del saber económico en la UCV, su alma mater, donde obtuvo años después un doctorado en ciencias económicas y sociales. Posteriormente, se incorporó al cuerpo profesoral de la Facultad de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), habiendo alcanzado la categoría de profesora titular en ambas instituciones. Publicó 13 importantes trabajos en el área de economía agrícola, y desde su cátedra contribuyó decididamente a la formación de una pléyade de destacados economistas durante varias décadas.

A comienzos de los años 50 contrajo matrimonio con Arturo Ortiz, un destacado profesional de Nuevo México, que llegó a Venezuela en 1949 como parte del equipo profesional que trabajaba en las empresas del grupo liderado por Nelson Rockefeller. De ese matrimonio nacieron dos hijos: Nelson, conocido economista y exitoso empresario, y Arturo, también un reputado profesional, extemporáneamente fallecido. Durante la década de los 60 Pola y Arturo pasaron un tiempo en un Kibutz de Israel conociendo y estudiando de cerca la experiencia de la agricultura colectiva, sistema productivo desarrollado exitosamente en esas pequeñas y extraordinarias comunidades, las cuales jugaron un papel muy importante en la consolidación del Estado de Israel. Adicionalmente, Pola complementó su formación profesional trabajando en la década de los 70 en Alemania y en el Bank of America de San Francisco en Estados Unidos, donde aprendió mucho sobre las estrategias de financiamiento de las actividades agrícolas.

A lo largo de su vida desempeñó cargos de importancia, pudiendo mencionarse, entre otros, la Dirección de Asunto Agrícolas Internacionales de Venezuela y, desde 1999, la presidencia de la Asociación Mundial de Vivienda Rural para el Desarrollo Económico y Social de las Comunidades Rurales, siendo su Representante ante las Naciones Unidas en sus sedes en Nueva York, Ginebra y Viena. También fue directora del Consejo Directivo de la Fundación Palacio de las Academias en Caracas.

Pola fue una convencida de la importancia de la educación como instrumento básico para el desarrollo de los pueblos, dedicándose de lleno al fomento de la formación técnica y humanística de los jóvenes, no solo a través de la enseñanza universitaria durante varias décadas, como ya se dijo, sino también a través del estímulo al estudio y a la investigación. En reconocimiento a esa entrega y consagración, el IESA le dio su nombre a uno de sus centros de encuentro y estudio, la UCAB decidió crear el Premio Pola Ortiz al mejor trabajo de investigación en economía, y en la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard se estableció una beca con su nombre para financiar la formación académica de un estudiante venezolano.

Ese amor, dedicación y pasión por la educación, por la investigación y por el trabajo profesional la hizo merecedora de dos doctorados honoris causa, de obtener el título de Profesora Honoraria de la Universidad Bicentenaria de Aragua, y de ser seleccionada como Individuo de Número fundadora de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela (ANCE).

Fotografía cortesía de la familia de Pola Ortiz

Si bien no tuve la suerte de haberla tenido como uno de mis profesores durante mis estudios universitarios, sí pude desarrollar una estrecha relación con ella en la ANCE, la cual se extendió por casi cuatro décadas. Durante ese largo período pude ser testigo de las extraordinarias cualidades humanas y profesionales que ella poseía. Además de demostrarme en todo momento una sincera y estrecha amistad, siempre conté con su apoyo incondicional y con la calidez de su trato. Compartimos responsabilidades institucionales en la Academia, así como en la Asociación para la Promoción de las Ciencias Económicas, organización sin fines de lucro adscrita a la ANCE, que formamos con el fin de dar promoción y fomento al estudio y a la enseñanza de las ciencias económicas, y que ella presidió por muchos años y hasta su fallecimiento. Durante las gestiones que realizamos conjuntamente en esas dos instituciones siempre hizo aportes fundamentales que contribuyeron al éxito de las tareas encomendadas. Sus opiniones, juicios y decisiones siempre eran sólidos y bien fundamentados, por lo que compartir con ella los posibles planes a implementar o las eventuales acciones a tomar era, no solo necesario, sino también recomendable y prudente. Había que escuchar y tomar muy en serio sus sabias y ponderadas opiniones y puntos de vista.

A pesar de haberle correspondido presidir la ANCE desde mucho antes, siempre evitó ser elegida para ejercer ese cargo, prefiriendo mantenerse como vicepresidenta o secretaria académica de esa institución. No fue sino hasta 2018 cuando se encargó de la presidencia, cargo que desarrolló exitosamente durante dos años.

Además de ser una destacada profesional, Pola fue pilar fundamental de una bella familia, resultando particularmente placentero al visitar su casa verla rodeada del cariño y el amor de sus hijos Nelson y Arturo y del de los hijos que le aportó su segundo matrimonio, esta vez con el afamado médico venezolano Otto Paz, así como del de sus nietos e hijos políticos.

Con Pola se fue una gran persona, que logró a lo largo de su larga vida darle mucho al país. Fue científica, académica, educadora, madre ejemplar y, sobre todo, una persona de gran corazón, que se supo ganar el cariño y la admiración de quienes la conocimos. Un ejemplo de vida.

Descansa en paz, querida Pola.


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