Perspectivas

Podemos ser héroes, al menos, por un día

David Bowie dio un concierto en 1987 en Berlín Occidental, cerca del Reichstag. Una multitud se reunió en el lado este del Muro de Berlín para escucharlo.

17/07/2021

La canción de protesta es una denominación musical que está ligada a la temática de sus letras, que no puede ser encasillada en ningún género o estilo musical y tampoco a una época. Son temas que, a través de un verso y un coro, catalizan y aglutinan la voz de víctimas, oprimidos e ignorados. Siempre que el ser humano tenga la necesidad de manifestar su descontento y reclamar sus derechos, y opte por expresarlo a través de su voz, y no por la vía de la violencia, existirán en todos lados del mundo razones para componer e interpretar una canción de protesta.

Los riesgos que toma un artista al expresarse a través de una canción están íntimamente ligados al momento y al lugar. En 1973, tres meses antes del golpe que derrocó a Salvador Allende, los ocho miembros del grupo folclórico Quilapayún cantaron frente al palacio de gobierno de Chile «El pueblo unido jamás será vencido» sin tener la menor idea de que esta frase, tan efectiva, iba a convertirse en la bandera de muchas revueltas sociales, y también la excusa utilizada por muchos políticos populistas para aferrarse al poder en nombre de los oprimidos.

The United States vs. Billie Holiday, película recién estrenada, trata sobre la persecución que sufrió por parte del FBI la cantante de jazz a lo largo de toda su carrera, por insistir en interpretar «Strange Fruit»; una canción de 1939 que hace referencia al cuerpo de un negro linchado colgando de un árbol. En 1968, año en el que fue asesinado Martin Luther King, James Brown, conocido en esa época como «The hardest working man in show business», como señal de protesta decidió dejar de utilizar químicos para alisarse el cabello. Se dejó el afro y utilizó su peso en la comunidad negra para declarar musicalmente «Say it loud: I’m black and I’m proud». Gracias a Peter Gabriel, y su interés por la música africana, buena parte del mundo, sobre todo los que éramos jóvenes en 1980, descubrimos que en septiembre de 1977, en el cuarto 619 de la estación de policía de Port Elizabeth (Sudáfrica) fue asesinado el activista anti apartheid Stephen Biko. Gracias al comienzo de una canción, y en especial a la frase You can blow out a candle/But you can’t blow out a fire, muchos nos enteramos sobre el sistema político, basado en la segregación racial e implantado por los Afrikaners en Sudáfrica.

Por definición, los derechos humanos son derechos inherentes a todos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Aunque los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos fueron adoptados en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas la mayoría los desconocemos, y los que creemos que sí muchas veces no terminamos de entender que no son negociables. En 1982, en la época en la que Margaret Thatcher fue la primera ministra del Reino Unido, The Clash, a golpe de guitarra, se encargó de manifestar lo que para muchos jóvenes ingleses eran sus tres derechos más importantes: no ser asesinados, tener dinero para comer y tener libre expresión. 

Somos seres humanos, todos iguales, todos con los mismos derechos. Una verdad que nunca dejará de ser una utopía, una quimera imposible de alcanzar. El Cuarto Movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, también conocido como «Oda a la Alegría», con su capacidad de estimular las emociones más íntimas de los que la escuchan, ha logrado que, a través de los años, variados grupos y movimientos sociales se hayan apropiado de ella para resaltar este mensaje. La Novena de Beethoven es la belleza de la música al servicio de los más nobles ideales del ser humano. Una pieza que nos invita a soñar, al menos en el espacio de tiempo que la escuchamos, en que la igualdad sí es posible.

***

Una tarde de julio de 1977, desde una de las ventanas del Estudio Hansa en Berlín, David Bowie se fijó en una pareja de enamorados que se besaban cerca del muro. Una imagen que le ayudó a terminar una canción que hasta ese momento seguía siendo instrumental.

I can remember

Standing by the wall

And the guns shot above our heads

And we kissed as though nothing could fall.

A pesar de que los que se besaban apasionadamente terminaron siendo el productor de David Bowie, Tony Visconti, y su novia alemana, Antonia Maass, y que el encuentro daba más para escribir sobre la infidelidad que sobre la irreverencia frente a un muro que dividió durante 28 años a un país solo porque sus gobernantes pensaban distinto, la canción terminó convirtiéndose en un himno que resume la convicción de los que estamos seguros de que, al menos por un día, podemos ser Heroes. 

Heroes, según la recién desaparecida revista Q, es uno de los 100 mejores singles de la historia de la música. En 2004, la revista Rolling Stone le posicionó como la 46 de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. Blondie, The Wallflowers, Oasis, Depeche Mode, Peter Gabriel, Motorhead y muchos otros músicos la han versionado. En la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas de Londres 2012 el equipo británico hizo su entrada al estadio con la música de Heroes de fondo. Y si nada de esto le anima para ponerse ya a buscar la canción, y por unos minutos sentir que sí podemos ser mejores seres humanos, le invito a que vea la escena final de la película Jo Jo Rabbit.

En Cuba, Yotuel Romero, Descemer Bueno, El Osorbo y El Funky, miembros del movimiento artístico y social San Isidro, se cansaron de escuchar “Patria y Muerte” la consigna, hoy en día hueca, de la revolución de 1959, y decidieron cambiarla por “Patria y Vida”.

Los manifestantes que salieron a las calles de varias ciudades de Cuba el domingo pasado a protestar contra el régimen encabezado por el presidente Miguel Díaz-Canel, cantaban:

Se acabó, tu cinco nueve, yo, doble dos

Ya se acabó, sesenta años trancado el dominó, mira

Se acabó, tu cinco nueve, yo, doble dos

Ya se acabó, sesenta año trancando el dominó

Patria y vida

Patria y vida

Patria y vida

Sesenta años trancado el dominó.

Una vez más, la música, y en especial la canción de protesta, al servicio de las legítimas reivindicaciones de ciudadanos a los que no se les ha respetado sus derechos humanos.


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