Perspectivas

Martín-Barbero In Memoriam

14/06/2021

Jesús Martín-Barbero. Fotografía de Juan Carlos Pachón | Flickr

Introducción

En este artículo presento extractos de un texto de mayor extensión centrado en la figura de Jesús Martín-Barbero, que formará parte de un libro sobre pensadores de la comunicación y lo editará el Centro Gumilla, con motivo de los 45 años de la revista Comunicación. La muerte de Martín-Barbero, este 12 de junio de 2021, nos ha llenado de pesar. Se ha ido uno de los grandes.

Autor prolífico, destaca por una obra que marcó un punto de inflexión y de una indiscutible vigencia posterior. Se trata del libro De los medios a las mediaciones (Martín-Barbero, 1987), el cual ha tenido posteriores ediciones y reimpresiones.

Nacido en 1937, en Ávila, España, Martín-Barbero vivió en Colombia desde 1963. En 2003 se hizo ciudadano colombiano. Fue fundador y director del Departamento de Comunicación de la Universidad del Valle en Cali, Colombia, donde permaneció entre 1975 y 1995. Luego vivió en México durante algunos años para finalmente regresar a Colombia.

Fue Doctor en Filosofía, semiólogo, antropólogo y experto en investigación de la cultura y las teorías de comunicación en medios. Existe consenso en definirlo como el pensador más sólido y profundo de la comunicación en América Latina, pues realizó numerosos e invaluables aportes en cada uno de los campos en los que ha centrado sus estudios, como la antropología y la semiótica, y es referente esencial por su contribución a la creación de un pensamiento latinoamericano sobre comunicación y cultura.

Entre sus libros figuran Comunicación masiva: discurso y poder (1978), Comunicación y culturas populares en Latinoamérica (1987), Televisión y melodrama (1992), Proyectar la comunicación (1997) -en coautoría con Armando Silva-, Mapas nocturnos (1998), Los ejercicios del ver. Hegemonía audiovisual y ficción televisiva (2000) -en coautoría con Germán Rey-.

El punto de inflexión en la escuela latinoamericana

Si bien Martín-Barbero comenzó sus reflexiones en el campo de la comunicación y la cultura, abrevando de la escuela crítica de Frankfurt, práctica habitual en América Latina en los años 1960 y 1970, él mismo confesó que, ya publicado en 1978 su libro Comunicación masiva: discurso y poder, percibió que los conceptos con los que había estado aproximándose a lo comunicacional le resultaban cortos. Le hacía falta una dimensión que no estaba abordándose.

De esa inquietud nace su línea de reflexión e indagación que encuentra su expresión en De los medios a las mediaciones. Es, sin duda, un punto de inflexión en el campo de estudio con profundas repercusiones entre pensadores e investigadores de la escuela latinoamericana sobre la comunicación de masas. En escritos posteriores, el autor reivindica, como el gran aporte de su libro, haber apartado los medios del centro o foco principal, al dar una lectura compleja a cómo ocurre la recepción y sobre todo pasearse por el “qué hace la audiencia” con lo que consume gracias a la massmediación.

Entonces, con este cambio de perspectiva, no se pone el foco de manera principal y casi exclusiva en los medios y los contenidos que generan (que era y sigue siendo muy común en América Latina), sino que trata de sumergirse en el mundo de cómo la gente, el pueblo (término al que recurre con frecuencia el autor), interactúa con estos contenidos en su vida cotidiana, y cómo ocurre un consumo mediado por la realidad social y cultural de cada persona.

Tal como ha sostenido Erick Torrico, toda comunicación resulta mediada desde la sociedad, la cultura, la política y la subjetividad. Estamos ante prácticas sociales de producción, recepción, apropiación y usos sociales, expresadas tanto en competencias culturales y comunicativas de los sujetos como en relaciones de poder entre ellos. A fin de cuentas, la gran mediadora es la cultura.

Volvamos al libro De los medios a las mediaciones. Martín-Barbero define las mediaciones como algo hecho de flujos de lo cultural (popular), lo industrial moderno (mercado) y lo político (luchas por el poder y movimientos sociales). El libro tiene tres partes principales, que pasaremos a comentar a continuación.

En la primera sección del libro, “Pueblo y masa en la cultura: los hitos del debate”, Martín-Barbero hace un recorrido histórico sobre la percepción que han tenido los intelectuales en la conceptualización del pueblo y de la masa, junto a la importancia de la cultura en tales definiciones. El análisis histórico del autor arranca con el constructo de “pueblo” durante la Ilustración y posteriormente el Romanticismo como épocas que sustentan el pensamiento moderno.

La originalidad del pensamiento de Martín-Barbero también queda en evidencia en su óptica de los hechos históricos. En esa primera parte de su libro, por ejemplo, en lugar de quedarse en la perspectiva convencional que ubica al fenómeno de las masas como característica del siglo XX, el autor sostiene que debemos retroceder a la revolución de 1848, porque allí comienza a temerse por el peligro que puedan ocasionar las masas, la muchedumbre, al orden establecido.

Revisa el autor las tesis de diversos autores (Tocqueville, Freud, Bell, Foucault, Habermas) de disímiles disciplinas. Es en esta primera parte donde el autor revisa críticamente la escuela de Frankfurt. Sostiene Martín-Barbero que el estudio latinoamericano de la comunicación de masas se acercó a las ideas de Max Horkheimer y Theodor Adorno, quienes estuvieron muy enfocados en la mercantilización de la cultura gracias a la masividad y su relación con el poder del emisor. Sin embargo, dejó de lado a otro referente de esta escuela como lo fue Walter Benjamin.

Benjamin se aproxima al fenómeno de la cultura de masas haciendo una lectura amplia. El arte “culto” encuentra en la técnica de la comunicación masiva una forma de alcanzar a un público de diferentes clases sociales. Con tal perspectiva, los estudiosos posteriores del consumo cultural encontraron un referente en este autor alemán.

En la sección “Matrices históricas de la massmediación”, Martín-Barbero identifica tres grandes actores que, a su juicio, definen la comunicación de masas: el Estado, el mercado y la cultura nacional. Para el autor, resulta clave el concepto de hegemonía de Gramsci, planteado como un proceso que va cambiando con la sociedad y en el que las posturas de dominación mutan, se relativizan. Hay una forma suavizada de hacerle llegar la ideología a las masas.

Revisa el autor cómo, a partir de la Revolución Francesa de 1789, se acelera el proceso de consolidación de los estados nacionales. La cultura nacional, la moneda nacional, los símbolos patrios (bandera, escudo, himno) pretenden constituirse como amalgama desde la clase dirigente en procesos de integración vertical. Aquéllos en el poder necesitan un pueblo identificado con el modelo de gobierno y el interés nacional. A este proceso podríamos catalogarlo como la construcción simbólica de la nación.

La tercera parte del libro, “Modernidad y massmediación en América Latina”, aborda dicha región. No podía ser de otra forma, ya que Martín-Barbero se distinguió por localizar geográficamente su reflexión y su producción intelectual. Partiendo de dirigir su mirada crítica a una modernidad discontinua en la región y la desigualdad como identidad de cualquier país latinoamericano, el autor vuelve sobre el papel que desempeñan los medios de comunicación como agentes políticos e ideológicos.

En esta sección del libro, el autor rescata expresiones de la identidad latinoamericana que se apropiaron del lenguaje de los medios masivos, como es el caso del cine mexicano o el radiodrama argentino; pero también se pasea por lo cultural y masivo que ocurre en América Latina y que no está mediado por los medios, como las ferias, los festivales, etc.

Propone Martín-Barbero un “mapa nocturno” para la investigación de la comunicación de masas, pero desde una nueva óptica, privilegiando al sujeto. Reivindica, entonces, una línea de investigación que da énfasis a las audiencias, deslastrándose de la percepción que se le había dado de público pasivo en los anteriores enfoques sobre la massmediación. Se trata de entenderlo como un sujeto activo en medio del cual los contenidos consumidos del universo de medios interactúan con su propia experiencia, su vivencia cotidiana.

Martín-Barbero identifica una relación simbiótica entre cultura y comunicación. En su redefinición de la cultura, es clave la comprensión de su naturaleza comunicativa, su carácter de proceso generador de significaciones y no de mera circulación de informaciones y, por tanto, uno en el que el receptor no es un mero decodificador, sino que también debe verse como un productor de contenidos y significados.

Los mensajes de los medios no actúan aisladamente, sino que se vinculan con las condiciones de vida y las diversas representaciones que las personas se hacen de su realidad. Para el autor, la comunicación es más una cuestión de cultura que de medios, por tanto, no sólo de conocimientos, sino también de reconocimientos en el contexto en el que operan los mensajes. Los contenidos de los medios masivos no son sólo procesos comunicacionales, sino también culturales. El receptor percibe los mensajes en un contexto social, en determinadas condiciones, parte de su experiencia, de una educación, de normas y de su cultura, con un sentido y una concreción en su vida cotidiana.


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