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Raghuram G. Rajan nos cuenta más…
Project Syndicate: En marzo del año pasado, usted advirtió que una crisis de la magnitud de la pandemia de COVID‑19 podía tener al menos dos grandes efectos directos sobre la economía: un shock de producción y un shock de demanda. En el caso de Estados Unidos, a las crisis sanitaria y económica se les ha sumado una crisis política, que culminó hace poco con el asalto de simpatizantes de Donald Trump al Capitolio. En este contexto, ¿cómo ve las chances del presidente Joe Biden de «impulsar políticas sensatas que aborden los problemas que enfrenta la gente en situación de precariedad laboral sin dar lugar a una lucha de clases»?
Raghuram G. Rajan: Creo que la administración Biden tiene una oportunidad de encarar los problemas del precariado, y así ganarse el apoyo de una parte de la población que está insatisfecha. Pero eso no implica firmar un cheque en blanco para concretar todas las fantasías del ala progresista del Partido Demócrata (por ejemplo, la condonación de deudas estudiantiles). Implica sentarse con los republicanos sensatos y diseñar políticas bipartidarias para resolver los problemas de las comunidades marginadas. Esto incluye la provisión de acceso universal a Internet, clases compensatorias en las escuelas para los que se quedaron rezagados durante la pandemia y atención médica universal digna.
PS: En una crítica a la Teoría Monetaria Moderna, usted escribió que «No basta con que un gobierno garantice que puede realizar sus pagos de intereses; también debe demostrar que él y sus sucesores pueden pagar la deuda principal», porque los inversores sólo comprarán nuevas emisiones de deuda si confían en que «los ingresos tributarios actuales y futuros del gobierno (netos de gasto crítico) serán suficientes para pagar su deuda acumulada». ¿Hasta qué punto ese riesgo es grave en el caso de Estados Unidos, que emite la principal moneda de reserva del mundo? ¿Cuánto deberían incidir la sostenibilidad de la deuda y la inflación futura en la agenda inmediata de la administración Biden, en la cual se destaca un importante nivel de «apoyo a las familias pobres y vulnerables» durante la crisis de la COVID‑19?
RGR: No creo que estemos cerca del límite de endeudamiento para los Estados Unidos. Pero que podamos gastar no implica que debamos hacerlo. Si las generaciones anteriores hubieran hecho eso (darse un cheque en blanco cada vez que hubiera una recesión) hoy no estaríamos en condición de mitigar el sufrimiento de la crisis actual. Por eso mismo tenemos que evitar la prodigalidad innecesaria, ya que limitaría nuestra capacidad (y la de nuestros hijos) para enfrentar emergencias futuras.
Eso implica fijar prioridades. Yo sin duda pondría el «apoyo a las familias pobres y vulnerables» durante la crisis de la COVID‑19 muy al principio de esta lista. Del mismo modo, extender el seguro de desempleo tiene sentido mientras los protocolos de distanciamiento social impidan la recuperación en algunos sectores y estados.
Pero no estoy seguro de la necesidad de seguir entregando dinero a familias que no han sido afectadas por la pandemia. Con la cantidad de ahorro acumulado que hay, coincido con Larry Summers en el sentido de que más transferencias indiscriminadas (que se sumarán a la deuda pública) serán de escasa utilidad.
PS: En agosto, el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, reveló una nueva estrategia para la fijación de la política monetaria. Ahora la Fed tiene en cuenta el promedio de inflación a lo largo del tiempo, de modo que después de un período de debilidad es admisible que la inflación supere el 2%. ¿Ha contribuido el debate que siguió al anuncio de la Fed a promover el objetivo que usted recomienda de «disipar la mística que rodea a los bancos centrales» y a mejorar la comprensión pública de lo que la política monetaria puede (y no puede) hacer?
RGR: La Fed ha hecho un esfuerzo de comunicación innegable. El problema es que, según sea la situación, hay cosas (como proveer estímulo a los mercados financieros) que le resultan más fáciles de hacer que otras (estimular la economía real). Además, la Fed jamás puede admitir que se quedó sin herramientas. Esto genera una presión inmensa para que el banco central siga haciendo algo para apuntalar la economía y compensar la ausencia de otras políticas potencialmente más eficaces. Esta presión puede llevar a acciones que a más largo plazo resulten contraproducentes. Por ejemplo, las políticas expansivas de la Fed (y de otros bancos centrales) impulsaron un alza de precios de activos en todo el mundo. ¿Cómo evitar que la Fed termine siendo prisionera de las fuerzas que liberó? No hay una respuesta fácil para eso.
PS: En 2016, siendo usted vicepresidente del Banco de Pagos Internacionales (BIS), propugnó la necesidad de un nuevo conjunto de reglas monetarias que «impidan a los bancos centrales poner sus mandatos locales por encima de la responsabilidad internacional de cada país». En su opinión, «las políticas con pocos derrames negativos deberían tener luz “verde”; las que son admisibles transitoriamente, luz “amarilla”; y las que hay que evitar todo el tiempo, luz “roja”». Durante la crisis de la COVID-19, ¿ha habido casos de bancos centrales que hayan implementado políticas a las que usted les pondría una luz «roja»? ¿O políticas de luz «amarilla», que le preocupe que se mantengan demasiado tiempo?
RGR: Es raro que un banco central adopte en forma deliberada una política de «luz roja». Son mucho más probables las políticas de «luz amarilla», con algunos derrames negativos que se acumularán con el tiempo. Por ejemplo, las condiciones de financiación laxas engendradas por los bancos centrales emisores de monedas de reserva impulsaron un flujo enorme de dinero hacia activos de alto riesgo (incluidas las economías emergentes).
En los primeros días de la pandemia, los mercados emergentes sufrían fuga de capitales y aplaudieron estas políticas flexibles, porque pusieron fin a la fuga. Incluso es posible que la ayuda haya sido excesiva, porque después volvieron a entrar enormes cantidades de capital. Pero muchos de estos países ahora están intranquilos, porque cualquier señal de que los bancos centrales emisores de monedas de reserva ajustarán sus políticas monetarias puede iniciar otra fuga de capitales, más o menos como el «berrinche» que hicieron los mercados en 2013 cuando la Fed insinuó que iba a empezar a reducir las compras de activos.
Las economías emergentes no pueden esperar que los bancos centrales emisores de monedas de reserva mantengan las políticas expansivas para siempre. Y esos bancos centrales deben ser conscientes de que cualquier cambio en sus políticas tendrá importantes efectos derrame en los mercados emergentes, tanto mayores cuanto más se demoren. ¿Quién dijo que la formulación de políticas era fácil?
Dicho sea de paso…
PS: En una reunión de importantes economistas que tuvo lugar en 2005 en Jackson Hole (Wyoming), usted advirtió de que el uso de prácticas bancarias insostenibles e instrumentos financieros de alto riesgo podía provocar un colapso económico. La audiencia estaba con el ánimo alto por la suba de precios de las propiedades, y su artículo recibió una acogida glacial. Pero han pasado menos de tres años, y sus advertencias resultaron proféticas. ¿Han mejorado las percepciones de riesgo de los economistas desde entonces? ¿Qué acciones podrían contribuir a que mejoren?
RGR: Igual que los generales, los economistas estudiamos la guerra que pasó, y después aplicamos esas enseñanzas a la guerra siguiente, a veces en forma incorrecta. Hoy entendemos el riesgo bancario mejor que en 2005, pero ahora los riesgos están en otros lugares (en particular, porque hemos tomado medidas para limitar el riesgo bancario). Después de la crisis de la COVID‑19 habrá que examinar qué políticas llevan a un mayor apalancamiento, sobre todo por parte de entidades que están fuera del sistema bancario formal.
PS: En su libro de 2010 Grietas del sistema: por qué la economía mundial sigue amenazada, usted advirtió de que las reformas no habían resuelto la desigualdad de ingresos y el estancamiento salarial de la clase media, que contribuyeron a la debacle de 2008. Más de diez años después, la crisis de la COVID‑19 amenaza con empeorar la desigualdad, en parte (algo que usted menciona en un artículo reciente) como resultado de una avalancha de quiebras de pequeñas empresas. ¿Qué reformas se necesitan con urgencia para evitar esta posibilidad y la aparición de un «círculo vicioso» de crisis?
RGR: En esto tampoco hay respuestas fáciles. En los barrios pobres y marginados, no sólo es difícil iniciar un emprendimiento, por diminuto que sea, sino que los que ya existen a veces son parte esencial del ya debilitado tejido social y económico de la comunidad. El costo social de permitir que cierren será previsiblemente alto. Por eso las autoridades deberían priorizar más la protección de empresas en esas comunidades.
Pero como principio general, no es buena idea dar apoyo por tiempo indefinido a pequeñas empresas. Tal vez la política más sensata sea que el gobierno permita los cierres inevitables, brinde seguro de desempleo a los trabajadores y garantice que cuando se inicie la recuperación haya crédito suficiente para que los dueños de las empresas cerradas (y otros emprendedores) puedan empezar de nuevo.
PS: Como gobernador del Banco de Reserva de la India, usted consiguió controlar la inflación, reducir considerablemente el déficit de cuenta corriente, revertir el derrumbe de la rupia y estabilizar la economía, lo que convenció a los inversores extranjeros de volver a la India. Si usted asumiera el mismo puesto durante la crisis actual, ¿qué medidas estarían al principio de su agenda, y qué medidas complementarias querría que implemente el gobierno?
RGR: Como regla, no comento las políticas recientes del BRI. Pero sí puedo decir que a futuro, una tarea importante será la limpieza del sector corporativo y la recapitalización de los balances bancarios. De lo contrario, las tensiones financieras seguirán obstaculizando el crecimiento.
PS: En su libro de 2019 The Third Pillar: How Markets and the State Leave the Community Behind, usted escribió que «la sociedad tiene que encontrar un nuevo equilibrio» en el que comunidades y personas estén capacitadas para hacer frente a las disrupciones económicas y tecnológicas del presente. ¿De qué manera la pandemia y sus efectos concomitantes sobre las formas de vivir y trabajar (que en algunos casos pueden resultar duraderos) afectaron sus ideas sobre este tema? ¿Llevarán hechos como la adopción acelerada del teletrabajo o el éxodo de profesionales cualificados desde los centros urbanos a un nuevo equilibrio, o producirán más inestabilidad y desigualdad?
RGR: Creo que la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar crea una oportunidad para distribuir mejor la actividad económica dentro de los países, siempre que haya amplio acceso a herramientas como la banda ancha. Esto puede reducir la desigualdad territorial, que es una inquietud importante en todo el mundo. Más en general, la pandemia puso en primer plano muchos usos nuevos de la tecnología, por ejemplo el aprendizaje a distancia. Las autoridades deberían incorporar estos cambios a las estrategias que usarán para «reconstruir mejor».
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Del archivo de PS
De 2016
En «Nuevas reglas de juego monetarias», Rajan propone la creación de un nuevo marco que impida a los bancos centrales adoptar políticas de «empobrecer al vecino». Lea más.
De 2019
En «Por qué el capitalismo necesita al populismo», Rajan sostiene que la presión de las bases protege al sistema económico de su tendencia a la autodestrucción. Lea más.
En la web
En una entrevista para la cadena india NDTV, Rajan sostiene que el gobierno del país debe invertir en desarrollo de infraestructura, aumentar el apoyo financiero a los pobres y abrir escuelas. Mire la entrevista.
En una conversación con Economic Times, Rajan evalúa el desempeño bursátil reciente de la India y sus perspectivas generales de recuperación económica. Lea la entrevista.
Raghuram G. Rajan, exgobernador del Banco de Reserva de la India, es profesor de Finanzas en la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago. Su libro más reciente se titula The Third Pillar: How Markets and the State Leave the Community Behind [El tercer pilar: cómo los mercados y el Estado se olvidan de la comunidad].
Copyright: Project Syndicate, 2021.
www.project-syndicate.org
Raghuram G. Rajan
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