José Esparza: 5 claves sobre las buenas noticias, los retos y los próximos pasos de las vacunas para covid-19

01/12/2020

En las últimas semanas, el mundo científico fue sorprendido por la publicación de los primeros resultados de los estudios de vacunas de covid-19 en fase 3. Hasta hace unos meses, los más optimistas esperaban una efectividad del 60%. Los anuncios de efectividad por encima del 90% en tres de las principales vacunas en desarrollo fueron una buena e inesperada noticia. 

“Si hace un mes me hubieran preguntado mi opinión sobre cuándo tendríamos una vacuna contra la covid, no hubiera podido responder con seguridad y quizás mi respuesta hubiese sido pesimista porque, en general, las vacunas toman tiempo en desarrollarse”, dijo el virólogo venezolano José Esparza durante el evento Infectología a un click, organizado por la Sociedad Venezolana de Infectología, transmitido con apoyo del proyecto SOS Telemedicina de la Universidad Central de Venezuela. 

Esparza tiene más de 50 años de experiencia en el área de vacunas y epidemias como investigador en el IVIC, en la Organización Mundial de la Salud y la Fundación Bill y Melinda Gates. Actualmente, Esparza es profesor adjunto del Instituto de Virología Humana de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos. Hace unas semanas, en una conversación con Prodavinci, Esparza estimaba que las primeras vacunas estarían listas en un año y medio. Pero en un año tan complejo, fue sorprendente recibir resultados tan positivos en efectividad y seguridad de los desarrollos de vacunas. Si todo avanza a este ritmo, se espera que a finales de año haya dos vacunas certificadas en Estados Unidos. 

Son buenas noticias, que se deben tomar con expectativas razonables. Todavía se debe resolver temas de producción y logística de distribución. A continuación, en 5 claves, las explicaciones del virólogo Esparza sobre las vacunas, cómo funcionan, lo que desconocemos y cuáles son los temas a resolver para aspirar a una vacunación universal:

1. ¿Qué han mostrado los primeros resultados preliminares de fase 3?

En promedio, los primeros resultados han mostrado una efectividad superior a 90%, mucho más de lo esperado. El desarrollo de Pfizer-BioNTech reportó una efectividad de 95%, Moderna reportó efectividad de 94%, el Instituto Gamaleya reportó que su vacuna Sputnik V tiene una efectividad de 92% y Oxford-Astra Zéneca reportaron efectividad de 70%, que podría aumentar a 90% con un cambio de dosis (recientemente anunciaron un nuevo ensayo para medir la modificación). 

Más allá de su efectividad, Esparza destaca que todos los ensayos han mostrado altos niveles de seguridad. Como explicó el médico infectólogo Julio Castro durante su intervención en la actividad, la aplicación de esta vacuna se debe hacer mínimo en el 60% de la población mundial. Si en los ensayos se reporta un porcentaje “mínimo” de efectos secundarios en 0,01% de los voluntarios, en la escala mundial eso implicaría 600 mil personas con esos efectos. Por eso la seguridad de las vacunas es crucial y Esparza destaca que todas han mostrado ser muy seguras.

“Estas pruebas en fase 3 se han hecho en números muy grandes de voluntarios, entre 30 y 40 mil. El número de voluntarios es mucho mayor que en pruebas de eficacia para otras vacunas. Hasta ahora han demostrado tener una alta seguridad, pero de todos modos hay que estar atentos y monitorear cuando se administre a números mayores de personas”, dijo. 

2. Lo que todavía no sabemos de las vacunas en desarrollo

Aunque los ensayos han reportado resultados preliminares positivos, todavía necesitamos tiempo para conocer otros aspectos importantes de las vacunas. Entre ellos: 

  1. ¿Previenen la infección o la enfermedad? Parece lo mismo, pero es una distinción importante. Es posible que una persona con la vacuna sea infectado con el virus, pero no desarrolle la enfermedad. Es decir, evita la enfermedad pero no impide que la persona adquiera el virus. Pero también es posible −y deseable− que la vacuna en sí misma evite la infección en primer lugar. Es decir, que la persona no llegue siquiera a tener el virus. “Es importante porque para cortar la transmisión y lograr inmunidad de rebaño necesitamos prevenir la infección. El único desarrollo que ha reportado que previene infección es Oxford-Astra Zéneca, aunque es un reporte periodístico porque no tenemos el estudio”, dijo Esparza.
  2. ¿Cuánto dura la inmunidad? Hay vacunas que tienen un período de actividad y requieren refuerzos periódicos, cada 6 meses, cada año o cada dos años. Todavía no se sabe cuánto se mantiene la inmunidad de estas vacunas y solamente se sabrá con el paso del tiempo. 
  3. ¿Es segura para niños y mujeres embarazadas? Estas son poblaciones vulnerables que se beneficiarían de las vacunas, así que todavía hace falta medir sus efectos en ambos grupos.

3. Los ensayos están adelantados, ¿cuáles son los próximos pasos?

El próximo paso para todos los proyectos es conseguir la certificación de la vacuna por una agencia reguladora que certifique la calidad de la información de estos estudios. La compañía Pfizer ya solicitó a la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) una autorización para uso de emergencia de su vacuna, que permitiría aplicarla antes de que la fase 3 termine formalmente a mediados del año próximo. La empresa Moderna solicitó a la FDA el lunes 30 de noviembre la aprobación de uso de emergencia de su vacuna. 

La FDA se reunirá el 10 de diciembre para discutir la vacuna de Pfizer y el 17 de diciembre para revisar la solicitud de Moderna. 

“Probablemente antes de fin de año tengamos ya una autorización reguladora para comenzar a aplicar la vacuna, por lo menos en Estados Unidos, donde ya se estima que se han producido 40 millones de dosis. Se podrían vacunar, quizás en diciembre, a 20 millones de personas”, dijo Esparza. 

Por otro lado, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) se reúnen este martes 1 de diciembre para definir los grupos de población que serán prioritarios en la vacunación. Se estima que los primeros en recibir la vacuna serían los que tienen mayor riesgo: el personal de salud, las personas que viven en residencias de ancianos, personas con otras comorbilidades y las personas mayores a 65-70 años.

“Se ha pronosticado que la mayoría de la población americana que decida tener la vacuna, podría hacerlo antes de mayo o junio del próximo año”, dijo Esparza. 

4. Los problemas por resolver

La tarea de vacunar a toda la población mundial, o a un porcentaje suficiente para lograr la inmunidad de rebaño, es compleja y requiere resolver muchas dificultades, desde las desigualdades entre países hasta convencer a los ciudadanos de usar la vacuna. Los tres principales retos, para Esparza, son:

  1. La logística de distribución: hasta ahora no había ninguna vacuna que requiriera refrigeración a temperaturas tan bajas como -70 grados centígrados. Se está estudiando usar congeladores especiales y el uso de hielo seco, comentó Esparza. 

“Estados Unidos tiene infraestructura para llevar vacunas a gran escala a la población. Cada año, entre los meses de octubre y febrero o marzo, más de 100 millones de americanos se vacunan contra la influenza. Esa infraestructura incluye la farmacia de la esquina, que puede ser el mecanismo por el cual un gran número de personas de Estados Unidos se vacune”, dijo Esparza. La distribución será más compleja en países en desarrollo que no tiene una infraestructura tan desarrollada. 

2. La aceptabilidad en la población: se estima que al menos 50% de la población estadounidense dice que no aceptarían ser vacunados por temor a los riesgos y complicaciones que pudiera causar la vacuna. Esparza destacó que hay muchas informaciones falsas que están causando miedo en la población, pero confía en que los resultados de las vacunas serán notorios. 

“Hay temores fundados e infundados, pero a medida que la población vea que las vacunas se están utilizando de manera segura en un gran número de personas, más y más personas van a querer la vacuna”, afirmó.

3. Lograr una distribución universal: Esparza recordó que se requiere la vacunación de entre 60% y 70% de la población para alcanzar la inmunidad de rebaño, que permite proteger al individuo y a la vez crear una barrera de protección en la población. En el trabajo ¿Cómo terminan las epidemias?, publicado en Prodavinci, explicamos cómo funciona la inmunidad de rebaño

La dificultad está en acercar la vacuna a los países en desarrollo, que no tienen los mismos recursos ni desarrollos tecnológicos. Hace falta más financiamiento.

“Países en desarrollo han hecho convenios de compra anticipada y condicionada. La OMS ha establecido el mecanismo Covax para llevar vacunas a los países más pobres del mundo. Pero es mecanismo, que se está haciendo con GAVI y CEPI, ha reunido cerca de 1.000 millones de dólares, pero se necesitarían 5.000 millones de dólares más”, advirtió Esparza. 

La vacuna podría usarse para controlar la epidemia, pero no por ahora

Aunque en algunos países el uso de la vacuna podría ayudar a controlar la epidemia en el futuro, el proceso de vacunación podría tomar dos años más. Esparza dijo que si bien considera que la vacuna podría ser la solución definitiva a la pandemia, todavía falta tiempo para lograrlo. Las medidas de prevención se mantendrán por los próximos 2 o 3 años por lo menos.

“El uso apropiado de una vacuna podría permitirnos controlar la epidemia, por lo menos en algunos países del mundo en la segunda mitad del próximo año. Pero mientras tanto tendremos que seguir practicando las otras medidas preventivas: máscaras, distanciamiento social, la higiene. Sabiendo que hay luz al final del túnel, son medidas que vamos a tener que seguir cumpliendo por los próximos 2 o 3 años. Tenemos que hacer un esfuerzo para que en los meses que nos quedan intensificar estas medidas de prevención esperando una vacuna. A mí parecer, esa será la respuesta definitiva al control de esta pandemia”, afirmó.

5. Lo que sí se sabe: ¿Cómo funcionan los desarrollos de vacunas de covid-19?

“Todas las vacunas en desarrollo están diseñadas para producir anticuerpos que neutralizan la infectividad del virus”, explicó Esparza. Las vacunas están desarrolladas contra la proteína S, que es la que se encuentra en las espículas del virus, las puntas que le dan forma de corona. Los anticuerpos que generan las vacunas son neutralizantes: se unen a las puntas del virus e interfieren en el contacto con las células. Así, los anticuerpos evitan que los receptores celulares absorban el virus e impiden la infección. 

Desarrollar estos anticuerpos neutralizantes se puede lograr de diversas maneras. Estas son las tres explicadas por Esparza:

a) Vacunas de ARN mensajero: Muchas vacunas usan la proteína como inmunógeno para generar la respuesta inmune. En el caso de covid-19, se usaría la proteína S que está en la espícula del virus. Sin embargo, ese proceso es complicado técnicamente, tarda más tiempo. Las vacunas de ARN mensajero son como un atajo: en lugar de usar la proteína como vacuna, usan el ARN mensajero que codifica a la proteína. 

Hasta ahora, este tipo de vacunas no se había usado porque el ARN es una molécula sensible a la degradación. Las vacunas se lograron cuando se encontraron métodos para proteger la molécula, cubriéndola con una nanopartícula lipídica que la estabiliza. “Cuando se inocula este ARN, va directamente al citoplasma, la proteína es excretada por las células, presentada al sistema inmune y el sistema inmune produce los anticuerpos que son los que nos protegen de la enfermedad”, explicó Esparza. 

“A mi manera de ver, las proteínas de ARN constituyen el futuro de la vacunología. Veremos más vacunas basadas en ARN en el futuro”, dijo Esparza. 

Los desarrollos de Pfizer-BioNTech y Moderna usan ARN mensajero. El problema de estas vacunas es que se deben mantener a temperaturas muy bajas, entre -70 y -20 grados centígrados, difíciles de alcanzar en refrigeradores normales. La logística de distribución requiere una infraestructura más compleja. 

b) Vacunas por vectores: los vectores son virus benignos, que no producen enfermedades, que se usan para inocular a las personas y generar anticuerpos. Son como caballos de Troya: se manipula genéticamente el virus benigno para insertar el gen que codifica la proteína S del coronavirus. Cuando se inocula a la persona, el organismo crea anticuerpos contra el virus benigno, pero también contra el gen del coronavirus. 

En el caso del SARS-CoV-2 los virus vectores más usados han sido los adenovirus, una familia de virus que produce enfermedades respiratorias leves con cierta frecuencia en los niños. 

Hay tres desarrollos de vacunas de covid-19 que usan vectores. La vacuna Sputnik V (desarrollada por el Instituto Gamaleya de Rusia) usa dos vectores, la primera dosis usa el adenovirus 26 y la segunda dosis de refuerzo usa el adenovirus 5. La vacuna de Oxford y Astra Zéneca usa un adenovirus de chimpancé. “Esto es porque muchos humanos ya tenemos anticuerpos contra el adenovirus 5 porque hemos sufrido de una infección en nuestra infancia”, explica Esparza. La eficacia  de la vacuna es mayor cuando se hace con un virus nuevo para los humanos, de ahí la elección de un virus del chimpancé. El desarrollo de vacuna de Johnson & Johnson, que todavía no ha reportado resultados, usa el adenovirus 26 como vector. 

c) Vacunas con el virus inactivado: estas vacunas usan el propio virus del que se quiere vacunar y se inactiva con métodos químicos. Ese virus inactivo tiene la proteína S en la superficie, eso se usa como vacuna y genera una respuesta de anticuerpos contra la proteína S. 

Dos compañías están produciendo proteínas S para usarlas como vacuna: Novovax y Sanofi. En los ensayos en animales y las fase 1 y 2 con voluntarios humanos estas vacunas han mostrado inducir los más altos niveles de anticuerpos.

“Pienso que vamos a tener muchas vacunas alternativas en el futuro”, dijo Esparza.


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