Perspectivas

“Ve a comprar cigarrillos y desaparece”, de Karl Krispin. ¿Una historia de amor?

Fotografía de Margarita Boulton | @mboultonphoto

26/09/2020

Editada por Hypermedia (2020), aparece la última novela de Karl Krispin, Ve a comprar cigarrillos y desaparece. Podríamos decir, aplicando un término chomskiano, que, en la estructura superficial, el argumento de la obra consiste en desarrollar una historia de amor. Esta, en un momento determinado, se interrumpe para luego recomenzar más adelante, pero con otras características y con uno de los actantes remplazado.

La primera parte se cumple horizontalmente, con características comunes a muchas historias del género. Hay en ella tradicionales momentos como el encuentro, el desencuentro, la infidelidad, la venganza, a través de otra infidelidad y meditaciones existenciales. Durante el desarrollo de esta primera historia, el autor, a través de un narrador omnisciente, nos detalla cuidadosamente la conducta del personaje Esteban Caledonia Garcés. Planifica un viaje al Cerro El Ávila, referencia casi obligatoria en la ciudad de Caracas, para hacer uso de una conducta adaptada al título de la obra. Volverá a su hogar y fingirá una breve salida. Claro, en su mundo interior sabe que no regresará sino que desaparecerá del ambiente de la relación.

Ese domingo me levanté temprano, y ni siquiera alimenté a nuestro perro, (…) En su lugar, fui hasta el automóvil, miré discretamente la maleta de la escapada y la contemplé con admiración. Me vestí con botas montañeras y pantalones de escalar, (…) María Silvia dormía, así que no nos despedimos. (p. 14)

Por la mente de Esteban jamás había pasado la noción de que su esposa podría adelantársele ni que le jugaría una partida como la que él sí había planificado. Su sorpresa fue mayúscula, cuando logró ver un sobre blanco, con su nombre como destinatario: “De verdad lo lamento, debo irme por un tiempo (…) Pronto te llamaré. Estaré viajando fuera del país. No lo tomes a mal (…) Lo siento de verdad. María Silvia”.

Nos imaginamos que dentro del primer capítulo y el segundo ha mediado un largo interregno. El último nombrado contiene una larga epístola de María Silvia a su todavía esposo. En tal carta hay un análisis muy particular del panorama político de la Venezuela actual, enfocado en la labor negativa que cumple el chavismo-madurismo en el poder. Decimos que es muy particular, debido a que María Silvia nos muestra la reacción de una clase social favorecida y los efectos que sobre ella tienen los aconteceres del citado proceso político. A pesar de que la inmensa mayoría de sus conceptos tienen una veracidad innegable, su conducta no muestra la decisión de combatir los desmanes que durante tal proceso se realizan.

¿Había alguna vez sensatez de seguir con la estupidez del clima y del Ávila, de la luz de Los Palos Grandes o del Alto Hatillo, cuando al día siguiente podías estar con una etiqueta en el pie, horizontalizada, extraviada para siempre en la calzada, con un enjambre de curiosos arrancándote tus últimas pertenencias o tratando de examinar por dónde se te metió la bala (…) la ciudad de los techos rojos es ahora la ciudad de las cifras rojas… (p.26)

Su conducta llega hasta la negación definitiva de la nacionalidad venezolana y sus caracteres, hasta ahora generalmente aceptados. La fehaciente demostración reside en el hecho de haber arrojado al Sena su pasaporte y su cédula de identidad venezolanos. Así, esta puerta la ha cerrado definitivamente. Igualmente, ha cerrado también la puerta de su matrimonio. Solamente se queda en la espera de la legalización.

Es importante señalar que, con relación a los contenidos conceptuales expresados por el personaje María Silvia, no es menos esclarecedora la actitud del narrador omnisciente. En diversas oportunidades y con casi idénticas acusaciones, enjuicia ese mismo proceso político. Observemos esta cita.

Nos vimos por primera vez por los días de la huelga cuando en Caracas no había gasolina[1] y los ciclistas pedaleaban a sus anchas. Nunca como en ese tiempo, vivimos una ciudad despreocupada por ser. La gente dejó de ir a los trabajos, los petroleros abandonaron su industria, no había servicios y esto era motivo de celebración. Lo único que se logró fue convertir un populista en un tirano. (p. 46).

Y que conste que no es la única referencia negativa al poder existente en la Venezuela del momento. Ya casi al final de la obra, se expresa así: “Muy pronto los billetes se imprimirán con la sonrisa de hampones y narcotraficantes,” (p. 198) en una clara alusión a la conducta que se les endilga tanto a los miembros del Poder Ejecutivo del país como al partido político y a los militares que lo sostienen.

Las cartas de María Silvia continuaron, en una especia de actitud sadomasoquista, narrándole sus andanzas, sus conceptos sobre una ciudad tomasmoriana, sus nuevos amores y otros etcéteras. Paralelamente, Esteban transcurre su existencia rechazando casi todo lo de su nueva morada, meditando sobre su vida pasada, sobre todo en las cosas buenas y rumiando su estada en una tierra en donde no sabe a ciencia cierta si debería, o no, permanecer. Es algo así como el trauma de una persona que tenía diferentes recursos para abandonar el infierno venezolano y no lo hizo. Y más aún, piensa que ya es un poco tarde y racionaliza explicando y explicándose razones, como su vida universitaria, sus libros y otros porqués.

Ya sabes que la peor decisión además es la que no se toma. Tuviste un desorden sobrevenido causado por tu miedo a lo desconocido, la típica inhibición psico-conductual que te obligó a apreciar lo que tenías y ano arriesgarlo. No te quisiste aventurar, asomarte al vértigo que supone cortar los lazos con lo establecido. (pp.48-49).

Más adelante, como en una especie de libro inacabado, aparece el tercer personaje, el cual vendría a ser el remplazo de María Silvia. En este momento, se abandona la narración horizontal temporal, para que un narrador protagonista nos conduzca a un desenvolvimiento lúdico de la acción narrativa. Este hecho nos desvía el camino hacia una ulterior apreciación del desenlace final de la novela. En otras palabras, Agatha Santa Croce, que es el nombre de este personaje engaña a sus lectores, a través de la creación de un universo lúdico, con el cual se desempeña, a través de todo el universo narrativo en donde se presenta. Otra característica importante de Agatha es que da la impresión de que vive en otra parte del planeta. No emite juicios políticos, ni económicos ni filosóficos. Su interés permanente reside en el uso de ese universo lúdico que ha creado, según confesión propia, para conocer mejor al personaje Esteban pensando, tal vez, en una relación sentimental recíproca. Por esta razón, siempre está aspirando a que Esteban sucumba, para bien de sus objetivos. Y así sucede en la realidad narrativa. Después de que él analiza los pormenores del juego, decide incorporarse al mismo, ya que no le traería ningún inconveniente ni ninguna pérdida nocional.

Es interesante para nuestro acercamiento crítico, destacar que la obra no posee el único interés de contar una historia de amor. De ahí los signos de interrogación presentes en el título. Nosotros pensamos que el autor, con una especie de manifestación de ser un alumno predilecto de Jorge Luis Borges, utiliza tal historia para confundirnos en la apreciación de su final. Así, crea -a la manera borgiana- ciertos laberintos temporales, como el que nos muestra María Silvia. Igualmente, locales, como el creado por Agatha Santa Croce. Y es más, pensamos nosotros, Krispin crea un laberinto más, diferente a los de Borges. Se trata de un laberinto conceptual. Este se desarrolla cuando el narrador omnisciente compara su vida con el mundo de sus lecturas. Durante tal comparación, se nos va envolviendo en un sinfín de autores y títulos, los cuales -aunque se haya sido un lector contumaz y zahorí- puede perderse en alguna de las encrucijadas del laberinto. No es ni circunstancial ni arbitraria la referencia a El jardín de los senderos que se bifurcan, en la página diez. Pensamos que es suficientemente motivada.

Fotografía de Margarita Boulton | @mboultonphoto

Al acercarnos al final de nuestra exposición, queremos destacar que en el nivel del significante (usamos ahora la terminología de Ferdinand de Saussure), la novela es impecable. Solo hemos observado algo que, a menos que sea un uso ex profeso, debería no aparecer en futuras ediciones. Se trata de la acentuación ortográfica del adverbio “solo”, ya eliminada por la RAE-ASALE, en su Ortografía de la lengua española (2010). En el nivel del significado (continuamos con Saussure), la obra posee algunos referentes fundamentales. Por ejemplo, la relación del título con la obra parte de un hecho real, operado muchas veces por personajes anónimos del pueblo venezolano, en donde se manifiesta la irresponsabilidad de sus actores. Otra, la relación semiótica con ejemplares de la obra de Jorge Luis Borges, como hemos indicado supram. Si nos acercamos a la lectura de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” (1941), recordaremos la presencia de los espejos y los laberintos. En los espejos hay seres en el espacio. En los laberintos hay mundos paralelos. La fusión de estos dos elementos es aprovechada por el autor para dar a conocer contenidos conceptuales. Si el acercamiento es a la de “El jardín de los senderos que se bifurcan”, recordaremos que el personaje Yut Sun debe matar al personaje Albert. Pero al reconocerlo como un pariente lejano de un filósofo chino, que hablaba de un libro interminable, lo invita al diálogo. Sin embargo, al darse cuenta de que él también es seguido por otro personaje, cumple su cometido inicial. ¿Será asesinado Yut Sun? Esto será parte de uno de los laberintos. Leamos detenidamente esta cita de la página 156:

Qué aproximaciones tan extrañas estaba recibiendo. ¿Eso tendría algún desenlace como las protestas de la calle? Y me ponen la fuerza del destino. No entiendo nada de esto. ¿Estaré una vez más siendo narrado por alguien a quien también lo están narrando? (Subrayado nuestro)

El tercero y último referente fundamental es su extraordinario final abierto. Los personajes Esteban y Agatha han pasado una semana juntos en la Colonia Tovar. Aunque lo recordado por Esteban está pleno del recuerdo de contenidos afectivos, no hay demostración de ningún inicio de relaciones amatorias. Muchísimo menos de sexualismos de ninguna naturaleza. La obra finaliza con una larga meditación existencial sobre la vida, sobre el amor, sobre los juegos y otro largo etcétera.

A manera de colofón, no vacilamos en recomendar la lectura de esta última novela de Karl Krispin. Además de degustar su ejercicio narrativo, nos pasearemos por un largo espacio de la literatura universal.

***

[1] Esta alusión a la falta de gasolina, en Caracas, considerada como una fiesta, se refiere a la del año 2002. Después hubo muchas faltas de gasolina, gasoil, aceite, etc. ya no consideradas como fiestas. La del 2020 ha causado conductas enervantes y hasta con reacciones violentas.


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