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Rafa Galindo en el centenario de su nacimiento

17/07/2021

De la serie “Canta Rafa Galindo”, Caracas, 2003: Ramón Grandal ©Archivo Fotografía Urbana

—Esa foto fue hecha en la sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño —dice el director de orquesta Rodolfo Saglimbeni, a quien vemos de espalda en el centro de la composición, precisamente porque está frente a la partitura y a los profesores.

En el tercio izquierdo de la imagen está Rafa Galindo, quien con gran rapidez se ha acostumbrado a las tablas, tras unas siete décadas de tarimas. No es lo mismo. En los escenarios tienen lugar los conciertos (el público está sentado y sobre el regazo no más que el programa de mano), mientras en las plataformas, muchas veces móviles, se toca y se canta para una audiencia trago en mano, que corea a todo gañote y convocada para bailar. En unos y otros transcurrió la vida de Rafa Galindo, quien a veces descendía de los tablados solo para tomar unos sorbitos de consomé (lo que se deduce de su estampa de jockey), recortarse el bigote y ponerse una camisa recién almidonada y planchada.

Cuando no estaba delante del micrófono, estaba en los autobuses con los que recorrió el país muchas veces. Puede afirmarse que no hubo pueblo de Venezuela donde Rafa Galindo, como tantos otros músicos, no se presentara para cantar y, en su caso, dar lecciones de bonhomía y sobriedad.

—La foto es del concierto Canto a Caracas, con la OSMC (Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas), bajo la dirección del maestro Rodolfo Saglimbeni —dice César Miguel Rondón, quien en su ‘Libro de la Salsa’ (1979) alude a Galindo y a Memo Morales como “Dos venezolanos de leyenda desde los tiempos de las grandes orquestas de mediados del siglo pasado”.

Hubo una vez un rey

«Esto ocurrió en 2003», sigue César Miguel Rondón. «Ya Galindo tenía 82 años y fue comentario generalizado en el mundo musical, la limpieza y firmeza de su timbre de voz. Estaba impecable. Cuando Rodolfo me invitó a escuchar el disco, me lo comentó emocionado. Rafa estaba intacto. Muchachito. Tiesito. Ese disco, sin duda, es antológico. Y la versión del tema de Billo que le da título es hermosa y delicada (con su guiño al ‘Alma Llanera’). El disco cierra con ‘El ruiseñor’, éxito que le valió a Galindo ser bautizado con ese mote. De niño, recuerdo a mi mamá cantándolo mientras cocinaba; pues la vieja Roselena, como Rafa, también nació en La Victoria, estado Aragua, mes y medio después, el 7 de diciembre del 21. Pero ella, a diferencia de El Ruiseñor, sí sigue con nosotros, aunque ya no canta».

Rafael Ernesto Galindo Oramas nació en La Victoria, el 24 de octubre de 1921, de manera que este año se conmemora su centenario. A los 14 años se alzó con el primer premio en un festival de aficionados al que lo animó a participar su abuelo Desiderio, quien también era músico. Un año después debutó en la emisora radial La voz de la Philco y lo que sigue es una intensa trayectoria en agrupaciones de todos los tamaños y de muy diversa duración, desde la que él mismo fundó y no pasaría de un año, hasta la Billo’s Caracas Boys, cuya nómina integró en tres ocasiones.

Dónde brilla una estrella más clara

Un buen día del año 2003, —narra Rodolfo Saglimbeni en el documental grabado Teatro Municipal de Caracas, que puede verse en el canal de YouTube de la Asociación Cultural Humboldt— se dio, en este teatro, un momento muy importante de la historia musical de nuestra Venezuela.

Se había pautado un ensayo de la OSMC con Rafa Galindo. «Recuerdo su paso a este escenario, las presentaciones de rigor y pedirle a la orquesta que ejecutáramos ‘En Caracas’. La orquesta comienza con una introducción y de pronto la voz de Rafa Galindo hace eco en este teatro: ‘Cuando dios hizo al mundo…’. Contaba con más de 80 años. Esa leyenda viviente del canto de nuestra ciudad, del canto de nuestro país, de la canción de Latinoamérica, se hizo presente a esa edad, en ese momento cuando buscábamos los íconos de la música caraqueña, de la música venezolana; y junto con una orquesta que toca Beethoven, Bach. Tchaikovski, Mahler, también queríamos hacer esa música que representaba a una ciudad, a un sentir, y por sobre todo la voz de un ícono de la canción que todavía a los 80 años podía cantar ¡y de qué manera!».

—Terminamos “En Caracas” —sigue Saglimbeni— y la orquesta, como público de Galindo, en la forma acostumbrada: con los arcos, y algunos aplaudiendo, empezaron a vitorear bravos a este gran artista. Galindo me mira, mira a Federico Pacanins, quien lo había propuesto para este concierto, La canción de Caracas-Música para una ciudad, y de pronto vemos que Galindo toma un segundo aire y, si ya habíamos quedado impresionados con su interpretación de ‘En Caracas’, mucho más impresionados quedamos al escucharlo con ‘Caracas vieja’: nos sacó lágrimas.

Contigo llevas mis más tiernos recuerdos

Tal como expone el maestro Saglimbeni, —nacido en Barquisimeto, en 1962—, Rafa Galindo hizo más de 30 conciertos con la OSMC. En el teatro Municipal, en el Teresa Carreño, en el Aula Magna de la UCV y, como invitado especial, en la gira nacional por los 25 años de la OSMC. «Con Rafa hicimos dos discos, innumerables grabaciones, videos. El hombre de la voz dulce y sonrisa enmarcada por su siempre elegante bigote de lápiz fue parte fundamental de nuestra mejor tradición musical urbana desde algo antes de los años 40, época que dio al cantante la oportunidad de imponer su estilo romántico tropical, a través de la Billo’s, de la que en los años 40 era el bolerista principal. Luego se tomó un receso para probar fortuna con su propia banda y más tarde volvió con Billo, ya en los años 50, la etapa de oro de la orquesta de Billo, cuando Rafa compartió tablas con Manolo Monterrey, Antonio María Soteldo, Cecilio Comprés, primer trompeta como ninguno, Pat O’Brien al piano… Un alegre Rafa tocaba maracas, sartenes y güiros, además de darle sabor a los coros de las guarachas. Pero su verdadero arte estaba en cantar con la orquesta suave, afinado, bonito, con su voz de tenor ligero que flota con melodía sin esfuerzo aparente. Allí la cualidad central de tono y timbre de este trovador de la radio».

El documental abarca eventos desde el año 2003 hasta bien entrada la década. En 2007, la OSMC tocó en el Paseo Los Próceres, entonces “reinaugurado”. Tal como solía hacer, la orquesta interpretó su repertorio académico habitual y, al final, acompañó no solamente a Rafa Galindo sino también a Oscar D’León. Los dos titanes cantaron a dúo el bolero-son “Lágrimas negras” (Miguel Matamoros, 1929) y cuando están en el estribillo, Oscar D’León, quien tenía en ese momento 64 años, sonea: “Yo quiero decir que yo voy a llegar a los 90 años que tiene Rafa Galindo y voy a ser muy feliz”. El coro canta el estribillo: “Tú me quieres dejar, yo no quiero sufrir / contigo me voy, mi santa, aunque me cueste morir…”, y la cámara toma a Rafa Galindo, quien ya tenía 86 años, echándole pichón y bailando divino, con ese swing contenido y trancado de su generación, dando una vuelta frente al micrófono: un rey.

En resumen, cuando El Ruiseñor de la radio, (como lo bautizó el locutor Perreti Hidalgo), tenía 82 años y había trazado una trayectoria en varios países caribeños y en por lo menos 18 agrupaciones de formatos diversos, lo llama el productor Federico Pacanins y le propone hacer unos conciertos con la Orquesta Municipal de Caracas, y no solamente acepta sino que tributa una entrada triunfal al escenario, hace gala de su proverbial disciplina y se mete al público en el bolsillo.

Rafa Galindo murió en el Hospital Pérez Carreño de Caracas, donde había sido internado por deficiencias respiratorias, el 25 de mayo de 2010​. Los enfermeros comentaron después que hasta pocas horas antes del deceso estuvo cantándoles.


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