COVID-19

¿Qué está pasando con el dólar en Venezuela?

Fotografía de Federico PARRA | AFP

15/04/2020

La cuarentena, necesaria para contener la epidemia del coronavirus, anestesió por completo buena parte de la economía venezolana. Comercios cerrados, empresas apagadas, trabajadores en sus casas; pero el descalabro de la moneda no se detuvo: en las últimas dos semanas, la cotización del dólar en el mercado paralelo registró un salto de 54% que lo catapultó hasta 135.211 bolívares, y de 41% en el mercado oficial, donde alcanzó la tasa de 113.833 bolívares.

La fluctuación del dólar impacta en el precio de una amplia gama de productos y servicios como alimentos, calzado y medicina privada porque Venezuela depende en gran medida de las importaciones. Además, la hiperinflación destruyó la confianza en el bolívar y el dólar se convirtió en la referencia para calcular tarifas, costos y márgenes de ganancia.

Analistas explican que la disparada del dólar obedece al aumento de la demanda de divisas y al incremento en la creación de dinero por parte del gobierno.

La firma Síntesis Financiera indica en su informe El Tesorero, que “crecen las expectativas de un agravamiento del entorno económico nacional y con él la urgencia de los agentes en resguardarse en moneda dura”.

Agrega que la compra de divisas recibe un impulso extra porque el dólar se utiliza para pagar “productos y servicios altamente demandados durante las actuales circunstancias, como plantas eléctricas, camiones cisternas, servicios de delivery e incluso gasolina, cuya escasez ha llegado a niveles críticos en todo el país”.

Multiplicando los bolívares

En febrero de este año las finanzas públicas ya estaban en estado crítico: déficit fiscal de 10% del PIB, reservas internacionales en mínimos históricos, deuda externa en default, financiamiento internacional clausurado e ingresos en divisas mermados por el descenso de la producción petrolera al nivel más bajo desde 1945.

La caída de los precios del petróleo, por el impacto del coronavirus en la economía global y la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia, aumentó el desequilibrio en las cuentas públicas, y el gobierno incrementó la creación de dinero para asegurar un precario funcionamiento del Estado y financiar la medida con la que aspira aliviar el impacto de la cuarentena en la población más vulnerable: el reparto de bonos.

Entre marzo y abril el gobierno ha repartido los bonos Lealtad, Disciplina y solidaridad, Quédate en casa y Semana Santa. Al tipo de cambio oficial cada bono representa una transferencia inferior a seis dólares para cada persona beneficiada, pero en conjunto se traduce en bolívares que ingresan a la economía y alimentan la compra de divisas.

Luis Vicente León, director de Datanálisis, explica que “el impacto de la devaluación es casi automático en términos de inflación, y no solo se trata de cuánto se devalúa el bolívar; los precios se fijan de acuerdo a las expectativas de hasta dónde va a llegar la devaluación”.

Durante el segundo semestre de 2019 y el primer trimestre de este año el dólar mantuvo una relativa calma, gracias a que el gobierno recortó gastos y el crédito bancario se desplomó, porque el sistema financiero está obligado a mantener como reservas más del 90% de los depósitos que gestiona; por lo tanto, el tipo de cambio está lejos de alcanzar el equilibrio.

“De acuerdo a cálculos de la semana pasada el tipo de cambio que equilibra una cesta de productos locales con una en el extranjero es de 300.000 bolívares por dólar. Este tipo de cambio refleja todas las ineficiencias, como por ejemplo, el que la industria venezolana esté trabajando al 30% de su capacidad y tenga que incluir los costos fijos en el precio de lo poco que produce”, dice Luis Vicente León.

Agrega que “la relativa estabilidad del dólar, que ahora se está rompiendo, se logró gracias a restringir de manera absurda el crédito bancario, algo que destruyó buena parte del patrimonio del sector financiero. Además, se amplificó la contracción de la industria al estimular las importaciones con rebajas de impuestos y un tipo de cambio sobrevaluado”.

Entre febrero de 2019 y el primero de abril de este año, las entidades financieras estuvieron obligadas a mantener como reserva 57% de todos los depósitos y la totalidad de las nuevas captaciones. El pasado primero de abril el Banco Central alivió levemente la restricción del crédito y adoptó un solo tipo de medición ordenando mantener como reserva 93% de todos los depósitos.

Las perspectivas

El 12 de abril los países miembros de la OPEP más otros productores de petróleo como Rusia acordaron un recorte de la producción que sacará del mercado 9,7 millones de barriles diarios, pero la contracción de la economía global por el impacto del coronavirus es de tal magnitud que los precios del crudo no han reaccionado como se esperaba.

La cotización del crudo Brent, de referencia en Europa, se mantiene en torno a 30 dólares el barril, la mitad del precio a comienzos de año y la cesta petrolera venezolana cerró el viernes pasado en 16,9 dólares, por lo que no hay señales de una recuperación importante.

Los economistas Daniel Barráez y Ana María Chirinos afirman en un trabajo para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que “con precios del crudo venezolano entre 10 dólares y 40 dólares por barril, el ingreso petrolero se reduciría entre 9.000 y 17.000 millones de dólares durante 2020, lo que equivaldría a una contracción del PIB entre 14% y 28% puntos porcentuales”.

En este entorno lo previsible es que la administración de Nicolás Maduro recurra en mayor medida a la creación de dinero, algo que se traduciría en mayor presión en el tipo de cambio.

“Sin financiamiento externo, el Estado deberá recurrir al financiamiento monetario del déficit para sufragar las medidas fiscales (limitadas a las que no requieran de divisas) con los consiguientes incrementos en la inflación y la devaluación del bolívar”, dicen Barráez y Chirinos.

Con el escenario de un precio promedio para el petróleo venezolano de diez dólares por barril durante este año, la inflación se ubicaría en 17.693%; con un precio promedio del petróleo en el orden de 25 dólares, la inflación sería de 2.230% y con un precio promedio del petróleo en 40 dólares la inflación sería de 987%.

Estos escenarios suponen que se mantienen las sanciones de Estados Unidos y que la producción de petróleo de Venezuela no sufre mayor variación y continúa entre 705 mil y 755 mil barriles diarios.

Las proyecciones del Fondo Monetario Internacional contemplan que este año la economía venezolana caerá 15% y la inflación registrará un salto de 15.000%. En 2019 el Banco Central de Venezuela reportó una inflación de 9.585%.

No obstante, el gobierno mantiene el optimismo y llama al trabajo. El 11 de abril el mandatario Nicolás Maduro exigió “que nadie se ponga payaso, es hora del trabajo no de payasear, trabajar, producir unir los hombros y contar con el gobierno revolucionario para cualquier cosa que necesite: financiamiento, apoyo de crédito, facilidades, moratorias en pago, todo lo que necesite el empresariado se lo doy”.


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