El J.M. de Katherine

Fotografía de Carolina Cabral | RMTF

05/06/2019

Las mujeres dormían sobre periódicos debajo de las cunas. Cuidaban a sus hijos en el piso 5 del Hospital de Niños José Manuel de los Ríos. Era la primera vez que Katherine Martínez veía algo así en un hospital. Formaba parte de un grupo de apoyo y formación que iba a orar, cantar y dar regalos a los niños como labor social. A partir de aquella Navidad de 2007, decidieron quedarse.

Katherine hizo labor social en una Clínica Jurídica desde los 16 años en el barrio Catuche en La Pastora con un grupo de estudiantes de Derecho de la Universidad Central de Venezuela. Su principal tarea fue ayudar a los habitantes con trámites legales como insertar partidas de nacimientos y títulos supletorios. Se graduó de abogada en 1986 y desde la promulgación de la Ley Orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia en 2007 se interesó por defender los derechos de la mujer. Al quedar embarazada de su primera hija abrió su propia oficina en 1990; su socia, que trabajaba en el área de atención a la víctima del Ministerio Público, le pidió ayuda para llevar los casos de las mujeres maltratadas. Katherine veía el estado en que llegaban y se interesó aún más en la causa.

En 2008 fue al J.M con un equipo de voluntarios que llamó Prepara Familia con la idea de promover el servicio a las mujeres, niños y familias más necesitadas a través de la prevención de la violencia contra la mujer. Comenzó por el piso 5 de la Torre de Hospitalización donde estaban los servicios de Urología, Neurocirugía y Nefrología. “Había filtraciones en las paredes y aguas negras. Las enfermeras nos dijeron que no llegaban las donaciones a los niños que estaban ahí”, recuerda Katherine. En tres días, el equipo consiguió donaciones de sofás cama para las mamás que dormían en el piso.

El Hospital Municipal de Niños comenzó a funcionar en febrero de 1937, inaugurado por el general Eleazar López Contreras un año antes. El proyecto contempló la construcción de un hospital de 420 camas, destinado a la atención pediátrica de niños entre 0 y 7 años. En 1943, el Concejo Municipal del Distrito Federal aprobó la propuesta del Comité Organizador de las Primeras Jornadas Nacionales de Puericultura y Pediatría de cambiar el nombre del centro a Hospital de Niños José Manuel de los Ríos, en honor al médico pionero de los estudios de pediatría en Venezuela. Se convirtió en un hospital de referencia nacional.

82 años después, el centro tiene cuatro torres y 34 servicios médicos, pero el de Cirugía Cardiovascular está paralizado; los demás trabajan con lo poco que tienen: solo están disponibles 82 camas, las quimioterapias son intermitentes por la falta de medicamentos, muy pocos aires acondicionados funcionan, no hay resonador magnético, tomógrafos ni rayos X y solo funcionan dos de siete quirófanos.

Desde agosto de 2008, los voluntarios de Prepara Familia solo iban los viernes al hospital. Sin falta. En principio visitaban a la mamás, oraban y llevaban regalos a los niños. Hacían charlas sobre los derechos humanos de las mujeres y niños y talleres de formación para que las mamás aprendieran un oficio. Si era viernes, ellas bajaban a esperarlos en la entrada del hospital para participar en las actividades. Con el tiempo, el grupo conseguía más donativos de particulares y empresas dentro y fuera del país: desde pañales hasta material quirúrgico.

Hasta 2014 el equipo amplió el trabajo a las cuatro torres del hospital. Katherine sirvió de contacto para remodelar el Servicio de Neurocirugía con ayuda de la caja de ahorro del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ); celebró la salida de los niños de la sala de Emergencia y los cumpleaños con tortas. Ese año, Prepara Familia se conformó como persona jurídica y pasó a ser una organización defensora de los derechos humanos.

En 2015 el gobierno disminuyó el presupuesto destinado al sector de la salud y la escasez de medicinas y equipos se agravó. En el J.M la falta de recursos no fue de un día para otro. Ese año los donativos fueron insuficientes. Faltaban antibióticos y catéteres para combatir infecciones, válvulas de presión baja, media y alta para distribuir el líquido cefalorraquídeo de los niños con hidrocefalia.

Las mamás de los pacientes le confesaban a Katherine que tenían miedo de denunciar por temor a represalias contra sus hijos y ellas mismas dentro del hospital. Pero en 2016 accedieron a algo inédito: la acompañaron a una manifestación en la Plaza Altamira Sur, convocada por las organizaciones Codevida (pacientes en condiciones de salud crónica) y Acción Solidaria (pacientes con VIH). Las donaciones en Prepara Familia aumentaron luego de esa protesta, los casos de las madres fueron reseñados por los medios.

Katherine y su equipo ya no solo estaban los viernes en el hospital. Ahora iban cualquier día que los necesitaran. Se reunían con las madres, los médicos y las enfermeras para levantar información de los casos y las violaciones a los derechos humanos. Gracias a que ella era abogada, presentó amparos ante el TSJ y la Defensoría del Pueblo junto a varias organizaciones con las que Prepara Familia se había aliado.

Entre mayo y diciembre de 2017, 12 niños del Servicio de Nefrología murieron por falta de antibióticos para tratar una bacteria intrahospitalaria. El menor de ellos tenía tres años. Katherine cuenta que ha visto a muchos niños morir dentro del J.M. Cada muerte es una tragedia, pero Katherine califica de «episodios terribles» cuando todas ocurren en un mismo servicio. Dice que mientras esto pasaba, Nefrología tenía otros problemas: no le hacían mantenimiento a los tanques de agua ni a la planta de ósmosis que funcionaba como filtro para las unidades de hemodiálisis. Esas unidades son las únicas pediátricas en el país.

Fotografía de Carolina Cabral | RMTF

Ese año los niños del J.M que necesitaban un trasplante de médula ósea entraron en una lista de espera para hacerse la operación fuera del país. En Venezuela no hay centros capacitados que hagan trasplantes a pacientes con donantes no compatibles. Si el paciente los tiene, hay dos opciones: la Ciudad Hospitalaria Dr. Enrique Tejera en Carabobo y el Hospital de Clínicas Caracas. En 2006, Venezuela e Italia firmaron un convenio de cooperación sanitaria internacional para que pacientes venezolanos con donante no compatible viajaran a Italia a operarse.

En el convenio firmaron PDVSA-Salud, la Asociación para el Trasplante de Médula Ósea de Italia y la Fundación de Trasplante de Médula Ósea de Venezuela con sede en Maracaibo. El Hospital J.M de los Ríos formaba parte de la lista de hospitales venezolanos que se beneficiaban con el programa. El 1 de junio de 2017, la Fundación Venezolana de Donaciones y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células (Fundavene) clausuró su programa de procura de órganos a nivel nacional por falta de inmunosupresores, lo que dificultó aún más las operaciones de trasplante en el país. Un año después, Venezuela no mandó a ninguno de los niños que necesitaban un trasplante de médula ósea porque PDVSA le debía 10 millones de euros al gobierno italiano.

Cuando cerraron el programa de procura de órganos, Katherine decidió hacer algo. El coordinador general de la organización Cecodap, Carlos Trapani, solicitó una audiencia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para denunciar la situación de los niños en Venezuela y la llamó para que representara el área de la salud de los niños. El 5 de julio de 2017 fue la primera audiencia en Perú. La acompañaron Trapani y Judith Bront, madre de un paciente fallecido en el J.M. Mostró un video con los testimonios de las madres. Luego de la audiencia, el 21 de diciembre de ese año solicitaron medidas cautelares para los pacientes del Servicio de Nefrología del J.M de los Ríos. La CIDH las otorgó dos meses después.

Esas medidas exigieron al gobierno “garantizar la vida, integridad personal y salud de las niñas y los niños pacientes del área de Nefrología del Hospital José Manuel de los Ríos en Caracas”. Después de otorgadas, una comisión del Ministerio de Salud fue al centro pero Katherine dice que “solo remodelaron la fachada del servicio. Pusieron drywall en las paredes y una que otra cosa. Puertas adentro no hicieron nada”.

En octubre de 2018 Cecodap y Prepara Familia enviaron una solicitud a la CIDH para ampliar las medidas cautelares a 13 servicios más del J.M. Todavía no han sido otorgadas pero en los documentos explican la situación de los niños que no envían desde Venezuela a Italia a hacerse un trasplante. Katherine habló con las madres de esos niños y el 9 de abril de 2019 se hizo una rueda de prensa para seguir buscando ayuda.

Durante 20 días, cuatro niños del Servicio de Hematología del J.M murieron esperando un trasplante en mayo de 2019. Giovanny Figuera murió con 6 años y leucemia linfoblástica aguda, Robert Redondo con 7 y leucemia mieloide aguda, Yeiderbeth Requena tenía 8 y leucemia linfoblástica aguda y Érick Altuve tenía 11 y un linfoma no Hodgkin. Esas muertes fueron el segundo episodio terrible de Katherine.

Robert Redondo soñaba con ser bombero y ya le había dicho a su mamá que no quería morirse. Formaba parte de una lista de 30 niños que necesitaban un trasplante de médula ósea para sobrevivir. Katherine ahora se dedica a buscar la manera de sacar a los 26 restantes. Las autoridades reiteran que no pueden cancelar la deuda con Italia por las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y aseguran que enviarán a cuatro de esos niños a Cuba para hacerse el trasplante.  

A través de un comunicado el 30 de mayo, el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó informó que la deuda de Venezuela con Italia es anterior al establecimiento de sanciones económicas al país y por tanto, el argumento de los voceros de Nicolás Maduro es falso. La diputada Manuela Bolívar recordó que Nicolás Maduro gastó 56 millones de euros en uniformes y armamento militar cuando con ese dinero alcanzaría a cubrir 227 operaciones de trasplante de médula ósea en el país. 

El 21 de febrero de 2019, a un año de que la CIDH otorgara las medidas cautelares, el personal de seguridad del hospital se le acercó a Katherine en medio de una reunión con madres del servicio de Hematología.

—Disculpe, señora Katherine. Tiene que acompañarnos.

—¿Por qué?

—Debe abandonar el hospital. Ya no puede venir más.

Un mes después, la Embajada de Canadá le entregó un reconocimiento “por su decidido y dedicado trabajo para visibilizar las condiciones, necesidades y defender los derechos de los niños, niñas y adolescentes pacientes y familiares del Hospital J.M de los Ríos”.

Katherine ya no pisa el hospital, pero continúa ayudando a las madres y niños del J.M. a través de su equipo. 


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