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“Brexit” ¿sin acuerdo?: ahora solo puede ayudar un milagro

10/12/2020

Fotografía de Olivier Hoslet | AP | picture alliance

Para la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la infructuosa cena con el primer ministro Boris Johnson supone un revés. Ha apostado por una intensa campaña a favor de un acuerdo comercial con Gran Bretaña, pero ahora tiene que aceptar que no puede seguir persuadiendo a los Estados miembros de la UE para que hagan más concesiones aceptables para Johnson. En Londres se preguntan si su primer ministro quiere de verdad un acuerdo o planteó sus exigencias y líneas rojas de tal manera que se evite un pacto con la UE.

Antes de la reunión, Johnson volvió a difundir su frase favorita en Twitter: «Todavía se puede llegar a un buen acuerdo. Pero si nuestras relaciones comerciales son similares a las de Australia o Canadá, Gran Bretaña prosperará enormemente». Casi todos los economistas británicos lo dudan, ya que la UE no ofrece a los británicos un acuerdo comercial basado en el modelo de Canadá, y Australia no tiene ningún acuerdo con la UE. Johnson enmascara el «No deal» con dicha fórmula.

¿Sobre qué se puede seguir negociando?

Los principales jefes negociadores asistieron a la cena, es decir, saben cuál es su situación política, pero no tienen claro sobre lo que deberían negociar a partir de ahora, después de que sus mandatarios no pudieron deshacer los nudos: ¿Qué soluciones hay que no se hayan descartado ya una docena de veces? Quizás esta última ronda sea solo una manera de guardar las apariencias de los gobiernos involucrados.

El menú de la cena ya tenía cierta ironía: a Boris Johnson le sirvieron vieiras (ostiones) de entrada y rodaballo de plato principal. Ambas especies juegan un papel importante en la disputa pesquera, ya que se pescan en aguas marinas sobre las que Gran Bretaña quiere recuperar el control a toda costa el próximo año. Esto significa que los pescadores franceses y de la UE serán expulsados, lo que afectaría a los barcos pequeños y a las empresas familiares.

Además del tema de la pesca, también están sobre la mesa los conocidos asuntos que tocarían de lleno la ideología del «brexit”. La UE quiere obligar al Reino Unido a que practique una competencia leal y siga reconociendo ciertas reglas y estándares. Y quiere contramedidas contundentes si los británicos no los respetan. Boris Johnson, por su parte, declaró antes de su visita a Bruselas una vez más en la Cámara de los Comunes que «ningún Estado soberano del mundo podría aceptar algo así».

Sin embargo, la UE combina la restricción de la soberanía con el acceso al mercado interior, lo que contradice el objetivo de los partidarios del «brexit”, es decir, la independencia nacional total. El problema no se puede resolver de forma lógica, y si ninguna de las partes es capaz de mostrar la voluntad de superar las barreras, lo único que quedará es un «brexit” sin acuerdo comercial y con todas las consecuencias económicas y políticas que hundirían el tráfico de mercancías y las mutuas relaciones. Además, en ausencia de un acuerdo, también dejaría de existir la cooperación policial y de seguridad, que ya había sido pactada.

En vista de una situación casi desesperada, es probable que los Estados miembros insten a la Comisión de la UE a sacar del cajón los planes de emergencia si no hay acuerdo. Más de cien regulaciones individuales están destinadas a garantizar que los aviones continúen volando, los camiones sigan rodando y otros servicios vitales se mantengan en funcionamiento a partir del 1 de enero.

Irlanda pone en marcha su plan de emergencia

Sobre todo Irlanda se vería muy afectada por la carencia de acuerdo. El primer ministro del país, Michaél Martin, continúa abogando por un pacto comercial: «Creo que la ausencia de un acuerdo sería muy perjudicial para nosotros, todos los involucrados, para Irlanda y la economía de otros países miembros. Por eso es muy, muy importante que reine aquí el sentido común y lleguemos a un acuerdo”.

Pero tanto Martin como Angela Merkel, quien siempre ha estado a favor de un acuerdo con Gran Bretaña, podrían decepcionarse. La canciller también ha estado enfatizando, durante algunas semanas, que no debería lograrse un pacto «a cualquier precio». Al fin y al cabo, ella ya sabía lo mal que iban las negociaciones. Puede ser que Merkel tenga que pasar el final de su difícil presidencia tratando de mitigar las consecuencias de un aterrizaje forzoso.

(rmr(ers)


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