Mundial Rusia 2018

Bélgica: regresar del olvido // #Rusia2018

Fotografía de Jack GUEZ / AFP

03/07/2018

Si en un programa de concursos, le piden que nombre cinco países europeos, seguramente no dirá Bélgica. Tampoco si le preguntan por un deportista, un artista o una película de ese país.

Sin embargo, una vez que buscamos en los rincones más profundos de nuestros recuerdos, nos reprochamos no haber recordado a Peter-Paul Rubens, James Ensor, Paul Delvaux o René Magritte; a la nominada al Óscar Alabama Monroe o a las dos mujeres que dominaron el mundo con sus raquetas durante mucho tiempo: Justine Henin y Kim Clijsters.

Si aun no la ubica, pues de allí están el Comisario Maigret, aquel personaje genial de las novelas de Georges Simenon, Tintín (Georges Remí) y Los Pitufos (Peyo)

Es probable que haya en esta, llamémosle desatención, la falta de estridencia del país. No tiene el orgullo ni el humor negro de su media hermana Francia ni el carácter de Alemania.

Sin embargo, si alguna vez viaja a Bélgica, se encontrará con gente muy amable, que en las relaciones personales sigue unos protocolos muy interesantes.

Por ejemplo, los grandes amigos se dan tres fuertes besos en las mejillas cuando se saludan. Cuando pasas a formar parte de la vida íntima de una persona o grupo familiar, te llaman por tu primer nombre. En cambio, si eres un desconocido, te dan un apretón de manos y te tratan de señor o señora.

Por eso, no es de extrañar que uno de los grandes jugadores de Bélgica haya sido bautizado como “El Simpático”, porque utilizaba los descansos entre un tiempo y otro para atender a los fanáticos, siempre con una sonrisa en la cara y le amarraba los zapatos a los fotógrafos.

Jean-Mari Pfaff no solo tuvo una carrera exitosa con Bélgica (Maradona fue directamente a regalarle su camisa en 1986), también con el Bayern de Múnich.

En una entrevista al Excelsior de México, en 2014, el arquero dio una declaración que da luces sobre cómo se entendía el fútbol en Bélgica: “Hugo Sánchez era un gran jugador, pero cuando jugamos en el Santiago Bernabéu, con el Bayern Múnich, en un tiro de esquina me aventó, luego me escupió en la cara y no entendí por qué. Él era un jugador muy inteligente, entonces: ¿Por qué Hugo Sánchez era provocador? Jugamos el primer partido del Mundial de México 86 e hizo lo mismo, era un pequeño niño malcriado. Le decía que tenía que madurar en el deporte, tenía que tener más actitud”.

Cuando Takashi Inui marcó el segundo gol de Japón, parecía que era el fin de la selección europea, esa que todos alabamos por su buen trabajo con el balón y excelente eliminatoria: 35 goles a favor y apenas tres en contra. Fue la primera selección clasificada a Rusia 2018, después del anfitrión.

Pero fue esa actitud, de la que habla Pfaff, la que le permitió volver al encuentro. Eso y obviamente la calidad de esta generación. Se puede discutir el merecimiento de ese retorno en el juego. No obstante, no se puede dejar de admirar el tercer gol, una obra de arte en salida, conducción, descarga y picardía en el área para que Nacer Chadli anotara sin un obstáculo que ensuciara la jugada.

Revisemos los tres nombres que protagonizaron la remontada ante los asiáticos: Jan Vertonghen, Marouane Fellaini y Chadli. El primero nació en San Nicolás de Flandes, los otros dos son hijos de emigrantes marroquíes que buscaban un mejor futuro. Todos ellos más  los otros nueve y la banca se fundieron en un solo abrazo.

Hay mucho de Francia, la selección multicultural que se tituló en 1998 en este equipo que además dirige un español: Roberto Martínez Montoliu.

Entrevistado por El País, días antes de comenzar el Mundial, dio una declaración que sorprende por su sencillez:

Yo soy fruto de mis experiencias. En 1995 fui, junto a otros dos chicos (Jesús Seba e Isidro Díaz), uno de los tres primeros futbolistas en pasar del fútbol español al británico, siendo los primeros en beneficiarnos de la Ley Bosman (desaparición del cupo de extranjeros). Siempre he tenido la facultad de ser curioso. No soy innovador, pero sí intento llevar a cabo las ideas que me vienen de mis propias experiencias.

En un mundo que se rige por el deseo de reconocimiento, por el autobombo, resulta revolucionario que alguien tenga la claridad para aceptar que su mayor virtud es la curiosidad.

Pfaff, que lideró a una selección talentosa en 1986, donde convivían talentos como Enzo Scifo, Jan Ceulemans o Nico Claese, dijo de la generación de hoy en día: “Cuando la actual selección consiga el respeto que ganamos, habrá comparaciones”.

La de 1986 tuvo a un gran rival como alcabala: la España de Señor, Chendo y Butragueño. Esta de 2018 enfrentará a Neymar, Coutinho y Willian. Brasil podría definir, si en el futuro le preguntan si recuerda a un gran equipo europeo, usted responda: Bélgica.


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