Perspectivas

12 pistas sobre la exposición Trama de tiempos de Nan González

Homenaje a Clock (One and Five) 1965 de J.K., 1992

15/02/2020

Con el auspicio de Henrique Faria Fine Art y bajo la curaduría de Sagrario Berti, se exhibe hasta el primero de marzo en La Sala TAC, Paseo Las Mercedes, la selección de trabajos de Nan González, una de las artistas precursoras en suramérica ―desde finales de los años setenta―, del videoarte, la performance y la intalación.

Inicialmente se da a conocer con la dupla Yeni y Nan, la cual se disuelve en 1986. A partir de ese momento, Nan desarrolla una obra individual en la que perfila sus imágenes. Las reunidas en esta muestra datan de los ochenta y noventa. Esta exhibición destaca como una de las mejores propuestas museológicas del 2019. El estudio exhaustivo de la curadora es el más calificado para la comprensión profunda y vinculante de esta obra. Acá ofrecemos solo doce pistas a modo de invitación.

1:11   Para tratar el tiempo, Nan González apela al espacio. La física es el modo de contar el transcurso de esa abstracta medida. Si bien la plástica de los objetos capta lo intangible que pasa, el tiempo, como lo afirma la artista, las más de las veces, niega su existencia. Recurre a formas que evocan lo dual de la existencia: espacio y tiempo; presencia y disolvencia. Cómo contarlo en imágenes es el difícil reto. El gran reloj, instantes, horas, dias, años. El tiempo cruzando la calle hacia eso que Rilke llamaba, para referirse a la muerte, ese otro lado de la vida.

2:31   Aunque toda la sala puede comprenderse como una sola propuesta cuya unidad conceptual es la temporal, en ella se despliegan diferentes instalaciones. Nos reciben relojes y metrónomos, fotografías y videos.

Códigos del tiempo, 1994

3:33   Códigos del tiempo, 1994.

Once metrónomos ordenados dentro de un rectángulo, se disponen cinco a cada lado y uno en el centro al final. La distribución evoca un altar. Se suman a la composición tres monitores ubicados en el piso entre las dos filas. En ellos se proyecta el movimento pendular de uno de los metrónomos, que está siendo registrado por una cámara de video, in situ, en circuito cerrado de televisión.

Cada metrónomo de cuerda está colocado a distinto tiempo. Esta es una clave que salta a la vista o al oído del espectador que se percata de la particularidad y pluralidad de los pulsos. En los monitores se aprecia la imagen de un compás que segmenta el tiempo en una monotonía infinita. Cae y vuelve a comenzar, cae y recomienza. Esta coral de sonidos genera un ánimo introspectivo. El visitante que deambula entre ellos, localiza, consciente o no, la sincronización externa de alguno de esos ritmos con su latido personal. El golpe de metrónomos desacompasados entre sí, al que se sobreponen sus diminutas alarmas despertadoras, orquestan segmentos de conteo, que terminan por hacer eco en quien escucha. Se tiene la sensación de estar dentro del vacío sonoro de un gran reloj, de una fábrica, ¿la del tiempo? Se tiene la sensación de habitar absortos el instante, de registrar el escurridizo presente decantado por esa malla musical, que sabemos implacable, porque transcurre, porque no transcurre.

4:10   Obertura 3 «Y se destruye el tiempo», 1994.

La componen tres fotografías a gran escala que la artista realizó en el sótano del Museo de Arte contemporáneo de Caracas, en colaboración con Morela Muñoz Tébar. Ella recuerda que las cosas se dieron como una performance en la que fue propicia la amplitud del espacio y la oscuridad del lugar para realizar el proceso de proyección de la imagen sobre los papeles emulsionados, que inmediatamente se sumergieron en grandes bandejas para revelar y fijar después. Más tarde, intervendría estas fotografías de gran formato con creyones cerosos y polvo de oro. Tres inmensos metrónomos se erigen como tres totems. Dos de ellos muestran su péndulo, uno a izquierda, otro a derecha. El tercero, en medio de los anteriores, está cerrado, en actitud de sarcófago. El metrónomo es un objeto fascinante: tiene algo de máquina y de caja sagrada. Su único brazo indica permanentemente ahora, ahora, ahora, negando el antes, negando el después.

5:30   Homenaje a Clock (One and Five) 1965 de Joseph Kosuth, 1992

Sobre la pared, en linea y simétricamente, se disponen once relojes. Al centro el primero, dentro de un pequeño monitor. A cada lado cuatro relojes marcando tiempos diferentes. Cierran los extremos dos fotografias de los mismos relojes detenidos en dos horas 6:00 y 12:00 respectivamente. Llama la atención que estas dos horas parten el círculo en dos mitades, en dos meridianos. Nan nos comenta que son dos horas grabadas en su memoria.

Siguiendo el formato de las Proto-Investigations como las denominó Kosuth, Nan presenta en esta instalación el objeto real junto a su representación fotográfica y video. Los elementos así dispuestos en la instalación trazan la línea del tiempo como la del río de Heráclito. Esta secuencia sostiene la tensión, siempre ilusoria, de lo estático.

Proceso de un pensamiento, 1991-2019

6:00   Proceso de un pensamiento, 1991-2019.

Todo comenzó como un experimento en el que Nan probó grabar la luz. Situada delante de un monitor encendido, con una mano sostiene la cámara de video mientras la otra le sirve de figura que filtra la emanación luminosa del monitor. La luz resulta tan potente que desdibuja la silueta corpórea. La mano se mueve como pasajero continuo entre la luz y el registro de la cámara. Los movimientos dan la sensación de que algo se gesta y nace ante nuestros ojos. De la vibración luminosa nace la imagen mientras la mano sostiene, sujeta y pierde la forma. Al video lo complementa una serie de fotogramas o momentos congelados de la grabación. En ellos se hace más evidente que la luz ha sintetizado el recorte de la mano en planos blancos y negros. Esta danza de luz se titula Proceso de un pensamiento, metáfora que, por una parte, intenta plasmar el recorrido de la idea hacia su materialización y, por la otra, fijar el flujo intangible del tiempo proustiano, tiempo perdido, tiempo recobrado.

7:09   Tiempos inexistentes, 2002.

El video de un gran reloj proyectado en la pared, muestra dentro de su circunferencia, las horas del 1 al 6, a derecha e izquierda en espejo. Paralelismos, simultaneidad. La aguja del reloj también se duplica de modo que va marcando dos momentos. La impresión que provoca es la de un tiempo concéntrico y espiral, la de un sol detenido sobre un horizonte imaginario. El recorrido del tiempo está dividido. Sucede en dos latitudes que se abren, completan y cierran una dentro de otra. ¿Marcará este reloj el tiempo eterno, el que se suspende, el no tiempo?

8:02   Demos cuerda…

Autorretrato (detalle) 1983-2019

9:01   Autorretrato, 1983-2019.

La artista invita a recorrer la exposición en solitario. Propone al visitante revisar sus gavetas del tiempo, a fin de promover en él esa doble apreciación, no necesariamente discontinua del tiempo interior y el exterior. De eso trata la sexta serie de seis autorretratos fotográficos en los que ella posa con moldes de yeso que cubren uno de sus perfiles y un brazo. El blanco del yeso impera en la fotografía como una mancha, aplanando el volumen. El retrato, semejante a un friso, parece perder el cuerpo retratado. El tiempo aquí sustrae, resta a la forma, va del fin al principio.

Tiempo, 1994

10:01 Tiempo, 1994.

Nos recibe al final del recorrido un salón cerrado, pintado de blanco, con 22 relojes colocados consteladamente en tres de sus paredes, sobre un piso también blanco. Se aprecia como un espacio astral de incontables instantes suspendidos. Nuevamente un ámbito en el que se reiteran los elementos para señalar lo general y lo particular. Existe un tiempo más allá de lo humano y otro que atañe a cada quien. Respirar puede servir aquí para detenernos y reanudar el paso.

11:00 La exposición la dedica Nan a su padre, Tarcisio González Bogen, quien muere durante el proceso de definición y montaje de la misma, a la edad de 101 años. Sincronizaciones. Números maestros.

12:00 Aristóteles percibe conjuntamente tiempo y movimiento. Antes y después miden el tiempo. El presente existe-no existe entre ambos. Plotino destaca que el tiempo no está afuera sino en el alma. San Agustín, sigue esta misma línea, al ubicarlo en lo psicológico, racional o espiritual humano. Además, asocia pasado, presente y futuro con memoria, atención y espera, tres entidades que operan dentro del hombre. Pasando por Newton y Kant, aún se sostiene la pregunta sobre el origen de esa realidad que organiza el mundo según la sucesión y la simultaneidad. El tiempo en la imaginería de Nan, basado en una experiencia orgánica, en unos ritmos y relojes vitales, está muy cerca de la síntesis propuesta por Bergson. La carrera hacia la muerte que significa el vivir, tal como la comprende Heidegger, suma dos enigmas estrechamente vinculados, tiempo y muerte. Mientras tanto, apunta Eliot: digamos que el fin precede al comienzo y que el fin y el comienzo estuvieron presentes antes del comienzo y después del fin.


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