Ilustración de Juan Carlos Figuera | Flickr
Destacadas
Te puede interesar
Los más leídos
Señala Antonio Landaeta que el día en que se fundó la Universidad Real y Pontificia de Caracas «los repiques de campanas, los fuegos de artificio y la música de clarines y chirimías llenaron la ciudad de inusitado regocijo» (La cultura intelectual de la Colonia, Caracas, Editorial Sur-Americana, 1927, pp. 15-16). El obispo Juan José Escalona y Calatayud oficiaría el estreno de la universidad, el 11 de agosto de 1725, en compañía del venerable clero, los docentes, colegiales y caballeros de la ciudad. La música resonó con una sonoridad que fue clave de la diversa estratificación de las ceremonias coloniales que tuvo la Universidad:
El sitio de reunión fue la Capilla del Seminario Tridentino, adornada «vistosamente con colgaduras de damasco carmesí y cenefas de brocado de oro… y con muchos cuadros de pintura». Con la solemnidad de estilo, entraron los estudiantes «vestidos de ropas pardas y bonetes de paño verde». Ya arrodillados frente al altar, el obispo [Diego] De Baños [y Sotomayor] «fue vistiéndoles la beca» y tomándoles el juramento de defender el dogma de la Inmaculada Concepción. (Ildefonso Leal, Historia de la UCV, Caracas, Ediciones del Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, 2000, p. 28)
Viana Cadenas añade:
Congregados todos en la Capilla se dio lectura a la Cédula Real de 22 de diciembre de 1721 y a la Bula Apostólica por el secretario del Colegio Don Felipe Martínez. [El obispo Juan José Escalona y Calatayud] [t]ambién le dio posesión del Rectorado de la recién inaugurada Universidad al Pbro. Dr. Francisco Martínez de Porras. [Viana Cadenas, La música en la Universidad Central de Venezuela. (Siglos XVII al XIX), Caracas, Ediciones de la Biblioteca-CEDIAM, Universidad Central de Venezuela, 2006, p. 51]
En esta ceremonia tuvo lugar la entonación del Te Deum Laudamus por músicos de la tribuna catedralicia: Silvestre Mediavilla, Jacobo Miranda Cienfuegos, Andrés Manuel de Ochoa y otros instrumentistas que seguramente debían integrarse a una orquesta al estilo de la Escuela de Chacao, ya que la capilla universitaria «no contaba con instrumentos tales como el órgano u otros para su utilización en el culto y ceremonias» (Cadenas, ob. cit., p.160).
Al comparar la capilla Santa Rosa de Lima con la planta física de la catedral de Caracas se comprueba que las capillas laterales del templo metropolitano parecen quedar en un mismo eje cartográfico con respecto a la capilla universitaria, pues a las afueras de la Catedral –y situadas al lado derecho de la Plaza Mayor– se abren tres puertas de acceso (la primera da a la obispalía, la segunda a la universidad-colegio, la última corresponde a la capilla universitaria).
La celebración pública continuó en la Plaza Mayor, tal como se anotó en el Acta de Instalación de la Universidad el 11 de agosto de 1725, certificada por el Lic. Juan de Rada, secretario y notario del Obispo Escalona, donde se expresa que:
… habiendo también concurrido a dicha función lo más común de la Ciudad que estaba en la Plaza referida en donde también se estuvieron tocando muchos instrumentos de Clarines y Chirimías, en demostración de alegría, como se manifestó por todos, y habiendo dejado en su casa a su Ssa. Ilustrísima en su Palacio Episcopal todos los del acompañamiento, se fueron retirando a sus casas y Conventos, con que quedó fenecido el acto de la Publicación de dichos despachos, y de quedar erigido en Universidad de Estudios Generales, dicho Real Colegio de Santa Rosa de esta ciudad… (Cadenas, ob. cit., pp. 51-52)
Las ceremonias mayores solían iniciarse con un paseo a caballo cuando tocara la recepción de un nuevo rector y «debía finalizar en la sala rectoral con el convite y el refresco» (Cadenas, ob. cit., p. 54). Aunque Marcel Granier-Doyeux ofrece, en 1949, una crónica alusiva a los grados doctorales de la Real y Pontificia Universidad de Caracas donde indica que los paseos se hacían antes de entrar a la capilla universitaria cuando dos doctores acudían a la casa de habitación del graduando, de donde «salían todos en mulas hacia la Universidad, precedidos por la caballería» (p. 299), y finalizado el acto de grado cuando «se iniciaba el “paseo”: [ya que] este se hacía por las calles previamente señaladas por el Rector» (p. 302). En el claustro celebrado el 23 de de octubre de 1734, se solicita:
… que salga toda la Universidad a dicho paseo y se conviden, para acompañarle a caballo, de treinta a cuarenta de los caballeros de esta ciudad, y asimismo se han de convidar para el refresco que se ha de dar después del paseo en la sala rectoral, los bachilleres pasantes, prelados de las religiones, las escuelas de dichas religiones y la comunidad del colegio, y los parientes inmediatos del señor Rector electo; han de llevarse los instrumentos de clarines, chirimías y atabales, como se ha acostumbrado en los demás paseos. (Ildefonso Leal en Cadenas, 2006, pp. 54-55)
La reforma borbónica de Felipe V trajo ideas que redundaron en la integración marítima y en la presencia -activa desde 1730- de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas: «comienza a darle importancia [al resguardo comercial de los rubros en las costas de Venezuela], más allá de nuestras fronteras, al cacao, al añil, a los cueros» (J. A. Armas Chitty, Caracas, origen y trayectoria de una ciudad, Caracas, Fundación Creole, 1967, p. 120).
La Guipuzcoana fue creada con el propósito de «detener la infiltración británico-holandesa y las aspiraciones francesas en el comercio americano» (Gisela Morazzani-Pérez Enciso, «Estudio preliminar» en Real Cédula de Intendencia de Ejército y Real Hacienda. Diciembre 8 de 1776, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1976, p. XXVIII).
La Universidad de Caracas decidió celebrar en su capilla las victorias navales con misas votivas en «Acción de Gracias». El monopolio marítimo duró hasta 1789, año en que Venezuela se abre a la libre navegación (Cadenas, ob. cit., p. 72).
También la Universidad promovió en su capilla la coronación de Fernando VI, y al fallecer este la sucesión y exaltaciones al trono de Carlos III y Carlos IV, respectivamente. El reinado de Fernando VI permitió dar continuidad a lo que Ildefonso Leal denominó la «etapa escolástica» universitaria que abarca desde l721 hasta 1788. A partir de entonces hubo un giro en la enseñanza de la filosofía, ya que la influencia carlista -y la impronta napoleónica que depuso a Fernando VII en 1808- fueron determinantes en el «influjo del pensamiento ilustrado que reclamaba la enseñanza de las “ciencias útiles” y de ideas filosóficas que pusieran en claro las relaciones entre los hombres y la forma de gobernar» (Ildefonso Leal, Historia de la Universidad de Caracas, 1721-1827, Caracas, Academia Nacional de la Historia/Banco Central de Venezuela, 2013, p. 394).
Recuérdese: «La facultad de Filosofía era la facultad madre en la cual debían graduarse primero los estudiantes que aspiraban a iniciar los cursos de las demás carreras universitarias» (Leal, ob. cit., p. 393).
En 1760 la Universidad decidió dar una acción de gracias para la exaltación real: en «obsequio a Don Carlos III (16.IV.1760) se destinaron trece pesos para la música “que vino desde prima” y nueve pesos con dos reales para la intervención “de cajas, clarines y chirimías, la víspera y el día”» (Cadenas, ob. cit., p. 52).
Un poco después asume la cátedra Baltasar de los Reyes Marrero, ya que se avistaba que prontamente se sucederían un conjunto de renovaciones en «los estudios matemáticos que ya habían tomado cuerpo en el seno de las milicias desde que el coronel de ingenieros Nicolás de Castro fundó, en 1760, la academia de geometría y fortificación» (Ildefonso Leal, Historia de la UCV, Caracas, Ediciones del Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, 2000, p. 88).
Luego, con el fallecimiento de Carlos III:
[Vino] [l]a función de Obsequio y Acción de Gracias por la exaltación al Trono de Don Carlos IV [y] fue realizada igualmente con gran solemnidad en diciembre de 1789, para la que se dispuso un total de treinta y dos pesos destinados a la intervención y acompañamiento musical, suma que fue distribuida en veinticinco pesos para el Presbítero don Alejandro Carreño como encargado de la música de la función sagrada; y los doce pesos restantes para el Sr. Juan Franquini (Tambor mayor del Batallón veterano de la ciudad) por «la música de Obueyes, pitos del dicho Batallón, que asistió a la función sagrada que hizo dicha Universidad en la exaltación al trono de Nuestro Católico Monarca el Sr. Carlos quarto.» (Cadenas, ob. cit., p. 53)
La crisis del imperio español tendrá su gestación en una campaña palaciega emprendida contra el monarca Carlos IV, la cual trajo como consecuencia la sucesión de Fernando VII. Además, para 1804 Napoleón declara la guerra a España e Inglaterra y pronto -en 1806-, Francisco de Miranda lanza su expedición a las costas venezolanas -primero por Ocumare y después por Coro-, a bordo del Leander:
En 1806, la comunidad universitaria y el Colegio Seminario llevaron a cabo la ceremonia de «Rogación» (28.VIII) y protección por la invasión del enemigo. Todas las Iglesias de Caracas fueron exhortadas a realizar una misa cantada y rogativas. Para tal efecto, el Seminario pagó 9 ps. [pesos] por dicha celebración (1 ps. para el Subdiácono, 2 ps. a los clérigos que capitularon la rogación, 6 ps. «por la música que cantó la Misa de la referida Rogación», misa cantada ofrecida gratuitamente por su sacerdote y diácono). (Cadenas, ob. cit., p. 72)
El conferimiento de los títulos universitarios constituye la mayor ceremonia ofrecida por parte del cuerpo universitario al nuevo graduando, pues: «la solemnidad de la ceremonia incluía paseos y cabalgatas a caballo para anunciar la víspera del acto a los pobladores» (Cadenas, ob. cit., p. 148).
Además de que:
Era la procesión o cabalgata a caballo y en mulas en la que se exhibía al doctorando acompañado de los doctores universitarios, iniciándose desde su casa de habitación hasta la Universidad, y repitiéndose —de regreso (a su hogar)— al finalizar la ceremonia. (Cadenas, ídem, p. 148)
Al respecto, puede consultarse en el Archivo Histórico de la UCV, el libro número 13, «Reales Cédulas, Órdenes y Provisiones» (t. V, fs. 1r.-38r.), donde dice:
Por otra parte [en cuanto al aspecto del ornato], se mantendrá el ceremonial para el otorgamiento de los grados de doctor: «a las tres de la tarde (…) concurran a la casa del doctorando dos Doctores (…) y acompañarán al doctorando yendo en mulas con borlas y mucetas (…) hasta la Universidad y casa del Rector, le acompañará la caballería que para este tendrá combinada, y por delante de todos irán atabales, chirimías y demás instrumentos de festejo, hasta entrar en la Universidad… (Cadenas, ob. cit., p. 18)
Así ocurrió, por ejemplo, el 15 de abril de 1785, día en que se facilitaron los cuatro timbales o atabales para el Grado. En cuanto a la última referencia documentada que se tiene del paseo a caballo:
El graduando tenía que exhibirse en paseo triunfal por las principales calles de la ciudad, precedido de la caballería. Al frente del cortejo, avanzaba el grupo de músicos que al son de sus instrumentos de festejo, anunciaban tan fausto acontecimiento. De esa manera, el doctorando tenía que alquilar las bestias y la pequeña orquesta e invitar «indistintamente a todos los doctores que se hallaren en la ciudad y sus inmediaciones» para la colocación del grado donde se les repartía las propinas que se deleitaran con las comidas, vinos y refrescos… (Ildefonso Leal, El claustro universitario y su historia, Caracas, Ediciones del Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, 1979, p. 21)
Entre 1784 y 1787 se dan, entonces, una serie de cambios en pro de la autonomía. En primer lugar, se discutirá la notable influencia del obispo en las labores que demandaba el claustro universitario que ahora se mostraba más autónomo. Asimismo, se otorgan atribuciones al obispo para designar al rector y censurar a los estudiantes y profesores:
Estas amplias facultades ocasionaron un cúmulo de controversias y disputas, y por Cédula Real de 4 de octubre de 1784, el Monarca se vio obligado a excluirlos [se refiere a los obispos] de toda injerencia «en asuntos comunes y particulares de la Universidad y de tomar por cuenta las quejas y sentimientos de sus individuos». Igualmente se les privó de la facultad de nombrar al Rector. Dispuso Carlos III la separación de la rectoría de la Universidad del Seminario, y ordenó que la elección del cargo rectoral correspondía al Claustro pleno. (Ildefonso Leal, Historia de la UCV, Caracas, Ediciones del Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, 2000, p. 53)
Carlos III transfiere los bienes de los jesuitas expulsados a la Universidad y procede a transformar los estudios universitarios, ya que el 5 de septiembre de 1786 reorganiza las cátedras y, a través de una real orden, estructura «los magisterios y cátedras de Caracas» (Leal, ob. cit., p. 87). Lo cual significó el fin del antiguo ceremonial universitario (o de todo lo que tenía que ver con la costumbre del paseo a caballo). En cambio, se afianza, desde 1775, la tradición de las honras fúnebres a los universitarios difuntos debido a que el doctor Rafael Serrano así lo había solicitado al claustro por medio de su testamento.
Pero el ensanche de las estructuras coloniales ya habría cobrado cuerpo con la instalación de la Intendencia del Ejército y Hacienda el 8 de diciembre de 1776 y la aparición de la Capitanía General de Venezuela el 8 de diciembre de 1777. Carlos III:
… concluye ordenando al Virrey y a la Audiencia de Santa Fe, la abstención del conocimiento de los asuntos que anteriormente le pertenecían y recomienda a los gobernadores de las provincias citadas, obediencia y acatamiento de las órdenes del Capitán General. (Gisela Morazzani-Pérez Enciso, «Estudio preliminar», en Real cédula de intendencia del ejército y real hacienda. Diciembre 8 de 1776, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1976, p. XXX).
Siguiendo el modelo de la de Santo Domingo se crea la Real Audiencia de Caracas el 19 de julio de 1787, el más alto tribunal del reino español en el territorio de Venezuela. A la llegada de los Sellos Reales, y por mandato del propio Carlos III, en la Universidad se hizo el «Certamen público con el Derecho Real y escogido por el catedrático de Instituta» (Cadenas, ob. cit., p. 56). Mientras que «La misa cantada estuvo a cargo del Sr. Vice-Cancelario Dr. Don Francisco de Ibarra, tal y como lo certificó el Dr. Agustín Arnal (Secretario de la Universidad) en Claustro del 21 de julio de 1787» (Cadenas, ob. cit., p. 53).
En 1791 el claustro felicitó al Pbro. Dr. Don Francisco de Ibarra y Herrera por haber alcanzado la jerarquía de primer obispo de la Provincia de Cumaná y Guayana. Ya que anteriormente el control de estos territorios se hacía desde Puerto Rico. Ya se había creado, en el lado occidental del país, el obispado de Mérida en 1777 y era notorio que pronto se iba a crear la nueva diócesis de Cumaná y Guayana.
El claustro pleno de la Universidad celebró el 16 de abril de 1791 la promoción del obispo Francisco de Ibarra (porque habiéndose desempeñado como rector en 1758 y luego de haber sido jubilado del ejercicio docente como catedrático de Sagrados Cánones, ahora iba a ser promovido al obispado) y
… por tanto convinieron en que en el mismo día pase el Claustro en cuerpo de ceremonia [pero ya sin paseo a caballo] a las casas de la habitación de dicho Señor Obispo a felicitar la real presentación con repique de campanas que por ser los días inmediatos a la hebdogmada mayor se celebre el primero que es el veinte y siete [de abril] del corriente fiesta al Señor Sacramentado con Te Deum… (Cadenas, ob. cit., p. 268)
Interesante resulta la revisión del documento que trata sobre el ceremonial en cuanto a sus actividades y de acuerdo con su título:
Capilla Santa Rosa de Lima: 1791. Relación de las funciones, actos y ejercicios que anualmente se practican en la Capilla del Seminario Colegio Tridentino de esta Ciudad de Caracas, así por la comunidad de Colegiales, como por la Real y Pontificia Universidad después que fue erigida y unida a dicho Seminario
Un documento firmado por el doctor Francisco Pimentel, como rector del Colegio, y por Joseph Jaochim de Soto, como secretario de la Universidad.
Como parte de las felicitaciones, se le hicieron a Francisco Ibarra varios actos literarios desde la Facultad de Sagrados Cánones: la primera en 1791; luego, en 1793 tras fundar él mismo el Colegio Seminario de Santo Tomás de la Nueva Guayana, en Ciudad Bolívar. Posteriormente, en 1795 cuando el Seminario Tridentino adquirirá una casa de campo en Sabana Grande muy cerca de la Hacienda Ibarra y, un tiempo después, también por pasar a desempeñar su obispado de Caracas (1799) y llegar a ser el primer arzobispo de Venezuela entre 1803 y 1806.
Ibarra falleció el mismo día cuando cumplía ochenta años, el 19 de septiembre de 1806. Se afirma que parte de sus despojos mortales fueron enterrados cerca del oratorio de la vieja Hacienda Ibarra (la casa grande o principal de la hacienda donde se había hospedado y festejado el sabio alemán Alejandro de Humboldt siete años antes, en la época cuando Francisco de Ibarra asumía el obispado de Caracas en 1800). En la revista El Cojo Ilustrado (Caracas) del 15 de agosto de 1892 se discute, sin embargo, esta información; allí se indica que a la muerte de monseñor Ibarra
… se le concedió al Seminario y a la Universidad la lengua y parte de las entrañas; a la Catedral cierta porción de su cuerpo; al pueblo de Guacara otra, y al convento de las Monjas Concepciones el corazón y los ojos. Para cada uno de estos despojos mortales hubo una lápida, mas hoy todos yacen reunidos en el Panteón Nacional. (Ildefonso Leal, La Casona de la Hacienda Ibarra. Origen de la Ciudad Universitaria, Caracas, Oficina Central de Información de la Presidencia de la República/Secretaría de la Universidad Central de Venezuela, 1996, p. 18)
Sobra recordar que en los terrenos de antigua Hacienda Ibarra funciona hoy la Universidad Central de Venezuela.
Vince De Benedittis
ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR
Suscríbete al boletín
No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo