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Una serie de Netflix enciende el debate político en Brasil

Fotografía de MAURO PIMENTEL / AFP

04/04/2018

RÍO DE JANEIRO – Una nueva serie de Netflix acerca de una extensa investigación de corrupción se ha entrometido en la problemática política de Brasil, al indignar a los simpatizantes del expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva cuando este intenta regresar al cargo y al detonar el debate acerca de qué tanto un docudrama debe atenerse a los hechos.

La serie El mecanismo ha causado controversia desde que se estrenó el 23 de marzo. Los críticos dicen que sus imprecisiones son injustas para Lula, aspirante a una candidatura presidencial para octubre y quien actualmente lidera en las encuestas. Otros creen que el programa es una muestra deprimente, más o menos justa, de una investigación compleja que han resultado en más de cien personas declaradas culpables, entre ellas personajes políticos de alto rango como el expresidente.

Y hay quienes dicen que la publicidad —por negativa que sea— no ha sido más que positiva para Netflix y lamentan la frivolidad de hablar acerca de un programa de televisión en vez de hablar sobre la pobreza, la violencia, los conflictos ambientales y una infinidad de desafíos que enfrenta el país más poblado de América Latina.

El debate ha sido feroz.

Paulo Roberto Pires, un columnista con tendencias de izquierda de la revista Época, dijo que la serie es ingenua y engañosa. Agregó que esta es reduccionista y presenta complejos temas políticos, históricos y sociales como si solo fueran parte de la lucha contra la corrupción. Antônia Pellegrino, una activista feminista que escribe un blog en el diario Folha de São Paulo, dijo que la serie es igual a un “repudio de la democracia representativa”.

En un discurso durante un mitin reciente, Lula dijo que quizá demandará a Netflix: “Si es necesario, denunciaremos a la empresa en Brasil, en Estados Unidos, en Europa, donde sea”. Sus abogados hablaron con Netflix el año pasado acerca de sus preocupaciones por lo que consideran distorsiones de la serie; la empresa no respondió a las peticiones para hacer comentarios sobre este artículo. La expresidenta Dilma Rousseff escribió una publicación en Facebook en la que enlista inexactitudes. “El consejo de Netflix no sabe en qué se metió”, dijo el 26 de marzo, un comentario que algunos observadores interpretaron como una amenaza implícita. “Creo que esto es muy serio para ellos”.

El creador de la serie, José Padilha, un brasileño que vive en Los Ángeles, dijo que el furor solo había favorecido a la serie. “Creo que Lula y Dilma nos están ayudando mucho a promocionar la serie”, dijo, riéndose.

Padilha, quien también creó la serie de Netflix Narcos, mencionó que antes de cada episodio aparece un aviso legal en el que se señala que la serie “está basada libremente en hechos reales”.

El mecanismo dramatiza una investigación de corrupción —conocida como Operación Lava Jato, o Autolavado— que ha sacudido a la política brasileña desde hace más de cuatro años. Tres presidentes sucesivos se han visto involucrados: Lula fue condenado por cargos de corrupción y lavado de dinero; Rousseff fue destituida por cargos no relacionados de reglas presupuestarias, aunque también enfrentó investigaciones por ese tema, y el presidente actual, Michel Temer, ha sido acusado de sobornos y sigue bajo investigación.

Una de las fuentes principales de la controversia es una escena en el quinto episodio de la serie, en la que un personaje inspirado en Lula habla acerca de los esfuerzos para obstaculizar la investigación y menciona la necesidad de “detener esta masacre”.

En realidad, la frase fue pronunciada en una grabación secreta de 2016 por el senador Romero Jucá, quien alguna vez fue aliado de Lula y que para entonces se había convertido en un oponente político que más tarde respaldó la destitución de Rousseff.

Rousseff señaló otras licencias que se tomó la serie.

Uno de los escándalos de lavado de dinero que se presenta en el programa ocurrió cuando un partido opositor, y no el Partido de los Trabajadores de Lula, estaba en el poder.

Rousseff también se quejó de que en una escena presentan al principal responsable del lavado de dinero, Alberto Youssef, como si hubiera formado parte de su comité de campaña durante las elecciones de 2014, a pesar de que en ese entonces ya estaba en la cárcel.

En una entrevista, Padilha le restó importancia a la cita imprecisa, y dijo que la frase “no le pertenece a nadie”.

“Tenemos una serie en el que mostramos que estos políticos robaron miles de millones de dólares, pero ¿les parece que el problema es una cita?”, dijo.

La serie retrata de manera sombría a Lula. Procuradores de su caso lo han presentado como la encarnación de la corrupción; el exmandatario dice que las investigaciones son realizadas por rivales que resienten las políticas económicas que impulsó.

Lula quiere ser candidato en la elección de octubre, aunque podría ser inhabilitado pues lo declararon culpable por corrupción el año pasado —sentencia refrendada a principios de este año— y aún enfrenta cargos en otros seis casos. Ha impugnado la sentencia y se espera que el 4 de abril el Supremo Tribunal Federal de Brasil dictamine si deberá ser encarcelado en lo que se resuelve el tema.

El título de la serie de Netflix surge de la teoría de Padilha de que solo los corruptos pueden avanzar en la política brasileña. Algunos críticos lo califican de reaccionario, un cargo que niega; ha hecho donaciones a un partido más pequeño de izquierda que no ha estado involucrado en la investigación de corrupción.

“Creo que Padilha quería presentar un enfoque generalizado de la corrupción en Brasil”, dijo Adelaide Oliveira, portavoz de Vem Pra Rua (Tomen las calles), movimiento activista que se opone a la corrupción. “Creo que lo hizo bien, aunque la realidad supera” la ficción.

Casi la mitad de los brasileños carecen de acceso a internet en casa, lo cual limita el alcance de la serie en el país.

Sin embargo, la serie ya tiene algunos admiradores en ese país. “La gente está criticándola, pero esas personas fueron los líderes del gobierno; desde luego que estuvieron involucrados”, dijo Gabriel Coelho, un cocinero de 29 años que vive en Río de Janeiro. “Solo necesitamos descubrir hasta qué punto”.

Otros se rehusaron a darle una oportunidad al programa. “Es malo para Brasil porque es una serie que llega a la casa de la gente solo con un lado de la historia”, dijo Paula Abreu, una profesora de 31 años, también de Río de Janeiro. “Es preocupante porque intensifica el odio”.

Este no será el último proyecto en que Netflix se sumerge en aguas políticamente turbias en América Latina.

Narcos fue criticada por algunos en Medellín durante sus primeras temporadas. En Argentina hay mucha expectativa ante una miniserie que Netflix habría comenzado a producir acerca de la misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman, quien investigaba el atentado de 1994 a la AMIA, un centro comunitario judío en Buenos Aires.

Nisman fue hallado muerto en 2015 en su baño con una herida de bala en la cabeza, horas antes de su cita programada para testificar en el congreso sobre una acusación explosiva de que la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner y varios miembros de su gobierno habían conspirado para ocultar la supuesta participación de Irán en el ataque.

La muerte, calificada de homicidio por un informe forense reciente, ha dividido a Argentina y sigue siendo un misterio.

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Este artículo fue publicado originalmente en The New York Times en español


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