Un grupo de libaneses huye de los ataques provenientes de Israel con destino a Beirut, la capital de Líbano, este martes 24 de septiembre de 2024. Fotografía de Wael Hamzeh | EFE | EPA
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Miles de libaneses huyeron del sur del país a raíz de los ataques aéreos de Israel sobre el Líbano el pasado lunes, copando la autopista principal de la ciudad portuaria de Sidón, rumbo a Beirut. Los bombardeos causaron la muerte a 356 libaneses, incluyendo a 24 niños, y al menos 1.240 personas resultaron heridas, convirtiéndolo en el ataque más mortífero desde la guerra entre Israel y Hezbolá de 2006.
“Por favor, aléjense del peligro inmediatamente”, instó el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a los civiles libaneses en un mensaje grabado, aconsejándoles que evacuaran la zona sur del país. En su mensaje aseguró que podrían regresar a sus hogares una vez concluida la operación militar israelí.
En la noche del lunes, el ejército israelí confirmó que había llevado a cabo un ataque selectivo en Beirut, sin dar detalles de la operación militar.
Los ataques llegaron hasta una zona boscosa cerca de Biblos, en el centro de Líbano, a más de 130 kilómetros de la frontera al norte de Beirut, mientras que otros ataques tuvieron como objetivo zonas residenciales del sur y del valle oriental de la Bekaa. El ejército israelí anunció que había alcanzado alrededor de 800 puntos, afirmando que su objetivo eran los emplazamientos de armamento de Hezbolá.
Si bien la mayoría de los ataques se produjeron al sur del Líbano, un ataque se produjo en la capital, donde la agencia nacional de noticias del Líbano informó que el barrio de Beir al-Abed, en el sur de Beirut, fue alcanzado por tres misiles.
En respuesta a los ataques, el gobierno libanés ordenó el cierre de escuelas y universidades en la mayoría de las zonas del país e inició los preparativos para acoger a los desplazados del sur que buscan refugio en la capital y al norte del Líbano. En rueda de prensa, el ministro libanés de Sanidad, Firass Abiad, declaró que los ataques habían dañado hospitales, centros médicos y ambulancias.
El 19 de septiembre, Hasan Nasralá, líder de Hezbolá, el grupo paramilitar islamista chiita respaldado por Irán con presencia en Líbano, emitió un comunicado televisado, responsabilizando a Israel por los ataques del martes y miércoles de la semana pasada, mediante el sabotaje dispositivos de comunicación de Hezbolá, el cual resultó en la explosión de cerca de 5000 beepers y walkie-talkies, causando la muerte de al menos 32 personas y 3250 heridos,
Nasralá dijo que Israel había excedido “todos los límites, reglas y líneas rojas”, y amenazó con un “ajuste de cuentas”.
El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, anunció que Israel está entrando en “la nueva fase de la guerra”, ya que el ejército ha desplazado su atención al conflicto con Hezbolá en Líbano, dejando en un segundo plano la guerra contra Hamás en Gaza que, desde su inicio, a partir del ataque de Hamás del 7 de Octubre, causó la muerte de 700 israelíes y unos 1.400 heridos. El Ministerio de Salud de Gaza sostiene que 40.000 palestinos han sido asesinados, 92.401 personas han resultado heridas y el 85% de la población ha sido desplazada por el conflicto.
Los combates en Gaza también han resultado en la muerte de 329 soldados israelíes y, según el ejército israelí, 17.000 combatientes de Hamás han muerto, aunque no ha aportado pruebas que respalden esta cifra.
Desde el estallido de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza el 7 de octubre de 2023, Hezbolá e Israel han intercambiado ataques con cohetes, drones y bombardeos, en repetidas ocasiones en el área fronteriza entre Líbano e Israel.
Hezbolá lanzó ataques contra Israel, alegando que intentaba inmovilizar sus fuerzas para ayudar a los combatientes palestinos en Gaza, e Israel respondió con ataques aéreos. Desde entonces, el conflicto no ha hecho más que intensificarse.
Las explosiones de los beepers y walkie-talkies han aumentado la preocupación de que la creciente tensión entre ambas partes termine en una guerra a gran escala. El 18 de septiembre, el Secretario General de la ONU, António Guterres, respondió a las preguntas de los medios de comunicación sobre su preocupación por una escalada de la guerra en Oriente Medio. Al ser preguntado por las explosiones de buscapersonas, Guterres calificó el incidente de especialmente grave y advirtió de los crecientes riesgos de escalada del conflicto.
“Este suceso confirma que existe un grave riesgo de escalada dramática en Líbano”, dijo. “Hay que hacer todo lo posible para evitar esa escalada”.
Las autoridades israelíes han guardado silencio sobre la maniobra con los buscapersonas y walkie-talkies, y no han reivindicado su autoría. Israel se ha comprometido a hacer retroceder a Hezbolá de la frontera, con el objetivo de crear un entorno seguro para que sus ciudadanos puedan regresar a sus hogares. Hezbolá, por su parte, asegura que continuará sus ataques hasta que se establezca un alto el fuego en Gaza, donde Israel continúa peleando con Hamás.
Sin embargo, a punto de cumplirse un año de la confrontación, la probabilidad de un alto el fuego parece cada vez más remota, luego de fallar en múltiples ocasiones. Ambas partes siguen atrincheradas en sus posiciones y el conflicto muestra pocos signos de desescalada, por lo que la perspectiva de una resolución es cada vez más difícil de alcanzar.
El corresponsal de AP para el Medio Oriente, Joseph Krauss, explica que ambas partes han evitado llamar oficialmente al conflicto «guerra», en un intento de lograr sus objetivos sin que se detone una conflagración de mayores proporciones.
El corresponsal de AP explica que una escalada entre Israel y Hezbolá podría desarrollarse a través de varios eventos clave: si Israel decidiera avanzar con una invasión terrestre al sur del Líbano, lo cual probablemente sería visto como una grave escalada y podría empujar el conflicto a una guerra total. Líbano cconsideraría esta acción como una violación de su soberanía y un acto de guerra al cual otros actores de la región, como Irán, podrían sumarse.
Los líderes mundiales se reúnen en la Asamblea General de la ONU esta semana y deberán encontrar formas de cooperar para evitar una escalada más dramática del conflicto.
El año pasado, la guerra de Ucrania dominó el escenario de la ONU, con el presidente Zelensky a la cabeza. Pero a medida que se acerca el primer aniversario del ataque de Hamás contra el sur de Israel, la atención se ha desplazado a Gaza y a la creciente violencia en Líbano, alimentada por los ataques aéreos israelíes contra Hezbolá. El conflicto corre ahora el riesgo de extenderse a todo Oriente Próximo.
El martes, el presidente de Irán, Masoud Pazeshkian, partidario tanto de Hamás como de Hezbolá, se dirigirá a la Asamblea. El jueves por la mañana hablará el presidente palestino, Mahmud Abbas, y por la tarde lo hará el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Pocas veces ha habido tanto en juego para la diplomacia.
Flaviana Sandoval
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