Las parejas exitosas saben cómo solucionar el haber herido los sentimientos de su pareja. Escultura "La conversación" de la artista francesa Etienne, en Praiano (Italia)
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Evalúa el daño, no seas “catastrófico” y hazte responsable.
¡Ups! Le preguntaste al amigo de un amigo a quien despidieron hace poco qué tal le va en su trabajo . Las palabras salieron de tu boca antes de poder evitarlo. Preguntarle acerca de la situación más estresante de su vida (esa que esperaba que nadie sacara a colación) fue un error inocente. Por supuesto, te disculpaste de sobra, pero te das cuenta de que le dolió.
Esto es parte habitual, aunque dolorosa, de ser una criatura social, pero decir algo equivocado requiere una disculpa de un tipo diferente al que usarías, por ejemplo, cuando derramas café sobre la bolsa de una extraña o llegas tarde al trabajo. Cuando haces un comentario inapropiado o una broma insensible, la herida es interna, lo cual puede ocasionar que resarcirla sea una tarea más difícil.
Es poco realista aspirar a ser un comunicador perfecto. Si te esfuerzas por no equivocarte nunca al hablar, es probable que termines empeorando las cosas; Don Cole, un terapeuta matrimonial y familiar certificado, comentó: “Porque entonces sentirás más culpa, enojo y sentimientos de molestia cuando cometas errores de comunicación y hieras los sentimientos de alguien”.
El ser humano está diseñado para funcionar en una comunidad. Cuando se presenta el rechazo social, la exclusión puede ser dolorosa a nivel físico. Un estudio reciente publicado en Clinical Journal of Pain reveló que los mismos circuitos neuronales que procesan la angustia social también están involucrados en los circuitos del dolor físico.
Como director clínico del Instituto Gottman, una organización que, con base en investigaciones, proporciona ayuda a las parejas y capacita a terapeutas para que mejoren su eficacia como consejeros de pareja, Cole atiende con regularidad a parejas que batallan con una mala comunicación. Resulta que las parejas exitosas cometen el error de decir algo equivocado con la misma frecuencia que las parejas no exitosas. Afirmó que la diferencia reside en que las parejas exitosas saben cómo solucionar el haber herido los sentimientos de su pareja.
Podemos aplicar esta estrategia de reparación no solo con las parejas románticas, sino con cualquier persona que hayamos ofendido sin querer: amigos, conocidos y también compañeros de trabajo. A continuación, te presento cómo resarcir un desliz verbal y sanar esos sentimientos.
Antes de disculparte
Evalúa el daño. “Mantente abierto y sensible contigo mismo acerca del posible daño hecho”, afirmó Andrea Bonior, una psicóloga clínica certificada. Quizá piensas que debes disculparte por un comentario casual, pero para la otra persona esto puede formar parte de un patrón más amplio de desconsideración de tu parte. De hecho, podrían estar más molestos de lo que crees, en especial si tu comentario tocó una fibra sensible.
“Cuando nos damos cuenta de que hemos herido a alguien, entran en juego nuestros instintos que buscan restaurar el equilibrio”, aseveró Ijeoma Oluo, autora de So You Want to Talk About Race (Así que quieres hablar de raza). Si no tienes claro si lo que dijiste hirió a la otra persona, Oluo recomienda acercarte y decir: “Si me explicaras cómo te lastimaron mis acciones, me ayudaría mucho a remediarlo”. No lo formules como: “Dime por qué te molestaste”, en lugar de eso pregunta: “¿Qué fue lo que hice?”.
No seas “catastrófico”. Las personas que son proclives a tener pensamientos de culpabilidad suelen ser más duras consigo mismas. Todas ellas dicen cosas como: “No puedo creer que dije eso. Soy una mala persona”. Si te encuentras en un torbellino de vergüenza, Bonior sugiere replantear tu discurso interno acerca del suceso como algo más realista, comprensivo y útil como: “Esta situación toca una fibra. Me siento apenado, pero puedo mejorarlo. Todos cometemos errores”.
No dejes que empeore. Podrías sentirte tentado a obviar el tema, pero los expertos afirman que sería un error. No solo pasarás más tiempo preocupándote por la situación, sino que mientras más postergues abordar tu torpeza, más incómodo será hacerlo. Bonior sugiere determinar un periodo para lamer tus heridas (una hora o un día), pero trata de sanar lo más pronto posible. En ocasiones, cuando postergamos una conversación difícil, terminamos por no hablar del tema en absoluto, lo cual es, en realidad, lo que ocasiona un daño irreparable en la relación. “No se trata de la ofensa inicial”, dijo, “sino de cómo se abordó”.
Durante la disculpa
Acepta tu responsabilidad. Ignora la necesidad de ponerte a la defensiva o dar excusas como: “No lo dije a propósito” o “¿Por qué eres tan sensible? Obviamente era una broma”. Evita ahondar en nimiedades y deja que la otra persona exponga sus sentimientos, dijo Bonior. Deja en claro que no tomas a la ligera lo que hiciste. Los estudios revelan que decir tus sentimientos puede ayudar a manejar la ansiedad y la depresión. Entonces, decir cosas como: “Me avergüenza haber dicho eso” o “Me consterna haberte lastimado” puede aliviar un poco la angustia ocasionada por la situación. No obstante, no busques hacerte la víctima, así que no exageres las cosas, dijo Bonior.
Valida su dolor. Es tentador usar este tiempo para aclarar tus intenciones: puede que te sientas atacado y es comprensible querer limpiar tu nombre pero, a menos que la persona te pregunte qué fue lo que quisiste decir con tu broma o comentario, no lo expliques. Lo que quisiste decir es irrelevante en una conversación centrada en el impacto negativo de tus palabras. Tampoco es productivo discutir cuál de las versiones de los hechos es la correcta. La memoria no es una grabadora digital; es una codificación emocional de un suceso, afirmó Cole. Acepta que lo que la persona escuchó y sintió fue real: “Mi comentario fue inapropiado y entiendo por qué te molestó”.
Sé genuino. Asegúrate de que tu disculpa sea de corazón. Evita frases hechas como: “Siento que lo hayas tomado así”. Ese lenguaje te distancia de tus acciones y puede parecerle superficial al receptor. El lenguaje corporal, los gestos faciales y el tono de voz se pierden en la comunicación escrita, por lo que los correos electrónicos y los mensajes de texto son lo menos apropiado cuando se trata de abordar un tema sensible como una disculpa. Los expertos aseguran que es mejor ofrecer una disculpa de frente siempre que sea posible. Una llamada telefónica es la segunda mejor opción.
Explica por qué no volverá a ocurrir. Hablar de lo que te enseñó la situación le reafirmará a la persona que aprendiste de tu error. Además, aprender y hacer un esfuerzo por corregir tu conducta demuestra que actúas de buena fe. Por ejemplo, si sigues pronunciando mal el nombre de un colega, admite tu error. La escritora Alison Green recomienda no usar argumentos como: “Bueno, es un nombre complejo y jamás lo había escuchado”. Como editora del blog de orientación profesional Ask a Manager(Pregúntale a una jefa), y autora del libro con el mismo título, Green recomienda decir: “Oye, discúlpame por hacer eso. Me da gusto que me lo hayas comentado y me esforzaré por decirlo de la forma correcta”.
Después de la disculpa
Reinicia. Después de una metida de pata, puede ser especialmente importante tener una interacción sin incidentes, en caso de que la otra persona se pregunte cómo será la relación de ahora en adelante. Despeja sus temores. “Si llegas media hora después y hablas de cosas laborales normales, con frecuencia lograrás que se relaje”, detalló Green. Esto ayudará a recalibrar la relación y garantizarle a la persona que todo está bien.
Olvídalo. Si después de hacer tu mejor esfuerzo, la otra persona aún no es capaz de superar la ofensa, aléjate. Puedes hacerte responsable de tus errores y ofrecer una disculpa sincera, pero no puedes obligar a nadie a aceptarla, comentó Cole. En ocasiones las palabras causan un daño irreparable.
Nadie está obligado a tener una relación contigo. “Si has lastimado a alguien, hay cosas que puedes hacer para remediarlo, pero, si no quieren aceptarlo”, dijo Oluo, “no tienen que hacerlo”.
Aun así, trata de aceptar la oportunidad de comprender la experiencia que vivió la otra persona e identificarte con su dolor, incluso si tuviste un papel activo en provocarlo. No solo serás un amigo y colega más considerado sino que, al mirar al mundo a través de sus ojos, habrá mayores probabilidades de que la otra persona se sienta segura, escuchada y comprendida.
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Este texto fue publicado originalmente en The New York Times en español.
Anna Goldfarb
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