Perspectivas

¿Por qué está fracasando el plan para contener al dólar?

Fotografía de Schneyder Mendoza | AFP

03/09/2019

En febrero de este año, el Gobierno diseñó un plan para contener al dólar y frenar la inflación. La estrategia consistió en reducir el suministro de dinero a la economía, con el fin de que existieran menos bolívares disponibles para la compra de divisas, mediante tres medidas: una feroz disminución del crédito, el recorte en la cantidad de dinero que el Banco Central de Venezuela crea para financiar a las empresas del Estado y la reducción del gasto público en términos reales.

Rápidamente el plan entró en acción: se obligó a las entidades financieras a congelar 57% de todo el dinero que gestionan y la totalidad de las nuevas captaciones; al mismo tiempo, de acuerdo con Ecoanalítica, el gasto público cayó 60% en el primer semestre al tomar en cuenta los bienes y servicios que el gobierno es capaz de proveer y el Banco Central disminuyó de forma importante la creación de dinero para financiar a las empresas públicas como PDVSA.

El plan surtió efecto, el dólar comenzó a escalar a menor velocidad y la inflación, que en 2018 había aumentado a tasas mensuales superiores a 100%, se desaceleró hasta tasas en torno a 20 y 40%, según la medición de la Asamblea Nacional; pero el vértigo está de vuelta: entre el 19 de julio y el 2 de septiembre la cotización oficial del dólar acumuló un incremento de 196%, desde 7.475 bolívares hasta 22.186 bolívares y el mercado aún no recupera la calma.

Tesoreros consultados explican que el Gobierno le transfirió bolívares por distintas vías a un grupo de empresas que utilizaron los fondos para comprar dólares. La moneda estadounidense se disparó debido a que la oferta de divisas es muy pequeña tras el descalabro de la producción petrolera, un 70% inferior a la de 2013 según reporta las cifras de la OPEP.

La inyección de bolívares provino principalmente de Pdvsa, que saldó deudas con las compañías que le venden insumos y del Gobierno, que le entregó bolívares a una lista de empresas para que adquieran divisas e importen materias primas a fin de que produzcan alimentos para los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).

«Las sanciones de Estados Unidos han comenzado a entorpecer las importaciones para los CLAP, por eso el Gobierno está obligado a buscar proveedores en el país», dice un empresario del sector de alimentos.

Causas estructurales

Tamara Herrera, directora de Síntesis Financiera, considera que si bien hay causas coyunturales para explicar el salto del dólar, existe un desequilibrio estructural que se manifiesta en que hay muy poca disposición a conservar bolívares: tan pronto las empresas o las personas disponen de algún excedente inmediatamente buscan cambiarlo a divisas.

«Estamos ante una caída muy fuerte de la demanda de dinero, es decir, de la disposición a conservar bolívares. La demanda de dinero ha sido golpeada severamente por políticas que acaban con la confianza en el país y su economía, por regulaciones excesivas y hostilidad hacia quienes producen», dice Herrera.

Agrega que otro factor a tomar en cuenta es que la demanda de divisas es muy elevada por la dependencia en las importaciones, porque las empresas y las personas compran dólares para protegerse de la hiperinflación y por la dolarización de facto, donde cada día se utiliza más el dólar en las transacciones. Al mismo tiempo, la oferta es muy baja por una industria petrolera en mengua que enfrenta problemas para comercializar el petróleo por las sanciones, lo que produce un déficit de divisas.

José Manuel Puente, economista y profesor en la Universidad de Oxford, señala que la cotización del dólar, gracias a la contención que hizo el Gobierno durante el primer semestre, aumentó menos que el resto de los productos en la economía, por tanto, está muy lejos de su nivel de equilibrio.

«Hay una fuerte apreciación del tipo de cambio y el dólar está muy lejos de su nivel de equilibrio, dado los diferenciales de inflación de Venezuela y el resto del mundo según cálculos de hace un mes este nivel estaba entre 35.000 y 40.000 bolívares por dólar», dice Puente.

«Además, el país transita por el sexto año consecutivo en recesión y el segundo año en hiperinflación, esto genera una gran desconfianza en la política macroeconómica del Gobierno y exacerba la compra de dólares. Al mismo tiempo, el Banco Central no tiene divisas para estabilizar el tipo de cambio, las reservas internacionales son las más bajas en 21 años», agrega Puente.

Las perspectivas

Todo apunta a que la administración de Nicolás Maduro seguirá inyectando una mayor cantidad de bolívares a la economía en lo que resta de año, por la presión de los trabajadores por un pronto incremento de salario, las empresas privadas que le reclaman al Gobierno el pago de deudas y compañías públicas que necesitan recursos para tapar pérdidas y mantenerse a flote.

Mediante la Ley Especial de Endeudamiento Complementaria publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria N° 6.472 el Ejecutivo aprobó la emisión de bonos por 36 billones de bolívares a fin de financiar el gasto previsto para los próximos cuatro meses.

En su reporte semanal Síntesis Financiera dice que «con los exiguos montos de liquidez excedentaria en el sistema bancario, pensamos que los títulos serán adquiridos esencialmente por la banca pública, con la que se triangulan fondos públicos de gran volatilidad».

Tamara Herrera indica que «en lo que resta del año vamos a ver una explosión progresiva del gasto y hay muy poco por hacer por vía de la asfixia monetaria. La contención del dólar y de la inflación no fue más que una victoria transitoria, pírrica porque ha tenido un alto costo al estrangular el crédito».

En vista de que disponen de menos fondos para prestar, los bancos han disminuido drásticamente el financiamiento incluyendo a las empresas que intentan producir, a los comercios y a las personas en general, estableciendo un límite bastante bajo a las tarjetas de crédito. El resultado es que se agravó la recesión porque la contracción de los préstamos se sumó a las fallas de energía eléctrica, el déficit de divisas para importar y el colapso del sector petrolero.

El informe de coyuntura del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello, correspondiente al cierre de julio, proyecta que este año la economía sufrirá una nueva caída de 22% con lo que «para finales de 2019 esperamos que el PIB represente sólo 39% de lo que llegó a ser en 2013».

La disparada del dólar eleva de manera instantánea el precio de una amplia gama de productos y servicios porque la economía depende en gran medida de las importaciones y por una dolarización informal, donde la moneda estadounidense desplaza al bolívar como la unidad para fijar precios o realizar pagos.

En julio, mes en que la cotización del dólar tan solo inició el despegue, la inflación cobró intensidad y se ubicó en 33,8%, nueve puntos por encima de la tasa de junio, según la medición que realiza la Asamblea Nacional. La firma Macro Consultores advierte en su último informe que se trata de «un síntoma nada alentador dado que este repunte ocurre en medio de una severa contracción del consumo, tanto privado como público, así como del crédito».

El último reporte de Focus Economics indica que Credit Suisse proyecta que este año la inflación será de 40.760% y Torino Capital de 31.910%, con lo que Venezuela seguiría padeciendo el mayor incremento de precios de América Latina y el mundo.


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