Fotografía de Federico Parra | AFP
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Durante los últimos años, en distintas regiones de Venezuela, han circulado en efectivo bolívares, dólares, pesos y euros, entre otras monedas. También se han hecho transferencias y otros pagos electrónicos en bolívares, utilizando la banca nacional, y en dólares, a través de la banca internacional. Las transacciones en dólares, que comenzaron a tratarse como ilícitos cambiarios a partir de 2003, ahora son rutinarias y públicas en supermercados, farmacias y comercios en general. Estas operaciones han sido tratadas como evidencias de una dolarización de facto, desordenada, que pudo empeorar la desigualdad y la pobreza en el país. Como parte de la solución, algunos han propuesto la dolarización plena de la economía, es decir, la eliminación de la moneda nacional. A continuación, argumento por qué creo que en lugar de una dolarización desordenada lo que tenemos en Venezuela es un sistema multimoneda incompleto, y por qué es preferible completarlo en lugar de pretender dolarizar o desdolarizar plenamente la economía.
1. ¿Nadie quiere bolívares?
Si nadie los quiere, ¿por qué hay quienes compran bolívares con sus dólares? Si hay un tipo de cambio es porque hay compradores de bolívares. En el país circulan bolívares porque pueden comprarse con ellos bienes, servicios y activos, como dólares u otras monedas. Circulan relativamente rápido, porque ahorrar en bolívares es muy mala idea en hiperinflación, pero con ellos se hacen transacciones que no podrían hacerse de otro modo. Por ejemplo, parte de las remesas son recibidas en bolívares a través del sistema bancario venezolano, porque no todos los residentes tienen cuentas en el exterior o canales seguros para recibir billetes enviados desde otros países.
La disponibilidad de bolívares en efectivo es insuficiente e ineficiente, como resultado de la hiperinflación y las mal diseñadas reconversiones monetarias de 2008 y 2018. La disponibilidad de dólares en efectivo no permite asegurar pagos exactos, por el número de billetes de baja denominación y su estado físico. Sin embargo, el uso de medios electrónicos permite hacer pagos exactos en bolívares, dando evidencia de la persistencia de las funciones de medio de cambio y unidad de cuenta del bolívar, así como de reserva de valor: no para ahorrar, sino para pasar rápidamente de una cuenta a otra a cambio de algo valioso.
2. ¿Todo está dolarizado excepto los salarios?
Las primeras expresiones sobre la dolarización, al menos desde 2014, apuntaron a la relación observada entre algunos precios en bolívares y el marcador del paralelo. Si el paralelo subía, estos precios también. Los salarios de la mayor parte de los empleados no subían a la misma velocidad.
La caída en la producción, el aumento de precios y el incremento en la pobreza registrados desde 2013 no comenzaron con el uso del paralelo como referencia de algunos precios. La interrupción de inversiones y vínculos comerciales dentro de Venezuela y con otros países y las migraciones de trabajadores, entre otras cosas, tuvieron relación directa con expropiaciones y controles de precios y de cambio, la caída en el precio del petróleo y en la capacidad de producción de PDVSA, la dependencia de importaciones para consumo y producción, la deuda externa, la fragilidad del sistema de salud, educación y provisión de bienes y servicios como agua, electricidad, telecomunicaciones y combustibles. La divergencia entre precios y salarios puso en evidencia la desigualdad en ahorros, ingresos y acceso a actividades productivas sobrevivientes, gestada durante los años de abundancia. Esta desigualdad se evidencia, en términos relativos, usando cualquier moneda como referencia, al punto de ser posible identificar casos en los que una remuneración en dólares sea tan baja que no permita adquirir la cesta alimentaria básica, mientras otra en bolívares sea lo suficientemente alta para ahorrar una parte comprando dólares.
Los precios de algunos bienes y servicios se incrementaron más rápido que los salarios de la mayoría de los trabajadores, incluso más rápido que el paralelo en parte del período. La razón fue la caída de la producción y las importaciones. No la moneda de referencia.
3. ¿La dolarización de facto ha empeorado la situación o la ha aliviado?
Las opiniones sobre el efecto del uso de dólares en transacciones cotidianas han sido muy variadas. Algunos han dicho que, por ser desordenada, habría perjudicado a quienes no ganan en dólares. Otros la han considerado una “válvula de escape”, capaz de reanimar la economía y crear una nueva, “de bodegones”. Sin embargo, estas opiniones pasan por alto, entre otras cosas, que durante los años de la abundancia una proporción de la población residente ahorró en dólares, disponibles en efectivo o en depósitos en el exterior. Utilizar los ahorros para gasto corriente es una respuesta natural ante la caída del valor real de los ingresos individuales.
Los oferentes de bienes y servicios adaptaron sus sistemas de cobranza para recibir pagos en distintas monedas circulantes. Los pagos utilizando cuentas en el exterior se han hecho siguiendo las normas de los bancos emisores de tarjetas de débito y crédito, intermediarios en transferencias hechas, por ejemplo, a través de Zelle o PayPal. Los pagos utilizando efectivo se han hecho siguiendo las normas impuestas por el receptor de los billetes, en cuanto a su denominación, estado físico y verificación de autenticidad. Los pagos exactos se han hecho utilizando bolívares y dólares o ajustando la cantidad comprada de la mercancía a la denominación del billete disponible. De este modo, dólares que eran ahorros de unos se convirtieron en ingresos para otros, a cambio de productos que de otro modo no hubieran podido venderse ni comprarse.
Se ha dicho que el proceso ha sido desordenado, pero teniendo en cuenta las normas hoy en uso no lo parece. Es más preciso afirmar que ha sido incompleto, al no participar el sistema bancario nacional en el proceso de intermediación y no existir un mercado cambiario transparente en el país. El proceso ha ocurrido de un modo ordenado, pero con mayores costos transaccionales de los que son posibles. Sin embargo, atribuirle a este proceso el desempeño de la economía venezolana es algo excesivo.
4. ¿Dolarizar plenamente es necesario para reanimar la economía?
En Venezuela se ha propuesto la eliminación de la moneda nacional para detener la hiperinflación. Sin embargo, de los más de 30 países con registros hiperinflacionarios desde la Revolución Francesa ninguno adoptó la moneda de otro país para detenerla, con excepción de Zimbabwe, que posteriormente ha transitado hacia un sistema multimoneda. En algunos de estos países la moneda nacional recibió sucesivamente distintos nombres, sin éxito. La hiperinflación no se contuvo hasta que no se eliminó el financiamiento monetario del gasto público, es decir, hasta que no se adoptaron medidas para organizar el presupuesto del gobierno, incluyendo nuevos impuestos, recortes de gasto, renegociación de deudas y contratación de nuevos préstamos. Es necesario recordar siempre que la hiperinflación venezolana fue posterior al boom petrolero, cuando el ingreso de dólares al país fue extraordinario. El uso de las reservas internacionales y de los ingresos de PDVSA para gasto público y como garantías para deuda en dólares abrieron el agujero fiscal que ha sido llenado con bolívares desde que cayó el ingreso petrolero y hubo que pagar deudas. Eliminar la moneda nacional no corrige los desequilibrios fiscales que están en el origen de la hiperinflación. No sólo no es necesario, sino que introduciría nuevos costos transaccionales sin abordar directamente la recomposición de las cuentas públicas que, al menos desde la creación del FONDEN en 2005, dejaron de ser informadas con el detalle necesario. Sin información suficiente sobre las acciones del Gobierno, se debilita la confianza necesaria para planificar, innovar y establecer vínculos perdurables con proveedores y clientes. Esta confianza no depende de la moneda, sino de las acciones de un Gobierno que dejó de publicar su presupuesto desde 2015.
5. ¿Dolarización financiera o sistema multimoneda en Venezuela?
Recientemente se discute sobre la dolarización financiera, entendida como la incorporación del sistema bancario venezolano a operaciones con dólares, entre ellas transferencias entre bancos en el país y en otros países y emisión de instrumentos de crédito y débito aceptados en el exterior. Vale recordar que, antes del control de cambios de 2003, era posible comprar dólares con bolívares a través de la página web de bancos venezolanos y depositarlos en el exterior. También que las tarjetas de crédito venezolanas podían utilizarse en el exterior y para compras por internet, como instrumentos para disponer de los “cupos CADIVI” en dólares, asignados anualmente por el Gobierno hasta 2012. Según este criterio, la economía venezolana habría estado dolarizada financieramente antes de 2012.
Dos documentos publicados en 1999 permiten comparar distintas perspectivas con respecto al uso de monedas diferentes en un mismo país. El primero, publicado por el FMI, clasificaba los países según su “grado” de dolarización, calculado como la fracción de activos en divisas con respecto al total mantenido por los residentes en el sistema bancario de su país. Aunque los motivos para mantener activos en dólares solían asociarse a la desconfianza en la moneda nacional, el documento reconocía la importancia de la globalización financiera en la adquisición de dólares en todos los países del mundo. El otro documento es una entre varias patentes asignadas a CyberCash, Inc. en Estados Unidos el 27 de abril de 1999, identificada como USOO5897621A. En ella se diseñaba un sistema multimoneda que permitiría aprovechar las “ilimitadas” oportunidades que Internet ofrecía al comercio internacional y que “pronto” serían evidentes. Este sistema permitiría utilizar diferentes monedas en transacciones entre un comprador y un vendedor, utilizando “efectivo electrónico” y un servidor ubicado en un banco u otra organización que hiciera conversiones entre monedas usando tipos de cambio. Actualmente, gerenciar portafolios de activos en monedas diferentes requiere evaluar diariamente los riesgos cambiarios de posiciones en dólares, euro, yenes y libras, entre otras monedas.
Ya en 1999 era una oportunidad automatizar las operaciones que hoy hacen cajeros en distintos locales de Venezuela, o los tenedores de distintas monedas para ahorro, consumo e inversión en el país. En lugar de discutir sobre la dolarización o la desdolarización de la economía venezolana, adoptando una única moneda como referencia, ¿por qué no completar un sistema multimoneda?
Ronald Balza Guanipa
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