Entrevista

Naky Soto: “Ya no tenemos un Estado fallido, sino un Estado ausente”

08/12/2019

Bajo el título El costurero de lata, el sello editorial de la Universidad Católica Andrés Bello ha reunido en forma de libro las crónicas de Naky Soto. Su resumen de lo que estamos viviendo aparece posteado en el muro de los usuarios de las redes sociales como un faro en una marejada hostil. Luego de 15 años, un lapso que por sí solo habla de un esfuerzo y un compromiso con su audiencia, Soto mira la pantalla de su teléfono y confirma el número de sus seguidores: 119.000. ¿Se podría decir que ha llegado a la condición de influencer? “Sí, influencer de viejos”, dice ella, porque los lectores del resumen promedian el medio cupón. 

Soto ha logrado la fórmula mágica, pero no se hagan ilusiones, en las líneas que siguen no la van a encontrar. Sencillamente, esto se tiene o no se tiene, para decirlo como el slogan de la marca de un whisky que desapareció de los anaqueles como tantos productos en Venezuela. Y claro, Naky Soto —industrióloga por la UCAB, colaboradora de distintos medios y conductora, junto con su esposo Luis Carlos Díaz, de su propio canal de YouTube NakyLuisCarlos— lo tiene. Sin embargo, la vida para ella ha sido una adversidad de muchas maneras. Quizás por eso ha desarrollado un sentido del humor que navega entre la ironía y el sarcasmo. 

Nicolás Maduro, dice Soto, ha convertido la institución presidencial en un “show de variedades”. Nunca antes el discurso oficial estuvo tan divorciado de la realidad como en los actuales momentos. Un divorcio que no deja de ser melodramático, como el de Lila y José Luis Rodríguez. Sería un episodio de Stand Up Comedy si el trasfondo no fuera esta mezcla de dolor, sufrimiento y muerte que vivimos los venezolanos.  

En Venezuela hay una necesidad de escribir el desagravio de lo que estamos viviendo, distintas voces, distintos empaques. ¿Qué la impulsó a llevar el registro de lo que acontece?

Era una manera de darles orden a memorias que estaban escritas en algunos diarios. Eso tenía que volcarse, al menos en mi imaginario, en otra parte. Para eso sirvió el blog. Ya son 15 años en el tránsito del chavismo… ¡Ni modo! Allí se separan dos líneas. La de narrar lo que nos va pasando, entre otras cosas, porque el cruce de la censura y la autocensura de lo que aparecía en los grandes medios —El Universal, El Nacional o lo que tú quieras— me resultaba realmente incómodo. El poder decía que las cosas pasaban de una manera y yo las estaba viviendo de otra. Decidí hacer el resumen diario. Yo las cosas las vivo así. Ese era (y sigue siendo) el espíritu, sin dejar de echar el cuento de lo que sucede a diario.   

Parece que lo importante en esta época de redes sociales no es el qué sino el cómo. 

Sin duda, sin duda. De hecho, las historias que narro en El costurero de lata están asociadas a eso. No narro directamente cómo se ha vivido la escasez, por ejemplo. Pero sí es una variable transversal en varias historias, porque nosotros hacemos colas, porque hemos tenido que esperar en medio del desabastecimiento de productos, porque hay detalles, hay un contexto, que te permiten narrar el desastre que hemos vivido estos años. 

Fotografía de Ernesto Costante | RMTF

En el resumen ha seguido una estructura: un texto principal y luego comentarios sobre hechos diferentes, digamos, subordinados. Sin embargo, no por eso menos relevantes. ¿Cómo jerarquiza las noticias?  

La continuidad marca esta historia, pero también hay que decir que la continuidad no produce la normalización. El pasado fin de semana explotó el escándalo alrededor de estos diputados corruptos, pero ese mismo día se publicó una historia en The New York Times justamente explicando por qué la educación en Venezuela está tan golpeada. En la voz de Anatoly Kurmanaev, tiene mucho sentido. Kurmanaev dice «yo viví el comunismo de esta manera, pero la educación tenía jerarquía. Podía haber escasez de infinidad de cosas, pero las escuelas tenían que funcionar». Pero acá, y esos son los testimonios que recoge Kurmanaev, ¿cómo envían a los niños a la escuela si no han comido? ¿Cómo hacen las madres que no han podido lavar los uniformes porque no hay agua? ¿O cómo pueden estudiar sin útiles escolares? ¿Cómo haces si ya no son los niños los que se desmayan, sino las maestras porque tienen hambre? ¿Cómo echas ese cuento? Había la pulsión, la necesidad, de saber qué había pasado con esos diputados, pero es gravísimo lo que ocurre en el plano educativo. Y lo tienes que decir todas las veces posibles. 

¿Dónde está la falla? ¿Qué ha faltado?

¡Buenos voceros! Hay unos dramas extraordinarios y no tienen buenos voceros. Esta estructura de ruedas de prensa, donde se sientan cuatro personas y primero habla la voz autorizada, ofrece algunos datos alrededor del asunto, pero el testimonio de la mamá, de la maestra, del chamito —las voces que recoge Kurmanaev— no forma parte de la historia, del entramado y de la importancia, por ejemplo, de Fe y Alegría. Es como para irse a la calle no solo a recaudar dinero para estos chamos, sino para explicar el drama que significa que el 25% de sus maestros se hayan ido. 

No ha respondido la pregunta, ¿qué jerarquiza primero y qué es susceptible de un comentario?   

Para mí esas líneas están asociadas a qué influye y qué no en la recuperación del orden democrático. Cuando tengo que jerarquizar, eso es lo primero, porque al final eso es lo único que me puede dar orden en esta historia. 

¿El orden democrático solamente? ¿Y el orden social o de otra índole?

Claro, seguro. La pregunta es qué lo arropa. Al final tienes unos grandes aros. ¿Cambia o no cambia la variable política? ¿Cambia o no cambia la variable social? Y esos aros los vas metiendo, digamos, insertando uno dentro del otro. Efectivamente, la variable política termina arropando todo lo que va adentro. Verbigracia, lo vivimos todos los santos días del mundo. El domingo, mi sensación era yo no puedo creer que Nicolás Maduro tenga tanta suerte, pana. No puede ser. 

Fotografía de Ernesto Costante | RMTF

15 años. ¿Cómo ha vivido esta quinceañera su tránsito de niña a mujer en este país? ¿Cómo fue su presentación en sociedad?

Ha sido muy divertido porque estos años han servido para descubrir condiciones que me pueden definir como choreta. Y me voy a explicar. Hasta hace 13 años yo no sabía que tenía una condición neurológica, un angioma sobre el área que controla el lenguaje. No le puedo avisar a nadie lo que tengo y en el instante en que entro en área pre convulsiva, no proceso el lenguaje, no lo emito ni lo recibo. Chao, hasta que regrese de la convulsión, generalmente con unos dolores de cabeza extraordinarios. Me ha pasado en la calle y dependiendo de quién esté de guardia en la emergencia de un hospital, puedo salir mejor o peor librada. En estos 15 años también he tenido cuatro pérdidas, sobre una de ellas escribí en Prodavinci. ¿Tú viste Mazinger Z?

No, no lo vi. 

Allí hay un personaje icónico, el barón Ashler, mitad hombre mitad mujer. Un personaje que no solo era malo, sino un gran malo. En mí hay como una doble condición. Hay una mitad muy dramática y otra mitad que pelea con ese drama. Eso es lo que estoy tratando de controlar ahora. En el marco de esos descubrimientos, vino más recientemente el cáncer de mama. La idea no era narrar esas condiciones, sino lo que vino al margen de ellas, lo que estaba allí, lo que me constituía, y lo único que podía hacer era sanar. Esa era mi obligación. ¿Pero cómo lo haces con el país? Este ha sido un período para despedir amores, amores importantísimos, porque un gentío decidió marcharse. No hay manera de que un solo venezolano no esté roto y que tenga un pedazo en otra parte, porque el rango de dispersión de nuestra migración ha sido impresionante. Yo creo que vivirlo ha sido reorganizarme, una y una y otra vez. 

¿Cómo le ha afectado esto en términos psicológicos, físicos, anímicos?

Hubo gente que fue capaz de asociar mi tarea de narrar lo que ocurre con el cáncer. Seguro, si tú no vieras las cadenas de Nicolás Maduro no tuvieras cáncer. ¡Qué! ¿Qué tienen que ver unas células cancerígenas alojadas en una mama con esta historia? No lo sé. Pero hacen la asociación. De alguna manera te vas contaminando y, en consecuencia, aparece un cáncer o una condición neurológica… ¡O lo que sea! Insisto, año a año, lo que necesito es reorganizarme. Darle un nuevo orden a las variables. Hay una cosa que me ha ayudado en la ruta. Fijar la atención en temas que me hagan más feliz. Dejé de comprar lo que yo llamo literatura triste, ¡no me da la gana! Compro cosas bonitas, esperanzadoras. No dejo de ver series policiales porque me encantan, es un punto de conexión con mi papá, con quien veía las películas de Clint Eastwood, que además fue mi primer amor, y buscar los puntos que me ayuden a surfear esta historia.

¿La ha podido ‘surfear’? ¿Qué balance haría?

¡Cómo no! ¡Cómo no! A mí me gusta mucho, porque además las esferas de intervención son sabrosas. Dar clases me gusta, me pone de buen humor. Más que ese asunto de la evaluación, me gusta la pulitura, ayudar a otros para que las cosas sean mejores. Me gusta escribir. Y escribir ya no de política, sino de otras cosas, me ayuda a poner el oído en modo alerta, en la calle, y voy descubriendo a un gentío. Nutrirte de historias y escribir una crónica me ha encantado.

A mi cuenta de Facebook llegan posteadas por amigos el resumen que escribes. No son cuentos de hadas, no son reseñas de Alicia en el país de las maravillas.

Ni de broma. 

Y el impacto no es esperanzador, porque el trasfondo es la tragedia. 

Seguro. 

20 años de chavismo y la conclusión pudiera ser que esto es para toda la vida. 

Disiento. Para mí hay una variable en esta historia: el divorcio que hay entre el relato oficial y lo que nos ocurre. ¡Lila y José Luis Rodríguez! Ya es una cosa absurda porque el show de variedades de Nicolás, todos los días, dibuja un país imposible. Incluso para él y para quienes le acompañan. El asunto de entrar en rol a esta gente se le olvidó. La única que cumple el rol a cabalidad es Cilia y lo hace desde la mudez, desde el silencio absoluto. Hay escenas en las que Nicolás habla de productividad y Tareck El Aissami se rasca la cabeza o se levanta de la silla. Productividad. ¿¡Qué!? Y luego la transmisión en vivo. Vamos a darle el pase a Aragua. Vamos a reinaugurar, —porque siempre es una reinauguradera— la sala de la casa de Hugo, donde vamos a producir muchas notas de prensa. Buenas tardes, señor presidente. Qué nota que esté aquí. El legítimo, el hijo de Chávez. Qué chévere. Qué lindo salió el bigote. ¿Qué van a hacer en la sala? Bueno, vamos a mover los cojines de un lado para otro y nada… pa’lante, señor presidente… Yo sí creo que en el equipo de VTV hay gente que lo quiere menos. ¡Hay allí unas imágenes que no pueden ser casuales, Hugo! Lo ponchan y el tipo aparece sacándose un moco o rascándose con el dedo dentro del oído. 

Se ha pretendido instalar un estado de ánimo diferente o la idea de que ya superamos lo peor de esta crisis. Que vienen tiempos mejores.  

No importa lo que ocurre en la nación. Mueren estas dos niñas en el J.M. de los Ríos, el fin de semana pasado, y la cabeza de ñame de Erika Farías dice en la tarde del domingo: vamos al Festival Suena Caracas porque nosotros tenemos derecho a escuchar música, porque es lo más lindo que le puede pasar a esta ciudad. El sentido de oportunidad tampoco les importa.

Ese afán de normalizar lo que estamos viviendo, como si, en 2017, el Gobierno no hubiese liquidado la famosa «salida pacífica, constitucional y electoral». A gozar las Navidades. En Las Mercedes están vendiendo pinos canadienses. Vas a un bodegón y quedas…

… con las mandíbulas desprendidas. ¿A cuántos beneficia, a cuántos alcanza ese relato que se contrapone con la realidad? Sí, yo he visto a chamos comprándose unas Pringles porque es un símbolo de estatus, porque es chévere o una Nutella, pero sales del Cubo Negro y tienes que hacer una cola de cinco kilómetros en Chacaíto para llegar a donde vives. Ese tema del contraste, de distorsionar lo que no está bien… ¿el arbolito le va a servir al chamo para su memoria? Sin lugar a dudas, pero tú vas a seguir sin agua y es una variable que no puedes cambiar. Tendrás el tanque más chévere que le pudieron instalar al edificio o unos tobos gigantes en tu casa, pero no hay agua en la tubería y la psicótica presidenta de Hidrocapital está entregando tobos en barrios.

Ahí tienes el testimonio de Serenella Rosas, ¿no?

(Luego de una larga pausa y de contener las emociones) Sí, señor. Sí, señor. En El Patio, el lugar donde grabamos Luis Carlos y yo, los únicos que no hacemos humor somos nosotros. Todos los demás son mucho más jóvenes. Y sin embargo, estos chamos entran a ver la grabación de la historia, para enterarse de lo que está pasando. ¿Qué ocurre con ese segmento? No lee prensa. Ellos tienen un propósito: ir a su empleo, bien porque tienen el plan de marcharse, bien porque quieren estructurar una carrera y el Stand Up Comedy es apenas un peldaño, pero la política no es parte de su agenda, ergo no son militancia de ninguna causa social, de ninguna causa política, no pasan por ese vertedero, la política termina siendo un asunto de adultos.

Quizás la política es una noticia: la investigación del portal Armando.info. Diputados opositores escarbando en el basurero de la corrupción de los CLAP. ¿Cómo convencer a los jóvenes de que la política es importante o de que el país vale la pena? 

Para la mayoría de ellos es sabrosísima una historia de corrupción que, además, los libre de culpa. ¡Ves por qué yo no milito! ¡Ves por qué a mí no me interesa la política! ¡Porque son todos unos corruptos! Generalizar es muy sabroso. ¿Qué alimenta lo que pasó el domingo? El ni ni. Yo no creo en el chavismo, yo no creo en la oposición, porque en estos 20 años no han hecho nada para cambiar esta condición. ¡Bah! Hasta que aparezca un nuevo héroe, lo que fue Guaidó en febrero. Tiene que aparecer otro.  

¿Y si alimentara al no no, que a diferencia del ni ni tiene una posición política, que no abreva del chavismo, pero tampoco de la oposición? 

¿Por qué seguimos Luis Carlos y yo montando el trabajo en redes? Esta población, aunque se vaya, no puede alimentar la anomia. Eso sería una locura. Si de verdad le dejas todo el terreno de lo público a esta parranda de salvajes, o a los corruptos que logran comprar, es la anomia. Nosotros ya dejamos de tener un Estado fallido, este es un Estado ausente. Absolutamente ausente. El país se está reduciendo a Caracas. Luis Carlos y yo hicimos un viaje por varias ciudades y ¿qué fue lo que escuchamos? Aquí hay terroristas. Aquí hay paramilitares. No lo pudimos comprobar, porque no es nuestro rol, pero ¿por qué sale Américo de Grazia? ¿Por qué lo agreden como lo hicieron? Porque se tomó el estado Bolívar en serio, porque denunció lo que tenía que denunciar. La minería ilegal, la presencia de paramilitares, el regreso de epidemias importantísimas. 

Fotografía de Ernesto Costante | RMTF

A su esposo, Luis Carlos Díaz, lo condenaron a guardar silencio. ¿Cuándo te van a aplicar esa condena?

Esta gente se contiene por el cáncer. Cuando Nicolás habla ese día, dice: Ya tenemos dos presos por lo que ocurrió en Guri. Nicolás lo dijo, lo que no dijo fueron nombres. Ellos apresan a Luis Carlos, lo desaparecen las horas que lo desaparecen y luego aparecen en el allanamiento a mi casa. El tipo que está a cargo dice: Tú tienes que guardar silencio. Tú eres sujeto de aprehensión. Aquí tengo una cartica para aprehenderte. Estoy siendo considerado contigo porque estás en quimioterapia. Te pones Popy y mira —Naky Soto muestra la palma de su mano como si allí estuviera endosada la orden de captura—. Ayer, por cierto, nos cruzamos con uno de los custodios, de vaina no me desmayé. Pero, además, simpático: ¿Tú no eres Naky, la de Luis Carlos? No lo asociaba porque ahora tiene bigotes, tipo Tom Selleck. Me pasa la mano en el hombro. Yo estuve en tu casa, yo estuve en el allanamiento. ¿Y tú te atreves a saludarme? Psicótico. Son también una escuela muy perversa porque es la banalidad del mal.  

Me llama la atención y no puedo dejar de reírme de la forma en que tutea a Nicolás Maduro. Siempre es un inciso que a uno lo sorprende o lo zarandea. Si tuviera la oportunidad de entrevistar a Maduro, digamos, la misma oportunidad que tuvo el periodista Jorge Ramos de Univisión, ¿cómo lo llamaría? 

Yo lo tutearía y, además, con desprecio. De verdad, ese tipo no merece ningún protocolo. No ha habido una persona que deshonre tanto el rol para el que se supone que fue electo. Ha destrozado no solo a la nación, sino a la institución presidencial, la convirtió en un show de variedades. Eso es desagradabilísimo. No merece el respeto al cargo, del mismo modo que cuando escuchas a un ministro de la Defensa como si fuera un militante del PSUV. ¿Cuál es el respeto que puedo mostrarle? Usted está todos los días violando la Constitución, ¿por qué debería respetar el protocolo? No. Usted no respeta la Constitución y yo no tengo por qué respetarlo a usted. 


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo