Entrevista

Michelle Giraud: “Vamos a construir ese país que no vivimos”

Michelle Giraud retratada por Carolina Cabral | RMTF

09/11/2019

Quiero indagar en la actitud, en las emociones y el pensamiento político de una persona menor de 30 años. Saber lo que piensan del país. De lo que les ha tocado vivir y de la forma en que lo han vivido. Me topo con una joven de 28 años, Michelle Giraud, odontóloga y secretaria juvenil de Primero Justicia. A todo evento estamos en las antípodas desde una perspectiva generacional. Y aquí es donde la crudeza de una vida, que apenas comienza, deja ver en sus emociones, en su discurso, en sus palpitaciones, lo que ciertamente es una visión opuesta a la mía. Giraud es capaz de zarandear a la dirigencia de su partido, de echar por tierra la falaz argumentación de alguien como yo, que nadó en la antipolítica y asumió, ingenuamente, que la democracia era un bien inamovible, un escenario para toda la vida. Lo confieso, Michelle Giraud me ha noqueado y aún me están contando 10. 

El chavismo tiene 20 años en el poder y usted tiene 28 años, podría decirse, sin menoscabo de la verdad, que lo único que ha visto es este sistema político. ¿Hay algo que le llame la atención, algo que la perturbe, algo que le arreche?

No haber vivido el país que ustedes pudieron ver, en el que crecieron mis padres. A los 11 años decidí meterme en la política, a raíz de una circunstancia personal trágica. En diciembre de 2002, en medio de la famosa balacera de Joao Gouveia en la plaza Altamira, una de las personas que murió fue mi tío, Jaime Giraud, profesor universitario. Ahí decidí que tenía que hacer algo, que la impunidad y la injusticia no podían ser la norma en Venezuela. A pesar de mi corta edad, dije «esto no está bien». Y crecí con eso. Creo que una de mis mayores frustraciones es que cada vez más, cada año, la impunidad y la injusticia se han entronizado tanto que se volvió algo normal. Nos hemos acostumbrado a no reclamar, a no luchar por lo que queremos; nos hemos acostumbrado a tener miedo. Yo no juzgo porque también tengo miedo.

Si desde el piso nueve del edificio de la policía política lanzan el cadáver de un concejal, sobran razones para tener miedo. 

Completamente. O a cualquier persona que la detenga las fuerzas del Estado y lo acusen por esto, por esto y por esto y lo metan a la cárcel. O que uno salga a la calle y las fuerzas del Estado, que supuestamente son los encargados de cuidarnos a nosotros, nos maten con una metra, como le pasó a uno de mis amigos del colegio, y aquí no ha pasado nada. Esa es una de mis mayores frustraciones. No quisiera decir rabia, pero en mi generación existe mucho resentimiento. Nos han metido, desde los discursos de Chávez, el chip de quiénes son los buenos y quiénes son los malos y hemos crecido con eso. La impunidad me genera demasiado dolor, demasiada ansiedad y una gran frustración de sentir que no podemos contra ellos.

Digamos que en el plano emocional es lo que has experimentado, es lo que has vivido, de hecho lo manifiestas claramente, pero en el plano político, en el plano social, ¿qué es lo que has visto durante tu conversión de niña a mujer adulta? 

Ver cómo la calidad de vida de los venezolanos ha disminuido completamente. Yo estudié una carrera en el área de la salud y lo que he visto es cómo han empeorado, tanto la universidad como los hospitales, sin que el Estado haya hecho nada. Eso es parte de la impunidad, ¿no? Son tantas cosas que no hay forma ni manera de cuantificar el daño generacional que nos ha hecho el chavismo: desde la impunidad en asesinatos hasta la forma en que vivimos, pasando por la migración de millones de jóvenes que vieron frustrados sus sueños, sus proyectos y tienen que hacer lo que sea para sobrevivir en otro país. Siempre me pregunto ¿cómo hacen los venezolanos para poder sobrevivir? Y eso me da un granito de esperanza, porque la forma de sobrevivir es echándole pichón. 

Lo que uno ve en las fiestas de graduación universitaria es la impaciencia, la ansiedad, de jóvenes venezolanos que, mientras bailan y se divierten, hablan de los países que eligieron para vivir, los más variados países de América Latina, Australia, Canadá, Estados Unidos. ¿Le ha pasado?

Las reuniones de esta generación son las despedidas. Ya me perdí los matrimonios de mis amigas porque todas están afuera. Es el tema del que hablamos, porque también nos acostumbramos a eso. En un momento lo que hay es depresión, porque nos separaron de toda la gente que queríamos. Lo que más me duele, lo que más me entristece es que la mayoría no se va a estudiar porque aplicaron para una beca afuera, no. La mayoría se va para ver cómo puede trabajar y ayudar a sus familias. Esa frustración existe. De ver cómo nos truncaron los sueños de tener una profesión en el país.

Quizás tengas una visión equivocada. ¿Has cuestionado el país que vivieron tus padres? Te aseguro que no era un país idílico, fantasioso. Aunque, ciertamente, había una democracia, con muchísimos problemas, una democracia que hoy estamos añorando. 

Puedo cuestionar que muchas de las cosas que están pasando hoy en día se deben a las decisiones que se tomaron en un momento en que políticamente había una democracia. Estoy clara de que Venezuela no era un país idílico, fantasioso, pero al menos había muchas más oportunidades que ahora. Un profesor universitario podía tener la posibilidad de comprarse una casa, de poder tener ahorros. Un médico podía hacer sus posgrados y formarse  en hospitales que funcionaban. A Venezuela llegaba una migración que venía a formarse y a trabajar. Y, sobre todo, vivían en democracia, que es algo que esta generación no ha podido vivir, no ha podido palpitar, no ha podido tener. Cuando vemos que en otros países un presidente pierde unas elecciones y reconoce su derrota, eso es algo que nosotros no hemos visto. Quizás no era el país fantasioso del primer mundo, porque nunca lo hemos sido, pero sí tuvieron oportunidades de crecimiento. Ustedes no se tuvieron que ir a otros países para buscar las oportunidades que aquí tuvieron. 

Parece que no hay forma de convertir, una vez más, a Venezuela en un país que ofrezca probabilidades de crecer y desarrollarse como ser humano. En 20 años no pudimos producir el cambio político. ¿Cree que eso es posible?

Sí la hay. Lo creo justamente porque sigo aquí. Pertenezco a una generación que sigue luchando, que sigue estudiando en las universidades y confiando en que el cambio político pueda ocurrir. Lo primero que hay que cambiar es este sistema político. No va a ser fácil. Van a ser muchos años de reconstrucción, porque todo el daño que nos ha hecho el chavismo, como lo dije anteriormente, no se puede cuantificar, porque nuestro atraso no es solo económico y político, es intelectual, es cultural. 

Permítame hacerle la pregunta de otra manera. Quizás buscando razones que no sean propiamente políticas. ¿Qué la motiva a seguir en Venezuela?

¡Uff! Muchas, tengo muchas. Primero, tengo el reto, el desafío, el sueño de ver caer a este Gobierno. Por eso sigo en la política y trabajando como odontóloga, buscando la manera y forma de cómo aportar para ver los cambios que el país necesita. ¿Motivaciones? Además del amor profundo que siento por mi país, mis amigos que quedan aquí, mi familia, y porque quiero hacer mi plan de vida aquí, quiero que mis hijos sean venezolanos, quiero formarlos con su arepa, con sus playas. Siento que tenemos todos los recursos y las posibilidades para poder hacerlo. 

No sé si estás conteste, como diría un político, con toda la trayectoria que ha tenido, en estos 20 años, la oposición venezolana. De sus fallos en no sé en cuántas oportunidades. Lo digo porque estás empezando la vida. Yo no podría ponerme en tu lugar. ¿Qué reclamos le harías a la dirigencia opositora? 

La falta de unión, el ego de cada uno de ellos. Creo que el ego es lo que más le ha hecho daño a la oposición. El no ponerse de acuerdo. Sentarse en una mesa y trabajar unidos, ya sea en una o en otra dirección, pero unidos. Ese sería mi mayor reclamo. Los egos han hecho que esas fallas persistan. Algo que podría criticar es el tema comunicacional. Muchas de esas fallas explotan porque la dirigencia opositora no ha sido capaz de decir las cosas que tienen que decir, en el momento en que las tienen que decir. Quizás por miedo a las redes sociales, a lo que unos pocos, que hacen ruido, puedan decir.

Hablando de temas comunicacionales: de enero a la fecha, el discurso ha sido «cese de la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres» y, como trasfondo, la insistencia de que «el venezolano está esperando a que le resuelvan sus problemas». Pero nadie dice que esto va a ser difícil, cuánto nos va a costar y cómo lo tenemos que hacer, digamos, dentro del sacrificio. ¿Por qué la dirigencia opositora no lo dice?

Sinceramente, creo que lo ha hecho, en el sentido de que hemos agotado todas las instancias. Y la gente pudiera decir que alguien venga a resolver los problemas porque ha hecho de todo: ha ido a marchar, ha ido a votar, ha ido no a una sino a muchas manifestaciones y, en medio de la frustración, dice: Ya hemos hecho todo, ¿qué más falta por hacer? Parte del problema, insisto, es no tener una dirigencia unificada completamente. Eso ha traído muchas frustraciones internas, muchas preguntas acerca de cuál sería la ruta a seguir, creo que eso nos ha afectado muchísimo. Yo soy de las que cree que esto lo tenemos que resolver los venezolanos. Me preguntas el cómo, no lo sé, te soy sincera. Quizás porque yo misma he llegado a esa frustración, a preguntarme. ¿Qué más hace falta? ¿Qué no hemos hecho? Pero también siento que tenemos que seguir. 

Fotografía de Carolina Cabral | RMTF

Realmente es muy injusto lo que estoy haciendo, increparte, preguntarte: ¿cómo podríamos resolver el conflicto que estamos viviendo? Quizás no hemos conseguido el cambio político porque cada uno de nosotros no ha hecho lo suficiente en los lugares donde vivimos y trabajamos. ¿Qué piensas?

¿En cuanto a la dirigencia? El tema de la unión, el tema de los egos, lo que dije anteriormente. Quizás cada uno, desde su perspectiva, sienta que ha hecho todo, pero si lo hubiesen hecho juntos, unidos, ¿sería lo mismo? Quizás sus acciones hubiesen tenido mucho más eco. Quizás ponerse de acuerdo en momentos políticos importantes, en asesoramientos políticos importantes. ¿En cuanto a la gente? No los juzgaría con sus palabras, porque me parece injusto decir lo que ha dicho: que el venezolano no ha hecho lo suficiente. Ya es suficiente el dolor, ya es suficiente el sufrimiento. Y podría decir ¿en cuántos momentos el venezolano no ha salido a la calle? ¿En cuántos momentos el venezolano no ha luchado contra esto? Más allá de la frustración, me pregunto. ¿Qué faltaría por hacer que no hemos hecho? ¿Más allá de estar organizados en todos los estados, en todos los pueblos, en todas las universidades? Creo que sí lo hemos hecho, así como creo que la ayuda internacional es vital. 

¿No es un crimen que los enfermos renales mueran porque las máquinas de diálisis no funcionan en los hospitales?

Completamente, completamente.

Condenar a la juventud venezolana y a millones de venezolanos a que se vayan del país también es un crimen. ¿No será que no queremos ver que nos estamos confrontando con un Gobierno criminal?

Creo que lo tenemos claro, lo tiene claro la persona que no tiene cómo pagarse la medicina o no tiene para poder cumplir con su tratamiento; lo tiene claro la persona que va a un hospital y ni siquiera tiene un algodón con alcohol. O la madre que llora a su hijo cuando se va o es atacado por la xenofobia en otro país. O cuando matan a alguien y sus familiares no encuentran justicia o cuando encuentras los alimentos a precios dolarizados y no tienes cómo pagarlos. Sí, creo que nos estamos enfrentando a un Gobierno criminal que ha violado los derechos humanos. Creo que el venezolano de a pie lo sabe.

Pero para los opositores de izquierda, que se ajustaron a la talla de los zapatos del señor Maduro, el tema no es la emergencia humanitaria sino cómo llegamos a un nuevo CNE. En esa agenda, monitoreada desde Miraflores, están entrampadas todas las fuerzas políticas. ¿Qué piensas?

Si no partimos de que el culpable de este Estado criminal es el Gobierno, no podemos ocuparnos de la crisis humanitaria o de la migración de los venezolanos. El tema sería buscarle una solución política a este sistema, porque el culpable de la crisis y de la impunidad es el gobierno. Obviamente esos temas están, pero los venezolanos se cansaron de escuchar siempre lo mismo. No hay, no hay, no hay. Entonces, ¿qué hacemos para que comience a existir? Tenemos que sacar a este Gobierno. Ese es el primer objetivo. Yo espero que lo del CNE sea para el cese de la usurpación, que fue lo que nos vendieron y en lo cual creemos. De lo contrario, no podemos hablar de Gobierno de transición y elecciones libres. La crisis no la vamos a resolver siendo un Gobierno paralelo o siendo oposición. No, si estas personas, que en 20 años hicieron que el país colapsara y se acabara, siguen ahí.

Claro, este es el único país del mundo donde se le pide a la oposición que resuelva los problemas que debería resolver el Gobierno. 

Exactamente, exactamente. No tiene sentido. Esa no es la función de la oposición. ¿Cómo lo podría hacer la oposición sin tener un presupuesto, sin poder ejecutar políticas públicas? Para eso hemos luchado durante 20 años, para que cambie este sistema político que ha hecho que el venezolano se acostumbre al bono, a un sueldo mínimo que no alcanza.

En 2017, mediante una argucia legal, se liquidó el referéndum revocatorio, el chavismo convocó a una constituyente y amparado en la institucionalidad que han creado, el señor Maduro renovó, en 2018, su estadía en Miraflores. La izquierda que dialoga pasó la página. ¿Crees que los venezolanos deberíamos pasar la página como quien lee un libro de Harry Potter?   

Yo no puedo hablar por ellos, pero deberían entender que están tratando con unos criminales, que no quieren soltar el país porque es su minita de oro de la que han robado y se han llenado los bolsillos. Son unos malandros que no saben de tratos, que no saben de palabras. El concepto de democracia y la idea de soltar el perol, como yo lo llamo, no está en su cabeza. Cuando se sienten en esa mesa, no deberían olvidar los 20 años de impunidad de este Gobierno. Pero sí buscar la forma inteligente y política de poder salir de esto. No pasar la página sino abrir otro libro que es lo que queremos. 

¿Qué página deberíamos leer en ese libro?

Un plan para la reconstrucción del país. Lo fundamental para mí es la educación, para que en un lapso de 15 o 20 años Venezuela sea un país productivo. Esa es la página que quisiera leer y, más aún, quisiera ser parte de ese libro. 

En 2017 contamos más de 150 muertos, casi todos jóvenes de tu generación. Tenemos una deuda con ellos, ¿no?

Claro que sí, el país entero tiene una deuda con ellos y con todos los muertos que día a día no podemos contar; venezolanos que mueren por desnutrición, por falta de medicamentos. También tenemos una deuda con todos aquellos a quienes han privado de su libertad injustamente. Uno de ellos, Juan Requesens es mi hermano y quiero expresarle mi solidaridad, mi admiración. Por Juan, por todos ellos, yo sigo aquí luchando. Mi pasión y mi amor en trabajar para poder reivindicar la lucha de todas esas personas. Claro que tenemos una deuda eterna. Tener memoria para que jamás se nos olviden estos 20 años y no se repita esta historia, que es uno de mis más grandes miedos. 

Sí, querámoslo o no, la memoria de tu generación es una memoria de impunidad, de ausencia de oportunidades, de sufrimiento y de muerte.

Esa fue la historia que nos hizo vivir el chavismo y entre los chamos nos preguntamos ¿por qué tuvimos que vivir esto? Pero también nos hizo una generación muy fuerte en valores, en convicciones, en ser luchadores, en buscar la manera y forma de sobrevivir. Eso nos convierte en una generación que ya conoció lo malo, que ya conoció los vicios y lo que no queremos de un país. Y en ese sentido vamos a ser una generación que va a tener toda la fuerza, toda la motivación para construir ese país que no vivimos. 

¿Vas a ir a la movilización nacional del 16 de noviembre?

Yo voy a hacer todo lo que tenga que hacer para oponerme a este Gobierno. Creo que deberíamos hacer todas las presiones necesarias y suficientes para salir de esto. No se ha dado y suena muy bonito. Pero tenemos que seguir luchando.


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