Medicamentos indígenas

20/05/2023

Portada del libro Medicamentos indígenas, de Gerónimo Pompa | Amazon

Si alguien se dedicara a elaborar una lista de libros venezolanos con mayor venta permanente a lo largo de la historia los llamados long-sellers de seguro pondría a Medicamentos indígenas, de Gerónimo Pompa, entre los primeros lugares del inventario.

Publicado hace más de siglo y medio, y con más de sesenta ediciones en su haber, con reimpresiones, algunas recientes, en España, Panamá, Estados Unidos, México, Argentina, entre otras, el libro de Pompa ha logrado insertarse en el imaginario nacional y en las prácticas de lectura de amplios y variados sectores de la sociedad hispanoamericana como un manual de consulta para enfrentar enfermedades y dolencias a partir de remedios naturales.

Sin embargo, a pesar de su grandioso éxito de ventas poco se ha estudiado, no hemos sopesado del todo su significado y lo que se ha afirmado sobre el libro no es tan cierto como parece.

Se ha dicho erróneamente, por ejemplo, que Colección de medicamentos indígenas y sus aplicaciones, extraídas de los reinos vegetal, mineral y animal, por varios autores, sistema Gerónimo Pompa (ese es su título completo) fue publicado por vez primera en Puerto Cabello, en 1868, en la imprenta de J. A. Segrestáa. Así se afirma en la entrada «Gerónimo Pompa» que se incluye en el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar, pero en realidad esa no fue la edición príncipe.

El libro de Pompa fue impreso por vez primera en Caracas en 1851, con pie de imprenta de Tomás Antero. Fue Mirla Alcibíades [La heroica aventura de construir una república. Familia-nación en el ochocientos venezolano (1830-1865), Caracas, Monte Ávila Editores-CELARG, 2004, p. 137) quien dio con un anuncio en el Diario de Caracas, de fecha 15 de noviembre de 1851, en el cual se promocionaba el libro de Pompa que recién acababa de publicarse por aquellos días. También se informó, en agosto de 1855, acerca de la aparición de la segunda edición de Colección de medicamentos indígenas. Es innegable que 1868 no fue la fecha de aparición del libro.

Otro mito alrededor de Medicamentos indígenas consiste en afirmar que Pompa fue quien inició este tipo de obras relativas al tema de la medicina natural en Venezuela.

El libro de Pompa no fue el primero de esa temática que se publicó en el país. Es más, el mismo Pompa, en el prólogo de su obra, construyó la genealogía de su labor al mencionar algunos textos y autores venezolanos relacionados con la medicina natural, entre los cuales incluyó a José María Benítez, profesor de medicina, miembro de la Facultad Médica de Caracas, y al mismo José María Vargas como dos antecedentes de labor etnobotánica en Venezuela y con cuya tradición Pompa deseaba verse emparentado.

Al revisar el texto de José María Benítez, titulado Principios para la materia médica del país en forma de diccionario (1844), y compararlo luego con Medicamentos indígenas, encuentro algo que me descoloca: pareciera que Pompa copió en gran parte la obra de Benítez.

El libro de José María Benítez recoge información de 105 plantas, organizadas a manera de diccionario según el nombre común de cada especie. Todas las entradas están conformadas por dos partes: una netamente de descripción botánica, con la mención de familia, género, características físicas, históricas y ubicación. La otra parte describe sus propiedades medicinales.

Sin embargo, y bien debo precisarlo, el hipotexto de Benítez no se transcribe íntegramente en el libro de Pompa. Sí hay abundantes calcos, pero gran parte sufre cambios retóricos, de contenido y de tema, que apuntan a la búsqueda de un lector particular, distinto al lector ideal del libro de Benítez. Y tal vez allí radica el éxito de Medicamentos indígenas.

Quizás un ejemplo baste para entender estas diferencias. Mientras Benítez dice:

CALAGUALA. Fam. Cryptogamias. Gen. Filix. Esta planta vegeta sobre las altas montañas, principalmente sobre las ramificaciones de los Andes, en lugares frescos y sombríos. Su altura de media vara, poco mas ó menos, sus hojas lanzeoladas [sic] y ásperas que nacen de la raíz con largos pedúnculos, y su raíz cilindroidea, escamosa, bermeja, cubierta de fibras largas, que se subdividen en fibrillas capilares, son las señales con que más se distingue.

Propiedades medicinales. El cocimiento de su raíz se usa como sudorífico en la sífilis, gota y reumatismo. En las hidropesías como diurético, en las flegmasías del pecho como vulnerario, y como descoagulante en las contusiones, golpes y caídas: regularmente lo mezclan con leche. (Principios para la materia médica del país en forma de diccionario, Caracas, Imprenta de Valentín Espinal, 1844, p. 18).

Pompa, por su parte, afirma lo siguiente acerca de la misma planta:

Calahuala. El cocimiento de la raíz se toma en la sífilis, gota y reumatismo. Como diurético, se aplica en las hidropesías; y para las caídas, golpes y contusiones es una pócima muy celebrada y de la cual se hace mucho uso entre la gente pobre. Puede tomarse sola o con leche, pero agregándole siempre un poco de sal. (Colección de medicamentos indígenas y sus aplicaciones, extraídos de los reinos vegetal, animal y mineral, recogidos y anotados por Jerónimo Pompa, 5ta. ed., Caracas, Rojas Hermanos, 1875, p. 26).

Gerónimo Pompa obvió deliberadamente la parte científica de Benítez, la referida a la descripción botánica, para quedarse solo con la de las propiedades medicinales. Además, incluyó nuevos elementos y recetas, minerales y animales, alcanzando los 456 ingredientes, información que recogió de la tradición popular y no solo de la «indígena», como indica en el título de su obra. Sin embargo, hay en Pompa algo más: un intento por traducir los nombres de las enfermedades y las terapéuticas a un lenguaje cotidiano, de uso común. Hacerlos más «legibles» al lector que perseguía. Y ese era su «sistema Gerónimo Pompa».

Quizás no sea descabellado pensar que este método de Pompa de «traducir» el libro científico de Benítez a un discurso popular, guiado por una estrategia discursiva de divulgación, haya tenido el éxito que tuvo precisamente por el intento de construir la representación del espacio rural y sus saberes, del otro, como una parte activa y positiva de lo letrado y la ciudad. Lo rural, leído desde Pompa, no se presenta como un espacio ajeno y de laboratorio, como el que mostró Benítez en su libro; ahora con Pompa la naturaleza y los sujetos rurales poseen razón y sentido.

Así, esta labor de Pompa de recuperar y dar forma al saber del pueblo lo une a la tradición de los folcloristas venezolanos de la segunda mitad del siglo XIX, como Arístides Rojas, Teófilo Rodríguez, Adolfo Ernst y Tulio Febres Cordero, entre muchos otros, quienes, con estudios y recopilaciones sobre tradiciones, literatura popular y lenguas y literaturas indígenas, intentaron recobrar lo popular y reinsertarlo en la idea de nación venezolana. Con su trabajo de recolección y archivo Pompa contribuyó a refundar el origen y adaptarlo a las nuevas ideas de nación que en aquel entonces se construían.

Eso es lo que encuentro en Pompa, y ese trayecto de construcción del conocimiento que va de la oralidad a la escritura, esa transcodificación de lo popular que transcurre «de los labios a los tipos» (como lo llamó él mismo), contribuyó al saber y apropiación de las culturas otras.


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