Entrevista

María Eugenia Grillet: “Nuestro desastre natural fue Chávez y ahora Maduro”

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

01/03/2020

Mientras la epidemia del coronavirus se vuelve global y desata un tsunami de pánico en todo el mundo, Venezuela se enfrenta al avance indetenible de la malaria, el dengue, y otras patologías transmitidas por mosquitos que encuentran un caldo de cultivo ideal en la deteriorada salud pública y otros factores coadyuvantes, como la rápida deforestación y fragmentación de bosques, la minería ilegal, la cacería y el comercio ilegal de animales huéspedes portadores de los virus.

Antes de entrevistar a la bióloga María Eugenia Grillet, Ph.D en Ecología y profesora investigadora en el Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, asistí a una conferencia que dictó en la Sala Cabrujas. La data que sirvió de soporte es más que reveladora. Y la novedad es que vamos a peor. ¿Por qué? Porque hemos desmantelado, progresivamente, los sistemas de control y vigilancia de las enfermedades transmisibles por mosquitos que portan los virus de la malaria y el dengue, porque el Estado dejó de suministrar medicamentos y los casos de HIV han aumentado como nunca antes. Porque la salud, sencilla y llanamente, está en estado terminal.

Algunas cifras, el precio de la onza troy del oro se disparó y se convirtió en el imán que atrajo a una gran migración de venezolanos a las zonas mineras de los estados Bolívar, Amazonas y Delta Orinoco. En total, sólo en 2019, se desforestaron más de 140.000 hectáreas de bosques. La degradación ambiental, las lagunas contaminadas que dejan los mineros para extraer el oro se han convertido en piscinas que luego coloniza el Anopheles albitarsis a una velocidad alarmante. También en 2019, Venezuela fue el primer país de América Latina con más casos de malaria. Bolívar ha contribuido con el 60-80 por ciento de los casos. Los migrantes regresan a sus estados de origen como portadores. Hay nuevos focos de malaria en los Valles del Tuy y en el Zulia. Se estima que por cada caso tratado en centros de salud hay cuatro infectados asintomáticos en las áreas donde los focos de la enfermedad aparecen y seis en las zonas mineras. La novedad es que hay una malaria urbana.

El dengue es otra de las amenazas latentes. Sólo en 2019, se registraron en las Américas más de 3 millones 100 mil casos. ¿Por qué esperar otra cosa que no sea una oleada de mosquitos portadores si no se ha hecho nada para controlar al vector? En Bolívar, es la Cruz Roja, la OPS y Médicos sin fronteras, los que libran el combate contra estas enfermedades en los frentes de batalla, principalmente en el Municipio Sifontes, donde el oro brilla como la sangre escarlata.

¿Cuáles son las epidemias que afectan a Venezuela?

Malaria, HIV, tuberculosis, sarampión, y posiblemente dengue. Todas estas enfermedades no deberían existir en un país que tenga un sistema de salud pública decente. Pero en Venezuela hemos disminuido nuestro sistema de seguimiento y vigilancia temprana de estas enfermedades comunicables y también la cobertura de vacunación.

¿Qué ha ocurrido con el sistema de seguimiento y alarma temprana?

Nosotros teníamos, en el caso de malaria, por ejemplo, un sistema de redes en todo el país. En el Ministerio de Sanidad había una División de Malariología, que posteriormente se llamó División de Salud Ambiental, que a su vez tenía divisiones en cada uno de los estados del país. Estas divisiones eran las encargadas de reportar, semanalmente, los casos sospechosos de enfermedades transmitidas por insectos vectores, como la malaria. Con esa información se producía mensualmente el boletín epidemiológico. Los hospitales públicos y las clínicas privadas, en las áreas urbanas, tenían que notificar si habían diagnosticado algún cuadro febril hemorrágico que fuese alarmante y no fuese asociado a un resfriado, a una gripe normal, porque eso era lo que disparaba las alarmas sobre el dengue, por ejemplo. De esa manera había lo que hoy se conoce como una sala situacional, denominación que le gusta al gobierno, cuyo centro de actividades funcionaba en Maracay.

¿Qué papel jugaba esa “sala situacional”?

Allí se observaba lo que comúnmente se llama un canal endémico, por ejemplo, de malaria, cuyo rango podía ser de 10 años. Semana a semana se iba graficando y si se detectaba que la curva subía por encima de ese canal endémico, se activaban los protocolos de vigilancia y seguimiento. ¿Qué significaba eso? Inmediatamente la división de malariología alertaba que se estaban reportando casos por encima del canal endémico, en una de las demarcaciones —así se dividían los estados—  y ordenaba la fumigación inmediata para controlar el vector.  Además se iniciaba la búsqueda y detección de casos para su tratamiento.

¿Por qué es importante detectar el caso cero?

En epidemiología, si tú sabes dónde se originó el primer caso, puedes asociar los factores de riesgo. En un estudio, que formó parte de una tesis de grado, pudimos detectar el origen de un brote de Chikungunya en Valencia; en semanas fue dispersándose la epidemia. ¿Para qué nos sirvió esto? Para saber las condiciones asociadas a ese primer caso: mucha densidad poblacional, mucha densidad de mosquitos. Si funciona el sistema de vigilancia y control, que actúa como un grupo Swat, inmediatamente envías a tu escuadrón a fumigar toda la vereda donde se detectó el primer caso y evitas que la epidemia se disperse. De lo contrario, a lo mejor no la puedes controlar. Si actúas con eficacia logras bajar la epidemia.

¿Qué podríamos decir de las condiciones ambientales y el acceso al servicio de agua corriente?

En el caso del dengue, el mosquito transmisor se ha adaptado a colonizar recipientes de agua que rodean a los seres humanos. ¿Por qué?, porque al mosquito patas blancas le encanta la sangre humana, literalmente es así. Yo lo invito a que ponga un balde de agua destapado en el patio de su casa y lo vigile periódicamente, a la semana va a detectar como unos gusanitos, eso es Aedes aegypti que es experto en colonizar. ¿Qué pasa? Que la gente tiene miles de perolitos de agua, porque no tiene un buen servicio de agua corriente. Normalmente deberíamos tener el dengue en agosto, con el período de lluvias, cuando el mosquito puede colonizar en las matas, pero cuando usted le brinda al mosquito un hábitat para todo el año… lo va a tener consigo todo el año.

¿Podríamos decir que esa incidencia va más allá de los factores climáticos?

Sí, se rompe el patrón estacional, pero también se rompe el patrón asociado a la pobreza. Había la falsa creencia de que el dengue se originaba y se expandía en los barrios, porque normalmente es allí donde la gente acumula agua. ¿Pero qué pasa cuando el déficit de agua lo tiene todo el mundo? En Maracay, por ejemplo, encontramos tantos casos de dengue en Caña de Azúcar (una zona popular de ingresos bajos) como en El Limón (una urbanización de ingresos altos). ¿Cuál era el denominador común? Que no había ni en Caña de Azúcar ni en El Limón un servicio de agua corriente, lo que había eran perolitos de agua. Esa condición promueve los criaderos del vector.

¿Qué incidencia tiene el dengue en los sistemas de salud pública?

Tiene una incidencia muy alta. De hecho, se ha demostrado que el dengue es la infección por la cual la gente asiste más a los hospitales en América Latina. Es una carga tanto para la familia como para la sociedad porque inutiliza a la persona, deja de trabajar, por un lapso de siete días.

¿Si no hay data oficial, si no se contabilizan los casos, cómo podríamos saber el número de muertes que causa el dengue?

Los pocos investigadores que quedamos en el país, que intentamos recuperar esa epidemiología, utilizamos diversas fuentes —Google Trends colegas médicos, las redes sociales— para hacer proyecciones. También podemos hacer proyecciones con respecto a los países vecinos, porque si hacemos el análisis temporal siempre ha habido un comportamiento parecido en Brasil, Colombia, Venezuela. Claro, salvando las diferencias poblacionales. En el pasado, por ejemplo, se sabía cuál era la proporción de dengue entre Colombia y Venezuela, si esa cifra cae a un registro inusualmente bajo, podemos decir que hay un subregistro, que es lo que podemos calcular, y eso es lo que estamos haciendo actualmente.

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

¿Pero no podemos saber el número de muertes que el dengue causa en un año, por ejemplo?

Debe haber un registro de mortalidad, seguramente se lleva, pero lamentablemente no lo conocemos. Podemos intuir de qué se está muriendo la gente mediante el cruce de información, por una parte, de los estudios que mencioné anteriormente y, por la otra, de los registros que llevan organizaciones no gubernamentales, entre otras, la Alianza Venezolana por la Salud y la Red Defendamos la Epidemiología. Es una vía para tratar de entender cuál es la incidencia de mortalidad de esas enfermedades. La información fue enviada a Naciones Unidas y formó parte del informe mediante el cual ese organismo declaró la emergencia humanitaria compleja en Venezuela.

¿Qué señales nos permiten afirmar que habrá un brote de dengue en el país?

Dos cosas. Una es la  forma en que la enfermedad se está comportando en varios países de América Latina. No podemos ser ajenos a ello. ¿Por qué? Porque no tenemos un programa de vigilancia y control de la reproducción del mosquito,  pero sabemos que las condiciones están dadas para que se reproduzca más que nunca y, dos, porque somos un país susceptible al dengue. Esta predicción es, como se dice coloquialmente, un tiro al piso. Es muy probable que el Estado tienda a aminorarla, entre otras cosas, porque el Ministerio de Salud dejó de presionar a clínicas privadas y centros hospitalarios para que envíen los reportes semanales de casos sospechosos. Entonces, es posible que haya un subregistro. Pero hay cosas que no se pueden ocultar. Si en tu entorno empiezas a ver casos de gente con fiebre alta, sin una razón aparente, pues lo más seguro es que tengan dengue.

¿Qué gana el gobierno ocultando las cifras de los brotes epidémicos que estallan en el país?

No revelar, digamos, su ineficiencia, su falta de preocupación por el colectivo, su falta de control. Ante las críticas, el gobierno asume una actitud defensiva, recuerda que esto es una revolución que vino a cambiar las cosas como eran en el pasado. Por lo general estas enfermedades, malaria, dengue, tuberculosis, son enfermedades de la pobreza. Y esta revolución, se supone que eliminó la pobreza. Es la pregunta que surge en los congresos, en los simposios, internacionales. ¿Pero esto ocurre en Venezuela? ¿Chávez no era el presidente de los pobres? Chagas es la enfermedad de la pobreza, de la ruralidad, ¿cómo es que aparece un brote en Chacao, el que una vez fue el municipio más rico de América Latina? Bueno, no había las condiciones sanitarias apropiadas en la escuela donde se detectó el brote. Pero también había la tesis del vector. ¿Cómo es posible que el vector se detecte en Caracas? Sí lo hay, porque hay condiciones que han promovido eso. ¿Dónde está el Ministerio de Salud fumigando y controlando? No lo hay.

¿Qué puede hacer una persona para escapar de la malaria o el dengue?

Si tiene los síntomas (fiebre alta y dolor en las articulaciones) acudir a un centro de salud o al Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, allí usted puede ir a despistarse si tiene dengue o tiene malaria, o de ahí lo pueden redirigir a un centro de salud donde puede ser tratado.

¿Por qué negar la realidad? Venezuela es el tercer país más pobre de América Latina. ¿Qué sentido tiene hablar del pasado?

Las emergencias humanitarias sólo se tienen cuando hay guerra o un desastre natural, pero nuestro desastre natural fue Chávez y ahora Maduro. Hay un colapso de todo el sistema de salud y eso nos toca a todos. Fue ex profeso y eso es lo más triste.

El chavismo vendió la idea de que los médicos venezolanos no tenían ninguna empatía con los sectores más vulnerables. De ahí la presencia en Venezuela de la misión médica cubana, que cada año es objeto de reconocimiento en Miraflores. ¿Otro fracaso de la medicina cubana?

Lamentablemente empezamos a seguir pautas que no tienen nada que ver con nuestra salud pública y nuestra experiencia. ¿Por qué es importante hablar del pasado? Porque Venezuela fue ejemplo de salud pública en América Latina, nosotros dictamos pauta en la región, entonces sí es importante hablar del pasado.

¿Cuál es su predicción para el mes de septiembre cuando arrecien las lluvias?

Vamos a tener muchos casos de dengue este año y, si no la controlamos, también vamos a tener mucha malaria. Siempre tenemos dos picos, uno en febrero, que viene rezagado de noviembre diciembre y otro en septiembre octubre.

¿Cuál es la inversión del gobierno para atender los brotes de malaria en el estado Bolívar y en el Municipio Sifontes (zona minera), en particular?

En vista de la presión internacional y del informe Bachelet, que puso de manifiesto que en Venezuela no se respeta el derecho a la vida, el gobierno decidió cuidar su imagen. Permitió que la Cruz Roja, la OPS y otras organizaciones trajeran al país medicamentos e insumos médicos. En el caso de la malaria, kit para el despistaje, medicinas y mosquiteros impregnados para el control del mosquito. En el caso de Médicos sin fronteras, una organización internacional que siempre ha trabajado en países donde hay conflictos bélicos, el gobierno accedió a que actúen en el estado Bolívar, luego de que lo impidiera en un principio. Esas organizaciones se han metido en los focos calientes de malaria (municipio Sifontes) y han incidido positivamente. Han hecho lo que hay que hacer. ¿Pero quién ha puesto el dinero? Ellos. El gobierno quizás ha puesto personal, pero tengo entendido que a ese personal le paga la Cruz Roja Internacional o Médicos sin fronteras. Es lógico, para quien está trabajando. Déjame remunerarte de manera más digna de las tres lochas que recibes del ministerio de Salud.

¿Esa alternativa no es lo más parecido a una forma de privatizar la salud?

Yo no niego que necesitemos ayuda internacional ante la situación de la salud que se vive en Venezuela. Hay protocolos para activar esa ayuda, pero jamás debe ser independientemente de lo que yo como Estado haga, ¿verdad? Porque empiezan a pasar cosas y una podría ser que quien empieza a establecer directrices son los organismos internacionales. Entonces, ¿dónde está la soberanía? Esto tiene que ser algo conjunto, ¿no?

¿Por qué el gobierno no les pide ayuda a los expertos cubanos?

¿Ellos no vienen a otra cosa?

En otros países se ha desarrollado un mosquito, una súper arma biológica, para controlar y disminuir la incidencia de la malaria en zonas proclives a desarrollar brotes epidémicos. ¿Se está haciendo algo en Venezuela?

No, no hay tal arma biológica. El gobierno tiene una campaña contra los transgénicos horrible, pero creo que es por pura ignorancia. ¿Qué pasa? Que las campañas de control y prevención son fumigación básicamente. Pero los mosquitos desarrollan resistencia a los insecticidas, tienen una capacidad de adaptación muy alta. Entonces, cada vez se vuelve más ineficiente la fumigación. Además, se ha demostrado que cambiarle la cultura a la gente de no almacenar agua es muy difícil. El control del mosquito se ha vuelto muy difícil, porque está dentro de las casas. ¿Cómo me meto yo en la casa de la gente? Han surgido medidas alternativas y una de ellas es producir un mosquito genéticamente en el laboratorio.

¿Cuál sería la misión de ese mosquito?

La alternativa es producir un macho estéril en el laboratorio, liberarlo para que se aparee con la hembra. De manera que esas poblaciones de machos estériles, una vez liberados y con el paso del tiempo, colapsen a la población natural. Otra línea de investigación es liberar mosquitos infectados con una bacteria (Wolbachia)  que vive natural en los insectos, pero no en el mosquito Aedes aegyptiUna vez que estos mosquitos infectados son liberados, se aparean con la población natural incapacitándola para transmitir el virus. Esta estrategia —cuyo nombre es Programa Mundial de Mosquito— se aplicó en Australia desde 2011 con mucho éxito. Además, hay un plan piloto para aplicarla en la ciudad de Medellín, en Colombia.


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