Perspectivas

Macron gana en Francia: las batallas ideológicas continuarán

Fotografía de BERTRAND GUAY | AFP

25/04/2022

Emmanuel Macron fue reelegido para un segundo mandato presidencial en Francia, con la promesa de la estabilidad, una Francia independiente y una Europa más fuerte. El presidente francés obtuvo la ventaja con el 58.5% de los votos, mientras que su contendiente, Marine Le Pen, que obtuvo el 41.5%, aseguró daría voz legislativa a la oposición desde la Asamblea Nacional.

Luego de ganar la elección la noche del domingo, Macron pidió sobriedad a sus seguidores. Al ritmo del “Himno a la Alegría” de Ludwig van Beethoven, el presidente reelecto subió al escenario frente a la Torre Eiffel de la mano de su esposa Brigitte. En su discurso de victoria en Champs-De-Mars, Macron dijo a la muchedumbre: “Nuestro país está plagado de dudas, de muchas divisiones. Nosotros tendremos que ser fuertes. Nadie será dejado al lado del camino”.

Las elecciones presidenciales de 2022 tuvieron en segunda vuelta a los mismos candidatos que ya habían protagonizado en las últimas elecciones hace cinco años. Por un lado, Marine Le Pen, líder del partido de ultraderecha Agrupación Nacional (Rassemblement National), antiguamente llamado Frente Nacional. Por el otro, Emmanuel Macron, actual presidente del país y que en aquel entonces derrotó a su rival con el 67% de los votos.

Con el continente europeo enfrentando la invasión rusa en Ucrania, la recuperación económica después de los estragos causados por pandemia de covid-19 y una ola de refugiados ucranianos que ya supera los cinco millones, las elecciones de Francia -séptima economía del mundo, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, miembro fundador de la Unión Europea e impulsor de la política pública de la unión-, cobraban un gran significado para la región.

La primera vuelta electoral del 10 de abril había dejado a Macron como favorito para lograr un segundo mandato, al haber alcanzado el 27.85% de los votos. Le seguía de cerca Marine Le Pen, quien logró desmarcarse de la visión de su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional (Front National) con un 23.15% de los votos, principalmente de la clase trabajadora, preocupada por la disminución de su poder adquisitivo y el alto costo de la vida. En tercer lugar, con el 21.95% de los votos de primera vuelta, llegó Jean-Luc Mélenchon, candidato de la izquierda radical.

Para la segunda vuelta sería esencial para Macron y Le Pen convencer a los votantes de izquierda de que ellos escucharían sus preocupaciones, mantendrían el estado de bienestar y serían los mejores para atender sus anhelos de justicia social.

En su discurso de concesión, el izquierdista raical Jean-Luc Mélenchon no llamó a votar por el presidente Macron, pero sí estableció una dura oposición al proyecto nacionalista de Le Pen.

“Sabemos por quién no votaremos jamás. No podemos dar ni una voz a la señora Le Pen”, dijo  Mélenchon.

Marine Le Pen, diputada de la Asamblea Nacional de Francia desde 2017 y exdiputada del Parlamento Europeo, se lanzaba por tercera vez a la presidencia. Su partido, aunque rebautizado para este ciclo electoral, es un movimiento conocido por sus posturas políticas nacionalistas y anti-inmigración.

En estas elecciones, Le Pen logró posicionarse como una “defensora del pueblo” capaz de hacer frente a la élite parisina y a su “presidente globalista”. El mensaje fue bien recibido en la Francia rural, junto con la promesa de disminuir el impuesto al consumo de gas, electricidad, comida y combustible, de un 20% a un 5.5%.

Su partido Agrupación Nacional se benefició de la aparición en la palestra pólítica de un candidato aún más radical: Éric Zemmour, líder del partido Reconquista, quien propuso la liberalización total de la economía, describió al presidente Putin como un patriota, criticó el funcionamiento de la Unión Europea y se opuso a todo tipo de migración, así como al matrimonio homosexual y el aborto.

De este modo, Le Pen enfocó su discurso en las aflicciones económicas del pueblo francés, que se han visto exacerbadas por el incremento de los precios de los alimentos a causa de la guerra en Ucrania y dejó atrás posiciones polémicas que había expresado en el pasado, como el euroescepticismo y la fuerte oposición a la inmigración musulmana.

Fotografía de BERTRAND GUAY | AFP

Hace cinco años, Emmanuel Macron se había convertido, con sus 39 años, en el presidente francés más joven de la historia. Prometía poner fin a las divisiones de izquierda y derecha. Inició su presidencia simplificando el código laboral, eliminando el impuesto a la riqueza y abogó por la inversión extranjera y la cultura del emprendimiento.

Frente a una oleada de protestas en 2018, conocidas como el “movimiento de los chalecos amarillos”, contra la pérdida de poder adquisitivo, la injusticia fiscal y el incremento de los precios del combustible, Macron dio un giro a su política y apoyó económicamente a la clase trabajadora durante la crisis.

A diferencia de otros mandatarios en el mundo, Macron ha tenido un buen desempeño en medio de la crisis económica derivada de la pandemia de covid-19. Francia mantiene un crecimiento del 7%, y el desempleo está en el punto más bajo de los últimos 13 años, con una tasa del 7.4%.

Luego de conocerse el resultado de la elección la noche del domingo, Macron recibió felicitaciones de diversos líderes de Europa, entre ellos el Primer Ministro británico Boris Johnson, quien afirmó que Francia es “uno de nuestros más cercanos e importantes aliados”, y el canciller alemán Olaf Scholz, quien expresó que la victoria de Macron era “un voto de confianza en Europa”.

Con las elecciones del 24 de abril, Emmanuel Macron se ha convertido en el primer presidente francés en ser reelegido desde 2002, cuando se redujo el término presidencial de siete a cinco años. Desde 1965, sólo Francois Mitterrand y Jacques Chirac habían sido reelectos.

Aunque la victoria de Macron representa la continuidad de una política de centro y un apoyo tácito al proyecto de la Unión Europea, muchos analistas políticos coinciden en que estas elecciones reflejan, por el avance de Le Pen, una normalización de la ideología de extrema derecha, lo que constituye un profundo cambio cultural en Francia, un país históricamente marcado por el estigma del régimen de Vichy que gobernó en anuencia con Hitler durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

A partir de ahora, la extrema derecha francesa deja de ser un grupo en los márgenes de la vida política y pasa a convertirse en una fuerza política importante, con capacidad de amasar apoyos y movilizar votantes; con una propuesta que ya no necesariamente es considerada como radical, sino vista por muchos como un proyecto político y nacional viable. En adelante, esta nueva fuerza será otro competidor más que podrá decidir el destino de Francia en los años por venir.


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo