Perspectivas

La Selección de Fútbol de Costa Rica: de la gloria al desprecio

13/07/2018

Keylor Navas reacciona después de un empate en el enfrentamiento contra Suiza en el estadio de Nizhny Novgorod. Fotografía de AFP PHOTO / Dimitar DILKOFF /

Una serie de hechos, algunos previos y otros durante el Mundial de Rusia 2018, presagiaban que las cosas no iban por buen camino. Para empezar, el “avión de los ticos”, que transportaría a un ilusionado grupo de fanáticos, no pudo despegar debido a un incumplimiento de la empresa con la que el chárter fue contratado. El Airbus 330 debía partir el 13 de junio de Costa Rica a Islandia, con una parada para recargar combustible y luego proseguir a Samara, donde la Sele disputaría el primer partido contra Serbia. El paquete completo incluía vuelo, hotel y comidas y se anunciaba, como en las subastas estadounidenses, a un precio de $9.999. Claro, un dólar menos hace toda la diferencia: no es lo mismo decir directamente diez mil dólares. Uno de los afectados fue el propio alcalde de San José, Johnny Araya que, como casi todos, se enteró de la cancelación el mismo día en que debía viajar.

El Gerente General de Destinos TV, José Cortés, convocó una rueda de prensa en la que asumía la responsabilidad de lo ocurrido y afirmó que se aprestaban a trasladar a los pasajeros por distintas vías, reservadas a última hora en medio de la locura mundialista. Los ticos que debían haber viajado juntos y contentos en el mismo avión padecieron un caos aéreo. La empresa que opera los vuelos, por su parte, afirmaba que Destinos TV había vendido los paquetes para la copa del mundo sin haber contratado previamente el servicio chárter.

Something is rotten in Denmark (que quedó eliminada ante Croacia) dice el dicho. De las 300 personas que viajarían en el suspendido avión de los ticos, 31 de ellas pidieron devolución de los pagos. Y, por otro lado, Destinos TV reconoció que solo 90 de los 269 pasajeros que viajaron a Rusia, tenían boleto de regreso. Al quedar Costa Rica descalificada, se repitió en suelo ruso la cancelación del vuelo esperado. Un video empezó a circular (Desde Rusia -sin- amor) en las redes:

“Estamos en Nizhny los ticos que llegamos por distintas vías con Destinos TV. Todo el viaje ha estado caracterizado por incumplimiento de itinerarios, sin certeza en los traslados entre las ciudades. Es una situación realmente angustiosa. Hasta hoy nos avisaron que el regreso a CR salía en un chárter a las 2:30 a.m. del día 29 pero quince minutos antes de bajar al lobby del hotel con las maletas, entró un correo de Destinos TV cancelando el vuelo con la excusa, que también usaron en CR, de que debido al exceso de tráfico aéreo se cancelaba el vuelo”.

A fin de cuentas, luego de arribar a Madrid con distintos vuelos desde Rusia, la operación de regreso a casa se centralizó en la capital española. Cortés insiste que fue estafado y que ha iniciado acciones legales contra la empresa que incumplió el acuerdo por el servicio aéreo a Europa.

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Además de lo ocurrido con el avión de los ticos, hubo otros incidentes que también presagiaban el papel que desempeñaría la Selección:

-Christian Bolaños, el único costarricense en jugar tres mundiales al tener la oportunidad en Rusia, sobre el partido amistoso perdido contra Inglaterra 2-0, un reportero de Teletica le preguntó cómo se sentía luego de tres meses sin jugar, a lo que respondió: “No sé. Dígame usted: ¿cómo lo vio?”.

-El 29 de mayo la Tricolor fue invitada a Casa Presidencial y, vestidos informalmente, los jugadores llevaron dos camisetas de obsequio. El presidente voltea la que le entregan, la roja, y aparece su apellido “Alvarado” en la espalda de la prenda. La primera dama hace lo mismo con la blanca, la voltea, mira hacia abajo, pero se encuentra con una camiseta sin nombre alguno. Esta escena fue captada en una foto reproducida por la prensa nacional. En el video de ese momento se nota que Alvarado hace un gesto disimulado de reprobación al capitán Bryan Ruiz, que estaba en el medio de la pareja presidencial. En el contexto de un gobierno progresista recién electo, que profesa la igualdad de géneros y oportunidades, se trató de una omisión ofensiva. La Teja, un diario popular, tituló el incidente con doble sentido y humor:” ¡Lo que le hicieron a la primera dama no tiene nombre!”

– El 2 de junio Carlos Alvarado juramenta a la Sele, pero sin Keylor Navas, debido a que el arquero pidió permiso para visitar a su familia en Pérez Zeledón y la Fedefútbol lo autorizó, haciéndole un desaire al Primer Mandatario.

-La Selección finalmente partió, vestidos todos en trajes azules formales, se marcharon sin dar declaraciones a la prensa, como una banda de Rock, Guns & Roses ampliada versión Rusia 2018, rompiendo una tradición. Se largaron por la llamada Base 2, algo no habitual ni esperado. Era la primera vez que la Selección, en sus cinco apariciones en mundiales de fútbol, dejaba a la prensa con los crespos hechos.

-Ya en Rusia, durante uno de los entrenamientos, ocurrió un incidente entre Johan Venegas y Giancarlo González. En las imágenes del video difundido, un Facebook Live donde se mostraba a los jugadores entrenando, no se percataron de que transmitían al mismo tiempo la pelea. González le manda un pelotazo tan fuerte a Celso Borges que lo tira al piso, momento en que Venegas y González casi se van a las manos. El lunes 16 de junio circuló por WhatsApp un mensaje en el que varios jugadores le reclamaban el rendimiento a David Guzmán y a Johan Venegas. En la nota se menciona que Borges, Navas y Ruiz hubieran preferido otro director técnico.

-Marco Ureña confirmó que los enfrentamientos habían ocurrido. También declaró que era normal que Navas tuviera mayores privilegios por su fama ya que Keylor estaba a otro nivel: “Uno como compañero tiene que darle su espacio y no andar siempre tras él”. Se consolidaba entonces una suerte de supremacía navista (hasta una película, Hombre de fe, se presentó en las salas de cine este año) que cayó bastante mal entre los aficionados. Esta situación derivó en una extraña entrevista que Keylor Navas concertó con un periodista para afirmar que él era uno más del grupo. Uno más del grupo que, sin embargo, cuando el comentarista Jorge Martínez le preguntó sobre el desempeño de la Selección, respondió: “Ustedes son los que saben más, hablan siempre, podrían darnos la respuesta, porque nosotros tratamos de dar lo mejor por nuestro país”. A todo lo anterior se agrega el incidente cuando llegaron al hotel en San Petersburgo, Navas rompió el protocolo diplomático de recibimiento que les tenía el embajador costarricense a la Selección, al intentar saltárselo y subir de una vez a su cuarto.

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Hace cuatro años, la escuadra tica venció a tres campeones del mundo (Uruguay, Italia, Inglaterra), derrotó a Grecia y empató a cero con Holanda en tiempo reglamentario. Técnicamente regresó invicta, a pesar de haber caído por definición de penales. A la Sele, como se le dice con cariño en un país propenso a abreviar los nombres (la universidad es la “U”, el presidente es el “Presi”, la Selección es la “Sele”), solo le anotaron dos goles, lo que propulsó a Keylor Navas al estrellato realmadrileño. Por primera vez en la historia un país centroamericano llegaba a cuartos de final. Costa Rica fue la revelación de ese campeonato. Era el mundial de Jorge Luis Pinto, el director técnico colombiano.

Hasta ese momento el mayor logro futbolístico había sido llegar a octavos de final en Italia 90, con un equipo que venía de ser prácticamente amateur. Se anhelaba en Brasil lograr una participación al menos decorosa, tal vez igualar la hazaña de Italia 90, de la que se hizo una película que fue proyectada en las salas de cine en los días previos al mundial de Brasil con el mismo nombre: Italia 90. El vuelo directo a Brasil, organizado por Destinos TV en el 2014, no tuvo inconveniente alguno, salvo un retraso de hora y media en salir debido a que las autoridades ordenaron bajar del avión a dos hombres por no estar al día con la pensión alimenticia de sus chiquitos. El fervor de los viajeros y de la fanaticada de todo un país se vería recompensado con creces por la descollante actuación de su equipo.

A su regreso la Sele fue recibida en un día de fiesta nacional. Se despertó un sentido patriótico en el país, algunos inspirados hasta recordaron la gesta de los valientes guerreros ticos que echaron de sus tierras al invasor filibustero William Walker en la guerra de 1856-1857. Se había más que superado la actuación de Italia 90. Recuerdo que ese día sentí que tenía que ser testigo del momento histórico y esperé en el Parque La Sabana para ver pasar a la Selección y observar la euforia del festejo nacional.

El avión que trajo a la Sele de vuelta en el 2014 sobrevoló a baja altura para que fuese visto desde distintos pueblos y ciudades en los 51.100 kilómetros cuadrados del territorio nacional. Un video filmado desde una ventanilla del avión mostraba que no había vehículos en las calles de la capital. La gente estaba afuera de las casas para ver el avión que traía a la Sele o estaban pegados al televisor. Llegaban los héroes que vencieron a los filibusteros, que superaron la cólera de los que se enojaban incrédulos de ver cómo un pequeño país se tornaba en un gigante. Algunos sacaron sus espejos para que los jugadores desde el aire vieran el brillo intermitente por el choque con los rayos solares. Al aterrizar, debajo de un arco formado por chorros de agua propulsados por camiones de bomberos, Keylor Navas y Bryan Ruiz tenían sus medios cuerpos salidos en ventanas abiertas de cada lado de la cabina del avión, con una bandera y una camiseta roja en sus manos respectivamente, mientras el piloto sostenía un celular filmando el histórico momento.

La carroza que transportó a la Sele tenía escrita la leyenda ¡HICIMOS HISTORIA! y se movilizaba con mucha dificultad a lo largo de la autopista General Cañas. Desde el aeropuerto hasta La Sabana les llevó poco más de cuatro horas en llegar, un recorrido que normalmente se haría en unos quince minutos a velocidad promedio. La gente estaba apostada alrededor del aeropuerto y a lo largo de la vía, sobre carros, puentes, subida a postes de luz, árboles y señales de tránsito, de pie al costado de la autopista; una catarsis colectiva. La fiesta del fútbol se tornó en una consagración nacionalista: “¡Qué lindo ser Tico!”.

En La Sabana se dispuso una tarima donde estaban los jugadores que le hablaron a la fanaticada del país más feliz del mundo. Celso Borges hizo de anfitrión y presentó uno a uno a todos sus compañeros. Cuando le tocó al director técnico, Jorge Luis Pinto, que había estallado en llanto al pie del avión cuando lo abrazó el presidente Luis Guillermo Solís, el estruendo del público se oía al unísono y le decían en coro: ¡Pinto no se va!¡Pinto no se va!¡Pinto no se va!

Hasta que la fiesta acabó pocos días más tarde, el 24 de julio de 2014, cuando en rueda de prensa, Jorge Luis Pinto declaró que tenía año y medio durmiendo con el enemigo.

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Pinto renunciaba ese día a la Sele, o sería más preciso decir que no renovó el contrato porque según él no logró que le dieran autonomía para escoger a un nuevo equipo técnico que lo acompañara, que ni siquiera se trataba de dinero: “He tenido diferencias con el cuerpo técnico porque no comparten mi estilo y mi forma, yo soy exigente, yo quiero compromiso, yo quiero entrega, y no comparto actitudes delicadas… Si no hubiéramos exigido y comprometido al jugador, no hubiéramos llegado a donde llegamos”, declaraba acompañado, a su mano derecha, de Eduardo Li, presidente para ese entonces de la Federación Costarricense de Fútbol, y que trataba de disimular con cara de buda la granada fragmentaria que estallaba frente a su rostro.

Pinto se refería o enfilaba la mayor parte de sus ataques, sin mencionarlo, a Paulo César Wanchope, su asistente técnico, que como jugador en Alemania 2006 marcó dos goles contra la propia Alemania: “Tuve año y medio de sufrimiento, tuve que dormir con el enemigo… Si no puedo elegir un cuerpo técnico a mi gusto, no puedo estar aquí. Sufrí, perdí confianza, me sentí solo, pero claro que di la pelea”.

Recuerdo ese día que tanto Li como Wanchope se presentaron en televisión para tratar de contrarrestar el efecto de la onda expansiva de la rueda de prensa de Pinto. Unos los consideraron víctimas y que hicieron lo correcto en ir a un programa para defenderse de las calumnias de Pinto, otros, con el paso del tiempo y con los hechos que habrían de ocurrir, consideraron que bien merecido se lo tenían. En el noticiario estelar de las siete de la noche de Teletica, que interrumpió su programación regular para entrevistar a ambos, descargaron contra el entrenador colombiano. Pinto tenía fama de tener mal carácter, pero había logrado llevar a la Sele a un lugar insospechado antes del Mundial de Brasil. Wanchcope declaró disparando sin piedad a su exjefe:

“Todos sabíamos en la selección lo complicado que es el señor Pinto, pero había que sacar el Mundial adelante por el país. Ahora todo es muy fácil para este señor, que se va con la plata, tira balazos, coge un avión y nos deja el problema. Si hubiese tenido dignidad, habría dado nombres. En fin, Costa Rica ya se ha dado cuenta de la clase de persona que es Pinto; no es culto, ni caballero, ni respeta al pueblo costarricense”. Habría que señalar que no fue sino hasta octubre, luego de tres meses de negociaciones, que la Fedefútbol acordó hacer el pago del premio a Pinto por haber llevado a la Sele hasta cuartos de final.

Los jugadores, convertidos en héroes nacionales, también se expresaron. Ya no se trataba de un rumor sino de un hecho confirmado de que estaban hartos del estilo autoritario de Pinto. Por ejemplo, Joel Campbell en su cuenta de Twitter dijo:  «Yo apoyo la exigencia, el sacrificio y la disciplina, pero no la dictadura… No confundan una cosa con la otra». Bryan Ruiz, el capitán del equipo, comentó: «La relación con el profesor Pinto se había desgastado fuera de la cancha, porque quizás el manejo de grupo de los jugadores y cuerpo técnico no era el adecuado. Sabemos que él desea controlarlo todo, pero ese método es muy complicado para un grupo, porque se dan diferencias que desgastan a un equipo”.

En entrevista con Fox Sports de Colombia, Pinto cuestionó el hecho de que tuviera a Bryan Ruiz de luna de miel durante el mundial: “Llegamos a un acuerdo de entendimiento, pero fue el choque con él y dos amigos más, de que hasta las diez de la noche podían estar en el lobby del hotel. A las 10:30 p.m. y casi a las 11 p.m. seguían ahí y me tocaba a mí ir a buscarlos porque ningún asistente técnico lo hacía. ‘Oiga señor, a dormir, oiga señor, a dormir’, les decía».

La rueda de prensa de Pinto, en definitiva, fue algo atípico en la cultura de un país en donde las cosas, por lo general, no se dicen de manera tan frontal. Por eso, con o sin razón, la sinceridad de Pinto cayó de muy mal gusto. Muchos comentaban: “si tan solo hubiera renunciado sin polémica, irse calladito, ¿por qué venir a manchar nuestra alegría del mundial?”. Pasó a ser innombrable y odiado. Pinto go home.

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Jorge Luis Pinto, por su parte, no las tuvo tan fácil al aceptar la dirección técnica de Honduras, cargo que ocupó desde 2014 hasta finales de 2017. A pesar de que tuvo algunos logros en una selección sobre la que confiesa le costó llevar al nivel que deseaba y aspiraba, que admite no haber entendido bien que había un cambio generacional, obtuvo el título de la UNCAF y un honroso papel en los Juegos Olímpicos de Río. Pero, al no tener éxito en clasificar a Honduras al Mundial de Rusia 2018, tras la derrota 3-1 en el juego de repechaje ante Australia en Sídney, se dio por terminada su relación con el equipo.

La no renovación de su contrato fue comunicada en rueda de prensa en enero de 2018.  A pesar de que venía desde el fracaso y no desde la apoteosis de Brasil con la Sele, el tono de su salida fue muy distinto a lo ocurrido en Costa Rica en el 2014: “Los directivos estuvieron siempre unidos alrededor de nuestro esfuerzo, respaldando el trabajo de los muchachos y al pueblo hondureño. Hay algunos que consideran que deberíamos haber ganado y pasado al mundial, pero igual siento una gratitud inmensa con ellos”, afirmaba.

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El enemigo con el que Pinto había dormido durante año y medio, Paulo César Wanchope, es nombrado director técnico el 21 de enero de 2015 por la Federación de Fútbol, con tan solo haber sido gerente deportivo de un equipo de primera división y de dirigir otro esquipo también de primera división, ambos locales. Wanchope lograba el sueño de convertirse en el técnico número 50 de la Selección de Costa Rica. Para decirlo en tico: había logrado “serrucharle” el piso a Pinto.

El 11 agosto de 2015, sin embargo, Wanchope fue protagonista de una golpiza cuando se encontraba presenciando en las gradas el campeonato que disputaba la Sub 23 en Panamá. En un par de oportunidades trató de ingresar al campo para denunciar que el arbitraje estaba arreglado. Cuando concluye el partido con empate, baja de nuevo, intenta abrir violentamente una puerta de metal y empuja con violencia a un menor de edad.  Un encargado de seguridad reacciona, trata de detenerlo y el resultado es un video que se hizo viral donde se ve la golpiza prolongada, puñetazos y patadas entre Wanchope y el encargado de seguridad panameño y otros que se involucraron, un tumulto de violencia.

Al día siguiente, 12 de agosto de 2015, el enemigo con el que había dormido Pinto presentó su renuncia ante la Federación de Fútbol de Costa Rica. Una estrepitosa salida a solo seis meses y trece días de su nombramiento. Paulo César Wanchope no ganó un solo partido en la Copa Oro y Costa Rica, favorita, quedó eliminada en segunda ronda. Ese resultado fue una muestra del inicio del declive de la Selección, que siguió contando con grandes talentos individuales, pero ahora bajo la égida de una suerte de indisciplina o ausencia de rumbo adecuado.

En una oportunidad me conseguí a Wanchope en el Hospital Cima. Estaba saliendo con una pierna enyesada y con muletas de un consultorio médico del centro de ortopedia. Lo primero que pensé, prejuiciado yo, era que se había peleado de nuevo. Saludó a los que estábamos en la sala de espera y me pareció una persona bastante simpática y agradable.

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Unos meses antes del tumulto wanchopiano en las gradas de Panamá, el 27 de mayo de 2015 se producía otro tipo de golpiza, una de tipo financiero, nada menos y nada más que en Suiza como escenario, cuando la policía de ese país arrestó a siete directivos de la FIFA por cargos de corrupción. Las detenciones fueron realizadas por solicitud del Departamento de Justicia de Estados Unidos. El operativo se hizo de madrugada en el hotel Baur au Lac en Zúrich. Entre los capturados se encontraba Eduardo Li, el flamante presidente de la Fedefútbol, acusado de delitos de fraude electrónico y lavado de dinero.

Luego de ser extraditado a Estados Unidos y de permanecer 286 días preso, entre una cárcel de Zúrich y otra de Nueva York, el expresidente de la Fedefútbol recibió la autorización el 8 de marzo de 2016 de una corte de Nueva York, para cumplir arresto domiciliario, teniendo que llevar un brazalete las 24 horas. En abril de 2017 la Comisión de Ética de la FIFA expulsa de por vida a Eduardo Li de cualquier actividad relacionada con el fútbol. Li se declaró culpable de los delitos de conspiración de crimen organizado, conspiración de fraude electrónico y sobre él pesan acusaciones de once delitos adicionales. Ahora está bajo arresto domiciliario en Miami y la sentencia de condena está pautada para septiembre de 2018.

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Después de ocurrida la intempestiva renuncia de Pinto, el arresto de Eduardo Li y la golpiza de Wanchope, la Fedefútbol optó por escoger a Óscar Ramírez como técnico de la selección. De nuevo se decidía a favor de alguien que carecía de roce y experiencia internacional como director: lo más cómodo y más barato era ascender a ese cargo al que desempeñaba el papel de asistente técnico de Wanchope. Pinto, al momento de ser nombrado, al contrario, tenía una vasta experiencia internacional. Pero luego de matar el tigre, como se dice, del milagro de llegar a cuartos de final en Brasil y, a pesar de la mejor situación financiera de la Sele tras la destacada actuación, la Fedefútbol no vaciló en tomar el esquema más económico, en vez de intentar conseguir a un director de envergadura internacional.

El así llamado Macho Ramírez (macho en Costa Rica es rubio), uno de los jugadores de Italia 90, es ascendido y presentado oficialmente el 18 de agosto de 2015 como el nuevo director técnico, es decir, a la semana del evento protagonizado por Wanchope en Panamá. A partir de ese punto, se podría decir, prosiguió el descenso de la selección, a pesar de seguir contando con destacados jugadores. Su rostro siempre angustiado, como si padeciera de dolor de estómago, le agregaba dramatismo a cada encuentro.

El consenso que existe en la opinión pública y en los especialistas deportivos en Costa Rica es que Wanchope trató de rearmar inútilmente el equipo que había dejado Pinto y que bajo la dirección del Macho Ramírez se jugó casi siempre mal, tanto en disputas regionales como en la eliminatoria y en los partidos preparativos para el Mundial de Rusia 2018.

Durante años Ramírez tuvo el discurso de que se aprendía, que todo era parte de un proceso, que las derrotas sirven siempre para mejorar. Sin embargo, su inflexibilidad como técnico, la terquedad de sus criterios, su empeño de que siempre estaba en el camino de estudiar a sus rivales, su narrativa completa se derrumbó como un deslave con el partido ante Serbia en Rusia.

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Es cierto que a Costa Rica no le tocó un grupo fácil: Serbia, Brasil y Suiza. Por eso mismo, se debía ir al partido contra Serbia con todo, como si los filibusteros estuvieran de nuevo a punto de conquistar a Costa Rica para construir un nuevo canal de navegación y que Daniel Ortega, versión sandinista e inculta de William Walker, se convirtiera en Presidente de Costa Rica y Nicaragua al mismo tiempo. Serbia era el más débil del grupo y había que diezmarla, dejar el corazón, los pulmones y el hígado sobre la cancha. No obstante, apegado a su carácter, Ramírez decidió hacer un juego conservador, tipo “vamos a conocer y a estudiar a este rival”, saquen las palomitas, Ortega Presidente. Costa Rica dejó pasar su posibilidad de clasificar al perder 1-0 ante Serbia.

En el siguiente partido contra Brasil, Ramírez no cambió el esquema táctico y dejó en el banquillo a figuras claves. Si bien se logró contener al coloso en los dos tiempos reglamentarios (lo que no deja de ser un mérito), en los minutos de descuento los pentacampeones acabaron con el esquema netamente defensivo planteado por la Sele, que sin la casi sobrehumana actuación de Navas el resultado hubiera sido mucho peor, para perder 2-0. Claro, se trataba de Brasil, pero esa derrota eliminaba a una Costa Rica que, para ese momento, no había logrado meter un solo gol. En las tres derrotas en el Mundial de Alemania 2006, al menos en el primer partido frente a Alemania, el propio Wanchope anotó dos goles a favor de los ticos.

Al quedar la Sele eliminada, las críticas se enfocaron sobre el Machillo tan francamente como los duros aguaceros que este lindo país recibe durante ocho meses casi todas las tardes. Fueron tantas las quejas que, para el tercer y último partido, Ramírez milagrosamente accedió a cambiar el esquema táctico de juego ante Suiza. Decide incorporar a Joel Campbell (que jugó como debía haber jugado la Sele ante Serbia), Kendal Waston (que marcó el primer gol en el furor del juego y que no había entrado al campo en los dos partidos anteriores, a pesar de que Waston le había dado la clasificación a la Sele con el gol que marcó ante Honduras), e incorporó a Colindres (todo conocedor del equipo local Saprisa sabe que Colindres es superior a Johan Venegas).

Entonces la congoja del país era mayor porque al haber empatado 2-2 contra Suiza (con un penal cobrado por Bryan Ruiz que pegó en el palo y que por suerte rebotó a la cabeza del arquero y fue anotado como autogol), la tristeza era la de comprobar que sí había capital humano y talento para hacer un mejor papel en el mundial. La llamada “Suiza de América” empataba con Suiza, pero como dice la mayoría de los ticos: “¿Ya para qué?”.  La terquedad de Ramírez se vio más que ilustrada cuando, como una fresa sobre el amargo pastel de la derrota, declaró a Teletica en el campo de juego, empecinado como de costumbre, que todas las decisiones que había tomado eran las correctas. No aceptó culpa o responsabilidad alguna, para él la autocrítica debe ser un accesorio para los débiles, e insistía: “no, no, no”, que todo se había hecho como se debía haber hecho.

La cierto es que en Italia 90 se hizo mucho con poco y ahora se hizo poco con mucho. Y eso lo sabía el Macho, protagonista como jugador de esa hazaña en la que tuvieron un director técnico, Bora Milutinovic, que si bien pudiese haber tenido mejor carácter que Pinto, imprimió una disciplina implacable al equipo.  Así lo declara el excompañero de juego de Ramírez, Germán Chavarría: “Nosotros trabajamos en cuatro horarios con Bora, viendo películas y charlas internas. Empezábamos a las 5:00 a.m., todo era físico, luego a las 11:00 a.m. fútbol, a las 3:00 p.m. hacíamos más físico y a las 5:30 p.m. hacíamos otro poquito en la cancha… Bora vino a cambiarnos la mentalidad, sacarnos de una liga casi amateur, para enfrentar equipos grandes como Brasil, Suecia y Escocia”.

“Somos un pueblo al que le gusta la anarquía, la inconformidad, el desorden que confunde con libertad. Por eso le molesta el orden, la disciplina, la jerarquía”, decía Isaac Felipe Azofeifa en un ensayo, algo que fácilmente podría ser referido a cualquier país latinoamericano, digamos que en mayor o menor grado: una idiosincrasia hermanada; por eso la necesidad de “tiranos” como Bora Milutinovic o Jorge Luis Pinto.

Los comentarios en las redes sociales clamaban por Pinto, de innombrable a solicitado y añorado, al tiempo que el Macho recibía, supuestamente, varias llamadas telefónicas en las que se amenazaba a su familia.

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La posición cerrada de Ramírez se vio reforzada en su empecinamiento por algunas declaraciones de los jugadores. Se sabe que no hay nada más nocivo para el ser humano que el hecho de no admitir los errores. Como si se hubieran puesto de acuerdo, voceros de un mismo guion, algunos empezaron a declararse víctimas, a afirmar que ellos habían hecho bien las cosas. Celso Borges declaró: “Nosotros (los jugadores de la Sele) somos los que estamos más jodidos”. David Guzmán pidió que las criticas fueran constructivas y que “no podemos dejar tampoco que el fútbol nos destruya o que se nos hagan ver como que somos una cochinada. Trabajamos, luchamos, nos esforzamos y hay gente que no valora esas cosas”. Giancarlo “Pipo” González, afirmó: “Macho es un ejemplo que seguir y las críticas por su sistema de juego no son válidas. Por eso nos molesta que se hable del Profe porque él sacrifica su tiempo familiar y otros aspectos por estar aquí”.

Ramírez seguía sumergido en un envoltorio de invidencia. El técnico de Alemania, Joachim Löw, como para ilustrar lo opuesto, declaraba: “Tenemos que felicitar a nuestros rivales. No merecemos ganar el título; ni siquiera merecemos estar en octavos. Estamos eliminados no porque quisiéramos perder sino porque no aprovechamos nuestras ocasiones”.

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El apoteósico recibimiento que tuvo la Sele en el 2014 distó abismalmente de lo que fue su regreso en el 2018. Para empezar, varios de los titulares que juegan fuera del país no regresaron, no se presentaron a cerrar un ciclo, aunque fuese vergonzoso y de derrota. Los jugadores de una Tricolor incompleta llegaron el 29 de junio, no vestidos con sus trajes azules por la Base 2, sino con atuendo de deportistas y como cualquier pasajero. Óscar Ramírez fue el único que se desapareció, en teoría por las amenazas recibidas en los últimos días, pero a todo el mundo le latía que era más para no enfrentar a la prensa y a los fanáticos de la Sele.

Un titular retrataba el momento: “¡Se fueron como reyes y vuelven sin líder ni técnico!”. El desorden prevaleció a la llegada. Se suponía que Óscar Duarte y Johan Venegas iban a declarar. Sin embargo, la confusión fue tal que hablaron Venegas y Leonel Moreira, así como también lo hizo Patrick Pemberton por iniciativa propia. Los aficionados que estaban en el aeropuerto mostraron enojo e indignación, abundaban las caras largas. No les echaron huevos, como ocurrió con la Selección de Corea del Sur a su regreso mientras posaban para una foto en el aeropuerto (a pesar de haber mandado a casa a Alemania), pero les hicieron vivir un trago amargo. Un aficionado increpó a Johan Venegas y le dijo: “¡Perra, fuiste a Rusia a pasear! Otro grito decía “¡Ni que fueras tan bueno!”. El jugador pidió respeto y se enfrascó en una situación molesta y degradable con un aficionado.

¿Se merecían los jugadores semejante desprecio? ¿La gratitud solo surge cuándo se logra algo importante y no en tiempos difíciles?

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El entrenador colombiano, Wilson Piedrahita, que tiene a su cargo de la restructuración del fútbol en canchas abiertas en Costa Rica, declara en una entrevista:

“La disciplina vence al talento y la inteligencia. La disciplina de Jorge Luis Pinto fue capaz de meter a Costa Rica hasta donde llegó. Si le dices a un jugador de fútbol que tiene que estar a las 7:00 p.m. en la recepción y luego irse a las 9 p.m., subir y acostarse, no se lo digo por envidia, porque lo quiero molestar ni nada, se lo digo porque soy su entrenador y quiero que se acueste a las 9:00 p.m. porque si usted está en forma horizontal, la recuperación energética por consumo de energía será perfecta”.

Y agrega:

“Jorge Luis Pinto es un científico, no hace las cosas porque se le vienen a la cabeza o porque se levantó de mal genio, aunque tenga un carácter fuerte. Por algo es el entrenador colombiano que ha llegado más lejos en un mundial y lo hizo con Costa Rica… A Pinto quisieron mezclarle su forma de ser con su manera de trabajar: si ustedes lo que querían era tener una buena persona en el puesto se hubieran traído a la madre Teresa de Calcuta”.

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El miércoles 4 de julio en horas de la tarde la Fedefútbol anunció que descartaba oficialmente renovar el contrato a Óscar Ramírez. Muchos daban esta decisión por descontada, aunque el Macho había afirmado que no pensaba irse.  Es irónico que el director técnico de Alemania, que admitió abiertamente su fracaso, era ratificado en su cargo mientras que el de Costa Rica, refugiado en subterfugios verbales y ambigüedades incompresibles, fuese despachado como director.

Óscar Ramírez no estuvo presente en la rueda de prensa de la Fedefútbol ni convocó a los periodistas por separado. Luego de su escape y fuga por la Base 2 del aeropuerto, no se le vio más la cara y los reporteros no pudieron hacerle pregunta alguna sobre el mundial.

La Federación anunció que buscaba un técnico con experiencia regional, internacional, ¡mundial!, pero que no fuese caro. Un artículo de prensa informaba que “la Fedefútbol va a tener que sudarse la chaqueta para encontrar a un técnico que sea bueno, bonito y barato, que se haga cargo del proceso rumbo al Mundial de Catar 2022”. Se menciona a Pinto como una opción (back to the future) y también al venezolano César Farías.

Del auge con la mano dura de Pinto al declive con la mano suave y a la vez inflexible del Macho Ramírez, la historia 2014-2018 debería influir en la decisión sobre el nuevo director técnico que tomará las riendas de la Sele. Ojalá el ambiente no enturbie la mejor decisión, ese mismo ambiente que la gran escritora costarricense Yolanda Oreamuno describía de la siguiente manera:

“El ‘ambiente’ es una cosa muy grande, muy poderosa y muy odiada que no deja hacer nada, que enturbia las mejores intenciones, que tuerce la vocación de las gentes, que aborta las grandes ideas antes de su concepción y que nos mantiene mano sobre mano esperando siempre algo sensacional que venga a barrer esa sombra tenebrosa y fatídica”.


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