La OTAN en Europa y su papel en la guerra ruso-ucraniana

Fotografía de Olivier Deuliery | Pool / AFP

12/03/2022

Cuando a finales de 2021 fuentes de inteligencia de Estados Unidos alertaron a la Unión Europea sobre la acumulación de tropas rusas en la frontera con Ucrania, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, exigió que se prohibiera la inclusión de ese país a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y que se redujera el contingente militar y armas desplegadas en el frente este de la alianza noratlántica. 

“En el diálogo con Estados Unidos y sus aliados, insistiremos en desarrollar acuerdos concretos para prohibir la expansión al este de la OTAN y el establecimiento de sistemas armamentísticos en la vecindad inmediata con el territorio ruso”, dijo Putin el 1 de diciembre de 2021, en una ceremonia de embajadores en el Kremlin.

El mismo día, en medio de la creciente tensión por la acumulación de tropas rusas en la frontera con Ucrania, se reunieron en Letonia los ministros de Relaciones Exteriores de los 30 países miembros de la OTAN. En ese encuentro, Jens Stoltenberg, secretario general de la alianza, dijo que sólo los 30 miembros podrían decidir, junto a Ucrania, su inclusión en la organización. “Rusia no tiene veto; no tiene voto ni derecho a establecer una esfera de influencia para intentar controlar a sus vecinos”, dijo Stoltenberg. 

El principio fundacional de la OTAN es que cualquier país europeo puede unirse. El artículo 10 del tratado de la alianza establece que todos los estados signatarios deben estar de acuerdo con la adición de un nuevo miembro. Para los países miembros, esta regla es un estándar de autonomía. Para Rusia, una amenaza.    

En 2008, cuando George W. Bush, entonces presidente de Estados Unidos, expresó su apoyo a la incorporación de Ucrania y Georgia a la OTAN, no logró el apoyo unánime de sus aliados. Francia y Alemania se negaron a la propuesta y argumentaron que ni Ucrania ni Georgia eran lo suficientemente estables, y que además, su inclusión resultaría una ofensa innecesaria a Rusia, que se opone con firmeza a la expansión de la OTAN.

En la misma Ucrania, en las últimas dos décadas no ha habido una política consistente respecto a la entrada del país a la OTAN. Por el contrario, la disposición de pertenecer al Tratado del Atlántico Norte ha oscilado a lo largo del tiempo bajo distintos liderazgos políticos. El expresidente de Ucrania, Víktor Yúshchenko, quien ejerció el cargo de 2005 a 2010, expresó su interés por entrar en la alianza en 2009, en una reunión de la Comisión OTAN-Ucrania, pero la iniciativa perdió popularidad luego de que Rusia invadiera Georgia ese mismo año.  

Con la salida de Yúshchenko y la ascensión al poder de su sucesor, Víktor Yanukóvich, en 2010, la política exterior de Ucrania dejó atrás las aspiraciones de unirse a la OTAN y se centró más bien en acciones para reforzar lazos con Rusia. 

El actual presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, declaró durante su campaña presidencial para las elecciones de marzo de 2019 que el pueblo ucraniano debía decidir en un referéndum si quería o no pertenecer a la Unión Europea y a la OTAN. No obstante, con la primera amenaza de acumulación de tropas Rusas en la frontera este de Ucrania, ocurrida en la primavera de 2021 y luego disuelta, el presidente Zelensky cambió de postura y expresó su determinación por lograr la entrada de Ucrania en la alianza.     

Dos meses después de la reunión de la OTAN en Letonia, Rusia invadió Ucrania con una fuerza militar de gran escala, el 24 de febrero de 2022. En poco más de dos semanas de guerra, ciudades ucranianas se han convertido en campos de batalla con el consecuente saldo de vidas de civiles, además del incendio en la planta nuclear Zaporizhzhia, la más grande de Europa. 

El Alto Comisionado de Las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) contabiliza más de 2 millones de refugiados ucranianos que han huido hacia los países vecinos (Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania, Moldavia y Rusia), y estiman que hasta 4 millones de personas podrían abandonar Ucrania en busca de asilo. 

El Tratado del Atlántico Norte, que dio origen a la OTAN, se firmó el 4 de abril de 1949 con el objetivo de establecer una alianza de asistencia mutua entre países miembros en caso de un ataque de la Unión Soviética al finalizar la II Guerra Mundial. La firma del tratado significó la inclusión de Estados Unidos a los planes de defensa colectiva del continente europeo, que ya se habían abordado en tratados previos como el “Tratado de Bruselas”.

En la actualidad, la OTAN está conformada por 30 países: 27 miembros en Europa, 2 en Norteamérica y 1 en Asia.  Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido, fueron los países fundadores. Desde su creación, la organización ha agregado miembros en 8 ocasiones. 

En 1952, Grecia y Turquía se unieron, seguidos por Alemania Occidental en 1955 y España en 1982.  Hungría, República Checa y Polonia se hicieron miembros en 1997, un hito importante teniendo en cuenta que se trataba de antiguos países del Pacto de Varsovia, el pacto de cooperación militar firmado en 1955 y liderado por la Unión Soviética, en respuesta a la creación de la OTAN. En 2004, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia fueron agregados al tratado. Los miembros más recientes de la organización son países del sureste europeo: Albania y Croacia en 2009, Montenegro en 2017 y Macedonia del Norte en 2020. 

Conferencia de la OTAN en París en mayo de 1955. Fotografía de autor desconocido

El artículo 5 del tratado de la OTAN es uno de los elementos más importantes de la organización debido a que establece el compromiso de todos los estados signatarios a considerar el ataque a uno de los países miembros como un ataque a todos los países de la organización. Este artículo ha sido invocado una sola vez en la historia, el 4 de octubre de 2001, en reacción al ataque terrorista del 11 de Septiembre de 2001 en contra de Estados Unidos. 

En un discurso presidencial el 24 de febrero, el mismo día de la invasión rusa, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que no enviaría tropas para defender Ucrania, al tiempo que  manifestó su determinación a proteger y apoyar a los aliados de la OTAN. 

“Nuestras fuerzas no están ni estarán involucradas directamente en un conflicto con Rusia en Ucrania. Nuestras fuerzas no están yendo a Europa para pelear en Ucrania, sino para defender a nuestros aliados de la OTAN y apoyar a esos aliados en el este. Como lo dejé claro, Estados Unidos defenderá cada pulgada de los territorios de la OTAN con toda la fuerza del poder americano”, dijo Biden. “La buena noticia es que la OTAN está más unida y más determinada que nunca. No hay duda de que Estados Unidos y todos los aliados de la OTAN cumpliremos los compromisos establecidos en el artículo 5, que dice que un ataque contra uno es un ataque contra todos”. 

No obstante, los países miembros de la alianza están coordinando la entrega de ayuda humanitaria y algunos incluso  están enviando armamento, municiones, suministros médicos y equipo militar a Ucrania. Al mismo tiempo, han coordinado sanciones económicas y cortado vínculos económicos con Rusia, siendo la medida más reciente la prohibición de la compra de petróleo ruso por parte de Estados Unidos. Adicionalmente, han desplegado fuerzas defensivas terrestres y aéreas en el flanco este de la alianza, y equipos de defensa marítima en todo el territorio de la OTAN. 

De acuerdo con el sitio web oficial de la organización, se han activado los planes de defensa a fin de estar listos para responder a cualquier desarrollo y asegurar el territorio de la Alianza, a través del despliegue de fuerzas de respuesta altamente preparadas. “Todas las medidas son y se mantienen preventivas, proporcionadas y de no-escalación ”.

Las críticas del presidente ruso Vladimir Putin sobre la expansión de la OTAN hacia el este de Europa podrían ser meros pretextos para justificar la invasión a Ucrania. Bajo su liderazgo, Rusia se ha mantenido durante la última década en una línea de acción que no solo vulnera la autonomía de Ucrania sino que socava también la democracia en la región. En 2014, tropas rusas entraron en territorio ucraniano, lo que resultó en la adhesión de Crimea a Rusia. El Gobierno de Putin  financió separatistas en las regiones de Donetsk y Lugansk del este de Ucrania y ha suprimido sistemáticamente a la oposición política y voces disidentes en Rusia.     

No obstante, tanto Estados Unidos como sus aliados europeos se han mantenido firmes hasta el momento en su decisión de no ir a la guerra con Rusia por el conflicto en Ucrania, probablemente en observación de las consecuencias que, en materia de armas nucleares podría adquirir el conflicto. 

Días antes de la invasión rusa, el presidente Joe Biden dijo en entrevista con Lester Holt del canal NBC, el 10 de febrero, que la principal razón por la que no enviaría tropas para rescatar ciudadanos americanos en caso de una guerra convencional en Ucrania era no arriesgarse a un choque militar directo con Rusia. Biden sabe que “una guerra nuclear no puede ser ganada y nunca debe ser peleada”, como lo dijo en una declaración conjunta con Putin, luego de la cumbre bilateral que Rusia y Estados Unidos realizaron el 16 de junio de 2021 en Ginebra. 

Las acciones beligerantes de Rusia han causado la respuesta unida de Occidente: la imposición de sanciones sin precedentes al Kremlin, la asistencia y el suministro de equipamiento militar a Ucrania. Ahora, mientras Ucrania libra una guerra por su propia supervivencia, la OTAN continúa enfrentando las presiones de su rivalidad con Rusia, y deberá decidir cómo reaccionar a los distintos escenarios posibles, incluyendo una posible escalada del conflicto. 


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