UniversidadesPerspectivas

La Escuela de Estudios Internacionales: 75 años de historia

06/12/2023

Vista de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. Fotografía de Caracas1830 | Wikimedia

Recordar desde el presente el origen y las transformaciones de la Escuela de Estudios Internacionales puede tener, más que un sentido cronológico, el de recuperación y valoración de la memoria sobre un esfuerzo que se desarrolló al calor de los cambios en el orden mundial, del lugar de Venezuela en ese orden y de los cambios en el propio país y en su proyección internacional.

El camino transitado evidencia cómo los procesos globales en el marco de la segunda postguerra, el auge de la Guerra Fría y los reacomodos de la política internacional en las últimas décadas no han sido ajenos a la dinámica del día a día en las aulas de clase, los ajustes en el plan de estudios y el perfil del profesional que a lo largo de las décadas ha egresado de nuestra Escuela.

Mirar su evolución desde la perspectiva del pasado contribuye a la valoración del compromiso de quienes en Venezuela contribuyeron a perfilar la concepción de los Estudios Internacionales, la docencia y el desarrollo de la carrera: desde sus antecedentes en la formación de personal para el servicio diplomático y consular en el Ministerio de Relaciones Exteriores hasta su desarrollo como escuela interdisciplinaria de Estudios Internacionales en la Universidad Central de Venezuela.

Entre las muchas referencias dan forma y sentido a esa memoria por recuperar y valorar hay algunas que parecen tener especial trascendencia cuando se las pondera desde las tribulaciones presentes en todas las escalas y ámbitos del país y el mundo.  Desde la academia se fue respondiendo con sentido de propósito y creatividad a las demandas de ese contexto.

Es de recordar el diagnóstico hecho desde el ministerio de Relaciones Exteriores a finales de la Primera Guerra Mundial y en medio de la Segunda sobre la necesidad de lidiar profesionalmente con los problemas y oportunidades internacionales que rodeaban a Venezuela. Ya no bastaba recurrir a personalidades formadas en el derecho y la economía, pulidas en el ejercicio mismo de la diplomacia, sino que se buscaba formar para la diplomacia a funcionarios de Estado. Es por ello que el 19 de noviembre de 1916, el gobierno venezolano crea un Curso Especial para ingresar en las Carreras Diplomáticas y Consular en la Escuela de Ciencias Políticas. Dicha iniciativa se desarrolló durante el ejercicio de Esteban Gil Borges como canciller, a través de un convenio entre la Facultad de Derecho de la UCV y el Ministerio de Relaciones Exteriores.

El propósito de este plan de formación era profundizar el estudio del Derecho Internacional, una de las aristas más importantes del ejercicio profesional de la diplomacia, en el contexto de los cambios geopolíticos e ideológicos que siguieron a la Primera Guerra Mundial y a la reconfiguración de las relaciones entre los Estados como consecuencia del fin del conflicto bélico. Es por ello que la formación de los futuros diplomáticos estaría sustentada, como expuso en esos años el canciller Pedro Itriago Chacín, en la idea de que “… los pueblos y sus intereses no están distintamente desligados los unos de los otros, y que su mayor deferencia se basa en el respeto mutuo, en la mancomunidad de los esfuerzos, en la acción colectiva, orientada recíprocamente hacia el bien…”[1]

Data de entonces la preparación de un plan de formación que recogía y reflejaba, en medio de la guerra y de las grandes incertidumbres sobre el futuro del orden mundial, un proyecto discreto de fortalecimiento institucional. Esto se iniciaba bajo la sombra de la tiranía, entre el régimen gomecista y el gobierno de Eleazar López Contreras. La formalización de estos cursos procuró apoyarse en la Universidad Central de Venezuela, especialmente con el retorno de Gil Borges a la cancillería. Es en este momento cuando se da un paso adelante en la formalización de los esfuerzos de formación de los diplomáticos venezolanos de carrera a través de la creación de una Escuela Preparatoria para el Servicio Diplomático y Consular el 12 de octubre de 1936. Si bien su sede se encontraba en los espacios del Ministerio de Relaciones Exteriores, los cursos eran avalados por la Universidad Central de Venezuela como una oportunidad para reforzar la formación inicial en el área de Derecho Internacional, Constitucional, Administrativo, entre otros, con la adquisición de conocimientos en Protocolo y Buenos Modales.

En esta etapa, la Escuela cuenta con el apoyo de académicos e intelectuales que fueron referencia en sus campos de conocimiento, entre ellos Ernesto Peltzer, catedrático europeo, y los venezolanos Caracciolo Parra León y Emilio Calcaño.  Todos contribuyeron a la ampliación de los horizontes de los estudiantes en materias como Política Comercial, Teoría Económica, Geografía Económica y Derecho Internacional Americano, estudiado por primera vez en Venezuela [2].

Ya desde mediados de la década de los 40, la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FACES), incorporó en su reglamento general el otorgamiento de títulos de Licenciado para el Servicio Exterior[3]. En este sentido, luego de la respectiva revisión, el Consejo Universitario, por solicitud del decano José Joaquín González Gorrondona, aprobó en su sesión extraordinaria N° 4 del día 4 de octubre de 1948 la creación del Departamento de Estudios Internacionales, que inició labores en noviembre de ese año. Su primer director fue el doctor Luis Cabana, abogado y licenciado de la segunda promoción del Curso de la Cancillería.

La trascendencia política y académica de la decisión de abrir los cursos en la Universidad Central de Venezuela a finales de la década de 1940 los revalorizó, en un ámbito de autonomía y mayor apertura, aunque no ajeno a las presiones y controles que se impondrían con la dictadura. Pese a ello, la formación de funcionarios diplomáticos y consulares encontraría en la UCV un ambiente propicio para la reflexión sobre el desarrollo e instrumentación de estrategias de Estado.

El rápido tránsito del departamento a la Escuela de Estudios Internacionales, con un plan de estudios que cubría las exigencias para que sus egresados pudieran concursar para ingresar a la carrera diplomática y consular, reforzó la formación interdisciplinaria ­–jurídica, económica, histórica y política– cada vez más necesaria.

En correspondencia con el impulso al departamento y luego Escuela de Estudios Internacionales en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, se fue consolidando un cuerpo docente constituido por profesionales vinculados al ejercicio de la diplomacia, la economía, la sociología y el derecho. Fue el caso de su fundador, Luis Cabana, y de quienes fueron luego directores de la Escuela, entre ellos: Eduardo Arroyo Lameda, Gustavo González Eraso, Arístides Silva Otero, Alejandro Tinoco y Demetrio Boersner. En adelante se fueron incorporando profesores que hicieron carrera académica en sus diversas áreas, contando cada vez más con egresados de la propia Escuela que enriquecieron las actividades de docencia, investigación y proyección de la Escuela en múltiples ámbitos.

Los cambios en el plan de estudios y en los programas de las asignaturas reflejaron los debates y tensiones del país y en torno a la propia universidad. Fue complejo el trato con el régimen dictatorial para mantener a la Escuela en funciones, hasta que con el retorno de la democracia su orientación quedó protegida con el establecimiento legal de la autonomía universitaria en 1958. Una década después, estudiantes y profesores lograron manejar constructivamente el impacto del desbordamiento de las demandas de renovación universitaria, en medio de la violencia alentada por extremistas, a lo que siguió la intervención del gobierno y el cierre de la UCV por poco más de un año. Del empeño constructivo resultó un plan de estudios que enriqueció la formación y diversificó el horizonte del ejercicio y la especialización profesional.

Al paso de los años, nuevas ofertas de formación académica– en la propia Cancillería y en otras universidades– ampliaron las oportunidades para diversificar y enriquecer la competencia para el ingreso a la carrera diplomática y consular. Sin embargo, desde la primera década de este siglo los cambios políticos y del marco legal debilitaron las bases y procedimientos de los concursos, hasta que dejaron de ser convocados.

Conviene recordar que ya antes, respondiendo a cambios en el orden internacional –desde las tensiones de la polarización este-oeste, el surgimiento de la no alineación y el final de la post Guerra Fría– y particularmente   ante la intensificación de la interdependencia mundial, la Escuela de Estudios Internacionales fue produciendo ajustes sucesivos en su plan de estudios y diversificando el perfil de egreso. Además, alentó la formación de postgrado de sus egresados y creó los programas de Especialización y Maestría en Relaciones Internacionales y Globales, como posibilidad de profundización en el estudio de las relaciones internacionales.  En lo uno y lo otro, fue fundamental el impulso académico del profesor Carlos Guerón,.

Estas anotaciones son apenas unas pocas referencias a retos pasados, una aproximación a la configuración de nuestra Escuela en estas primeras siete décadas de vida, vistos desde un atribulado presente, para invitar a recuperar y valorar el trecho andado, y desde allí alentar los nuevos impulsos que las circunstancias actuales nos exigen académica y socialmente.

El futuro de nuestra Escuela

Con la mirada puesta hacia el futuro, la Escuela de Estudios Internacionales tiene el compromiso de servir a la sociedad venezolana. Se trata de formar y proyectar  una voz propositiva,  consecuente y constructiva ante los problemas que atañen a la sociedad desde una perspectiva de política exterior del Estado, ante las turbulencias en el sistema internacional.

Siempre  con la vista puesta hacia el futuro, reconociendo la necesidad del proyecto de modernización impulsado por las nuevas autoridades de la universidad, nuestra Escuala debe contribuir al fortalecimiento de una universidad actualizada, coherente con los nuevos tiempos, promotora de la auto sustentabilidad.

En el marco de las transformaciones aceleradas y profundas que tienen lugar en el sistema internacional en todos sus ámbitos, y en coherencia con lo que se ha hecho en el pasado, conviene a nuestra Escuela llevar adelante su revision curricular.  Formar internacionalistas con conocimientos sobre el pasado y el presente de la sociedad internacional ha de acompañarse, más que nunca, con el aliento a la vocación de hacerse preguntas sobre los grandes problemas de nuestro mundo y con el fortalecimiento de la investigación como arista estructural de la formación universitaria.

El reto de construir una Escuela para nuestro tiermpo implica el compromiso de sus profesores, del personal administrativo y directivo, y de  invitación al apoyo de sus egresados para trabajar por objetivos en común. Las divergencias, asumidas con espítitu universitario,  son inevitables, necesarias y útiles para la construcción de una academia plural e inclusiva. Es el mismo y mejor camino de trabajo y servicio, a los estudiantes y a nuestra sociedad.

Notas:

[1] Itriago, Pedro, En la Cátedra (Prontuario), Tipografía Americana, Caracas, 1933, p. 89, en Guardia de Sanz, Amelia, Historia de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela 1938-1958, Ediciones FACES, UCV, Caracas, 1988, p. 184.

[2] Guardia de Sanz, op. cit., p. 185.

[3] Reglamento de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, aprobado en Consejo Universitario en su sesión del día 20 de febrero de 1947, oficio 154, 2 de febrero de 1947, Archivo, FACES, UCV.

,
ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo