Fotografías de Alfredo Lasry | RMTF
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Todavía era temprano. Dos señoras conversaban mirando a la tarima. Estaban en la entrada a la sede del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Caracas, en Altamira.
—Es que esos muchachos más jóvenes son más serios, mira a Requesens, ahí está preso.
—Si el pueblo está en la calle, salen los militares.
La acera se llenó de manifestantes, que también trancaron la avenida Francisco de Miranda. Un grupo armaba la frase “Somos democracia” con pancartas. Había pocos policías y el ambiente estaba tranquilo. A pesar de ser a mediodía, una hora de tráfico, pocos carros circulaban y pudieron desviarlos de la avenida.
A un lado, María Fernández gritaba todas las consignas. “¡Maduro usurpador!”, “¡Guaidó presidente!”, “¡Somos Venezuela, queremos libertad!”. La acompañaban sus tres nietos. Elisa y Mariana, de 18 y 20 años, visitaban Caracas desde Panamá, donde viven hace diez años. Luis, de 23, vive en Londres desde que cumplió 15. No visitaba Venezuela desde hacía seis años. No conocía Venezuela con Nicolás Maduro en la presidencia. Los recuerdos de sus primas son vagos.
Tomaron uno de sus últimos días de vacaciones para protestar junto con su abuela, quien está sola en el país. “Ella dice que nació aquí y se muere aquí”, dijo Luis. “Es que yo soy una hormiguita. Hoy somos cuatro, pero yo siempre traigo gente mayor, eso es lo que podemos hacer. Mandar los mensajitos por Twitter, convocar y esperar que un día las cosas mejoren”, explicó María. Se abrazaron.
Estaba a punto de empezar el cabildo abierto, el primer acto convocado por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, un día después de la juramentación de Nicolás Maduro, quien asumió el 10 de enero ante el Tribunal Supremo de Justicia una presidencia que no reconoce la oposición ni los gobiernos de 47 países.
Maduro fue proclamado reelecto por el Consejo Nacional Electoral (CNE) después de unas elecciones presidenciales realizadas el 20 de mayo de 2018. Los principales partidos opositores rechazaron participar porque no reconocen la validez del Poder Electoral, al que acusan de ventajismo hacia el gobierno. Varios partidos y candidatos fueron inhabilitados y no podían competir. El principal candidato que enfrentó a Maduro, el exgobernador Henri Falcón, denunció irregularidades en el proceso electoral y desconoció sus resultados.
Había mucha expectativa. Era el primer día de Venezuela sin presidente reconocido por la oposición y todos se preguntaban cuál sería el artículo de la Constitución al que apostaría el presidente del Parlamento. 333, 350 o 233. El primero establece que todos los venezolanos tienen el deber de restablecer la vigencia de la Constitución; el segundo, que el pueblo debe desconocer a cualquier régimen “que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos” y el tercero plantea que ante la falta absoluta del presidente de la República, el presidente de la Asamblea Nacional debe asumir el cargo y convocar a elecciones en los siguientes 30 días.
Más temprano, los diputados de la fracción 16 de julio que encabeza el diputado Richard Blanco, del partido Alianza Bravo Pueblo, pusieron su apuesta en el 233, que establece que el presidente de la AN debe asumir la primera magistratura ante la falta absoluta del presidente. Afirmaron que respaldarían a Guaidó si se juramentaba ante el cabildo.
La tarima se llenó de dirigentes. La directiva de la Asamblea Nacional se mantuvo de pie junto al podio. A su alrededor se ubicaron los parlamentarios de Voluntad Popular, compañeros de partido de Guaidó; también diputados de Primero Justicia; Delsa Solórzano, que recientemente se separó del partido Un Nuevo Tiempo. No estaba Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática, que fue el primer presidente de este período de la Asamblea Nacional. No estaban los diputados de la fracción 16 de Julio.
Edinson Ferrer, secretario de la AN, asumió la moderación del evento. Había una lista de oradores que puso a prueba la paciencia de los asistentes. La dirigencia opositora convocó a cabildo abierto, inspirada en el Cabildo de Caracas realizado el 19 de abril de 1810, cuando Venezuela todavía era una Capitanía General de la corona española. El cabildo abierto era una instancia extraordinaria que convocaban las autoridades para consultar al pueblo sobre sus decisiones. En ese cabildo abierto de 1810, la ciudadanía cuestionó la autoridad de Vicente de Emparan, quien era el capitán general. “Pues yo tampoco quiero mando”, declaró el susodicho antes de retirarse. Se considera el primer acto formal del proceso independentista venezolano. El artículo 70 de la Constitución actual retoma esa figura y establece que sus decisiones son vinculantes.
Rafaela Requesens, presidenta de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela, abrió las intervenciones. La dirigente estudiantil es hermana menor del diputado Juan Requesens, uno de los líderes del Movimiento Estudiantil de 2007, dirigente de las protestas en 2017, quien permanece encarcelado, acusado por su supuesta participación en un atentado contra Maduro. El 7 de agosto de 2018 los funcionarios se llevaron detenidos a ambos hermanos. A Rafaela la liberaron esa noche, mientras que su hermano quedó apresado en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional en el Helicoide, donde lleva más de 150 días sin juicio.
Siguieron representantes de la sociedad civil, también Marlon Díaz -el nuevo presidente estudiantil de la Universidad de Carabobo-, el exdirigente de Marea Socialista, Nicmer Evans, el activista Carlos Julio Rojas y José Elías Torres, representante de la Confederación de Trabajadores de Venezuela.
Todas sus intervenciones coincidieron en el llamado a los uniformados. Marlon Díaz apeló a “la gloriosa Fuerza Armada”. “Aquí hay pueblo, ustedes tienen las armas”, recalcó Evans. También en la exigencia a la Asamblea Nacional. “Estamos aquí también para pedirle a la AN que cumpla con su responsabilidad”, dijo Requesens. “Yo quiero que cada diputado de la Asamblea Nacional esté en su circuito peleando con la gente”, pidió Rojas. “Los cabildos son vinculantes”, recordó Evans, quien invocó el artículo 70 de la Constitución y propuso convocar un gabinete de conducción política para dirigir la transición.
La vocería de la Asamblea Nacional la asumieron primero los diputados Miguel Pizarro, William Barrientos y Williams Dávila. Aunque entre los asistentes se escuchaban gritos pidiendo que Guaidó hablara, los discursos de los diputados fueron aplaudidos. “La única dirección posible es sacar a Maduro y su pandilla del poder”, afirmó Pizarro. “Recuerden que el 24 y el 31 de diciembre de 1957 los militares estaban bailando con Pérez Jiménez”, apuntó el diputado Barrientos. “O se está con los traidores o con los patriotas que estamos aquí”, proclamó Dávila.
Guaidó, en primera fila de la tarima, sonreía y asentía. Dejó que Dávila tomara su mano en señal de victoria, la sonrisa congelada. Los discursos previos levantaron el ánimo de la gente. Si el Cabildo de Caracas del 19 de abril de 1810 logró la salida del capitán general Vicente de Emparan, este cabildo del 11 de enero de 2019 parecía listo para investir al diputado Juan Guaidó como presidente.
Guaidó volvió a citar el Himno Nacional para iniciar su discurso, como hizo en su juramentación ante la Asamblea Nacional: “Gritemos con brío / muera la opresión / compatriotas fieles / la fuerza es la unión”. Más adelante, entró en el tema. “Vamos a asumir…”, comenzaba el diputado y la gente vitoreaba. “… la representación internacional de Venezuela”, y bajaban los aplausos. “Asumimos entonces…”, volvían a aumentar los aplausos. “… la convocatoria de las Fuerzas Armadas, a la comunidad internacional, al ejercicio de los artículos de nuestra Constitución 333, 350 y 233”, terminaba y volvían a bajar los aplausos.
Afirmó estar dispuesto a asumir lo que establece la Constitución, invocó el 333, el 350, el 233. Pero dejó claro: hace falta el apoyo popular, hace falta el apoyo de la Fuerza Armada para asumir el poder. Prometió que la AN publicará un decreto de amnistía para los militares detenidos, una especie de garantía a futuro para los que decidan desobedecer.
“Tenemos, apegándonos a la Constitución, apegándonos al elemento del 233, 350, 333, asumir claro las competencias de la encargaduría de la Presidencia de la República, porque lo dice nuestra Constitución. Ahora, ¿es suficiente apegarnos a la Constitución? ¿Es suficiente apegarnos a la Constitución en dictadura? Entonces debe ser el pueblo de Venezuela, las Fuerzas Armadas, la comunidad internacional, que nos lleve a asumir claramente el mandato que no vamos a escurrir”, declaró.
Cerró su discurso con una convocatoria a una “gran movilización” el 23 de enero, doce días después del cabildo, trece días después de la juramentación de Maduro.
“¡Asume!”, gritaron algunos mientras el diputado se retiraba por detrás de la tarima. El equipo de comunicaciones del partido Voluntad Popular envió una nota de prensa, que replicó la AN, en la que aseguraron que Guaidó “asumió las competencias de la Presidencia de la República”. El propio diputado publicó tres mensajes en su cuenta de Twitter ratificando que se apega a los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución para convocar a la Fuerza Armada y la realización de elecciones libres.
José Ignacio Hernández, profesor de derecho constitucional y colaborador de Prodavinci, explicó que Guaidó asumió “la titularidad de las competencias de la Presidencia de la República”, pero que ejercerlas dependerá de la estrategia enmarcada en el artículo 333 de la Constitución.
El cabildo pareció mudarse a las redes sociales. En un tuit del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, reconoció a Guaidó como “presidente interino”. En Wikipedia se armó una competencia entre colaboradores, unos actualizaron el perfil de Guaidó como presidente interino, otros lo eliminaban. En las primeras cuatro horas después del cabildo, el perfil sufrió 37 modificaciones por la “guerra de ediciones”. Una integrante de la constituyente pidió cárcel contra el diputado, la ministra Iris Varela afirmó que tenía lista la celda y el exgobernador oficialista Francisco Ameliach aseguró que Guaidó entregaría la presidencia al primer vicepresidente del Parlamento, Edgar Zambrano, quien negó esa información.
Los sitios web de la Asamblea Nacional y Voluntad Popular corrigieron sus notas de prensa para aclarar que Guaidó no asumió las competencias de la Presidencia de la República sino que asumió “la encargaduría de la Presidencia”. El diputado Juan Pablo Guanipa propuso debatir un llamado a elecciones. María Corina Machado estuvo de acuerdo. En la Casa Amarilla, a 8 kilómetros del cabildo abierto, Nicolás Maduro afirmó que todo fue “un show”. “Pareciera un grupo de muchachitos que ahora ha tomado el control de la oposición y quieren jugar a la desestabilización”, dijo. Los magistrados en el exilio declararon que el diputado asumió la presidencia.
Corrieron rumores de un allanamiento en la sede de Voluntad Popular. No ocurrió. Llegó la noche y el diputado Guaidó usó su cuenta de Twitter para desmentir varias informaciones y recordar la convocatoria para el 23 de enero.
La señora María sostuvo que seguiría protestando. Sus nietos quieren regresar al país y apoyar todas las acciones posibles. “Mientras más voces seamos, mejor”, dijo Elisa. Pero el tiempo no les alcanza. El domingo se van otra vez de Venezuela.
Luisa Salomón
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